Posts etiquetados ‘mentiras’

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Si pienso con profundidad, por importante o banal que sea la cuestión, desmonto ilusiones, leyendas y cuentos con una facilidad que raya el sadismo. Y no es sadismo, es algo connatural en mí arquear una ceja y pensar: «no me jodas».
Por ejemplo:
Los caballeros andantes, siempre adelante, los primeros en avanzar hacia el enemigo, generosos y justos como la madre que los parió.
Si fuera mujer, me chorrearía el coño al pensar en ellos.
Y una mierda. A esos «caballeros» les pasaba como a los burros con orejeras. No tenían más cojones que avanzar porque sus yelmos no les daban más visión que la frontal, no había periférica.
Por otro lado, toda la coraza que llevaban, no era precisamente signo de arrojo y valentía.
Eso sí, eran generosos con los soldados-campesinos y otros muertos de hambre que sacrificaban. Cuantos más morían en la batalla, mayor era la gloria del caballero andante.
Tras sus «hazañas» les esperaba como recompensa un título nobiliario y con ello la licencia para explotar y robar a los pobres de la comarca o región que gobernarían.
Y una niña (una hija del rey o de cualquier otro noble) con la que follar (si no eran maricones), infectarse de sífilis o gonorrea, de ladillas y al final dejar preñada a la putilla y tener un bebé tan hijoputa como ellos.
Hoy día estos «caballeros andantes ya no existen (los hijoputas ni siquiera daban un paso, se cagaban y meaban en el caballo); pero sus descendientes son aristócratas, ministros, jueces, presidentes y grandes empresarios.
La misma mierda con otros diseños de moda.
De todas aquellas mentiras que me contaban de pequeño para integrarme y creer en esta marrana sociedad, no ha quedado ni una en mi cabeza.
Nací con el don de purgarme rápidamente de cualquier tipo de excremento por viejo, histórico, tradicional, folclórico y religioso que fuera.

 

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Iconoclasta

Parapsicología o narcosis profunda

Hoy he mirado fijamente el rincón más húmedo de la casa y he pensado en las apariciones del más allá, en la impermeabilización y la pintura. Y como pintar es una tarea que me parece bastante pobre intelectualmente y sobre todo sucia, he decidido no quitar la vista de la mancha de humedad durante quince minutos, a ver si aparece la silueta de un niño sin ojos que murió hará, pongamos unos diez años y llama a su gato con lamentos irritantes por las mañanas cuando el tamalero pasa por la calle. Al pobre niño corrupto nadie le dijo antes de morir aplastado por el todoterreno de su vecino dando marcha atrás, que el gato murió electrocutado bebiendo de un charco de agua sucia que ocultaba unos cables eléctricos, porque los papás no le ponían agua al gatito: para eso llueve o bien puede beber del agua que los vecinos usan para limpiar la cochera de la casa y tiran a la calle junto con los excrementos y orines del perro, que milagrosamente no tienen en el tejado de la casa. El agua de garrafón es cara y la del tinaco también. Total, solo es un mugriento gato que encontraron.
El gato llevaba tres días frito en una bolsa de supermercado en la esquina de la calle cuando el coche del vecino convirtió al niño en piel de plátano. Y claro, el niño se ha quedado con una angustia tremenda, y de ahí la mancha de humedad en la cocina: sus lágrimas eternas y sin consuelo. Tarea difícil la de consolar al niño, porque vete a saber en que hogar han usado su piel chamuscada para hacerse una alfombrilla de baño. No se tira nada…
Ya tengo una peli mejor que la Dama de Negro en la próxima tercera parte que sin duda filmarán con escenas eliminadas de las dos primeras. O te tomas un valium o te vas al cine y duermes como un tronco con cualquier Dama de Negro. Y no hablemos de un Bob Esponja la película.
La pornografía siempre será un recurso agradecido para impulsar la actividad cerebral.
Durante quince minutos no se ha movido ni la telaraña que hace un triángulo en la esquina de las paredes con el techo. Y mira que he apretado hasta el ojete concentrándome. Incluso me he fumado solo dos cigarrillos durante la tenebrosa e ilusionada espera.
Y si lloro no es por miedo o decepción, es por sequedad ocular, quince minutos mirando algo tan aburrido, es peor que dos horas leyendo El Castillo de Kafka y su agrimensor idiota.
Y los colirios caducados…
Pienso que eso de las apariciones debe tratarse de narcosis por alcohol, opiáceo, adormidera o es producto de un tumor maligno en el cerebro (la prueba es que en los panteones municipales, en la noche de muertos, todo el mundo los ve menos yo). O bien, puede ser la pérdida de tiempo de algún ocioso que hace videos de mala calidad para subirlos luego a yutup y tener unos segundos de gloria con una audiencia de unas cinco reproducciones.
Tras la decepción por la falta de magia y el más allá en la vida, me he sentido contento de la plenitud de mis facultades mentales. Y ese ruido sorpresivo, no ha sido más que un pedo que se me ha escapado por culpa de la inmovilidad intestinal y algo de chile que llevaba el pastel de pimiento que me he comido con una torta antes de proceder a la investigación parapsicológica.
A veces veo girar el microondas y me pasa lo mismo.
Me toca los huevos, cuando le pregunto a la de las carnes frías si algún fiambre o chorizo tiene chile, siempre dice que no, y todo por vender el cuarto de kilo como sea. Es una hijaputa.
Menos mal que pido las rebanadas muy finas…
Tras mi negativa a aceptar el grueso en las tres primeras pruebas que hace con el corta-fiambres me mira con notoria hostilidad, pero me suda la polla. Yo pago.
Es apasionante el mundo de lo parapsicológico, aunque sea una soberana mentira. Así que he decidido ser completamente obsceno y corrupto en lo que me queda de vida, y a los bebederos de los colibrís les voy a poner unas gotitas de laxante a ver si también parecen flotar delicadamente en el éter al cagar.
Estoy harto de bellezas y misterios. Como si esto fuera Disneylandia.
Disneymierda…
Qué pérdida de tiempo, suerte que me pagan lo mismo.

