Archivos para julio, 2019

Un coche que circula lentamente por la zona industrial, se detiene frente a un chulo de putas que fuma un porro.

– ¿Cuánto por la puta sin bragas? -pregunta el cliente señalando a la zorra desnuda por debajo de la cintura.

– Treinta la mamada, cincuenta si se la metes. No más de quince minutos -recita con displicencia el chulo.

– ¿Se la puedo meter por el culo?

– Por cien euros, sí.

– ¿Y si le parto la cara?

– Seiscientos y gastos médicos aparte. Si le dejas cicatrices, te haremos a ti también algunas. Mira, si quieres hacer con ella lo que quieras la puedes comprar por siete mil.

– ¿Está enferma?

– Aún no.

– Tengo una hija de catorce. Te la doy por ella.

– ¿Tienes una foto?

El cliente le muestra una en el teléfono.

– ¿Es virgen?

– No. Ya me la he tirado algunas veces -responde con irritada impaciencia el cliente.

– Hecho. Si me la traes ahora, te puedes llevar a la puta.

– Denunciaré la desaparición de la niña en un día, ya sabes como va esto.

– Bien, ya estará embarcada cuando te pases por comisaría. No tardes.

– No tardo. En media hora la traigo. Y que la puta esté lista para entonces.

Iconoclasta

Lo que ocurre con las «manadas» de machos, es que han visto borrachos demasiadas veces Resacón en Las Vegas con un cerebro meramente funcional para el sistema locomotor y reproductor. Lo que ocurre con algunas nenas es que «el no es no», llega demasiado tarde, con demasiada embriaguez y narcosis para ser creíble entre una manada con la que han compartido horas de risas, porros y calimochos. Y también con un cerebro tan básico como el de los machos con los que ríen.
La idiotez llama a la idiotez, es algo básico que se aprende durante el desarrollo intelectual de cualquier animal; siempre y cuando hayan suficientes neuronas disponibles.

El pequeño San Fermín (es más o menos del tamaño de un playmobil) se olvidó del gordito de camiseta azul y pelo teñido de rubio de aerosol típico de familia pobre desestructurada y gitanos.
San Miura se ha impuesto al sagrado cuidado de los mozos que para eso pesa más y ha sido seleccionado genéticamente durante muchos años para dar caza a los mozos más gordis creando así momentos de lo más jocosos.
El orondo mozo se sube a la valla y el toro (grande como un tractor) le dice que “una mierda, tú te bajas de ahí” cogiéndolo graciosamente con un cuerno por el sobaco y mostrándolo a las cámaras de todo el mundo impudorosamente para humillación del gordo.
San Ferminico a veces es un tanto desidioso y San Miura ha de tomar decisiones. Menos mal…
Qué risa.

Se suele ser más mierdoso de lo que uno piensa. Es el gran problema de la actual especie humana: una sobre tasación que lleva inevitablemente a la frustración de quien, con ingenuidad, compra un ejemplar de ser humano.
Por ejemplo para un regalo de boda, un trabajo, tener hijos para trasplantes de órganos…
Hemos llegado a un punto en el que se hace indispensable un análisis genético y el correspondiente certificado que garantice un ejemplar de calidad.
Se debe exigir a la Cámara de Comercio Humano que, presione al gobierno para que implante la obligatoriedad de clasificar a los neonatos por su calidad en el día mismo del parto con un marchamo, como se hace en las explotaciones ganaderas alimentarias.
No es justo invertir tanto dinero en la adquisición de un ser humano para que en unas pocas semanas, te veas obligado a sacrificarlo y venderlo a peso en el mercado de abastos porque no sirve para otra cosa.

Iconoclasta

Uno de los hitos más importantes y decisivos en la evolución humana, fue la habilidad para seleccionar las hojas no urticantes para limpiarse el culo. Antes de eso, era habitual observar en sus respectivos hábitats, a las distintas especies humanas arrastrar desesperada y rabiosamente el culo por la tierra. Esto explicaría también el origen de las blasfemias.

Ni dejéis que juegue vuestro perro con él.
Os pido ayuda, conocidas y conocidos míos (eso de “amigos” es muy arriesgado de suponer en estos tiempos de ambigüedad sexual), porque hoy, caminando por un empinado sendero, he tosido y se me ha salido un pulmón.
Yo pensaba que era una simple flema pero me he dado cuenta de que sangraba con cada respiración.
Os ruego, que si lo encontráis (es como una especie de tripa semejante a los de la foto), lo metáis en una bolsa y me lo devolváis, estaré fumando impaciente en la plaza del ayuntamiento de la aldea desde las siete hasta las ocho y media de la tarde. Si vuestro perro ha jugado con él, enjuagadlo con agua, lo necesito con cierta urgencia. No es para morirse, pero es muy desagradable el ruidito que hago al respirar.
Se recompensará:
Si es hombre le recompensaré con un “guay” y un apretón de manos. Si es mujer, me la follo y luego le beso la boca con lujuria romántica.
Gracias, conocidas y conocidos míos.

Cada mañana al mirar el reloj me doy cuenta de que ya es tarde para todo.
Y así cada día, esperando el momento preciso en el que el tiempo (el mío) se detenga. Los muertos no tienen prisa ni adonde ir y el reloj hace lo que debe: borrarme.
Bueno, tampoco tengo grandes planes, ni siquiera pequeños. Es tarde, en serio.

Ya es una norma de obligado cumplimiento que los homos (homosexuales, aclaro para los cortitos) adinerados y ya rozando la vejez; se compren grandes motos con muchísimas maletas, de esas que les cuesta pedos mover cuando están paradas y se enfunden en toda esa parafernalia fetichista de cuero para aparentar un volumen muscular que no tienen y esconder una flaccidez muscular que sí tienen.
Luego se bajan con dificultad de la moto y le pasan a su novio el casco mientras se quitan la cazadora para dejar ver unos gruesos tirantes que vete a saber para que los usan en la intimidad.
No sé si sus motos van equipadas con ceniceros; pero temo que sí. Son muy capaces de ello.
Es que cuando vives en una zona de buena acogida del Mondo Gay, aprendes los estereotipos tribales más rápidamente que los nombres de todos los típicos embutidos de forma oblonga que se venden en la comarca.
Para aquellos que sonrían como si fueran psicólogos de feria: no soy homófobo, solo anoto datos, soy puramente macho intelectual. Ni marica, solo observo y ejercito mi paciencia con dignidad y decoro. Además, voy exclusivamente en bici, con anchos pantalones de deporte de algodón en los que puedo llevar cómoda y discretamente una buena navaja.
Creo que los culos (al menos los peludos de hombre) tienen una sola dirección: hacia fuera. Y no es homofobia, es biología.
Y lo bien que me lo paso ¿eh? ¿eh? ¿eh?
Yo también puedo tener mis días de orgullo personal y alardear de ingenio, perspicacia y sabiduría.
Es que en cuanto llega una temporada vacacional, comienza la migración de las viejas y negras mariposas en tropel; y es difícil callar tantas emociones.