
El gordo coreano dictador de complejo napoleónico, es más feliz que mierda fresca con sus cohetitos y sus ataques nucleares.
El zampabollos no dejará de tocar los cojones con sus complejos mesiánicos.
Y le encanta, como a Franco, que los coreanos norteños le besen cada mañana el culo; por ello les regala fuegos artificiales y la posibilidad de morir por él, que es divinidad de mierda.