Los jerarcas y burócratas (decenas y decenas de centenares de miles) del comunismo estalinista o nazi chino, además de ser unos criadores de cerdos sin titulación alguna más que la corrupción propia de toda dictadura; son básicamente una panda de alcaides de prisión que gobiernan con mano férrea a miles de millones de chinos encarcelados por el capricho de una jerarquía aristocrática decadente, vieja y corrupta. Cuando la población decida que es mejor morir usando la violencia o la guerra que de hambre, las cosas empezarán a cambiar para bien. Porque ciertas indignidades, abusos y acosos, solo se pueden reparar con la violencia y la muerte que lleva.
Porque parece que la sonrisa de la nariz empolvada aún le dura.
Es más feliz que mierda en bote.
Y es que estos evangelios edificantes del neonazismo del coronavirus, más que pueriles, son terapia de enfermedades mentales. La prensa prostituta no descansa, temen que el coronavirus desaparezca y deban trabajar de verdad en lugar de inventar noticias teletrabajando cómoda y mentirosamente.
Es auténticamente impermeable, incluso hermético a la vergüenza. Nunca antes un gobierno dictatorial en España había tratado al pueblo como si lo hiciera con una pandilla de disminuidos mentales, como lo hace el nuevo y normal estado penitenciario fascista socialista español del coronavirus y la guerra ruso-ucraniana. El Caudillo Arribista y Magnate de la Prostitución de la Prensa y Medios de comunicación del estado español ha dicho: “¿Veis? A mí también me han espiado y no pasa nada. Tontos, venga, vamos a seguir estafando tranquilamente que se nos podría acabar el filón. Ya arreglaremos esto con un par de decretos. ¡Eh! Y si alguno tenéis hijos o sobrinos en edad de trabajar, que pase por la moncloa, que les regalamos un cargo”. Increíble-ble-ble-ble-ble el timo y el rostro que le echan estos trepas. ¡Que viva España y que viva la Revolución! (talmente como en México).
La estrategia no es el coronavirus cero de mierda, coño.
Se trata, mientras Rusia hace biombo con la guerra de Ucrania, de que el fascista estado comunista chino, ahogue las economías de las decadentes sociedades occidentales consumistas del coronavirus. Primero terrorismo biológico con el coronavirus y ahora el ataque a la economía. Con una economía arruinada no hay armamento ni guerra que se pueda mantener con el que se dispone. Y sin piezas de fábrica mucho menos, listillos.
Con la última película de James Bond, Sin tiempo para morir, 2021; se ha conseguido hacer del agente secreto una especie de Tintín al que George de la jungla 1997, de Disney, supera en violencia, aunque no en comicidad. Las muertes en las películas de Bond, se han hecho tan dulces como beatos los disparos sin sangre ni su color. Es un tanto triste, sobre todo si Fleming viviera para ver la cosa piadosa y monacal en la que han convertido al castrado y asexuado 007. Desde aquel James Bond de Casino Royale 2006 hasta la actualidad, han conseguido en quince años hacer de las películas del agente secreto una especie de saga de héroes tan sosos y repetitivos como los de marvel, dirigido exclusivamente al público infantil y adolescente. Y eso se debe a que las productoras audiovisuales solo realizan obras que coinciden con el nivel intelectual del gran público, es algo básico para obtener beneficios. Esto quiere decir que la calidad del cine se ha situado a la altura del público. Y si el gran público tiene una mentalidad de entre cinco y 16 años, el cine adulto ha muerto definitivamente, es obvio. Pareciera que en las películas de adultos, ya disparan con pistolas de juguete con lo que los actores tienen que hacer ellos el ruido del disparo o la onomatopeya, como hacíamos los niños cuando no se nos prohibía jugar como queríamos, con aquellas pistolas de plástico tan peligrosas ahora para las dictaduras de las falsas democracias socialistas o liberales de mierda, en su idioma nazi. Lo que no debería pasar inadvertido a la chusma, por muy deficiente mental que sea, es que en las películas cuando alardean de que censuran el consumo de tabaco, no se censura la ingesta de bebidas alcohólicas, que son el gran daño sanitario y sociofamiliar de las actuales sociedades. Con las películas de James Bond en este caso, porque la censura ha infectado todo el cine adulto; es exactamente lo que ha ocurrido con el neonazismo surgido mediante el coronavirus en las podridas y decadentes democracias europeas y de corte occidental: las estadísticas sobre el nivel intelectual de la población confirmaron que era el momento de encarar la dictadura ya que sería acatada, obedecida y adorada por el noventa por ciento de la población, que a su vez es exactamente el mismo porcentaje que se ha vacunado incluso hasta cuatro veces a pesar de que no había vacuna de nada. Y a su vez es el idéntico porcentaje poblacional que ostenta ese intelecto entre infantil y adolescente; o sea que la población adulta ha descendido peligrosa y graciosamente hacia la deficiencia mental. Han corrompido el cine, la literatura, la historia, la educación, la inteligencia, el ingenio, la madurez, la dignidad, el valor, el esfuerzo, la creatividad y la determinación; con lo cual ya puede decirse que la especie humana se ha extinguido. En las guerras y pandemias ya no mueren seres humanos, solo son vacas sin ningún valor intelectual intrínseco.
