
Este espectáculo, que ya es un serial, es como una incruenta partida de parchís.
O como esa lucha libre mexicana y americana en la que no se hacen ningún daño, un circo mal disimulado.
Y mientras todos se distraen, China trabaja para monopolizar la nueva ruta de la seda, todos los buques mercantes tendrán que pagar la extorsión que el gobierno chino pida, solo le queda hacer suya Taiwán y estaremos a merced del comunismo fascista chino.
También es un fabuloso medio para las democracias que con el coronavirus se convirtieron en nazismos en toda Europa, usar la guerra como instrumento de recaudación contra la casta paria o clase baja trabajadora.