
– Ya nos podemos ir, lo sabemos todo. No hay nada nuevo que ver.
– Todo no.
– Vaaaale… Digo cosas que nos ilusionen. Porque la cura del cáncer o un nuevo asteroide, me aburren hasta el bostezo.
– Es solo esa tristeza vital tan tuya. Pasará. Vivamos un rato más.
– Una mierda… Vivir duele y produce sequedad de boca y ojos.
– Mentira.
– Verdad. Tenemos algún órgano que se romperá tarde o temprano y nos dejará tirados en el camino. Como una muñeca en el vertedero a la que las gaviotas engañadas pican su cuenca vacía. Ha llegado el momento.
– Eres un pesimista, solo es eso. Escribir mirando adentro es suicida. Sal a caminar.
– ¿Otra vez? ¿No ves lo negra que está? Cojear todo el puto día es tan aburrido como doloroso.
– Y la autodestrucción fascinante ¿verdad?
– Es absolutamente hipnótica. La autodestrucción nos da la trascendencia absoluta y última. Nos hace importantes a nosotros mismos.
– Yo solo soy tu esquizofrenia, tu paranoia. Técnicamente no existo; pero quisiera ser un tiempo más. Las alucinaciones tenemos inquietudes…
Y hay seres que te quieren, no se puede soslayar.
– ¿Quiénes?
– No te lo digo. Lo negarías.
– Hay quien te ama.
– ¿Quién?
– No te lo digo. Lo negarías.
– Y amas.
– ¿A quién?
– No te lo digo. Es pecaminoso en algunos momentos.
– En el fondo lo sé; pero me haces reír. Pecaminoso…
– Pues no los digas porque cuando algo se nombra, se rompe.
– Tú también eres pesimista.
– No lo soy. Simplemente sé que eres peligroso para ti mismo. Para nosotros, todos los que somos.
– Ahora solo vivo para contrastar con el decorado. Soy un artículo decorativo que ya no espera nada. Como las ramas desnudas de hoja y vida que contrastan hermosamente contra el cielo, como frágiles esqueletos. Aunque yo no aporto esa plástica. Soy infinitamente más vulgar.
– Un día te inyectaron contraste en las venas. Tal vez sea un efecto secundario.
– Tal vez ha llegado la hora.
– ¿No te parece que este café huele rancio?
– A almendras amargas.
– Como el cianuro.
– Sí.
– Tú no tienes de eso.
– Bueno, tengo mis recursos.
– ¿Por eso está vacío el bote de superglú?
– Sí.
– Entonces va en serio. Nos vamos ya.
– Es necesario antes de degenerar en algo peor.
– Ha sido bonito vivir tan intensa y brevemente, escribiente fracasado.
– Ha sido un placer conocerte, mi amigo Paranoia.
– El final va a doler ¿lo sabes?
– Lo sé; pero durará poco. Cuando el cuerpo se convulsione, ya no estaremos.
– Tengo ganas de llorar.
– No puede hacer daño, es una buena idea.

Iconoclasta
Foto de Iconoclasta.