Archivos para marzo, 2017
Cumple años Nicole «Coco» Austin
Publicado: 17 marzo, 2017 en Chusma, Citas, Conclusiones, Humor, Lecturas, ReflexionesEtiquetas:Citas, Humor, Iconoclasta, Música, Pablo López Albadalejo, Reflexiones de Iconoclasta, romanticismo, Ultrajant
La fuerza de la belleza
Publicado: 15 marzo, 2017 en Conclusiones, fotografía, Lecturas, Maldito romanticismo, ReflexionesEtiquetas:Citas, Humor, Iconoclasta, Música, Pablo López Albadalejo, Reflexiones de Iconoclasta, romanticismo, Ultrajant

Se abren explotando de color y vida cuando el invierno se muere. Y apenas entra la primavera se marchitan.
Qué valientes las pequeñas flores que no lloran por una corta vida.
Qué fuerte es la belleza que revienta de matices cromáticos y táctiles; y se extingue sin un gemido. Como si morir tras nacer no fuera triste, no doliera.
Y observo mi reflejo en la luna de un coche y concluyo que los seres feos y tullidos vivimos demasiado tiempo con nuestra condena. Con nuestro castigo por nada.
Tal vez existo para que las cosas bellas tengan importancia a través de mi podredumbre.
Bueno, no puedo hacer nada por remediarlo. Es tarde para ello si alguna vez fue posible.
Enciendo un cigarrillo y me despido de ellas: Hermosa vida, pequeñas. Lo hacéis bien.
Cumplo doce añitos
Publicado: 14 marzo, 2017 en Absurdo, Maldito romanticismo, ReflexionesEtiquetas:accidente, dolor, Humor, Iconoclasta, libertad, miedo, muerte, Pablo López Albadalejo, prosa dramática, Reflexiones, renacer, Ultrajant, vida

Ya no pienso en los cincuenta y cinco años que hoy cumplo. Pienso que cumplo doce años de una vida que cambió radicalmente por un accidente que hizo de mi pierna algo que cuelga con la funcionalidad de una pata de palo.
Solo que con dolor.
Porque ese día de San Valentín a las seis y poco de la madrugada, inicié un descenso doloroso y lleno de miedo a la muerte.
He de reconocer con cierta vergüenza que era más miedo que dolor.
Y no morí.
De alguna forma, era demasiado fuerte o aún tenía cosas que decir. La vida continuó a pesar de una oscuridad tenebrosa y enloquecedora que envolvía el pensamiento todo.
Cumplo doce años, por supuesto.
Doce años hace que la muerte, como el loro de un pirata de libro para niños, se posó en mi hombro y cotorreaba diariamente: «Vente conmigo, vente conmigo». Y cada graznido era un dolor.
Un año entero con la muerte susurrando a mi oído. Y como no le hice caso, la muy puta y rencorosa me dejó una pierna convertida en un generador de dolor diario. Infatigable. Nunca se ha detenido un solo momento.
Tengo un Chernobyl alojado en las entrañas de mi tibia derecha que se extiende hacia la rodilla como una telaraña de dolor de mierda.
Infalible…
Aunque no me importaba morir, me preocupaba la cuestión del dolor.
La muerte llegó a convertirse en algo que «ojalá me muera».
Hace doce años, esa parte de mi cuerpo se transformó en algo ajeno a mí. En una pulsación diaria de dolor y desánimo. De fealdad y cojera.
También imagino con una sonrisa ilusa, que hice un pacto con el diablo y me dejó vivir a cambio de mi alma (que no tengo) y se llevó en prenda la mayor parte de vida de la pierna. La dejó negra y seca, rígida. Cada paso es vencer un tendón duro como un cable de acero. Romperlo un poco con cada paso.
A cambio me dio libertad. Como si no existiera forma alguna de ser libre si no pagas en dolor.
Una constante universal que rige el mundo.
Cumplo doce años con el dolor como forma de vida, como forma de sueño.
Y aún así, no es capaz de minar la ilusión, los deseos o una risa a veces franca, a veces sarcástica.
No olvido el dolor, ni el miedo a que la pierna vuelva a troncharse ya cansada, ya desgastada cuando camino. Simplemente he alcanzado un alto umbral de dolor, una alta tolerancia.
Y está bien, vale la pena que los días duelan si hay libertad y tiempo para conocer seres y cosas especiales y hermosos.
Vale la pena haber pactado con Mefistófeles y cumplir doce años de vida con un cuerpo demasiado usado para esa edad.
O tal vez, toda esta reflexión, es solo el producto de la esquizofrenia del dolor y un consuelo estúpido por doce años duros como la lápida que debería cubrirme.
Doce años libres, en los que el dolor ha sido la motivación perfecta para deshacerse de toda clase de escrúpulos y falsedades que hacen de la vida una mediocridad frente a un televisor, o frente al volante de los seres que se mueven en la colmena sin más opción que seguir repitiendo siempre el mismo día y morir sin darse cuenta.
Bien, cada cual se consuela como puede.
Un brindis excepcional con maravillosa morfina (solo para momentos muy especiales), para celebrar doce años de vida.