La parábola fascista de la prensa cuenta como al apóstol científico lo insultaron en las redes suciales: cobarde, oveja, idiota, cagón, tonto del culo, puta, etc…
Y entonces él dijo a su Padre: “Perdónalos porque no saben de las muchas variantes de coronavirus, de lo necesario que es tu sagrado bozal*”. En definitiva, el cuento de siempre: la libertad es enfermedad.
La prensa, sobre todo la española, ya no sabe salir de la invención de parábolas y cuentos de terror para niños, publicitando sin cesar el símbolo del neonazismo del coronavirus: el bozal.
Esto de inventar prestigiosos científicos es el cuento más viejo desde que se instauró el neonazismo en la España de aquel marzo del 2020, con la obligatoriedad de los aplausos a los jerarcas y burócratas fascistas, a su gestapo y sanidad insalubre. Con los encarcelamientos (confinamientos en jerga nazi) y el acoso policial hasta el control de las compras de los ciudadanos.
Cuando una sociedad hace de la cobardía virtud, la violencia se convierte en necesidad.
Vamos a ver, la guerra hace pupa a mucha gente; pero es el ciclo natural. Toda especie animal necesita controlar su población para su propia preservación, por la cuestión de evitar la pérdida de los recursos naturales y para mejorar las líneas genéticas defectuosas por medio de la selección natural.
Desde que el Sánchez se proclamó el Nuevo y Normal Caudillo Penitenciario Fascista Español del Coronavirus y ahora de la guerra ruso-ucraniana, ya se veía venir que tendríamos otro dictador para muchos años. El Caudillo Sánchez ya ha pasado del arribismo más mezquino a directamente prostituirse por seguir ejerciendo sus decretos de ruina, represión y humillación. Así ha convertido en un rastro barato los secretos de estado. Y el resto de naciones lo miran pensando: “La putilla no es de fiar, cualquiera le habla de estrategia secreta al bicho español… Que ni se acerque a una reunión de la OTAN o nos vende a todos al enemigo por dos euros y un año más de ejercer dictadura en España.” Mal asunto, se prevé otro medio siglo de dictadura en España. Y es que Putin y Xi Jinping enseñaron a los dictadores en ciernes como Sánchez, Trudeau, Macron, Scott John Morrison, Jacinda Ardern, Alexander Van der Bellen, etc… a cómo eternizarse en el poder.
¿En serio, cerdos? Es una broma de mal gusto que el nazismo canadiense del coronavirus que, casi llegando al nivel del nazismo chino, ha creado campos de concentración y segregación racial para contagiados y no vacunados; se muestre como un gobierno decente y democrático y condene un genocidio al que él hubiera llegado de no ser por los camioneros. Ahora, cuando han pasado los momentos más precarios del coronavirus, los nazis se visten de ropaje maricón y democrático para demostrar lo muy geniales y liberales hijos de puta de mierda que son.