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Iconoclasta

«¿Te apetece coger?» le preguntó a su compañero elevando las tetas por el escote al ver un motel de carretera, camino de un pueblucho. Han visto videos porno en la oficina, han fumado mota y van calientes. Detienen el coche en el motel «El salto del tigre». ¿No es precioso y romántico?
En un sórdido, sucio y polvoriento barracón del servicio médico de una obra, pedía que se la metiera a cualquiera que le decía que tenía unas buenas chichis. Sobre todo si era güero, ario, polaco, inglés…
«Qué tetas tienes…»
«Métemela, te amo» les respondía con palabras y por mensajes de chat.
Y mostraba su título universitario entre los labios de su oscura y rozada vagina.
El burdel de la licenciada… El doctor era el portero y palanganero.
Es internacional su coño. Como el de cualquier puta del tercer mundo. Solo que las putas, tienen dignidad.
Lo malo no es ser una puta que llega a casa a besar a su marido con el sabor de otras vergas en su boca y con el coño sucio. Y sin cobrar…
Lo podrido es pretender ser la gran madre, que redime la podredumbre de su cerebro y su coño con sus hijos, un amor enfermizo y desagradable. Y los alimenta con mentiras.
Lo malo es que su cerebro es tan idiota como su coño ya insensible por tanta vanidad embutida con tantas pollas.
Lo malo es que pide que se la meta a cualquiera, sin pudor. No es cuestión de ser liberal, es una cuestión de una vanidad psicótica para un cuerpo que no vale lo suficiente para ponerlo en venta, solo para donarlo a borrachos e idiotas. A abogados, ingenieros, oficinistas, albañiles, mecánicos y algún mediocre carpintero, siempre y cuando estén suficientemente calientes y borrachos. Gente sin demasiadas exigencias.
Lo podrido, lo asqueroso es aguantar el asco y el rechazo de su marido que la huele como algo sucio. Que le mira su coño empapado con repulsión cuando llega borracha después de una sesión de acupuntura, dice.
Y ella, muy digna, evade esa mirada.
Lo podrido es aguantar la repugnancia y el desprecio de su marido en la casa, en nombre de los hijos y de una prostitución vestida de letras y llanto. Del falso dolor de algún muerto. Porque cuando sale del barracón, del carro o del motel con su agujero y boca sucias, no se acuerda del padre, solo dice: «Qué rico me has cogido» y envía un mensaje a su marido para decirle que lo ama.
Una deficiente mental que cree que todo el mundo lo es.
Su máxima aspiración es mamársela a su jefe… No tiene mucha ambición, la vanidad no deja espacio para eso.
Lo malo es que él le dice que se acabó que no la quiere, que folla con otros y le da asco su coño. Y ella le escribe poemas de amor y grita que no le llega su amor, que es un insensible.
Da golpes de mala actriz en las paredes y en las puertas.
Y dice ver fantasmas de gente que amó para ser más trascendente en su mediocre vida.
Lo malo de ser esa puta, es la hipocresía de serlo por una soledad convenientemente inventada. Cuando es una simple cuestión de vanidad, de enfermiza vanidad. De una egolatría nacida de la estupidez.
Y una borrachera la hace olvidar lo mala persona que es.
La puta lo es en su propia casa; a cambio de unos pesos, aguanta las miradas indiferentes y el desprecio que el marido siente por ella y por sus hijos, porque son la maldita excusa para aguantar a la furcia un día y otro y otro y otro…
No tiene donde ir la idiota. Unas cervezas, vodka y a tragar el desprecio que le espera en la casa de su marido, no por puta, sino por mala víbora.
Lo malo no es que la gran madre, admirada hermana y amiga de miles de seres, cumpla su primer aniversario de follar con otro hombre al que mantiene, y a su vez el aniversario de repugnancia que siente su marido por ella.
Lo podrido es que se cree divina, que sigue exhibiendo su coño, sigue ofreciendo sus chichis a quien mejor las mire y dice ser que es la mártir de la soledad. Con su coño goteando varias muestras de semen. Con el tanga del revés.

