Posts etiquetados ‘esperanza’

Cuando estaban cerca, cuando las líneas estaban superpuestas, no era el momento; y se trazó una línea paralela que aisló a los dos en un tiempo de sus vidas.
No se cruzan las líneas paralelas, no hay forma de saltar de una a otra; pero a veces el Gran Delineante comete un error, o tal vez, tenga un arrebato de compasión; cosa improbable, pero esperanzadora.
Y traza dos líneas paralelas muy juntas. Demasiado para su forma de actuar, tal vez porque se le haya metido humo en los ojos.
A veces fumar es beneficioso para alguien.
De alguna forma, una gota de tinta cae entre esas dos líneas. Posiblemente debido a un estornudo del Gran Delineante. Tal vez haya sentido un ataque de compasión. Aunque no es un hecho verosímil; pero sería agradable que lo fuera, aumentaría las esperanzas en el planeta.
Se crea así un espacio por el que cruzar. Con una serena pasión entran en el espacio borroso, irregular. Cautamente por experiencia, pero con todas las ilusiones entre los dedos, como un póker de ases. Y saltan las líneas porque es el momento adecuado. Se han preparado para ello durante tiempos y desilusiones.
No hay grandes eventos cosmológicos, no hay señales premonitorias, solo el rumor de unos árboles mecidos por una suave y húmeda brisa.
Discreta y contenidamente se acercan. Ilusionados a pesar de todo. Tal vez un poco confundidos por nuevos horizontes, por posibilidades razonables.
Las palabras saltan de un muro a otro derribando amarguras y errores, cañonazos que abren brechas en el tiempo y el espacio.
Es poderosa la palabra…
El Gran Delineante mira a otro lado, sería bonito que lo hiciera por piedad. No importa el porqué, el paralelismo se ha interrumpido.
Querer entender es perder el tiempo y ese ser podría usar corrector.
Y hay suerte, el Gran Delineante ha ido a mear.
Las palabras, escritas con cautela y letras pequeñas, se convierten en pasos paralelos que se dibujan tranquilos como por arte de magia, a veces se entrecruzan debido a un beso o un abrazo; desde la perspectiva del Gran Delineante, una hormiga con las patas sucias y colocada con marihuana está haciendo de las suyas.
Pasos serenos, cálidas y otoñales confidencias…
El Gran Delineante toma la hoja de papel y la clava con chinchetas en la enorme e infinita Pared del Destino, junto a miles más. Y cuando se da cuenta de la mancha y esas líneas pequeñas y erráticas, no hace nada. La observa y sonríe con el cigarro entre los labios.
Tal vez esté cansado de un paralelismo monótono y cansino. Cuasi eterno. Tal vez se sienta el Dalí de las líneas paralelas.
Toma otra enorme hoja de papel, se coloca unas gafas y comienza a crear otro universo de líneas paralelas, con decisión. No quiere sentar precedentes.
Es un cuento de navidad feliz, aunque el Gran Delineante sea un perfecto cabrón escondido entre los bastidores de un teatro.

Iconoclasta

Mi cuerpo, cada extremidad, cada párpado y la boca, están unidos a hilos que me mantienen en vilo sobre un pequeño teatrillo.
Son ilusiones, filamentos o cuerdas que solo puede romper la muerte, porque me parieron tenaz. En un mundo colmado de decepciones y engaño, me afianzo con fuerza a mis hilos.
Mi protección, mi paraíso.
Con esas cuerdas nací, con ella moriré.
Con los años brillan más, cada vez son más fuertes. Es el entrenamiento al que las someto. Brillan como diamantes, como aceros cortantes. Es mi voluntad, que va más allá de lo que el cuerpo y la prudencia dictan.
Soy mi propia marioneta y mi pequeño escenario está situado en una zona de burdeles y basura.
Cuando ya lo sé todo y sé qué va a ocurrir, muevo mi cuerpo con ellas, azotando la ilusión y obligándome a creer que tal vez no sea cierto, que no ocurrirá lo que mi experiencia sabe.
Tiro de los hilos y bailo al son de la esperanza, de que todo será diferente. No mejor o peor, mi ilusión es que no sea mediocre.
Un hilo conectado a mi párpado de plástico se tensa y escapa una furtiva lágrima traicionera.
Es la rabia de la decepción… Levanto la vista al sucio cielo y observo los brillantes hilos que mueven mi locura sintiendo deseos de cortarlos, de rasgar a mordiscos las ilusiones y maldecir a mis padres por haberme parido marioneta.
Me guardo la ira metiéndomela en el culo, tensando un hilo de la boca para sonreír cuando la puta me dice: «te amo».
Sonrío a pesar de que caminar duele y alguien a quien amo, se encuentra a diez mil kilómetros lejos. En otro puto planeta.
Tenso la cuerda del pene creando una rotunda erección para meterlo en un coño de agujero demasiado usado, que me obligo a buscar porque las ilusiones son muy putas y tienen deseos animales. Tenso la cuerda de los cojones y lanzo mi semen tortuoso sin amor, como escupir una flema en la calle de madrugada.
Su coño es una escupidera y mi ilusión me hace maldito, maravillosamente perverso.
Los hilos me dan esperanza de ser algo diferente y único, para bien o para mal.
Cuando caminar duele, pateo con fuerza la cochina tierra en la que fui parido, me siento una marioneta- héroe en un lugar apocalíptico.
Mis hilos son cuerdas aceradas de piano que cortan y degüellan la realidad para evitar mi suicidio.
Si no fuera una marioneta de mí mismo, sería un cadáver.

 

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Iconoclasta