
Es que no hay nada más adictivo que el poder ejercido con corrupción e impunidad.
Y esa impunidad les sirve para erigirse en santidades vivas. Estamos ante Agustina de Aragón resucitada.
“Sólo me quitarán mi escaño de mi culo frío y muerto”, dice más o menos parafraseando a Charlton Heston.
Van a tener que usar una cuchilla curva para sacar a la garrapata.
No hubieran tardado ni un segundo para juzgar y condenar corruptamente a algún ciudadano que estaba fuera de su casa sin robar o delinquir, en horas no decretadas por el Gobierno Español Nazi Penitenciario Homosexual Sanitario y sus Caciquerías Nazis Autonómicas cuando, del dos mil veinte al dos mil veintiuno, encarcelaban y asfixiaban a los inocentes con el cuento del coronavirus.
Se acostumbraron a ser fascistas con cargo y ahora es difícil sacárselos del pellejo que te chupan.