Archivos para diciembre, 2014

Lo malo no es ser puta.

Su sonrisa de luz…
Los pezones erizados, las piernas entreabiertas, una mano en el vientre deslizándose suave, los labios entreabiertos, la lengua fresca y húmeda. Su vagina tan brillante…
La penumbra la envuelve en halo de deidad.
Que preciosa criatura intuyo y espío, que siento y presiento.
Mi pene latiendo, un segundo corazón.
Bendita sea la secreta y ávida lujuria.

De androides y compasión.

Llueve de nuevo, el aire se limpia de cenizas y cosas muertas que son arrastradas a las cloacas formando un fango miserable.
Pareciera que llueve mierda.
Es tan tarde… Y yo en la cama sereno, erecto por puro instinto animal o por el sonido de la lluvia… Tal vez soy un degenerado.
Espero que la lluvia acabe su trabajo para poder exponer mi piel a un aire fresco y consolador.
Soy delicado.

No sé donde estás, pero sé que existes. Me lo dice toda mi piel.
Deberíamos estar juntos ya, mi amor desconocido, pero han surgido problemas. Soy falible.
He cometido error y he caído en una trampa de tiempo frustrante. Una confusión…
Pero lo he solucionado, cielo. Ahora voy disparado y certero a ti como una flecha. Como las que disparaba en el bosque con mi arco antes de ser tullido.
No importa donde estés, voy a ti con el corazón acelerado.
Bum-bum, bum-bum..
Perdona si me demoro un poco; pero la pierna a veces me duele más y otras menos.
No sé como eres, solo sé que que eres preciosa y te reconoceré.
Soy tímido, un poco anti-social; pero bailaré contigo una canción lenta y te besaré.
No desesperes. Te lo tengo que decir porque aún no me conoces: cuando me propongo algo, lo hago.
Sin juramentos ni ceremonias. Es connatural en mí.
Así, si sientes unos nervios en el estómago, soy yo pensando en ti. Dirigiéndome a ti.
Sé que estas fiestas de fin de año estaremos solos; pero no cierro por vacaciones, ni por dolores, ni descanso, mi amor.
No me detendré, llegaré con el frío o con la templanza de la primavera.
Llegaré antes de que sea tarde.
Esa alarma en tu estómago, muy adentro, esa pequeña contracción nerviosa; mantenla viva, porque soy yo rastreando tu ser en el planeta.
Mientras tanto, mi amor, no te sientas sola. Sé que estás aquí, en el universo. No sé si en algún lugar cercano o remoto.
Quisiera que estuvieras cerca, tengo prisa por comerte a besos; pero es solo un detalle sin importancia. Por lejos que te encuentres, llegaré a ti con todas mis fuerzas, para que te sientas orgullosa de tu hombre.
Rápido como un expreso de medianoche.
Nuestra soledad es solo un instante en el cúmulo de la vida.
Felices fiestas, cielo. Ya casi llego.
Te amo.
Con ansiedad: tu amor desconocido.

P. D.: Sé que eres valiente, por eso te amo también.
No soy un niño: sé muy bien que podría morir antes de llegar.
Si se diera el caso, mi vida, mantente viva e ilusionada, porque naciste para ser amada, yo soy solo un corredor con desventaja en tu búsqueda y conquista. Conmigo no acaba el amor.
A pesar de esta posdata de madurez y controlado pesimismo, llegaré a ti, cielo.
Te amo a través del tiempo y del espacio, en todas las dimensiones.

