Posts etiquetados ‘humor’
Cumple años Daisy Marie
Publicado: 6 febrero, 2015 en Humor, Lecturas, ReflexionesEtiquetas:humor, Iconoclasta, Pablo López Albadalejo, Reflexiones de Iconoclasta, Ultrajant
Tarjetitas de la sabiduría de Iconoclasta «touch»
Publicado: 5 febrero, 2015 en Humor, Lecturas, Manuscritos, ReflexionesEtiquetas:humor, Iconoclasta, lecturas, manuscritos, obsequio, Pablo López Albadalejo, provocación, Reflexiones, Tarjetitas de la sabiduría de Iconoclasta, Ultrajant
Las Tarjetitas de la sabiduría de Iconoclasta ya no son virtuales. Ya se pueden tocar, doblar, usar como papel higiénico de emergencia, etc…
Genialidad y perfección
Publicado: 5 febrero, 2015 en AbsurdoEtiquetas:absurdo, genio, humor, Iconoclasta, ingenio, literatura, Pablo López Albadalejo, sexo, soledad, Ultrajant, vulgaridad
Hay destellos de genialidad que supuran tinta por cada uno los poros de mi piel. Se me da bien, escribir y amarme a mí mismo como a mí mismo.
Ser vanidoso, vulgar, simple y además tener gracia, requiere años de esfuerzo y tener muy buen riego sanguíneo para que, a pesar de la influencia humana, la erección sea posible.
Eso de amarse los unos a los otros es un producto de la descomposición del cerebro, imagino que primero se pudren los sesos y luego los pies; por eso se dicen tonterías al morir y luego los pies se agitan espasmódicamente en último lugar, como si dijeran: No le hagáis caso, está loco.
Aunque cuando me masturbo, no pienso en mí mismo, hay mujeres realmente deseables que provocan la contracción de mis testículos que se ponen duros como canicas.
No soy tan egoísta con el sexo como lo soy en mi faceta de escritor, tal vez sea porque el pene es mi parte más humana. Decir sensible sería caer en lo obvio.
(Aunque desearla es obvio, y no puedo evitar decirlo.)
Las mujeres suelen arañarme bien en la cabeza si está entre sus piernas, bien en mi poderoso pecho cuando me cabalgan. Soy perezoso.
(Me metería entero dentro de ella, aunque muriera asfixiado.)
Y nadie te araña si no te desea, nadie te clava las uñas si no está muy, muy, muy, muy excitada. La pornografía también tiene sus profundos mensajes.
Es una entelequia eso de estar en pleno coito y soltar algún poema. Bastante trabajo da respirar como para ponerse a declamar alguna poesía que ni caso me va a hacer la mujer cuyos pechos se agitan como flanes con ese «dale que te pego». Cuando estoy en plena sesión de sexo sudoroso, jamás digo un «te amo», y menos si estoy haciendo un cunillingus; para llegar al orgasmo no puedes detenerte para oler flores urticantes por el camino. Eso que lo haga Caperucita Roja.
(Le digo cosas de amor cuando duerme, para que no interrumpa este torrente de ansia que me provoca, para que no sepa que soy esclavo y débil ante ella.)
Hay cosas que no es necesario que me las diga nadie, la certeza de mi perfección me basta. Se requiere mucho desprecio cultivado durante años para llegar a mi nivel de absoluta indolencia ante el dolor de los seres humanos.
De tal grado es mi indolencia, que cuando la peña ve un partido de fútbol, le doy patadas a la antena para joderles la transmisión. El diablo me observa con recelo, porque no entiende como un humano puede ser tan malvado.
(Es una pena que algo tan perfecto, equilibrado y consecuente con sus ideales y acciones sea una mentira más. El diablo debería existir y ser presidente del planeta.)
Padre y madre murieron sabiendo que hicieron una obra maestra conmigo.
Podría vivir solo en cualquier rincón del mundo y no sentir jamás la necesidad de tener a nadie cerca, más que un par de indígenas con los tendones de Aquiles cortados y sus montes de Venus rasurados (me repele ver vello por doquier) para realizar las tareas domésticas y las otras.
Mi poderosa imaginación no me da descanso, puede ser atronadora.
Soy único y trascendente, no existe ley, ni justicia que pueda juzgarme o guiarme.
Lo que pienso lo escribo y mi mano no se queja jamás, es inmune a principio o moralidad alguna.
Una vez me dijeron que lo mío jamás sería escribir. Y pensé que inventaría otras formas, otras ofensas, otros miedos, otros ascos, otras miserias. Y sin estar borracho.
Soy un extraño para los humanos.
Es mi condena, soy un error de la madre mediocridad y mi vida pasa lenta en esta prisión. Me diferencio de los presos en que no llevo la cuenta del tiempo que llevo encerrado, principalmente porque no tengo deseo alguno de salir.