Iconoclasta
Foto de Iconoclasta.
Venganza de amor
Publicado: 12 marzo, 2017 en Amor cabrón, Lecturas, Maldito romanticismo, ReflexionesEtiquetas:Citas, Humor, Iconoclasta, Música, Pablo López Albadalejo, Reflexiones de Iconoclasta, romanticismo, Ultrajant

Te joderé en todas direcciones, en todos los sentidos.
Con todos ellos.
Por amor.
Y por venganza: me has arrebatado la voluntad y has usurpado mi pensamiento. Todo eres tú, como una diosa omnipresente.
Omnipenetrable…
Haré añicos tu voluntad atando tus piernas abiertas a la cama lamiendo tus ingles tensas, como un ser diabólico y reptante de la oscuridad.
Llegaré a ti y dentro de ti. Colapsaré tu pensamiento a través de tu coño.
Con lengua, dedos y mi pene hemorrágico de blanca sangre bombeando impune e imparable en tu coño posesor.
Serás poseída por dentro y por fuera.
No habrá exorcismo que te libere de mí. No habrá agua bendita para combatir mi leche ardiente derramándose dentro de ti, en tu maldito útero.
El amor y la venganza son mis únicas opciones ante tu bestial presencia.
Mi única defensa.
Mi puro deseo.
No imaginas lo diabólicamente que te amo.
Eres responsable de la pagana y despiadada identidad que has hecho de mí.
Y has de pagar por ello.
Cumple años Olivia Wilde
Publicado: 10 marzo, 2017 en Chusma, Cine, Citas, Conclusiones, Humor, LecturasEtiquetas:Citas, Humor, Iconoclasta, Música, Pablo López Albadalejo, Reflexiones de Iconoclasta, romanticismo, Ultrajant
Pinche suerte
Publicado: 6 marzo, 2017 en Absurdo, Chusma, Conclusiones, Humor, ReflexionesEtiquetas:Citas, Humor, Iconoclasta, Música, Pablo López Albadalejo, Reflexiones de Iconoclasta, romanticismo, Ultrajant

¿Es todo un increíble error casual o es un acto premeditado de un ser creador negligente?
Es un error, porque si un ser creador es capaz de cometer tantas sandeces y dejar respirar a tanto imbécil; quiere decir que es un deficiente mental. Cosa que es imposible ante la idea de un creador todopoderoso.
Y omnipresente como el puto Gran Hermano.
El hombre simplemente es un error del planeta, de la naturaleza.
Un animal que por una mala combinación química, evolucionó. De la misma forma que a otras especies les han dado matarile.
Las eras geológicas son enormes, es una escala de tiempo que hace milisegundos de una vida humana.
Veo algo esperanzador en ello: la extinción del ser humano no se retrasa; ocurrirá en el momento preciso.
Es un esperanza forzada, soy impaciente.
Y me jode no estar presente para la gran fiesta, cuando el último humano desaparezca de la faz de la tierra.
Es que siempre me tengo que perder lo mejor.
Pinche suerte…
Cumple años Victoria Zdrok
Publicado: 3 marzo, 2017 en Chusma, Citas, Conclusiones, Humor, ReflexionesEtiquetas:Citas, Humor, Iconoclasta, Música, Pablo López Albadalejo, Reflexiones de Iconoclasta, romanticismo, Ultrajant
Idiotas, cigarrillos y paciencia
Publicado: 2 marzo, 2017 en Chusma, ReflexionesEtiquetas:Crítica social, entrometidos, excursión, Iconoclasta, idiotas, injerencia, límites, montaña, Pablo López Albadalejo, paciencia, reflexión, relato, Ruta del Hierro, tabaco, Ultrajant

Febrero 2017, Ripoll. En algún lugar de la Ruta del Hierro.
Dejo caer la bici contra el respaldo de uno de los bancos de madera que hay en el recorrido del camino que atraviesa las montañas.
De la mochila saco un cigarrillo que fumo con placer. Me gusta fumar, sea bueno o malo. Me la pela.
Un habitual del camino se aproxima caminando a buen ritmo.
Me saluda y con una sonrisa de venenosa cordialidad dice jovial:
– ¡Qué mal vicio!
– Ya -le respondo.
Y mientras se aleja inhalo una buena bocanada de humo, pienso: «Así te mueras, hijo puta. Corre más deprisa y llegarás a tiempo para ver como tu hijo se corre en la boca de tu mujer, envidioso y asqueroso entrometido».
Ya más tranquilo, enciendo otro cigarro para mejorar mi ritmo respiratorio tras la larga marcha que he hecho con la bici.
En la libreta escribo cosas sobre los límites humanos y la necesidad de morir cuando el cuerpo y la mente están agotados. O cuando se conoce todo.
Fumo un tercer cigarro pensando en que morir no es un drama, toso y me levanto del banco para seguir mi camino de vuelta a casa.
No recojo las colillas que he dejado entre mis pies, tal y como aconsejan algunos ciudadanos ejemplares de mierda.
«Así tendrán algo que comer por el camino los idiotas». Pienso con una sonrisa orgullosa por mi hostilidad.
Debo escribir sobre los límites más profundamente, sobre todo, los de la paciencia que temo haber sobrepasado.
Un par de kilómetros más adelante me detengo y leo detenidamente la composición química de mi paquete de cigarrillos. No dice nada del porcentaje de idiotas con el que está manufacturada la mezcla de tabaco.
Posiblemente se trate de una promoción comercial: un par de imbéciles de regalo por cada diez paquetes comprados.
Sigo pedaleando un tanto divertido y un tanto cruel deseando cosas innombrables por pura maldad. Demasiado tiempo vivo…
Dichosos límites.
Puede que aún me quede algo de paciencia; pero que nadie se fie.
Gilipollas…

Iconoclasta
Foto de Iconoclasta.