Iconoclasta

«¿Te apetece coger?» le preguntó a su compañero elevando las tetas por el escote al ver un motel de carretera, camino de un pueblucho. Han visto videos porno en la oficina, han fumado mota y van calientes. Detienen el coche en el motel «El salto del tigre». ¿No es precioso y romántico?
En un sórdido, sucio y polvoriento barracón del servicio médico de una obra, pedía que se la metiera a cualquiera que le decía que tenía unas buenas chichis. Sobre todo si era güero, ario, polaco, inglés…
«Qué tetas tienes…»
«Métemela, te amo» les respondía con palabras y por mensajes de chat.
Y mostraba su título universitario entre los labios de su oscura y rozada vagina.
El burdel de la licenciada… El doctor era el portero y palanganero.
Es internacional su coño. Como el de cualquier puta del tercer mundo. Solo que las putas, tienen dignidad.
Lo malo no es ser una puta que llega a casa a besar a su marido con el sabor de otras vergas en su boca y con el coño sucio. Y sin cobrar…
Lo podrido es pretender ser la gran madre, que redime la podredumbre de su cerebro y su coño con sus hijos, un amor enfermizo y desagradable. Y los alimenta con mentiras.
Lo malo es que su cerebro es tan idiota como su coño ya insensible por tanta vanidad embutida con tantas pollas.
Lo malo es que pide que se la meta a cualquiera, sin pudor. No es cuestión de ser liberal, es una cuestión de una vanidad psicótica para un cuerpo que no vale lo suficiente para ponerlo en venta, solo para donarlo a borrachos e idiotas. A abogados, ingenieros, oficinistas, albañiles, mecánicos y algún mediocre carpintero, siempre y cuando estén suficientemente calientes y borrachos. Gente sin demasiadas exigencias.
Lo podrido, lo asqueroso es aguantar el asco y el rechazo de su marido que la huele como algo sucio. Que le mira su coño empapado con repulsión cuando llega borracha después de una sesión de acupuntura, dice.
Y ella, muy digna, evade esa mirada.
Lo podrido es aguantar la repugnancia y el desprecio de su marido en la casa, en nombre de los hijos y de una prostitución vestida de letras y llanto. Del falso dolor de algún muerto. Porque cuando sale del barracón, del carro o del motel con su agujero y boca sucias, no se acuerda del padre, solo dice: «Qué rico me has cogido» y envía un mensaje a su marido para decirle que lo ama.
Una deficiente mental que cree que todo el mundo lo es.
Su máxima aspiración es mamársela a su jefe… No tiene mucha ambición, la vanidad no deja espacio para eso.
Lo malo es que él le dice que se acabó que no la quiere, que folla con otros y le da asco su coño. Y ella le escribe poemas de amor y grita que no le llega su amor, que es un insensible.
Da golpes de mala actriz en las paredes y en las puertas.
Y dice ver fantasmas de gente que amó para ser más trascendente en su mediocre vida.
Lo malo de ser esa puta, es la hipocresía de serlo por una soledad convenientemente inventada. Cuando es una simple cuestión de vanidad, de enfermiza vanidad. De una egolatría nacida de la estupidez.
Y una borrachera la hace olvidar lo mala persona que es.
La puta lo es en su propia casa; a cambio de unos pesos, aguanta las miradas indiferentes y el desprecio que el marido siente por ella y por sus hijos, porque son la maldita excusa para aguantar a la furcia un día y otro y otro y otro…
No tiene donde ir la idiota. Unas cervezas, vodka y a tragar el desprecio que le espera en la casa de su marido, no por puta, sino por mala víbora.
Lo malo no es que la gran madre, admirada hermana y amiga de miles de seres, cumpla su primer aniversario de follar con otro hombre al que mantiene, y a su vez el aniversario de repugnancia que siente su marido por ella.
Lo podrido es que se cree divina, que sigue exhibiendo su coño, sigue ofreciendo sus chichis a quien mejor las mire y dice ser que es la mártir de la soledad. Con su coño goteando varias muestras de semen. Con el tanga del revés.

Lo malo de la puta es que no cobra y se gasta el dinero y el tiempo de educación que le debe a sus hijos sin ser necesario. Es joven la furcia que todos se tiran. Una joven con arrugas y tetas blandas…
De vientre fofo y nalgas caídas… Un pubis adiposo…
Cualquiera se la mete si omite su decadencia.
Lo malo no es ser puta, lo malo es que desde un coche en el centro de la ciudad, le griten que lo es: «¡Puta!».
Su cerebro tarado la hace sentirse famosa y divina…
Lo malo no es ser puta, lo malo es ser una mala persona, lo malo es esa vanidad de una fracasada de coño fácil y tetas apretadas en brasiers adecuados. De una vagina oscurecida de tanto usarla, encallecida.
Un coño infeccioso, porque sus trompas están cortadas y el condón ya no es necesario para evitar embarazos.
Lo malo de una mala mujer, porque no es puta, es mala como el veneno; es que arrastre sus infecciones y mentiras durante meses. Lo malo, es que conviva con el desprecio de quien un día la amó y finja ser una mujer rechazada sin razón. Lo malo es la prostitución que hace padecer a sus hijos en su propia casa.
Lo malo son los llantos y la frustración de no ser feliz en su hogar, cuando llega con el olor a semen y babas de otros hombres.
Y a todo eso lo llama depresión.
Es demasiado idiota para follar con muchos hombres que ha escogido y ser feliz en su matrimonio.
Y esa frustración la hace llorar y sentirse la más desdichada.
Lo malo es decir que ama como nadie puede amar a su marido «es mi dios, es el amor de mi vida». Para que todos crean que es la mujer más romántica y abnegada del universo; pero se mete en el coño la verga de otro, tecleando en su teléfono que enseguida llega a casa, que el tráfico está fatal.
Lo malo, es que miente y no recuerda sus embustes. No se lava las chichis saladas por las babas de otros hombres. Los moretones en sus piernas tras una «buena cogida» que la ha hecho chillar como una marrana.
Lo malo es que se cree inteligente y es un ladrillo.
Lo malo es que cree que engaña y al final llora de rabia e impotencia, no consigue gestionar adecuadamente su puterío.
Lo malo para el hombre es sentir que al final, es una pobre imbécil.
Y sentir lástima por la pobre madre ramera.
La no puta, sabe que quien la amó, le tiene asco y vuelve a casa cada día con su rictus de mujer abnegada y cansada, con su coño fértil, ahora enfermo y tonto.
Eso sí que es ser una mala puta.
No es la madre del año, no es una puta realmente.
Es solo una mala mujer, un mala persona.
Un veneno que nunca debería haber nacido.
Las putas no son malas. Nunca lo han sido.
Y se mira cada mañana en el espejo al alaciarse el cabello dejando caer una lágrima de maternidad, soledad y literatura que la redima de su miserable y mentirosa vida.


