Archivos para agosto, 2014

En Telegramas de Iconoclasta.

«La soledad es su naturaleza, o una parte de ella. Porque su otra naturaleza se marchita de pena entre savia y fibras que no acaba de asimilar como suyas.
Las noches son el descanso de los árboles, la fotosíntesis es agotadora.
El vegetal se retira y da paso al hombre.
Al hombre más solo del mundo.» (Iconoclasta)

Para leer en:
http://issuu.com/alfilo15/docs/el___rbol_humano_libro
y
http://binibook.com/details.php?id=1656

Las Tarjetitas de la sabiduría de Iconoclasta ya no son virtuales. Ya se pueden tocar, doblar, usar como papel higiénico de emergencia, etc…

 
 
 
Tarjetitas de la sabiduría de Iconoclasta
Tarjetitas de la sabiduría de Iconoclasta
Tarjetitas de la sabiduría de Iconoclasta
 

Orgasmos vampíricos.

 

Orgasmos vampíricos mini

Ella duerme con esa piel tan caliente, con sus pesados pechos rozando la piel del vampiro, con las piernas entrelazadas tentando a su señor cruel.
Y él intenta romper su sueño y su descanso. Someter su conciencia a su voluntad.
Los dedos del sin nombre siguen y resiguen con insistencia las tiras de un tanga que convergen en un coño hambriento, un sexo húmedo y dormido que espera la caricia que lo ahogue en sus propios humores. La tela es un medio por donde circula el placer, lo amplifica, crea la expectativa, anticipa lo inevitable. Cuando se aproxima a las ingles o a su inmaculado pubis rasurado, la respiración de la hermosa se convierte en algo audible. Su coño exige más oxígeno y sus pezones más sangre para endurecerse.
Los dedos del vampiro tiemblan abriéndose camino entre las sábanas, buscando la piel, la suave carne de la vagina trémula y ardiente que palpita en la oscuridad y alcanzar la seda de los muslos internos, que pretendiéndolo, aplastan una vulva ya exaltada, jugosa y anegada de lujuria.
Es una violación impune en la noche, la invasión de una vagina indefensa ante lo nocturno y el sueño. Es posesión casi predatoria en la oscuridad.
Una violación que el instinto permite, que busca…
Algo atávico.
Orgasmos nocturnos, robados, vampirizados en el silencio de la madrugada, en las respiraciones oníricas.
Orgasmos sin luz ni conciencia.
Placeres que emanan de pliegues íntimos creando temblores incontrolables en las extremidades, desde un clítoris secreto que palpita cuando la conciencia duerme.
Escalofríos de una fiebre incontenible que agitan en un espacio que no hay, (los cuerpos están cosidos entre sí con suturas de deseos y fibras nerviosas) los brazos y las ingles en una agonía pornográfica, silenciando gemidos de placer para ocultarse a la conciencia. Ignorando lo que duerme y lo que invade; no hay control de las manos que se crispan, de los dedos que empujan a la mano invasora más adentro.
Más…
Está poseída.
Apenas rozan las yemas calientes y rudas los labios entre los muslos apretados, hambrientos de recibir castigo; cuando se le escapa el aire en un exhalación prolongada como un desmayo.
Se vampiriza el deseo, robando la voluntad y saciando el coño lenta y metódicamente; provocando un sismo que derrota el control de los brazos y las piernas.
Es una lujuria que anida descarada entre la nocturnidad llenando los oídos con jadeos difícilmente contenidos que solo la bestia puede percibir, amplificados en un glande resbaladizo a punto de estallar.
El vampiro convierte el aire de la madrugada en una niebla profunda preñada de un placer narcótico.
Sexos derramándose sin apenas un roce, la noche y sus pieles ardiendo.
Un vampiro hambriento e impío… Su pene rozándose con ella, latiendo…
«El coño es una víctima sin voluntad y mi pene una estaca temblorosa derramando un semen retenido durante una eternidad en unos cojones inflamados, colmados…»
El vampiro se arranca la ropa y con un puño que duele sacia su hambre derramando una lefa en las sábanas. Una marea blanca y espesa que empapa sus propios dedos, los testículos y la piel deseada allá done la toca.
El semen se enfría al tiempo que vampiro y víctima regulan su respiración para entrar en un sueño profundo.
La conciencia se siente engañada, algo se le ha escapado a su control, la vagina está tan empapada…
Una gota tardía de semen casi transparente, se desliza placenteramente del falo del innombrable al tiempo que sus párpados se relajan y la mano se hunde en el negro cabello que le condena a la luz y a la oscuridad.
Y todo está bien, el sueño no puede impedir lo inevitable, jamás pudo.
Bendita sea la condena de los seres de la noche.

 

Iconoclasta

La religión es inversamente proporcional a a la ética y directamente proporcional a la pobreza.

