Archivos para diciembre, 2017

Llorar sangre

Lo malo de llorar sangre, es que es imposible.
Si fuera posible existiría la sinceridad y la valentía.
Y habría muertes por auténticas tristezas sangrantes y desangrantes.
Querer elevarse por encima de la mediocridad comporta ciertos riesgos. El maldito romanticismo dice que donde no hay tragedia, no hay coraje y una nobleza que demostrar.
Es lo que tiene el verdadero y salvaje romanticismo: es trágico y absurdo.
Tengo libros y libretas en la mesita de noche para sentirme tranquilo y preparado para anotar unas últimas palabras sangrientas en una última fría y oscura noche, o en un amanecer que pudiera ser temible en su similitud con el de ayer, y el de anteayer, y al otro, y al otro, y al otro…
Tengo papel y pluma para transformar los vulgares gritos de los borrachos, en los alaridos de mi alma condenada. O el sonido de una tos matinal, en el rugido de un volcán por el que subo con una pata de palo buscando una muerte épica.
Lo que sea para disfrazar la insoportable realidad de los días y noches iguales.
Bellas lágrimas de sangre que no caerán jamás. Tragedias imposibles…
No soy nada, no soy nadie.
Un réquiem por el hombre que murió en el momento de nacer y no lo supo hasta que ya era tarde para desnacer.

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Una mañana, salí a pasear y me encontré así las barandas de los puentes.
Yo pensé que eran señales de peligro, que se caían los dichosos puentes; pero circulaban coches y peatones y deseché la idea. Luego pensé que eran tiras atrapamoscas; pero no había ni una sola asquerosa mosca pegada a las tiras de plástico amarillas.
¿Y si había una epidemia de lepra y era un aviso para los visitantes? Como en tiempos antiguos.
No me convencía, porque no vi leprosos con cascabeles colgados del cuello, ni ratas muertas por las aceras; así que tras dos segundos más de duro esfuerzo mental y observar las inmundas tiras amarillas lo entendí: intentaban parecer los famosos lazos amarillos independentistas catalanes, pidiendo la liberación de unos presos.
Y como cobran a diez o veinte euros por lazo, alguna facción de peonaje independentista decidió elaborar su propia protesta sin tener que dejarse la paga del mes en lacitos. Debieron ir a un chino y compraron cualquier cosa amarilla y la anudaron deprisa porque hacía frío, y evidentemente con cierta desgana y negligencia.
Pues menuda forma de afear un pueblo, coño. Tengo la impresión de encontrarme en una zona deprimida, en alguna parte del Cuerno de África, donde usan cosas sacadas de los vertederos de basura para adornar las calles y hacer juguetes.
No debería estar reñido el fanatismo con el buen gusto. Yo soy fanático de algunas cosas y llevo plumas estilográficas carísimas de mucha clase y buen gusto.

Demasiado def

Demasiada cabeza, demasiados años, demasiada piel seca, demasiado cansancio cerebral, muscular y óseo.
¿Buscar vida eterna?
Dorian Gray era un mierda.
Solo quiero largarme de una puta vez.

Nicki Minaj

En Telegramas de Iconoclasta.

Ranas extraterrestres

A veces creo que sin darme cuenta, he sido abducido por seres psicodélicos a un planeta extraño. No sé si me sondan o no. No quiero hablar de ese tema, me provoca sarpullidos en el cerebro.
Y allí las ranas son del tamaño de un cerdo, coloridas, buenas escaladoras y alguna usa teléfono.
Y luego pienso que si en lugar de una tapa de champiñones al ajillo, me han servido una de peyote. Entonces sería lógico que las viera aunque no me hubieran abducido. Lo cual es un descanso porque evito la molestia de que me metan una sonda anal, que es básicamente lo que más me preocupa del problema extraterrestre.
¡Y qué ojazos tienen los batracios!
Hay momentos tan surrealistas, que en lugar de reír estúpidamente colocado, dan ganas de ir a un psiquiatra de urgencia.
Y fumar.

A dos renglones de vida

Cuando muera y deje de existir ¿qué será de mí sin ti? Porque no habrá nada que contenga todo este amor que a duras penas me deja caminar, casi arrastrarme hacia ti.
No seré responsable de convertirme en una bola de fuego incinerador, una nube dejando caer cuchillos de hielo. Un humo radiactivo.
O un viento que ruge tu nombre arrancando la piel de los seres humanos.
¿Qué será de mí sin ti? Todo este amor… Tantas promesas de estar juntos toda la eternidad.
Desoímos la decadencia del cuerpo, no por ingenuidad; solo por supervivencia y evitar la mortificación de pensar en no tenernos un día.
Este que ha llegado para mí.
Te dejo sola, mi amor.
El corazón apenas late un segundo y se detiene cuatro.
¿Sabes lo que cuesta respirar? Los pulmones plegados como las alas de un murciélago durmiente.
Y la ira de dejarte…
No puedo combatir la fulgurante descomposición de mis células. Cuando lucho por tomar aire, me olvido de que te amo. No pienso en ti cuando llevo la mano al pecho y golpeo el corazón para arrancar un latido más.
Perdóname.
Duele un millón morir, cielo.
Te escribo en una agonía de cuerpo y amor, cuando llegues a casa seré cadáver.
Abre las ventanas, no respires el vacío que he dejado; podría ser malo.
Temo ser tóxico sin ti.
Te podría escribir que si encuentro algún medio para volver a ti, lo haré. Volveré contigo…
Pero morir es tan terrible que no puedo ejercer la esperanza o la fantasía, mi amor. Vivir un segundo más anula toda otra consideración.
Cada vez soy menos y veo el mundo por las rendijas de los párpados que apenas puedo mantener abiertos. Lo escrito desaparece dos líneas más arriba.
Dos renglones me quedan de vida, de amarte.
No he sido eterno, mi vida.
No nos engañamos, ¿verdad?
Pero fue hermosa la fantasía.
Y era necesario un grado de ilusión entre tanta realidad.
Te amo, ahora, en este último renglón de mi vida.