Lo malo de la puta es que no cobra y se gasta el dinero y el tiempo de educación que le debe a sus hijos sin ser necesario. Es joven la furcia que todos se tiran. Una joven con arrugas y tetas blandas…
De vientre fofo y nalgas caídas… Un pubis adiposo…
Cualquiera se la mete si omite su decadencia.
Lo malo no es ser puta, lo malo es que desde un coche en el centro de la ciudad, le griten que lo es: «¡Puta!».
Su cerebro tarado la hace sentirse famosa y divina…
Lo malo no es ser puta, lo malo es ser una mala persona, lo malo es esa vanidad de una fracasada de coño fácil y tetas apretadas en brasiers adecuados. De una vagina oscurecida de tanto usarla, encallecida.
Un coño infeccioso, porque sus trompas están cortadas y el condón ya no es necesario para evitar embarazos.
Lo malo de una mala mujer, porque no es puta, es mala como el veneno; es que arrastre sus infecciones y mentiras durante meses. Lo malo, es que conviva con el desprecio de quien un día la amó y finja ser una mujer rechazada sin razón. Lo malo es la prostitución que hace padecer a sus hijos en su propia casa.
Lo malo son los llantos y la frustración de no ser feliz en su hogar, cuando llega con el olor a semen y babas de otros hombres.
Y a todo eso lo llama depresión.
Es demasiado idiota para follar con muchos hombres que ha escogido y ser feliz en su matrimonio.
Y esa frustración la hace llorar y sentirse la más desdichada.
Lo malo es decir que ama como nadie puede amar a su marido «es mi dios, es el amor de mi vida». Para que todos crean que es la mujer más romántica y abnegada del universo; pero se mete en el coño la verga de otro, tecleando en su teléfono que enseguida llega a casa, que el tráfico está fatal.
Lo malo, es que miente y no recuerda sus embustes. No se lava las chichis saladas por las babas de otros hombres. Los moretones en sus piernas tras una «buena cogida» que la ha hecho chillar como una marrana.
Lo malo es que se cree inteligente y es un ladrillo.
Lo malo es que cree que engaña y al final llora de rabia e impotencia, no consigue gestionar adecuadamente su puterío.
Lo malo para el hombre es sentir que al final, es una pobre imbécil.
Y sentir lástima por la pobre madre ramera.
La no puta, sabe que quien la amó, le tiene asco y vuelve a casa cada día con su rictus de mujer abnegada y cansada, con su coño fértil, ahora enfermo y tonto.
Eso sí que es ser una mala puta.
No es la madre del año, no es una puta realmente.
Es solo una mala mujer, un mala persona.
Un veneno que nunca debería haber nacido.
Las putas no son malas. Nunca lo han sido.
Y se mira cada mañana en el espejo al alaciarse el cabello dejando caer una lágrima de maternidad, soledad y literatura que la redima de su miserable y mentirosa vida.


