Posts etiquetados ‘celos’

Dios odia las cosas buenas, por envidia, por celos. Me las arrebata para ser el único a quien amar o desear se pueda.
Es un hijo de puta.
Así que piso con displicencia sobre las tumbas de cadáveres putrefactos o los secos, los que ya no tienen carne que roer. Y sin ser necesario meo en las lápidas marcando territorio para cuando muera, ser el cadáver más respetado del cementerio.
A ver si ese dios cabrón lo supera.
Y digo que amo el veneno porque no defrauda. Ni la bala certera, ni el filo quirúrgico.
Y el coño infectado de la puta y mi glande invadido por un chancro purulento que me envenena la sangre toda.
Amo el trozo de pulmón podrido que me sale de la boca como un animal muerto.
Dios no sabe que es un pobre mediocre previsible como sus cochinas creaciones. Por eso tanta vulgaridad y seres que no importa si viven o mueren, porque es todo a su imagen y semejanza.
Me cago en dios porque es la justa blasfemia que me libera y alivia la presión de su envidia podrida.
Así que amo lo pútrido para que se joda. Y me santiguo salpicando gruesos goterones de mi esperma en el pecho.
No creo en satanás porque es la cara de la esquizofrenia sagrada del mismo dios. Su rostro enloquecido y repugnante; falso como la madera podrida.
Amo lo sórdido, lo que duele, lo que rompe como un cristal la razón y la adoración de los imbéciles.
Así las cosas, digo que dios debería existir para poderlo envenenar y desangrar. Y ceñirle la corona de espinas de su hijo en esos ojos enfermos de envidia y demencia.

Iconoclasta

Las 44 dudas, las 44 desesperadas respuestas

Publicado: 23 octubre, 2010 en Amor cabrón
Etiquetas:, ,

Las 44 dudas, las 44 desesperadas respuestas.

Por Aragón (las preguntas), respuestas de Pablo López.

¿Hola? Hola mi amor.

¿Me oyes? Y te siento en la piel.

¿Alcanzas a verme? Con dolorosa lejanía.

¿No quieres hablar? No puedo.

¿No te importa si igual te hablo? Me duele. Sé que va a doler, te temo un poco.

¿No te apetece escucharme por falta de valor o exceso de rabia? Miedo a perderte, rabia hacia la vida.

¿Has olvidado las buenas costumbres y las posiciones correctas para tratarme? Sí, lo olvidé amarte me hace animal.

¿Qué? Perdóname.

¿Has dicho algo? ¡Perdóname!

¿Podrías repetirlo una vez más? ¡Perdóname…!

¿Acaso no merezco una oportunidad? Sí, en todas las vidas.

¿Otra vez caíste en las trampas de tus fantasías? Sí, en una fantasía tan real…

¿No soy yo la que debería temer a tus labios que endulzan a cualquiera? No.

¿Por qué esta vez pusiste en mi mente, en mi boca y en mi alma deseos que no he creado? Los puse en la mía, cielo.

¿Callas? De dolor y vergüenza de mí.

¿No dices nada? Perdóname… No sigas, ya comprendí, ya me avergoncé.

¿Temes aceptar que tengo razón? Tienes razón, no tengo miedo de aceptarlo, mi amor.

¿El orgullo es mayor porque sabes que te equivocaste? No hay orgullo, sólo miedo.

¿Tenias tantas ganas de pelear que era más fácil inventar un pretexto? No, mi amor. Sólo se presentó ante mí la posibilidad que más temía en este mundo.

¿Te das cuenta de que la perfección existe y extrañaste los días malos para ensuciar los nuestros? Nada podría ensuciarlos. Te pido yo piedad.

¿Adios? ¡No!

¿Lo sabías? No sé nada, sólo te amo.

¿Me creíste capaz? No, cielo. Me creí poca cosa.

¿Vendiste mi pensamiento así de fácil? No lo vendí, creí darle la libertad que se merece.

¿Lograste convencerte de que no sirves para esto? Creí ser intrascendente y no pesar en ti.

¿Tuviste la valentía de ponerme de lado y tomar tus propias decisiones? Sí, cielo. Sí. ¡Qué dolor…!

¿Pensaste tanto en ti, en tu dolor que olvidaste que tu adiós era el fin de mi alegría? Lo olvidé, cielo. No sigas, por favor. Es llorar…

¿Recordaste en medio de toda tu rabia mi agonía pausada en respiraciones cortadas y saladas? No lo recordé, cielo. No lo recordé…

¿No? Perdóname…

¿Lloras? Más que nunca.

¿De verdad? Sí.

¿Podrías ayudarme? No haría otra cosa más que vivir para ti.

¿Harías una pausa para acariciar el corazón? La he hecho, estoy llorando, perdona si me demoro demasiado en mi caricia lenta.

¿Ves cómo se apaga mi fuerza? Piedad, mi amor. Otra vez… Estoy pagando mi estupidez con lágrimas ardientes, cielo. Puedo morir si te apagas.

¿Ya no? Ya no, sólo quiero abrazarme a ti, de repente me siento muy cansado. No quería ser débil.

….

¿Si? Te amo.

¿Tal vez? Sin duda, con todas mis fuerzas.

¿No ves la mano que se asoma pidiendo un poco de compasión? Por favor, que coja la mía que también asoma.

¿Ves lo que hace tu mujer por amor? Lo siento en mis entrañas.

¿Me podrías perdonar esta vez? No puedo llorar más esta mañana, mi amor. El perdón lo pido yo. Por favor. No más preguntas.

¿Podemos ir a dormir? Dormiremos y nos besaremos al alba.

¿Haremos el amor? Hasta quedar exhaustos.

¿Ríes? Ahora no puedo, mi reina.

¿Eh? Reiré, mi amor. Sólo necesito llorar unos minutos en ti. Estoy tan nervioso, me tiembla todo.

Aragón / Iconoclasta

Es un texto basado en una primera idea y autoría de Aragón sobre un hecho real (Ver Las 44 dudas). Gracias a ella existe este texto. Por ella existo yo (Iconoclasta).

201010220940

Safe Creative #1010237646260