
Un coche que circula lentamente por la zona industrial, se detiene frente a un chulo de putas que fuma un porro.
– ¿Cuánto por la puta sin bragas? -pregunta el cliente señalando a la zorra desnuda por debajo de la cintura.
– Treinta la mamada, cincuenta si se la metes. No más de quince minutos -recita con displicencia el chulo.
– ¿Se la puedo meter por el culo?
– Por cien euros, sí.
– ¿Y si le parto la cara?
– Seiscientos y gastos médicos aparte. Si le dejas cicatrices, te haremos a ti también algunas. Mira, si quieres hacer con ella lo que quieras la puedes comprar por siete mil.
– ¿Está enferma?
– Aún no.
– Tengo una hija de catorce. Te la doy por ella.
– ¿Tienes una foto?
El cliente le muestra una en el teléfono.
– ¿Es virgen?
– No. Ya me la he tirado algunas veces -responde con irritada impaciencia el cliente.
– Hecho. Si me la traes ahora, te puedes llevar a la puta.
– Denunciaré la desaparición de la niña en un día, ya sabes como va esto.
– Bien, ya estará embarcada cuando te pases por comisaría. No tardes.
– No tardo. En media hora la traigo. Y que la puta esté lista para entonces.

Iconoclasta