Prosigue la doctrina del miedo, la fe en los jerarcas de las democracias occidentales (sobre todo europeas) convertidas al neonazismo, la mansedumbre, la obediencia y la resignación de la población ante su ruina económica.
Primero con el coronavirus se ablandó a los habitantes; incluso a lo que no tenían fe en el neonazismo: durante dos años los evangelios del coronavirus nazis no han cesado de difundirse en medios de comunicación y redes sociales.
Ahora para que siga blandita la masa amorfa que es la población, le meten la guerra incluso por vía rectal: convierten a los ucranianos en patrimonio de la humanidad (por la Unesco) y cada día hablan de lo muy duro que va a ser vivir con tanta crisis debida ahora a la guerra (que no es más que de Ucrania y Rusia) y sumada a la estafa fascista del coronavirus .
Y así, mientras pasan películas de guerra y peluches preciosos en las noticias; la decadente sociedad obediente y crédula, piensa en adoptar ucranianos, sacude la cabeza con resignación ante la nueva pobreza de la clase trabajadora que están preparando y entre ellos se dicen: “No nos podemos quejar, mira cómo están en Ucrania”.
Y así el crimen perfecto del neonazismo que surgió por medio del coronavirus se extiende en el tiempo como otra mancha de mierda más sobre la faz del planeta.
Evangelio 1: el coronavirus. Evangelio 2: la guerra
Publicado: 21 marzo, 2022 en Chusma, Citas, Conclusiones, Histéricas, Lecturas, Reflexiones, TerrorEtiquetas:cine, Citas, Humor, Iconoclasta, manuscritos, Música, Reflexiones de Iconoclasta, romanticismo, sarcasmo, Ultrajant
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