Iconoclasta

Las palabras se hacen confusas por muy claras que se pronuncien cuando el lenguaje corporal y emotivo entra en conflicto con ellas.
Como un orgasmo de sexos calientes pensando en otros que no son los que se acarician.
La perfecta dicción no hace nada por mejorar la comprensión. Y la erección y la humedad dilatada es algo animal, no tiene porque amar un pene o una vagina.
La confusión nace cuando las palabras no están sincronizadas con las miradas y los gestos.
Ocurren cosas y nace la desconfianza y la desconfianza va de la mano de la antipatía.
Las palabras confusas son esculturas de arena que se desmoronan apenas se han modelado. Ideas efímeras que se erosionan en segundos por el viento, que las aplastan niños que juegan en las playas de Cabo Cobardía y el Golfo de la Decepción.
Son confusas las frases cuando no consiguen definir la realidad de un momento, de una emoción. Y un monosílabo como un «sí» o un «no», no se comprende.
Y crees estar en una dimensión acuosa donde la voz llega lejana y deformada. No me gusta el buceo, no me gusta el mar asesino.
Palabras que flotan inertes e inservibles en el vacío cósmico sin un lugar donde anclarse.
Nos confunden tanto algunas palabras, que creemos estar sordos o mal de la vista, porque quien las pronuncia, se hace extraño de repente. La confusión de las palabras deforma los rostros de una forma cruel y despiadada para el recuerdo, para los buenos recuerdos.
Y te preguntas que haces ahí, que lenguaje extraño estás oyendo… Miras atrás por si hay alguien más a quien se dirijan esas palabras incomprensibles.
Nacen de la inmadurez y el desequilibrio. De la decepción, del miedo a la soledad y al silencio.
Estas cosas se han de combatir como sea, y el precio es excesivamente caro para un producto tan decepcionante como un simple y vulgar consuelo que solo acaricia una vanidad desmedida.
La cobardía no es una virtud y va ligada íntimamente a las verborrea sin sentido.
Tampoco es un vicio, es una tara de nacimiento que va metida en el corazón de los bebés humanos y lo perfeccionan con la edad.
Las palabras de la fe son confusas, su única misión es aturdir a los que escuchan, agobiarlos hasta que sus voluntades se agotan ante tanta cháchara sin sentido. Y así se rinden a las mentiras, a las confusiones.
Las palabras de la cobardía y el desamor son ininteligibles y erosionan la serenidad y la lógica.
Hay que huir de las palabras confusas, porque crean angustia, un vacío en el alma.
Confunden hasta los recuerdos y plantean la duda de si lo vivido fue una verdad o una mentira.
Son confusas las palabras que no se dicen, son humillantes para quien están dirigidas, como las palabras que se lanzan a oídos ajenos, llevan la frecuencia hiriente de la mentira entre cada fonema.
La confusión, al final, es una verdad, y la verdad confusa es mentira. Solo que llegar a esa conclusión tan enrevesada requiere un tiempo precioso que se malgasta.
Y nadie va sobrado de tiempo, porque todos mueren. Y morir confusos es haber vivido una mierda de vida.
Un «te amo» puede ser tan falso como el beso en la mejilla que antes se daba en los labios. Hay que taponar los oídos y abrir bien los ojos para que no nos aturdan las confusas voces de la cobardía, la decepción y la vanidad.
El diablo era más sencillo y simple, mentía tan claramente…
Y la muerte no habla, no confunde, es terroríficamente clara; el corazón se detiene comprendiendo.
Los humanos usan armas mucho más traicioneras y complejas, buscan ser héroes de las emociones, mártires de la vida. Necesitan ser admirados por nada, no acaban de entender ni aceptar su propia mediocridad.
A veces soy humano, lo entiendo.
Sus bocas expulsan confusión para buscar toda esa admiración que no pueden despertar en nadie por medios diáfanos. Vuelven a amar a quien un día odiaron, y a cambio, odian a quien creen amar.
Las palabras confusas, solo nacen de mentes cobardes.
Una vez salvado todo ese enfermizo caos, queda la tranquilidad de ver deshacerse las esculturas de arena desde lejos.
Y el amargo sabor de un tiempo perdido.
Aunque lo cierto es que el tiempo no se pierde, solo se emplea de distintas maneras hasta que llega la hora de morir.
Las hay, claro que las hay , solo que son escasas: las palabras francas y diáfanas, las palabras del amor decididas e inquebrantables.
Resolución y determinación, por mucho que duela.
Las claras palabras del odio y de la ira…
Las he oído todas, tengo suerte…
No morir confusos y ser firmes y claros aunque joda.
Es un buen objetivo, noble en tiempos de cobardía.
No creo que existiera una época de valentía. Tampoco soy un ingenuo.

