
El mismo fascismo que asfixia la libertad, la biología y el sustento vital como el de España con su gobierno homosexual sanitario, se extiende y radicaliza. Pretende infectar también todo deporte y obligar a que todo futbolista se identifique como homosexual.
Nadie te puede obligar a llevar un símbolo, seas o no homosexual; salvo los fascismos como el de Hitler, en los que portar el brazalete nazi era la prueba de fidelidad al führer; o como ahora el pasaporte covid o la banderita arcoíris cuando es el día mundial de los homosexuales.
Y ahora la homosexualidad fascista (gobiernos como el español) quiere a costa de la sanción y fracaso de unos deportistas imponerse y de paso, si así lo consigue, que sea expulsado un jugador para condecorarlo como mártir homosexual ante el mundo.