Y si uno de esos presos calientes y ambiguos con complejo de «amaros los unos a los otros» (lo correcto sería las unas a los otros) se me acerca con ganas de sodomizarme, le arranco los pulmones con una cuchara a la que le he sacado filo con una piedra de tungsteno y vanadio que pedí por catálogo desde la biblioteca de la prisión.
Aún así, a pesar del hartazgo y hastío de encontrarme en un mundo tan escaso de inteligencia e interés, no reniego de mi perfección. Parecerá tonto decirlo, pero es que hay humanos que van de humildes y pueden alegar que les gustaría ser «iguales», y bañarse desnudos en una playa llena de medusas en comunión con el resto de seres vivos que evidentemente son inferiores a ellos. Toda esa mierda que se dice para no cargar con la pesada losa de sentirse solos y aislados y poder ser aceptados por las comunidades gays y lesbianas, y así participar en una marcha de las putas con un calzón de piel de leopardo con una graciosa cola cosida en el culo.
Me lleva la chingada (en mexicano en el original).
Cuido y acreciento mi soledad, y si fuera necesario, puedo hacer un agujero en la tierra.
Hay arenales realmente apetecibles.
No necesito más que una mesa, una silla y mi colección de papeles y libretas para viajar a otra galaxia y crear lo que quiero y necesito.
Que se metan el ordenador y el teléfono por el culo, yo no escribo pensamientos virtuales, todo ha de quedar en el papel para que sea tangible y cuantificable. Quiero que mi pensamiento tenga las tres dimensiones, como las tablas de los diez mandamientos que Moisés estuvo cincelando durante cincuenta años para nada, para que al final aquellos idiotas acabaran haciéndole un agujero al vellocino en los cuartos traseros.
Además, el papel es combustible y si hace fresquito siempre puedo encender una hoguera.
Esas pantallas que simulan un leño ardiendo, son aborrecibles y adocenadas para mi alma sensible con ansias de libertad.
No puedes darle a un león un canapé de salmón ahumado con una montañita de caviar encima y que te dé las gracias educado él.
A la mierda, ya he divagado bastante.
Buen sexo.
Dudas y amor
Publicado: 4 febrero, 2015 en Conclusiones, Humor, Lecturas, ReflexionesEtiquetas:humor, Iconoclasta, Pablo López Albadalejo, Reflexiones de Iconoclasta, Ultrajant
En el amor no existen los problemas, solo las dudas. Y una duda es lo que lo mata.
Eliminas el amor, se despeja la duda y la percepción del problema desaparece.
De cualquier forma, ese «amor» estaba condenado. Y si eres ya un poco adulto, una duda tan solo es el consuelo torpe de una certeza.
Tal vez la peña necesita dudas para entretenerse ante la falta del hábito de lectura u otras inquietudes intelectuales y se castiga vacilando mucho tiempo. Es razonable, le da interés a sus vidas, las hace más importantes (a ellos mismos) y crea temas de conversación y con ello, amistades.
Soy demasiado simple, el suspense y el misterio me gusta en las películas y en los libros, justamente lo que me distrae junto con mi libreta y mi pluma realmente cara. También soy materialista, cosa que va bien para eliminar dudas.
Soy más de aquello de: muerto el perro se acabó la rabia.
Y como dice el anuncio de mastercard: para todo lo demás, están las putas.
El mundo se divide entre lo higiénico y lo sucio, sin duda alguna.
Soy fumador y me toca lo sucio. No voy a dejar de fumar por eso.
Morir
Publicado: 4 febrero, 2015 en Absurdo, Amor cabrón, Lecturas, ReflexionesEtiquetas:humor, Iconoclasta, Pablo López Albadalejo, Reflexiones de Iconoclasta, Ultrajant
Es una buena hora para morir…
Hay silencio, nadie ve que te apagas, nadie grita, nadie se asusta…
No hay nervios, solo esa desidia de la fatiga que convierte a la muerte en un susurro que te dice: «Ya está bien, ya es hora. Estamos un poco cansados, amigo Iconoclasta. Vámonos de aquí».
Como si me quisiera, como si me cuidara.
La muerte tiene buenos detalles cuando te la encuentras en la noche, en la intimidad y el silencio de ti mismo. La ternura se agradece cuando lo amado descansa y te quedas un poco indefenso ante el mundo.
Ella duerme en algún lugar cuando yo hago mutis por el foro, sin alardes, con discreción.
Y con la exquisita ternura que he aprendido en el momento de morir, le digo al aire: «Te queda mucho, mi amor. Nos encontraremos pronto, sé feliz hasta el agotamiento. Estaré bien. Estarás bien… Adiós».
Es tan sencillo…
Era tan sencillo amar hasta la muerte. No había un drama, solo cariño y delicadeza.
