Archivos para abril, 2017

ratas por águilas

El águila vuela alto, más que ninguna ave, con las alas muy extendidas, orgullosamente visible.
Alardea que está por encima de todos y elige quien vive y quien muere.
No es extraño que sea símbolo de muchos países, escudos y banderas.
Solo que los humanos no tienen esa belleza, estilo, ni dignidad.
Los emblemas con águilas deberían sustituirse por animales más acertados y coherentes con la naturaleza humana.
Hay ratas muy bonitas. O zarigüeyas.
Son especies acertadas.
Los cerdos, bien, pero el color es demasiado llamativo.

Un acto de silencio

Ya basta, no quiero hablar.
No quiero oír y pronunciar las tristezas de los amantes, no quiero hablar de la tragedia de amarte. Quiero descansar a tu lado, a tu espalda, que tu cabello cubra mi rostro y boca.
Que me mi mano se deslice y acaricie tu monte de Venus, en silencio.
¡Shh…! Calla…
Hasta que tus muslos se separen rendidos y pueda reseguir suavemente las crestas de los labios de tu coño.
Hasta que recibas mis dedos y hagas con ellos un sacrílego bautizo.
Calla… No más palabras tristes.
Palabras…
Que se forme la invisible y resbaladiza tinta del amor en tu coño.
Y con ella en mis dedos saciados, escribiré en tu vientre la paranoia de amarte.
Y que un beso voraz, culmine este acto de silencio.

La poda o la joda. Abril 2017. Samsung
Con los árboles tan mutilados por la poda, pienso en amputaciones y filos quirúrgicos. En el dolor y los analgésicos. En cirujanos y jardineros mediocres. Desganados.
El dolor ajeno se conjura con indiferencia.
No es perfecto; pero consuela a los cobardes.
Es tarde para la indiferencia, lo sé todo.
¿Acaso os gustaría que os cortaran las uñas al nivel de la articulación de una falange?
El dolor no se poda.
La poda es el dolor.
Las podas todas.
Y la tristeza de estar vacíos.

Cobardía servilismo y enemigos

«Si no puedes con el enemigo, únete a él.»
Este aforismo es la máxima representación y expresión de la cobardía, indignidad, abulia y servilismo.
Indica, que si el enemigo es más fuerte que tú, le hagas una buena mamada y le des tu hijo y tu hija en adopción para que los sodomice cuando así le apetezca.
La mínima acción que se ha de hacer con el enemigo, es reírse de él.
Al enemigo ni agua, ni aire, ni piedad, ni respeto.
Si es mi enemigo, por algo será.
Es preciso que los borregos tengan presente que la cobardía es una indignidad; nada de lo que sentirse orgullosos, hijos de puta.
Aunque la frase no es tan cruenta como indigna, porque es de aplicación al mundo laboral; donde el ser humano se desarrolla en el esplendor de sus miserias y lo sigue haciendo en la vida social y familiar.
Y es que todos los perros buscan que su amo les acaricie la cabeza, se muerden los unos a los otros por ser los primeros en ser acariciados.
Igual que los trabajadores en las empresas, tengan el nivel que tengan.
Si alguien lo quiere ver por el lado cobarde de la paz, que tenga en cuenta que el sobrevalorado y acomodado Gandhi eternizó con su pasividad el hambre y las ratas en las familias hindúes.

Una crónica nazarena
En el caso de que Jesucristo hubiera existido y YO fuera contemporáneo a él, hubiera escrito un artículo como éste:

«Hay una nuevo iluminado, un sectario llamado Jesucristo que resumiendo, viene a decir que está aquí para perdonar los pecados de los hombres (a las mujeres, ni las mienta).
Con lo cual, ahora todos sus palurdos seguidores, van correteando por las calles con los calzones sucios de orina y excremento; empeñándose en ser más hijos de puta que nunca al saberse perdonados de antemano.
Todos con la boca llena de hongos crudos que no cesan de masticar en todo el puto día y escupirlos cada vez que hablan o gritan.
Y además, se dan tremendos latigazos en el culo los unos a los otros a placer y jocosamente.
Que es lo que más me gusta.
Esto no ha hecho más que empezar, solo puede ir a peor.
Buen sexo y que os circunciden de nuevo, judíos».