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Hay un libro que no se debería haber publicado jamás para no insultar la inteligencia de algunos. Corren malos tiempos y cualquier basura se publica y se vende si el personaje que lo escribe es lo suficientemente grotesco para la mente adocenada de la chusma o bien, va dirigida a los adolescentes sin inquietudes o con un cerebro perezoso (por llamarlo de algún modo suave).

En este caso, me he ventilado enterito el libro ¡Me vale madres! de un tal Prem Dayal.

Por medio de una literatura para niños de cuatro años y un estilo mojigato y con una redacción del carajo, se detallan cuatro mantras para que los mexicanos y todo aquel que no tenga demasiado cerebro, pueda ser feliz, o al menos sentirse a gusto con la mierda que le rodea y la mísera vida que tiene.

Así que como hay muchos que desean ser engañados y creerse a cualquier gurú analfabeto con ansias mesiánicas, el libro (lo llamo así porque tiene hojas encuadernadas) ha sido imprimido 16 veces desde Octubre 2011 hasta Octubre 2013.

Kilos y kilos de basura que no sirven ni para distraerse.

Kilos y kilos de papel para limpiarse el culo en los cagaderos de los antros o salas de baile de 3ª categoría.

Esto dice muy poco de la inteligencia de los humanos en el siglo XXI y mucho de la mierda que se obsesionan en vender los grandes editores de mierda, que son los auténticos impulsores de las basuras pseudo-intelectuales que se propagan como una mala enfermedad.

No es por censura, es simplemente por dignidad, que hay libros que deberían arder, porque al igual que el Mein Kampf de Hitler era una hediondez de un subnormal paranoico, estos libros como los de Prem Dayal, se constituyen en una fábrica de retrasados mentales y le roban el sitio a autores inteligentes que tienen algo importante que aportar.

Entre esta basura de auto-ayuda y los vampiros, licántropos y héroes de ciencia ficción de moral falsa y completamente amables, empieza a ser difícil encontrar algo que valga la pena leer.

Los cuatro mantras mexicanos que prometen cunillingus o felación gratis si consigues dominarlos son (a pesar de sentirme sucio, voy a seguir escribiendo):

Me vale madres (un equivalente de Me suda la polla o Me perfuma el coño. Cosa de tíos inteligentes cuando se refieren a leer mierda).

A la chingada (un equivalente de A la mierda. Cosa de inútiles que no pueden trabajar o esforzarse por algún tipo de extraña alergia).

No es mi pedo (un equivalente de Me importa menos que el rabo de la vaca ó Las veces que tu madre le ha puesto los cuernos a tu padre. Cosa de cobardes e ignorantes).

No hay pedo (equivalente de No hay problema o No tengo cerebro para entender. Cosa de subnormales).

Esto son las expresiones más humildes y coloquiales del populacho mexicano, redactadas así con un enfermizo afán oportunista que ha dado muy buenos resultados.

Me cago en la puta madre que parió a la virgen por esta mierda que tengo que leer (mantra iconoclasta de verga -en mexicano, en el original- empalmada por la ira).

Ahora, y como prueba asquerosamente irrefutable de la mierda que se escribe, ahí van algunos fragmentos del libro:

«Y si lo piensas bien, si la gente se presentara: «Hola, no sé quién soy, mucho gusto», «yo tampoco, encantado»,  todos se volverían inmediatamente más humanos, se pondrían a reír y se abrazarían sintiéndose hermanos, parte de este mismo irresoluble misterio. Se volverían como Sócrates.»

Este es uno ejemplos de los cientos y cientos de párrafos llenos de filosofía barata, tontorrona, chocha y superflua como ceniza en la mesa.

Que todos se volverían como Sócrates, ni en sueños, aunque de hecho, la mentalidad de muchos es tan vieja como la de este filósofo, que tuvo su mérito en su tiempo, pero tampoco es para tanto.

Que todos se sienten hermanos cuando están borrachos. es verdad. Es entonces cuando no saben quien son o han perdido la habilidad para pronunciar su nombre.

Este párrafo es una mierda, no puede sostener un razonamiento inteligente y decente.

Otra mierda:

«Rezando todos ¡No es mi pedo! ¡No es mi pedo! ¡No es mi pedo! la humanidad se despertará un bonito día en el Jardín del Edén dándose cuenta que nunca había salido de allí.»

