Archivos para noviembre, 2020

Si en este momento, a esta sociedad de cabestros miedosos absolutamente receptiva y permeable a cualquier mentira o dogma; sus dioses, amos y caudillos les dijeran que a veinte kilómetros por hora, se evita el contagio del coronavirus; irían con su bozal en sus vehículos a la velocidad de retrasados mentales (sería una consecuencia lógica de lo que son).
Y esto prueba que los cabestros que no se quitan el bozal ni para follar (si lo hicieran); son los pilares que conforman esta sociedad mezquina, analfabeta y cobarde.
No obedecen ninguna ley por respeto y solidaridad, porque hay miles de multas por exceso de velocidad. No son solidarios ni responsables de mierda; porque aprietan el acelerador para ser los primeros en llegar a su pueblo, hotel o casita de mierda; a los probos mezquinos de esta piojosa sociedad, les importa muy poco los accidentes que puedan provocar.
Así que la única razón por la que se colocan el bozal en el hocico es porque tienen ese indigno miedo tan propio de roedores, analfabetos y retrasados; que los hace sumisos hasta desearles todo tipo de mal.
Cuando un matrimonio o una familia llevan los bozales puestos en el hocico dentro de su propio coche, es porque su cerebro está podrido y no pueden soportar su propio hedor.
El mismo analfabetismo y miseria mental de los que, afortunadamente, en plena naturaleza usan bozal privando así a su organismo de los antibióticos naturales que contiene el aire para afrontar las gripes y catarros del invierno. Afortunadamente digo, porque cuantos más idiotas mueran, mejor será la especie humana.
Dicho esto, que la vacuna sea mala y que los contagios se multipliquen, que todo vaya a peor.
Ésta es mi voluntad.

Los actos de fe nacen de necesidad, ambición, carencia e indolencia.
El ser humano abrazó la religiosidad cuando perdió el coraje para sobrevivir en la naturaleza y la libertad para vivir donde necesitara o eligiera.
Todo lo demás es cháchara.

Es una estupidez preocuparse por el futuro cuando el presente es una mierda.
La vida es ya, no transcurre unos años más allá del hoy. Porque más allá del hoy, te sales del borde de la vida, te mueres.
Que cada cual haga con su presente lo que pueda.
Y si quiere malgastarlo mirando el futuro, que lo haga. Pero mi tiempo es mío, que nadie cuente con él.
Dejad de joder con las futuras generaciones que algunas ni siquiera existen y otras no llegarán a nacer.
La única forma digna de vivir es exprimiendo el presente.
El futuro está bien para la ciencia ficción y para los físicos que pueden perder el tiempo y además ganar dinero divagando cosas cuánticas y relativas que no conducen a ninguna parte.

Era de prever que el nuevo y normal fascismo español del coronavirus quisiera rematar el trabajo que la represión, su enfermedad y la ruina no ha conseguido.
Por eso va a obligar a la chusma a vacunarse con su veneno para hacer ya un buen trabajo de una vez por todas.
Quien haya trabajado en la industria farmacéutica, sabe bien que un medicamento requiere desde su creación hasta poder consumirlo, una media de diez años de estudio.
Bienvenidos a la nueva talidomida española.
Los caudillos españoles tienen un afán rayano en una beatitud franquista por salvar la vida de la chusma votante.
Como tienen tiempo y dinero de sobras, pueden inventar mil mierdas para seguir jodiendo la salud; pero ante todo, para acabar con la libertad en sus campos de concentración: los centros de salud donde inyectarán el veneno.

Toda dictadura necesita asfixiar libertades y asesinar sistemáticamente para hacerse fuerte e instaurar su tiranía del miedo.
Se trata de una cuestión de estrategia si: asesinar con fusilamientos y tortura; o bien con terror, ruina, hambre y enfermedad.
En cualquier dictadura, la más mínima y elemental libertad de movimiento está limitada a lo que los genitales de presidentes, ministros y la bofia dicten.
Es esencial entender que no existe ninguna enfermedad que destruya la libertad.
Los actuales gobiernos fascistas han inculcado en el imaginario de la chusma que libertad es enfermedad. Gobiernos con políticos que se han formado exclusivamente en docencia y educación para deficientes mentales; de ahí el éxito de sus dictaduras y bozales.
Quien se crea que la libertad es enfermedad o su causa, debería hacer lo posible por suicidarse y mientras se decide, que no se reproduzca.

