Archivos para octubre, 2018

Las horas desfilan hacia un precipicio, y en la caída se hacen guillotinas pequeñitas que cortan trocitos de carne y alma indoloramente.
Las palabras son vendajes vanos contra la lógica hemorragia de tanta pérdida. No dejan ver los gusanos de la putrefacción.
Y así se puede amar y estar podrido.
Son cosas compatibles, está visto.
¿Qué son los años?
Son grandes bloques de piedra que no caben en las calles ni entre los espesos árboles del bosque. Quedan atorados y suspendidos sobre nuestras cabezas entre balcones y copas frondosas, acumulándose unos encima de otros hasta que el peso es suficiente para caer y aplastarte.
Es por ello que los viejos miran al cielo con temor a que llueva.
Que llueva la muerte.
Hay tanta muerte sobre mi cabeza.
¿Qué es la vida?
Es una vertical buscando un espacio tranquilo donde ser horizontal. Es un reloj que cada día está más cansado.
Y un calendario con pocos meses del que un día, no arrancaremos una hoja más.
El tiempo es la máquina de un imprenta que prensa y corta las páginas sin tener en cuenta las anotaciones en los márgenes.
Las anotaciones son gemidos de pena, dolor y frustración.
Y en medio de todos estos malos tiempos, me encuentro un burro comiendo una flor. Es absurdo… Es una absoluta cursilería.
Una bella y divertida cursilería entre tantos malos tiempos.
Y está bien, yo elegí donde morir y gané.
Me enciendo un cigarro con una sonrisa, bajo toda esta muerte que gravita sobre mí.
Fue bueno mientras duró.
Bien… No siempre.
¡Maldito burro! Qué gracia…

 

 

ic666 firma
Iconoclasta
Foto de Iconoclasta

En Telegramas de Iconoclasta.

No falta nada, es todo lo que necesito.
El tabaco está en el bolsillo de la camisa y tú en mi corazón, profunda e inevitablemente clavada en él.

Hoy había en mi territorio un cielo espectacular. Y admirándolo he reflexionado profundamente.
Si alguien muere riendo, irá al infierno por guasón.
Si alguien muere llorando, irá al infierno por patético.
Y el que no haga aspavientos y permanezca sereno, irá al infierno por insensible y borde.
Solo los que puedan pagar una pornográfica cantidad de dinero podrán acceder al cielo, como lo hacen los que quieren dedicarse a la política profesionalmente y han de pagar una buena pasta por unas cientos de miles de firmas que los avalen y poder presentarse como candidatos para alguna mierda.
Por esta razón hay tan pocos en el cielo y son tan hijoputas.
Y está bien que sean escasos, no me gustaría ver un cerdo volando en estos instantes de belleza.