Vaya mierda. Y Blancanieves caminará todo el puto día con pajaritos azules y rosas danzando por su cabeza y los pezones no se le marcarán en el vestido, perfecto.

Por otro lado, eso es lo que dirá el puerco que se ha tirado una flatulenta ventosidad en un ascensor atestado de gente.

Sigo pensando que cualquiera que tenga unos buenos contactos puede convertir su mierdalibro en un bestsellerpiojoso.

«La confusión es siempre un hecho positivo. Porque de la confusión algo nuevo está destinado a nacer. Del orden nunca sale nada nuevo. Por esto la mayor parte de los adolescentes son patológicamente desordenados: necesitan el desorden para encontrar un orden nuevo y personal que refleje su individualidad, no se contentan con el orden de los padres.»

De la confusión solo nacen burros, los adolescentes no son patológicamente desordenados por esas razones tan preciosas e idealistas, son desordenados porque no les sale de los huevos trabajar en ordenar sus cosas, hasta que a sus padres se les hinchan las narices de trabajar para ellos y les obligan a recoger la mierda que esos genios tienen en sus cuartos. Porque todos esos «genios» que buscan su nuevo orden estúpido, son los mismos que éramos nosotros, y ya sabemos lo que es la adolescencia ¿verdad? Es una sucesión de masturbaciones compulsivas y un montón de pañuelos de papel sucios bajo la cama. Tampoco hay que hacer dios y genio a cualquiera, luego la humanidad se cree que hay inteligencia y que ellos son ejemplo a seguir.

Y una mierda.

Así que menos oportunismo estúpido, infantiloide e ignorante. De la confusión y el desorden solo nacen seres descerebrados e ideas estúpidas e idiotas. Es la historia de la humanidad, coño.

«¡A la Chingada!

Una correcta práctica de este poderoso mantra te permite liberar todo lo que tienes reprimido, y sentirte otra vez fresco y ligero como una florecita de primavera.»

Una correcta práctica de esta estupidez solo te hace escupir entre los dientes, no liberas nada. Simplemente te has asqueado de hacer lo mismo una y otra vez. Si te sientes como una florecita de un jardín, es que eres más idiota aún de los que era posible. Los predadores no comen hierba y el esclavo no le come el rabo al amo. Como ocurre en el caso de los sacerdotes y sus seguidores o crédulos de cualquier superstición llamada religión.

«si encuentras algo  que te estorba, que obstaculiza la danza de Dios dentro de ti, no mandes simplemente a la chingada, mándalo ¡A la Chingada!»

Esto sí que es pura doctrina y acto de fe. Repítelo con mucha fuerza a ver si la puta chingada va a pagar la hipoteca, el coche que debes y las tarjetas de crédito. No jodas… El cerebro del oportunista de Prem debe ser del tamaño de una semilla de alpiste.

Y para esto un libro de trescientas y pico aburridas y simples páginas…

Y por último, un fragmento de una de sus parábolas apestosas con un rancio aire de mesías gracioso e ingenioso. De mesías puede que lo tenga por los tontos que han comprado su basura, pero de ingenio, ni arrancándole el corazón saldría algo. Por otro lado, la redacción del dichoso cuentito, es tan malo como lo escrito en la biblia y tan repetitivo que uno piensa si ha llegado a pasar por manos de un buen editor y ha sido convenientemente revisado. Claro que no, de lo contrario no existiría semejante estupidez.

«Entonces intentó sacarlos de su cabeza, pero cuanto más trataba, más monos llegaban. ¡No era posible! Empezó a sacudir la cabeza, se paró en una fuente para mojarse la cara, se agarró a cachetadas suscitando la lástima de los marchantes… ¡Pero nada! Más intentos hacía, más monos llegaban: en grupos, en fila, en formación de diamante, en cuadrados, en triángulos, a horcajadas, caminando al revés, de cabeza, en cuatro, sobre una mano, en fila de dos, de cuatro, de seis, en fila india…»

Gracias a Prem Dayal, ahora sabemos las muchas combinaciones que pueden hacer los monos.

Es increíble la cantidad de tonterías que se escriben cuando falla la imaginación, la lógica y la inteligencia.

No compréis jamás semejante basura de libro. Es un insulto hasta para la inteligencia de los que padecen síndrome de Down.

Buen sexo y tomad muchas drogas (es mejor que leer cosas como estas).

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