
Al “concebido no nacido” hay que protegerlo para que sea un ciudadano al cual colocar un bozal, segregar, encarcelar, extorsionar y arruinar. Se trata de eso ¿no?
El ex cacique no es mujer, ni sabe de lo más elemental que es una mujer, no sabe de su biología ni de sus aptitudes características, es un simple ganadero.
Biológica e intelectualmente, la madurez mental y física de una mujer de dieciséis años corresponde a la de un macho de veinticinco. Aunque no sea representativo de la actual sociedad aniñada y decadente, sigue prevaleciendo quieran o no, la genética y la biología.
El hecho de que a una mujer joven se la califique de niña, corresponde a un acto de degeneración y humillación del poder contra la población.
Es necesario para el estado hacer idiota a la gente para guiarla y educarla a su conveniencia. Idéntico a lo que ocurre con los curas y todo pelaje de religiosos: se ha de estigmatizar cualquier aspecto de la vida para que todo sea pecado y ellos, los religiosos, erigirse en guías y autoridad. La política es tan solo una evolución de la religión. Los políticos aportan además, la prostitución de la razón.
Lo del aborto ya es viejo como la vida misma, nadie desconoce las brutalidades cometidas por las mujeres, sobre todo las más pobres, en toda época de la humanidad para interrumpir el embarazo.
Y ahora quiere decir este cacique autoritario surgido como un protector de la humanidad con el coronavirus, un prócer de la bondad y la pureza; que las mujeres de dieciséis años no tienen cerebro ni razón para tomar decisiones en su vida.
Todo el mundo se equivoca en algún momento, quien impide la reparación del error convirtiéndose en juez de la vida es simplemente un hijo de puta.
Si una mujer de dieciséis quiere abortar, que lo haga. Porque lo hará por las malas y si no, parirá un hijo que no será bien amado. Y tendrá una vida perra como ocurre con todos los nacidos no deseados.
La mayoría de edad es solo una convención, como lo es la existencia de Jesucristo y el color rojo de los semáforos. Es un invento religioso para rebajar la autoestima de las personas que el estado pastorea.
Las mujeres jóvenes o mayores, deben hacer lo que crean conveniente, y si no ayuda el estado, que lo hagan ellas. Con su valor, con su pena, con su dolor, con su miedo, con sus dudas; pero que hagan lo que deban. Y lo que deben hacer es lo que en el momento de sus vidas es preciso. Incluso equivocarse, porque es el derecho básico de la vida, el de la experiencia, hijos de puta.
Convertir a una mujer en una idiota incapaz de decidir lo que le afecta directamente, es la monstruosidad primera de cualquier dictadura, fascismo o degeneración de la razón.
Por otra parte, que nadie se olvide que la infancia en los inicios de la era industrial, moría en las fábricas y minas trabajando a partir de los seis años.
Así que hay que proteger; pero en modo alguno negar la supervivencia de las personas y su gran capacidad de superar situaciones límite sin la ayuda de un apestoso político de cualquier ideología mierdosa, que lo son todas.
Tenía dieciséis años y no recuerdo sentirme especialmente imbécil, sino todo un hombre.