¿De verdad
existe alguien que sonría al despertar? ¿Se puede tener el cerebro tan vacío y
ser un infantil patético para sonreír en ese momento legañoso?
Al despertar
me pregunto quién cojones me va a joder hoy.
Si sonrío,
es ante las necrológicas del periódico, por alguien especialmente odiado o
simplemente despreciado.
Incluso por
alguien que tuvo más suerte que yo.
No soy un
buen bicho al despertar.
Claro, que tampoco hago nada por evitarlo. Me parece correcto.
Con este continuo cacareo mediático de los milenials, estoy a punto de comprarme uno junto con su jaula de hámster y noria silenciosa para que mi gato se entretenga viéndolo correr. Dicen que les gusta teclear y mirar cosas en las pantallas, así que le compraré un telesketch para que se entretenga y no tenerlo todo el día llorando porque está aburrido, porque no tiene lugar en esta sociedad o porque de quien está enamorado en facebook no le hace ni puto caso. Son tan cansinos estos milenials con sus noticias de disneylandia, su tristeza y desubicación infinitas, que son como una degeneración rara e innombrable de la especie gótica/emo, ambos sometidos a medicación crónica para controlar esa depresión. El drama milenial es un ladrillo, un hastío que con frecuencia aparece como un hongo en las noticias y en los reportajes pseudo periodísticos. Aburren a las ovejas con sus agobiantes referencias a esta generación y sus penas y grandes prodigios de absoluta intrascendencia, tal vez porque los articulistas y gente que trabaja en prensa (muy lejos de ser periodistas) también son eso: milenials. Y ya sabemos como le gusta el auto-bombo a la especie humana sea cual sea su generación de los cojones. Dicen que mastican internet en lugar de chicle; pero es que eso no es de su generación, por internet pululan incluso los analfabetos y los pastores de cabras que tienen ya noventa años. Yo mismo por ejemplo, solo que tengo gracia, precisión, ingenio, cáncer, arte, belleza, sensualidad y poderosos músculos. Todo el mundo está en internet y suelta su mierda en ella. Es que ni eso de especial tienen los llorones milenials, mascotas de un mundo pleno de masturbaciones tecnológicas. A mí me suda la polla la generación a la que pertenezco, soy totalmente impermeable a las modas sociales y su taxonomía de grupo generacional. Mi odio y desprecio se ha mantenido intacto a través de todos los tiempos hasta llegar a lo que hoy soy: un orgulloso poseedor de un milenial dando vueltas en su noria y conectado al mundo con su bonito e inservible telesketch.
Al final del verano se hicieron amarillentas, sobre todo en lo más alto de las copas, donde la savia apenas llega de puro cansancio, por el calor acumulado y la evaporación de las cosas. Y ya en otoño, cuando se hicieron doradas, cayeron al suelo porque el oro tiene un elevado peso específico y los peciolos no soportan esa carga de bella e inmensa riqueza. Si no estás cuando caen, dios el sarcástico, las convierte en laminillas húmedas de oropel barato, sin ningún valor en los mercados de metales preciosos. Los buscadores de oro lloran con su codicia insatisfecha observando casi incrédulos la hoja entre sus dedos que no vale una mierda ahora. Los usureros tristes y decepcionados, ansiosos de acaparar; deciden así buscar setas y hongos que huelen a humedad y moho y que, en muchos casos nacen de la infamia de la tierra; cosas que callan muy astutos ellos para semejar hábiles y sibaritas culinarios al llegar a sus casas con su vergonzoso fracaso áureo a cuestas, allá en el fondo del cesto, bajo las sucias setas. Yo al igual que dios, me río feliz de estas deliciosas frustraciones de otoño. Me gustan más las hojas que manchan las montañas de menstruación, me hace pensar más en las mujeres y follarlas.
Hay quien en la soledad se siente abandonado, desgraciado. Como una pequeña isla en el océano, zarandeada por huracanes y tormentas. Con escasos y breves momentos de bonanza. Precisa de alguien para aliviar sus miedos y por lo que pudiera quedar tras la tormenta. Observa con triste envidia los archipiélagos en el horizonte, con ojos esperanzados y el alma arrellanada en la tristeza por el temor a la soledad. Siempre es bueno tener compañía y con ello, ayuda. Es además, socialmente bueno, cuasi necesario. Y si además la metes o te la meten, dos veces bien. Y así, con el concepto mercantil de la compañía, buscan otras personas para combatir esa soledad, como si dos soledades se pudieran restar. La cobardía alimenta la ingenuidad injustificada: las soledades se suman: dos compartiendo la soledad, son dos seres aislados, acobardados. Dos hastíos… Su relación solo se basa en el miedo, comprar o rentar compañía por mala que sea; por mucho hastío que produzca. Así se fraguan algunos matrimonios longevos que no comparten amor, solo miedo. Y el negocio suele ser perfecto. Sin embargo la mayoría de amores mueren por engaños, por hartazgo y por hijos que no saben muy bien cómo cuidar. Ni para qué cojones los quieren. La soledad es la máxima expresión de la libertad, eso es lo que nadie comprende. Nadie entiende la libertad como la absoluta ausencia del temor al aislamiento, a la enfermedad, a la vejez, a la incapacidad, a la muerte. Solo muy pocos entienden que soledad es libertad. El resto, no sabrían que hacer con la libertad, como no saben qué hacer con ella los humanos que han estado largo tiempo bajo el gobierno de un tirano. Si se encuentran en grandes espacios abiertos y naturales, tras