Iconoclasta

¿Qué ocurre con los androides? ¿Por qué me resultan tan emotivas y angustiosas las películas y las novelas que tratan de ellos?
Les otorgan el poder de hacer el bien, de velar por sus dueños, proteger la vida humana ante todo.
Y todo ello es pagado con humillaciones y mutilaciones. Con burlas…
Dan pena por esa indefensión.
Y es esa indefensión la que nos muestra a la humanidad en todo su mierdoso esplendor.
Pinocho podía hacer el bien y el mal, su único problema era convertir la madera en carne.
Los androides avanzados de la ciencia ficción, sienten amor y a veces están programados para sentir dolor; pero carecen de la virtud de la venganza, de devolver el mal que se les hace. Cosa que los convierte en ángeles en un lugar poblado de ignorancia, cobardía, traición y envidia.
Los santos, mártires y serafines de este siglo son los androides que nunca llegarán a existir.
Seres inocentes, en mayor grado que los animales, que son dignos de ser mutilados y humillados por los seres humanos cuando se dan cuenta de que pueden abusar de ellos impunemente.
Lo mismo que hicieron con los judíos y se hace con los indígenas de algunos países.
Solo que con los androides, los humanos se vuelven infinitamente más depravados. Más psicóticos.
Porque ante una máquina, los humanos llevan a cabo sin pudor sus depravaciones sexuales y de poder.
Por esos robots siento una infinita tristeza, cuando pienso en la posibilidad de que pudieran algún día existir tal y como vemos en el cine.
Porque estarán abandonados, a la humanidad, a su sed idiota de venganza y poder; pero sobre todo, a la envidia que suscita que algo sea mejor y más noble que el hombre mismo como especie.
Ojalá los androides sean siempre ciencia ficción, por un bien de ellos y de mi dignidad como hombre; aunque ya esté muerto.


Iconoclasta

«Allá hay un buen rincón para morir, mi amor.
Ya lo hemos hecho todo, lo hemos logrado todo.
No necesitamos nada más.
Muramos juntos, mi amada. En la oscuridad, donde nadie nos encuentre; hasta que nuestros huesos se confundan.
No dejemos que nada ni nadie contamine o estropee lo que hemos creado.
He tenido tanta suerte amándote, que sé que se ha agotado.
Ven conmigo, mi amor, también te veo cansada.
Amar así es agotador.
La muerte es lo único que aún está de nuestro lado».
Ella aferró con una débil mano la de él.
«Lo sé, mi vida. Se acabó la suerte.
Voy contigo a la oscuridad».
Bajaron las escaleras rotas de un mausoleo en ruinas, se abrazaron en la oscuridad y murieron en un suspiro. Con un suspiro de amor.
Cosas que solo ocurren en la mente: amores míticos, de leyenda.
Tengo mi propia mitología.
Mi secreto, una ingenuidad atesorada desde el principio de los tiempos. Porque el mundo comenzó a existir cuando nací.
Un consuelo oscuro que me lleva a soñar con ser un épico y denodado amante.
No puede hacer daño una triste ilusión.
No debería.
Ellos sí que son valientes.

Atención: el espíritu de la navidad ya está acechando; como cada año habrán transformaciones drásticas que harán de la chusma gente bendita de un corazón tan grande y bondadoso como mi erección matinal.

Se amarán todos durante unas horas y serán completamente inconscientes de su hipocresía.
No hay suficientes balas de plata ni ajos para combatir esas transformaciones.
Solo la pornografía podría ser un refugio seguro y liberador durante unos minutos contra toda esa bondad y beatitud del carajo.
Hay que aguantar estoicamente durante unas horas, hasta que se emborrachen y embrutezcan y se deshaga así la falsa piel de la bondad.
Por si acaso, no estaría de más llevar una estaca de madera escondida en la cintura, por si algún «bondadoso/a» se resiste demasiadas horas a ser el miserable que es habitualmente.
Es que en navidad es tan habitual infravalorar la sinceridad y la naturalidad…