Son noches muertas las que dictan los tiranos, estafadores electos que las decretan oscuras y con una libertad podrida. Dictadores que han sido elevados a rango de presidentes o ministros por una turba de cobardes e ignorantes votantes.
La enfermedad no es un coronavirus, la enfermedad es la dictadura y la destrucción de la libertad más básica, que apenas existe ya.
Gracias al coronavirus y el terror el gobierno ha instaurado su absolutismo sin violencia sangrienta; pero dejando morir a miles de personas (no sé qué grado de homicidio será, tal vez sea simple genocidio) con los aplausos de una sociedad degenerada y su miedo enfermizo e inmovilizador.
Todo lo que es mayoría es mediocridad e indignidad. Ahí radica el secreto de que la mezquindad, la envidia y la cobardía se hayan convertido en un gen más en el ADN humano.
Han follado tanto en una orgía endogámica, que han clonado en sí mismos todas las miserias.
Los caudillos han resucitado las noches más negras, las noches prisión en las que patrullan como animales venenosos los asesinos de la libertad; ávidos de encarcelar y sancionar, corruptos de una moral marcada por la miseria de sus amos votados. Cobardes, porque al final, también son populacho votante.
España y su desmesurado amor por los dictadores… Tiene necesidad de ellos; debe ser porque su población considera que es mejor un cerebro podrido que ninguno.
España no puede sacudirse de encima la espina de los caudillos, de noches muertas e hipócrita paternalismo. Porque la letra con sangre entra ¿verdad, hijoputas? A los sumisos cabestros les excita sexualmente como el “no me temblará la mano al ir contra vosotros”, que tanto gusta de perorar a los dictadores españoles.
El fetichismo de la dictadura es la peste real.

Si no puedes matar a Dios ¿qué esperanza te queda de vivir una vida plena?
Porque Dios lo estropea todo.
Dios no sabe hacer las cosas bien. Ni siquiera es un dios, es un impostor.
Dios es un chapucero.
Así que, si no puedo pegarle un navajazo en la garganta estoy perdido.
El viento puede arrastrar las cosas muertas sin son vegetales y ligeras; pero los cadáveres, su putrefacción y los excrementos de sus intestinos, se quedan en el lugar haciendo el aire irrespirable.
Enterrar a los muertos es un ritual higiénico.
Algo salió mal con la invención de Dios y su apestoso hálito de vida/obediencia/muerte/descomposición/hedor/paraíso.
Se debería poder asesinar a Dios; solo haría falta que para ello, existiera. Y luego no sería necesario rajarle el cuello, la simple certeza de que podrías matarlo, te relajaría con la tranquilidad de una fundada esperanza de que algo empiece a ir bien.

En muchas películas gore los cerdos son alimentados con humanos vivos o sus cadáveres. En la democracia, son cebados con los votos con los que son elegidos y por los robos, expolios y prisiones que dictan con sus tripas ya satisfechas de miserias.
Y así, en las noches de prisión que decretan los cerdos o caudillos electos, pueden rondar impunemente por las ciudades que les pertenecen con sus fieros lagartos venenosos patrullando criminalmente.

Lo peor que puede pasar ya, es que los cobardes, cuando el Nuevo y Normal Fascismo Español del Coronavirus decrete otras muchas semanas de prisión para los ciudadanos; se mueran de asco los que sobrevivan al hambre.
Lo del miedo, nada nuevo bajo el sol, España tiene superávit de gallinas de toda la vida.
No problem.
Es que a los “periodistas” (con el nuevo fascismo normal español, los periodistas de verdad han muerto), en este caso los de El Independiente, se les seca el cerebro y no saben lo que dicen.
Si a mí me pagaran por mierda escrita, no tendría escrúpulos en hacer lo mismo que ellos.

¡Hala! Otra más de muchas…
Es que no hay mejor y más económico procesador de textos que la tinta y el papel.
Causas una extraña sensación; pero nada es perfecto.
Es que si no plasmo primero mi pensamiento en un soporte sólido y táctil, es como si descargara demasiado rápido la cisterna del inodoro, sin saber qué cosas han ocurrido debajo de mí durante todo ese tiempo.