Las libretitas más pequeñas suelen guardar las ideas más grandes.
Es una cuestión de logística y eficiencia: algo pequeño es fácil de llevar y por tanto, de usar frecuentemente. Se pueden escribir al instante las ideas antes de que se olviden o queden sepultadas en la mente por otros cientos que van saliendo (quien sea capaz de producirlas, tampoco hemos de sobrevalorar con banal optimismo el intelecto de la masa humana; hay carencias, serias carencias).
Así que no se te olvide nunca tu procesador de texto analógico o perderás tus genialidades si las tuvieras. Teniendo en cuenta que las libretitas se deben llenar antes de que se deshagan en los bolsillos.
Y además, se debe escribir tonta y suavemente con un boli en ellas, y no con un lápiz de punta gorda; debido a la pequeñez de las páginas, seamos lógicos y congruentes.

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