Bueno, aquí leemos a un sacerdote del estado penitenciario fascista español (uno de esos falsos periodistas que tanto se prodigan desde la estafa nazi del coronavirus), pregonando su particular apocalipsis talibán para que la población asuma que va a pasar hambre y penurias por el robo de los impuestos de cambio climático; pero a cambio, dentro de cincuenta años no se derretirá el suelo bajo sus pies.
Y como listos no son estos supuestos periodistas prostitutos, ocurre que ha pisado una gran mierda y no se ha enterado, de ahí la sensación de derretirse el suelo, como la diarrea en su cráneo.
Iconoclasta, el hombre. 