Una flor muerta no huele y se mantiene hermosa. No son como los cadáveres humanos. Resisten a la muerte días y días hasta crear una hermosa decrepitud.

El diablo ha muerto.

Buenos amigos mini

 

Buenos amigos

El beso rastrero mini

 

El beso rastrero

La bondad invertida mini

 

La bondad invertida

La sanguijuela a los pies mini

 

La sanguijuela a los pies

El problema de la humanidad, de su envidia, codicia y estupidez no reside en la falta de fe o de una mala praxis de los ejercicios teológicos.
Lo malo es que el diablo ha muerto, ya no hay justicia. Nadie vigila a Dios y él ha convertido su «bien» en un monopolio donde no hay nada que pueda contrarrestar todo esa enfermiza bondad.
El diablo ha muerto y con él la justicia, el equilibrio entre el bien y el mal. Ahora solo hay bien; pero como no hay mal, no es más que una dictadura de un ser idiota y narcisista. Celoso, como se dice a sí mismo en la biblia.
Ya no existe la bondad, solo un capricho de un psicópata pervertido en las mentes de millones de idiotas sin capacidad para razonar más allá de la profundidad que requiere limpiarse las uñas con un palillo.
Y sus secuaces actúan impunemente en nombre del Padre, de Alá o de cualquier personaje creador de un mundo lleno de envidia y falta de inteligencia. Porque los secuaces de los dioses son mucho más inteligentes que la media, son repulsivamente ambiciosos.
Los sexos de los niños son de Dios y ellos forman parte de él. El dinero es de Dios y ellos son carne de Dios, el poder es divino y ellos lo son.
Condenan al hambre y la guerra, al apedreamiento, mutilación y decapitación de mujeres y niñas.
Si el diablo no hubiera muerto, si no lo hubiera asesinado la bondad, habría esperanzas para un mundo justo, habría algo de equidad.
Lucifer hubiera cortado la cabeza de tanto bondadoso. Patanes como Hitler no hubieran nacido, porque el diablo es el Mal puro y no permitiría que un simple idiota, como todos esos dictadores, hubiera nacido.
Estamos abandonados a los dioses celosos que crean torres de babel para que ningún otro ser pueda tener conocimientos semejantes a ellos.
Dios sin el diablo, permite la existencia y la larga vida de los opresores y el hambre, de la pobreza y la enfermedad. Lucifer hubiera aplastado el cerebro de tantas madres portadoras de la imbecilidad, que el mundo sería ahora mejor.
Sin el diablo se acabó la selección natural.
No muere el hombre que rompe los huesos de las mujeres, sus órganos no se infectan y se pudren matándolo. No muere el corrupto presidente de un país, le meten cosas por el ano para que se mantenga derecho y seguir ejerciendo así el cargo que juró en una biblia o en un corán de mierda.
Si tuviera tan solo un poco de estupidez en mi cerebro, es lo que pensaría, si fuera crédulo de tanta mentira.
Y eso explicaría el mundo caliente, enfermizo, aburrido que me ha tocado vivir.
Sin embargo, la explicación es tan deprimente como decir que no hay dioses ni diablos, que el hombre como especie y sus sociedades son solo unos errores aleatorios de la química, de un big bang cósmico.
En el universo no hay dioses, solo buena o mala suerte, lo que propicia que hayan nacido seres que han creado dioses ante su falta de valor y de fuerza.
Quiero pensar que el diablo ha muerto, me gusta más la magia que el azar de la nada.
Quiero pensar, que tal vez una pandemia acabe con el ser humano y sus dioses celosos salvaguardados por millones de maníacos.
Tengo que creerlo para no sentirme como el producto de un azar, de un error cósmico, como el origen de una bacteria deficiente que desarrolló algo tan apestoso como los dioses y sus humanos.
Como una mierda en mitad de la calle.
Lanzo una moneda al aire y dice cáncer y dolor. Me cago en Dios…
No está mal, a otros les ha tocado un cerebro podrido y una envidia que los corroe porque no tienen inteligencia para gestionarla.
Y mientras Cristo y Mahoma redimen los pecados de los hombres y los guían a sus mierdosos reinos, yo me rasco la carne de la tibia con un tenedor y saco trocitos de errores de la médula de un hueso que no pedí.
Orino oscuro como la envidia y la ignorancia; pero mi pensamiento es claro, blanco y puro como mi semen escurriéndose por su coño.
Solo queda fumar y maldecir esta puta suerte cósmica que ha durado demasiado tiempo.
El diablo me habría matado por escribir esto, si hubiera existido, si existiera…
Y si por si alguna razón también cósmico-aleatoria llegara a existir un dios, me meo en él y le escupo a la cara trocitos de cartílago maligno, a ver si le infecto su divino cerebro, lo mato y me lo llevo conmigo a la tumba. Ergo yo sería un dios…
Qué preciosa es la fantasía…
Voy a cojear un rato, estoy harto.

 

Iconoclasta