Y una fatiga serena, casi como la sonrisa de un augusto dibujada en los labios cerrados.
Un duda recurrente
Publicado: 4 febrero, 2015 en Humor, Lecturas, ReflexionesEtiquetas:humor, Iconoclasta, Pablo López Albadalejo, Reflexiones de Iconoclasta, Ultrajant
Tengo una duda recurrente: ¿Si fuera ciego me reiría siempre como Wonder y Feliciano? A lo mejor se reían de lo que no tenían que ver.
Aunque las hienas se lo pasan en grande comiendo mierda y cogiendo una vez al año.
Incluso se ríen cuando los leones se las van a comer.
Es un mundo de contrastes.
Es difícil elegir entre la ceguera y la carroña.
Qué nervios… Es complejo elegir una buena reencarnación.
La medida sexual y la otra
Publicado: 3 febrero, 2015 en Humor, Lecturas, ReflexionesEtiquetas:humor, Iconoclasta, Pablo López Albadalejo, Reflexiones de Iconoclasta, Ultrajant
Hay momentos del día, bien al despertar, bien por la actividad obscena, en los que la medida de mi pene es sexual. No tiene mesura ni puta falta que hace.
Por un lado representa un gasto importante en carpintería, ya sabéis: marcos abollados, puertas agujereadas porque mi mano no llega a las manetas para abrirlas al caminar desnudo y empalmado por la casa.
Por otro lado, está la satisfacción de saber que son innecesarios los toalleros y el orgullo de tener «todo eso» ahí abajo.
Pero luego aparece el cretino Mr. Jeckyll: su cortesía, educación, cultura y sofisticación.
Es cuando la medida del pene ya no es sexual. Es la otra: la ridícula.
Me deprime ser Mr. Jeckyll por muy listo que sea.
Yo quiero ser un toallero a tiempo completo, me encanta Mr. Hyde.
Ahora, en este momento, me niego a mirar al suelo porque no hay nada en el horizonte.
Es un asco ser inteligente.
Sería maravilloso no ser esquizofrénico y ser siempre Mr. Hyde.
¡Pst, pst, pst… Vamos, chico, arriba! ¡Vayamos a cometer unas violaciones y descuartizamientos! ¡Jeckyll, vete a la mierda con la medida ridícula!
Menos mal… Definitivamente, tiré el dinero al comprar toalleros.
¿O se escribe tohayeros?
A veces soy casi feliz.
Tiempo inmóvil
Publicado: 2 febrero, 2015 en Lecturas, ReflexionesEtiquetas:humor, Iconoclasta, Pablo López Albadalejo, Reflexiones de Iconoclasta, Ultrajant
Superdotados
Publicado: 1 febrero, 2015 en Humor, Lecturas, ReflexionesEtiquetas:humor, Iconoclasta, Pablo López Albadalejo, Reflexiones de Iconoclasta, Ultrajant
Hay hijos que no parecen de este planeta, y menos aún que lo sean de la pareja u homínido que los alimenta. Porque sueltan chorros luminosos de inteligencia pura.
Yo nunca he sido deslumbrado por semejante luz; pero los «padres» dicen que por la noche parecen faros de Nissan Tsuru.
(No son muy exigentes ni ambiciosos con las comparaciones.)
La verdad, dando un somero repaso a los padres, los únicos chorros que sus hijos pueden soltar son los de orina y diarrea tras comer un cóctel de camarón barato en un lugar también barato y que ponen «mucha cantidad».
Atención padres de hijos superdotados:
Que vosotros hayáis tardado siete meses en entender vuestro celular, os deja muy por debajo del nivel de Forrest Gump y además, sin gracia. Y que vuestros hijos sean capaces de aumentar el tamaño de las fotos con sus deditos, no los superdota de nada. Simplemente los convierte en mediocres precoces. Y si no, fijaos las horas que tardan en resolver un rompecabezas de cuatro cubos del mismo color.
Así que, si con la excusa de vuestros hijos queréis pasar por inteligentes, lo único que podéis hacer es fotografiarlos desnudos y vender las fotos en internet siempre y cuando el volumen de sus genitales pueda ser comparable a la inteligencia que decís que poseen.
Quedaréis como unos hijos de puta y vuestra estupidez ya no llamará la atención inmediatamente. Y nadie se reirá de esos chorros de luz que vuestros hijos lanzan.
No jodas… Ahora resulta que todos los palurdos y la carne de antro y locales de alitas, son padres de superdotados y han parido muchos Einsteins y Madames Curies.
El fuego nunca está donde se necesita.
Cumple años Eiza González
Publicado: 30 enero, 2015 en Humor, Lecturas, ReflexionesEtiquetas:humor, Iconoclasta, Pablo López Albadalejo, Reflexiones de Iconoclasta, Ultrajant







