
Si hay algo de lo que puedo alardear es de ser duro.
Porque he cagado sangre y la he meado, escupido, vomitado, tosido, respirado y expulsado por agujeros que no tenía, que me hicieron.
Me han reventado tres uñas, se han muerto seres que quería, se me ha podrido parte del cuerpo y mi mente no se acobarda para imaginar nuevos dolores.
Ni para soñar y desear más salvajadas de amor.
No aprendo ni de dios si existiera, solo acumulo conocimiento para no hacer lo que debiera según ley, según moral o según tradición secular apestosa.
Y cuando muera, que sea un buen forense el que me haga la autopsia si fuera necesaria de mierda, porque no sabrá de cuantas cosas pude haber muerto.
Porque el asco de muchas cosas vividas, así como el dolor, será lo primero que se evapore con la muerte del cerebro. Esos venenos no dejan huella en los cadáveres.
Podría ser optimista; pero cuando un hierro te destripa una uña, simplemente te cagas en dios.
Y cuando lo recuerdas, también.
Así que borra esa estúpida sonrisa de la cara, tipo duro. Te van a joder otra vez.
Y otra, y otra, y otra…
También sé joderme yo mismo, duele lo mismo; pero el orgullo es un poderoso analgésico.
Ahora me las piro que me ha dado jaqueca.