Veronika Zemanová

En Telegramas de Iconoclasta.

Lecturas rupestres

Será por la euforia que debe producir el aire clorofilado de las montañas en los urbanitas, lo que despierta apetencias intelectuales absolutamente incomprensibles como leer los letreros informativos de los accidentes geográficos visibles para el excursionista.

Quería decir la apetencia de leer en voz ALTA.

Aburridamente alta y sin pudor alguno en exhibir un notable retardo neuronal en la pronunciación de lo que se lee.

La puntuación del texto, ni que decir tiene, que es algo completamente ajeno, inservible e incomprensible para el excursionista eufórico.

Lo triste es que cuando acaba de recitar ese texto maratoniano de unas pocas líneas, se puede ver claramente en sus ojos que no ha comprendido nada.

No ha pescado ni una.

Además, en lugar de observar la catarata en la dirección indicada por el letrero, gira la cabeza en una dirección diametralmente opuesta, y su boca tiembla un poco con tristeza al no encontrar la cascada de agua.

El ruido del agua le podría haber dado a la recitadora mujer, una pista sobre la dirección a observar.

Pero ni por esas.

Pienso que el aire, en lugar de clorofila, debe arrastrar algo de la farlopa (cocaína) que unos excursionistas con bicis repugnantemente baratas, han esnifado en el banco de madera unos metros dirección noroeste.

Esto explica la idiocia de la recitadora, aunque me temo que es algo mucho más primitivo. Genético más concretamente.

Vale, se lee divertido; pero solo los primeros quince segundos de ordinaria declamación.

Una lagartija me observa aburrida.

Es lógico.
ic666 firma
Iconoclasta
Foto de Iconoclasta

Apretones divinos
Dice el refranero popular con pereza y abúlica indolencia borreguil, que dios aprieta pero no ahoga.
Pues que haga lo mismo con sus sagrados cojones, que se los apriete a ver si le gusta. A ver si sonríe fraterna-materna-paterna-filialmente con bondad de mierda.
Lo único que soporto que me apriete son sus manos.
Las de ella.
Mi diosa y mi puta.

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El sol ya cae a plomo sobre mis hombros como un castigo de dioses, como el remordimiento sodomita en la conciencia de un hipócrita fariseo.
Mi sombra es más precisa y nítida.
No es bueno ni malo, puede ser molesto.
Por otro lado, la sombra indica existencia. Tampoco es como para dar saltos de alegría.
Temo que la sombra sea mi negra caricatura reptante.
Una broma del sol idiota.
Estaría bien que una nube tapara el sol.
No tengo gran interés en mi sombra, podría vivir sin ella.
Y sin este sol cabrón, también.

Un amor monstruoso

Es una monstruosidad amar a quien no puedes abrazar.
Y siempre ha sido una paranoia recurrente. Goethe y su novela Las desventuras del joven Werther y la ola de suicidios por empatía que se produjo cuando se publicó, es una breve muestra.
Suman millones las palabras escritas en cartas que se demoraban eternidades en ser besadas, abrazadas con fuerza contra el pecho con una tristeza cancerígena.
En estos tiempos de inmediatez, los amantes gozan de más privilegios.
Tal vez sean los mismos viejos amantes que se han reencarnado en un tiempo menos desesperanzador.
Una especie de premio kármico a tanta desdicha, a su afán por sufrir de amor.
Dicen a través de eléctricas pantallas, conocerse desde hace tiempos perdidos en la memoria.
Tiene sentido.
Y aunque no lo tuviera, se lo merecen.
Tal vez, algunos lleguen a abrazarse; será un hecho que dará esperanza a los derrotados. Podría ocurrir…
Pero sigue siendo monstruosa la epopeya de amar así, con el pecho desgarrado y sin posibilidad de curación.
Los desdichados amantes son héroes mitológicos en un Hades hostil y sin interés.
La mediocridad que los ahoga es el peor de los infiernos.
Y chapotean palabras de amor en tiempos y distancias obscenas para la razón.
No hay serenidad alguna en ello.