Archivos para enero, 2015

Las Tarjetitas de la sabiduría de Iconoclasta ya no son virtuales. Ya se pueden tocar, doblar, usar como papel higiénico de emergencia, etc…

Tarjetitas de la sabiduría de Iconoclasta
Tarjetitas de la sabiduría de Iconoclasta
Tarjetitas de la sabiduría de Iconoclasta

Envidia y cobardía.

El amor es una especie de ameba que evoluciona por el espacio ajeno a la gravedad, que se afianza en el corazón y en el vientre de los amantes. Los parasita, los hace dependientes de aquello que adoran, que ansían.
Es una ameba que se fija en algún nervio y obliga a las manos a acariciar el aire, buscando lo amado.
Y es por ello ese cansancio que siento al amar, esa dulce desidia que me debilita, que me aturde.
El amor fagocita mis fuerzas con una deliciosa narcosis.
Los enamorados al abrazarnos parecemos cansados, casi derrotados.
Posiblemente así sea de verdad; pero qué extraño que a pesar de esa debilidad, abrazo con la fuerza de un titán.
Nos da un aire romántico y trágico ese desfallecer.
Y una hermosa sonrisa cansada… Estás preciosa cuando tus labios apenas abiertos, toman aire bendito y tu piel brilla con un sudor que parece rocío.
Es precioso mirar el cielo con los ojos cansados y el alma ardiendo. ¿Ves el amor? Si observas el aire fijamente, ves esas amebas transparentes que cambian y flotan ingrávidas.
Necesitamos descansar, yacer abrazados unos instantes, o una eternidad.
Una vez recuperados, te penetraré el cuerpo y el alma. Y tú me harás esclavo, me robarás mi voluntad.
No existe un cansancio tan grande que lo pueda impedir.

¿Los que tienen una gran capacidad craneal son más libres? Yo quiero un cráneo grande aunque sea ridículo el tamaño de mi cerebro. No me importa que al morir lo pesen y se rían. Importa no estar oprimido.
¿Los ciegos se sienten oprimidos? Seguro que no, porque no se pueden imaginar el poco espacio que hay en el mundo.
¿Qué ocurre cuando sabes de memoria dónde está cada mancha de la pared? Hay sabidurías que humillan.

Un momento para la ternura.

Lo malo de estos tiempos no se limita a la hipocresía y a la moralina que está en el cerebro de la chusma (la moral es la degeneración de la ética). Y todos sabemos que la chusma, lo despreciable de la humanidad es el 99 % de la población del planeta. Dada la cantidad de millones de reses que hay, el 1 % que vale la pena conservar, suma una buena cantidad, tampoco hay que ser derrotista.
Cada día hay más fanáticos acosadores de los deportes de lucha como el boxeo o las artes marciales, los hay que sufren como si les pusieran cosas punzantes en los genitales con la tauromaquia; con las corridas de toros, quiero decir, porque muchos no saben qué coño es tauromaquia.
Alegan civilización, paz, compasión y dignidad para prohibir que se emitan partidos de boxeo en horas diurnas y a ser posible, siempre. Y cada día hay más ciudades anti-taurinas.
Visten sus iras del ropaje de la tolerancia y la convivencia.
Y una mierda.
Que existan hombres y mujeres con la valentía suficiente para ponerse ante un toro, o luchar libremente y por afán de superación con otro ser humano, pone de manifiesto la cobardía del resto de la humanidad. Los «tolerantes» se sienten cobardes, y en estos tiempos que se proclama la cobardía intelectual (y no hay intelecto suficiente) como moralina de convivencia, la envidia es el único argumento que hay detrás de todas esas retóricas baratas que esgrimen contra la valentía de otros hombres y mujeres.
Quieren que se prohíban esas demostraciones de valor, para que no quede patente su cobardía.
Porque un toro pesa cinco o seis veces más que un ser humano, y los boxeadores compiten golpeándose y sangrando. El dolor da miedo.
Cualquiera que haya aprendido a leer (si tiene suficientes inquietudes) sabe que la envidia es el motor del ser humano.
Los políticos se ponen de parte de la chusma, porque son los que tienen la mayoría de los votos. Así que políticos y gobernantes no tienen ninguna autoridad ética, son solo oportunistas y arribistas que escalan por encima de la humana cobardía.
Por ello, una Barcelona por ejemplo, ha prohibido espectáculos taurinos.
El boxeo, cualquier lucha y la tauromaquia, son ejercicios de libertad como lo es la pornografía. Y aunque los toros no tienen capacidad de elegir, son criados con ese fin; tienen más honor, libertad y dignidad en la arena que cualquier animal que es transportado y sacrificado en un matadero de la forma más cruel e indiferente. Hay toros que han matado toreros, no es una broma la tauromaquia.
Lo más importante es que a nadie le obligan a ver toros o lucha entre seres humanos.
Buscan joder las libertades para sentirse bien, para que nada les haga pensar que son unos cobardes que son transportados cada día en un coche, camión o tren que los conduce a la esclavitud con breves destellos de libertad el fin de semana para emborracharse y follar con alguna puta barata para olvidar la mierda de vida cobarde que tienen.
Un acto de valentía de un individuo hace cobardes a cientos de miles.
Si tan intelectuales son algunos, deberían saber y reconocer sin hipocresías que el hombre es un depredador, que marca su territorio de forma instintiva y que los niños pelean entre sí de pequeños para intentar superar a otros. Somos animales, y la prueba está en que la chusma, apenas sabe escribir correctamente un par de palabras seguidas a pesar de haber ido al colegio durante más de diez años.
No tienen autoridad ética ni intelectual para prohibir nada, solo les mueve la envidia de ser inferiores a otros.
Menos discursos de moralina emotiva y argumentos civilizados, que acepten sus limitaciones y su naturaleza cobarde, que se sigan masturbando con un condón para no mancharse las manos.
La envidia es asquerosa, ergo los envidiosos son repugnantes.

