Supe que era hora de morir.
Son cosas que sabes de una forma natural, como respirar.
Y mientras moría me quité el abrigo y lo dejé donde estaba sentado.
Di tres pasos atrás, encendiendo el último cigarrillo. Quería saber como sería el mundo sin mí.
Sentí tristeza por mi mochila tan sola, y dejé que alguna lágrima brotara.
En su interior quedaba mi pluma y mi cuaderno; ya no podría hacer mi pensamiento táctil y tridimensional.
Pero aquel trozo de mundo tenía hermosos sonidos y hermosos colores que se hacían grises al tiempo que mis ojos perdían brillo.
Sonreí y el corazón se partió con un chasquido.
Fue una muerte dulce y serena.
Un instante antes de morir
Publicado: 28 noviembre, 2016 en Absurdo, Conclusiones, Maldito romanticismo, ReflexionesEtiquetas:Citas, Humor, Iconoclasta, Música, Pablo López Albadalejo, Reflexiones de Iconoclasta, romanticismo, Ultrajant
0