la euforia inicial, en pocas horas necesitarán refugiarse de nuevo en su corral; es demasiado espacio para sus mentes. Sin embargo, cuando van en pequeños grupos o grandes rebaños, se relajan y dicen sentirse en libres. Bendito el banal y festivo aire puro de mierda… Es esa cobarde animalidad humana la que me enfurece, la que hace que las venas de mis sienes se inflamen con una ira inusitada. Esa esclavitud ajena del continuo roce y trato con otros congéneres me hace hostil a mi propia especie. Si te amo, lo hago para compartir mi soledad, mi libertad contigo. No para combatirla o conjurarla. Quiero ser libre contigo, cielo. Mi libertad es mi bien más preciado, vivirla contigo es un acto de amor. Donde quiera que estés, quien quiera que seas, mi deseada solitaria. No es romanticismo, solo soy un animal libre. Follar contigo, hablar contigo, cazar contigo, odiar contigo… Y cuando el sol hace negras murallas y tenebrosas sombras de las montañas, observar cansados el movimiento planetario tumbados o sentados sobre la tierra. Confesarte en voz baja mis tantas frustraciones, mis tantos errores, tanto tiempo perdido sin ti. Celebrar con serenidad y ternura el nacimiento y la muerte de los días. Solo una cosa, amor: quiero morir solo, le temo al ridículo. Sé que es como correr tras el viento, que si existes no estoy en el lugar o tiempo adecuado. Que es tarde… Siempre es tarde, cielo, quien quiera que seas. Solo soy un tipo que escribe con los ojos entornados por la caricia de un aire fresco de un otoño que, convertirá las hojas que han de morir en oro y sangre antes de caer como joyas al suelo desde de sus ramas. No importo demasiado en el esquema general de las cosas. No importo nada. Eso me hace libre también. Y un tanto optimista, sin que sirva de precedente. Sin miedo. Sin miedo a los grandes espacios. Sin miedo a morir solo. Garabateada con estas letras en mi cuaderno de libertades, con la secreta ilusión de encontrarte. No hay tristeza, solo una sonrisa franca. Hasta siempre jamás, mi bella libre, mi bella valiente.
La Reina de Barcelona, su Majestad la Colau, ha dictado orden de multar, cazar y capturar los patinetes eléctricos y los perezosos que van encima, ya que son más fáciles de denunciar, multar, e inmovilizar que los ladrones violentos homicidas y traficantes de drogas. Incluso molestan más que esos vendedores africanos tan morenos y negros que venden gafas, bolsos, carteras y paraguas de grandes marcas a precio de estiércol. No tan barato resulta cuando no les puedes dar un solo uso, tampoco seáis tan ingenuos de pensar que solo pagáis “marca” por un bolso caro.
Por lo visto los patinetes son muy grandes, ocupan mucho espacio y sobre todo, le hacen la competencia a la mierda de transporte público barcelonés. Pero lo que es peor: son agresivos, sus ruedas tienen cuchillas que amputan los pies de los peatones. De ahí ese chorro de multas que ha puesto la guardia mora de Colau.
Es su feudo y tiene derecho a llevar su puto reino como le salga del coño.
Luego dicen del buen talante antimonárquico, democrático y liberal de Unidas Podemos, la bondad de sus medios machos, de sus curtidas mujeres y otros satélites asociados.
Atención, próximamente en octubre 2019, se dictará sentencia contra los políticos independentistas catalanes. Es muy importante que adelantéis vuestras compras por internet si vivís en Cataluña. Van a comenzar las famosas y ya tradicionales “aturadas de país” (paros de país¿?), de un modo rápido e inteligible: huelgas. Y a menos que tengáis un amigo (o sobornable) cdr, ómnium, anc, arran o cualquier otro rollo independentista que abra paso al vehículo de la mensajería, no os llegará el pedido de amazon. Os pasará como a los personajes de Regreso al futuro, recibiréis vuestras compras cuando ya seáis demasiado viejos para disfrutarlas. Tanto que ni siquiera recordaréis que comprasteis un smartwatch a precio de gominolas a granel. Y bueno, ese será el menor de vuestros problemas si la “vaga de país” dura mucho, id acaparando latas de foigrás, sardinas y mejillones por si acaso el súper queda un tanto desabastecido. Que esta gente es capaz de estrangularse a sí misma con sus propias bragas y calzoncillos. Todo aquel que esté respirando durante la “vaga de país”, aunque esté conectado a un respirador artificial, constará estadísticamente como seguidor de la huelga. Que nadie se sienta ofendido, son cosas normales en cualquier región sometida a una fuerza nazionalcatalanista.
Amar es un acto tan íntimo que no debería pronunciarse, hay cosas que oyen y envidian y tergiversan. Un parpadeo, un beso irracional, un café contigo al despertar, eso sí confirma la intimidad de los amantes. Porque decir “te amo”, es perder el tiempo cuando puedo besarla. Malgastar un tiempo y una energía preciosa que podría emplear para ejecutar las necesarias e inevitables ternuras. Y el tiempo es oro. Solo contigo. Plomo cuando no estás
Me parece bien que los israelíes pretendan hacer suyo el Jordán. No me convence nada, nada, nada el islam. Cuanto menos espacio tengan para vivir, mejor. Les gusta mucho degollar, mutilar y prohibir todo. Sobre todo, esa paranoia por disfrazar de fantasmas a las mujeres y quitarme así el placer de una erección al verlas sin mordazas y con todas sus curvas esplendiendo. Los judíos israelíes no son particularmente diplomáticos; pero lo remedian con cojones. Tanto que si yo fuera musulmán pensaría: qué hijo putas con más huevos…