Posts etiquetados ‘escritor’

«Los milagros, en tanto que implican la ruptura de las leyes más generales que pueden imaginarse, plantean el problema de saber si realmente convienen. Si yo tuviese —pongamos por caso— una renta, es posible que pensase que no convienen. Pero un pobre… Un pobre que no cree en milagros es no solamente cien veces más pobre de lo que realmente es, sino que, por añadidura, es un pobre equivocado. El único tesoro de los pobres es el milagro posible.» (El cuaderno gris, de Josep Pla, traducido del catalán por Dionisio Ridruejo y Gloria de Ros)
Josep Pla, respecto a esta reflexión del capítulo (año) 1918, me parece demasiado ingenuo. Se sabe que era un hombre sarcástico; pero aquí no. No en ese momento de su vida, que cuenta en su dietario El cuaderno gris.
No importa, sigue siendo un gran humano y poderoso escritor.
Y en efecto, unos párrafos más adelante, escribe sobre la fuerza y la astucia. Y claro, se contradice.
«Sólo debe de haber —me parece— dos formas de ejercicio del libre albedrío: la fuerza y la astucia.«
Lo último que debe hacer el pobre es creer en los milagros.
De aquí surge otra reflexión importantísima para entender la literatura: el escritor no tiene por qué decir verdades. Debería describir y escribir sus emociones e ideas con claridad, imaginación y precisión en el tiempo y lugar que padece y goza; en su vivencia íntima, su mirada propia. Independientemente de lo que sea real o no para la sociedad. Debe usar el poder de la imaginación más allá de complacer al lector, si lo tuviera.
Y el deber del lector es entender con una chispa de inteligencia, imaginación y experiencia vital que el escritor no le debe ninguna verdad a nadie. No aspira al Nobel de la puta verdad revelada de mierda y escribe según sus emociones en un lugar y momento muy concretos.
Según sus iras y amores.
La verdad debería ser ley y ética para los historiadores, periodistas y políticos; pero esto es otro ejercicio de ingenuidad. Desde que se instauró el nazismo clima-sanitario carcelero y homosexual en todo el planeta mediante la red informática 5G y el coronavirus, la mentira y la hagiografía hacia los jerarcas y burócratas nazis surgidos en las pseudo democracias, la verdad está pudriéndose como un cadáver en un vertedero, picoteado por las gaviotas y cuervos, comido por las ratas.
Un escritor debe describir con amenidad e ingenio cómo es su mundo, su realidad, su propia vida de mierda. Tergiversando y pervirtiendo lo que sea necesario para que se sienta a gusto e impacte en el lector con estilo. Mostrar cómo debería ser el mundo independientemente de que a una sociedad mono pensante e insectil, le guste o no lo que lee.
La literatura no es periodismo y no debería prostituirse al estado; pero de nuevo, en la actualidad es una pretensión de una ingenuidad indigna, inmadura y analfabeta de cualquiera que piense que es así. Hoy quien escribe busca un “me gusta” o en el caso de los autoeditados sin escrúpulos y sin estilo alguno, cinco estrellitas amazon.
Sí que es cierto que el escritor se ha extinguido, su lugar lo han ocupado parásitos y sicarios del estado como apóstoles de un nazismo que atenta contra la biología humana misma. Con la IA la pseudo literatura se extenderá como un manto de mierda sobre todo el planeta y lo que contiene. De hecho, ha comenzado el parasitismo de la literatura.
Josep Pla debió ser de los últimos escritores del planeta. Y con él se llevó el arte de “mentir” con gracia, el deber de todo escritor.
Porque, chusma mía, escribir de hechos reales o de la verdad misma, es el ejercicio más árido de imaginación e inteligencia. Basta salir a la calle y ver la televisión para tener esa piojosa “literatura” gratis hasta provocar náuseas.

Musicalidad de agua, sangre y café.

Si fuera pintor, no sabría como plasmar la musicalidad del rumor de un río, el pequeño matiz del agua que rompe contra una pequeña piedra. Contra cientos de piedras.

El invierno es un solo de agua. Los árboles casi muertos, no tienen hojas con las que acompañar con su rumor la cadencia de la melodía cristalina.

Y la música es fría e íntima.

Quisiera ser pintor y encontrar la forma de dar sonido a mi obra.

Quisiera ser escritor y saber describir pequeños y bellos micro mundos en mi sórdido asteroide muerto.

Quisiera que mi sangre cantara la melodía del invierno. No necesitaría pintar ni escribir.

Mi sangre rompiendo contra las piedras, fluir…

Quisiera ser pintor y hundir el pincel en mis venas para dar una apocalíptica musicalidad a mi obra.

Un pintor de sangre gorda, de palabras trazadas en bellezas efímeras como bocanadas de amor y humor que deshilachan solas, como un morir dulce.

Un morir pronto…

Un morir caliente como un café de inusitada belleza.

Pintar el sonido del café que vierten unos sensuales labios en mi boca.

Y que no sea café, que sea su vida caliente y doliente.

Doliente… Quien ama la vida, le duele. Irremediablemente.

Por ser imperfecta y a veces, maravillosamente imprevisible.

Quisiera ser el pintor de la música de la imperfecta vida.

 

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Iconoclasta

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La curvatura de la dulzura.

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