«El hombre de hoy no es heroico, le basta con sentirse poderoso». (Mercé Rodoreda)
«No hay caza como la cacería del hombre. Aquellos que han cazado hombres armados durante bastante tiempo y les ha gustado, nunca se interesan por otra». (Ernest Hemingway)

(Dedicado a Juan Manuel Aguilar, una amigo que está hasta los cojones de tanta hipocresía.)

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Iconoclasta

Hay una exquisita ternura en como toma en brazos el maltrecho cuerpecito. Hay un cariño extraterreno en la forma de cortarle la carótida al bebé, mientras entre sus brazos susurra en los inútiles y pequeños oídos ancestrales palabras de amor y compasión.
Es solo un pequeño tajo con el indoloro filo de su puñal. El cobertor que envuelve a la criatura se tiñe de rojo y la poca sangre que contiene su cuerpo se vacía en apenas un minuto.
Deposita el cadáver del bebé en su cuna de la sala de cuidados intensivos de pediatría.
El pequeño de espina bífida deja de sufrir a los cuarenta y tres minutos de haber nacido.
Lo observa con una milenaria mirada, vieja como las rocas del planeta.
Desaparece hundiéndose en el suelo para aparecer desnudo en su sillón de piedra, a millones de kilómetros infierno adentro.
La Dama Oscura toma su pene y lo endurece con lamidas y besos.
Los ojos de 666 tienen un brillo de tristeza.
A veces 666 siente alguna necesidad de cometer una ternura y todos callan esa debilidad en la fresca, oscura y húmeda cueva.
La Dama Oscura derrama el semen en sus pechos y 666 lanza un grito atroz que hace temblar a los ángeles y al mismo dios en el cielo.
Los crueles y los condenados guardan un silencio de terror escondidos entre las penumbras de la cueva, como inquietos insectos que temen una catástrofe.
Siempre sangriento: 666.

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Iconoclasta

11-1-2015, 12:03 PM. Zócalo de Puebla, México.
Estoy escuchando La Marcha Turca interpretada por la Orquesta Municipal de Puebla, suena muy bien, me gusta. La escucho fumando a la fría sombra de un árbol. Siempre busco más frío, como si pudiera almacenarlo para combatir  el sol cuando hiere.
Apenas hay gente.
Acaba la Marcha Turca y comienzan a interpretar El valls de las olas. Cuatro personas se colocan muy pegados a mí, como si no hubiera todo el espacio del mundo en el puto zócalo. Los observo: son unos rurales que ríen como idiotas.
Me separo de ellos. A los pocos segundos se acerca uno de ellos, tanto que mi cigarro se apaga en los bajos de su abrigo de nailon.
Me mira con una sonrisa de dientes podridos y barba descuidada; es un deficiente mental.
Me hubiera gustado acabar de oír la el valls; pero me largo de allí.
¿Es que no puedo pasar un rato tranquilo?
¿Por qué tengo este imán que hace que siempre se me acerquen los retrasados mentales? ¿Acaso buscan sorber parte de mi inteligencia? ¿Vampirizarme?
Abro el portón para acceder a mi casa y el tonto del barrio me saluda mirando en dirección contraria, sé que me saluda a mí porque no hay nadie más en la calle a quien saludar.
Hay que joderse con esta suerte.
Los molletes con chorizo, apenas tenían chorizo. Frijoles a patadas, eso sí.
¿Cuándo bajará el precio del tabaco?

Vacas y humanos.

Hoy mi presencia ocupa un espacio vasto que se extiende hasta donde mi imaginación dicta. Y dicta que se extienda hasta la tuya, que se funda en la tuya. Algo inusual, tienes razón.
Ocupo tu espacio realmente. Lo intento…
Lo inusual es que se convierta en algo cada vez más frecuente, más trascendente.
Algo por lo que sonreír un poco triste con un cigarrillo colgado de los labios.
Huele mi piel a melancolías y sueños; improbabilidades… A tabaco, a chocolate y café, dulces y masa de hojaldre horneándose. Y tal vez un poco de humedad de la lluvia que te desprotege un poco el alma.
También es maravillosamente inusual, te creo.
Disculpa que te conteste dormida; pero estas inusualidades se precisan contestar en la difusa frontera del sueño y el cansancio de la vigilia, para que sean más íntimas.
No quería despertarte para decírtelo al oído como una confidencia. No es por torpe timidez, es porque dormida te llego más profundamente, de algún modo lo sé.
No es una banalidad, créeme también.