
En muchas películas gore los cerdos son alimentados con humanos vivos o sus cadáveres. En la democracia, son cebados con los votos con los que son elegidos y por los robos, expolios y prisiones que dictan con sus tripas ya satisfechas de miserias.
Y así, en las noches de prisión que decretan los cerdos o caudillos electos, pueden rondar impunemente por las ciudades que les pertenecen con sus fieros lagartos venenosos patrullando criminalmente.
Es una reflexi n perturbadora sobre la naturaleza del poder y su corrupci n.
Sí, estamos ante unos fieros y ambiciosos telepredicadores profeta-mesiánicos que buscan el control absoluto, incluso en la intimidad de sus «votantes».
Y es tan perturbador como peligroso para la libertad. Si la hubiera.
Muchas gracias por tu reflexión Esther.
¡Saludos!