 

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Iconoclasta
Foto de Iconoclasta

Su presidente no el mío

Han hecho carteles idealizados de monseñor Puigdemont, casi alegorizándolo como a los más ilustres dictadores contemporáneos: Primo de Rivera, Stalin, Hitler, Franco, Mussolini…
Como el más gallardo de los héroes falangistas…
Casi escupo el cigarro al verlo, porque me ha venido a la mente aquellos primeros años de colegio y los libros de la dictadura, donde aparecían todos aquellos asesinos de la dictadura idealizados como héroes y mártires.
Me pregunto quién ha sido el genio de diseñador gráfico que ha cometido semejante bodrio. Porque se ha pasado dos pueblos de lo que es “vintage”.
Por favor, qué miedo…
Y además, eso de “El nostre president” (nuestro presidente) es de una cursilería, paternalismo y fascismo que huele a rancio de años ha. Evoca las mejores y más largas limpiezas étnicas que han habido, incluida la de Milosevic.
Aparte de esto desearía matizar que no tengo ni amo ni dios. Y mucho menos presidente.
A mí no me preside nadie.
Los presidentes lo son de un país o de la cocacola; pero míos no.
YO no rindo culto más que a mi pensamiento absolutamente desinhibido e inescrupuloso.
Quiero decir que, si veo a dos hermanos/as follando, en pleno coito, yo digo: “Pues que bien” y me enciendo un cigarro de la misma forma que observo pastar a las ovejas o las vacas. Sin más sobresalto ni implicaciones éticas, morales o legales. Que cada cual haga lo que le dé la gana mientras no me molesten.
Y el que alguien diga que Puigdemont es mi presidente, me jode. Era el presidente de ellos y de Cataluña; pero mío: nasti de plasti, nein, nada, cero, una mierda.
Además, de lo muy cursi y paterfascista que queda el lema.
El nostre president…
No mames (no jodas, en mexicano en el original; sé idiomas).

Un término medio

La humanidad no acaba de encontrar el término medio entre reír y llorar.
Como si el planeta fuera pura neurosis.
El término medio debería ser la moderada reflexión en soledad, entre risa y llanto; pero la chusma lo confunde con depresión, cosa que no siempre, desafortunadamente, deriva en suicidio.

El fracaso de la 2ª República Española

Se ha escrito demasiado de este asunto, lo malo es que estos escritores suelen creer en la política y con una increíble ingenuidad aceptan, transcriben, razonan y disculpan los datos acumulados en las hemerotecas y documentación oficial de ese período. Todos vienen a decir lo mismo, desde su simpatía teñida hacia la izquierda, la derecha, el catolicismo o el ateísmo.
Cuando no caen en la hagiografía, pretenden ser cuidadosos para no parecer radicales a unos y a otros bandos.
El peor delito de un escritor es ser ambiguo, porque la ambigüedad va en contra de la claridad del mensaje que un medio escrito debe ofrecer. La ambigüedad ya tiene su propio medio que es la retórica, sobre todo la discursiva.
Lea lo que lea sobre la república y la guerra civil, la sensación que siento, es que me sumerjo en una penumbra que no dice nada y ofende mi inteligencia: tantas palabras escritas para decir nada, es una tomadura de pelo.
Cuando leo libros y artículos referentes a la 2ª República Española, debo detenerme, no dejarme engañar por las supuestas estrategias que los sesudos historiadores y politólogos desean destacar y explicar para alardear de un profundo conocimiento.
Debo dejar de leer para escuchar a mi propio pensamiento y sacar la auténtica razón de ese fracaso de gobierno y la guerra que acabó con él.
Y entonces, todo es más sencillo y razonable: a veces es necesaria la amputación y otras veces, sacrificar al animal que padece sin esperanza de vida, sea racional o irracional.
España por aquel entonces (1931-1939), era un organismo podrido hasta la médula por la metástasis de un cáncer que dejó el rey Alfonso XIII y su lacayo y ahijado José Antonio Primo de Rivera, el fundador de la Falange Española, que quiso eternizar la miseria con cruces y yugos en la clase campesina del sur.
Por mucho que pese reconocerlo, el aborto que era Franco no acabó con la 2ª República Española.
Franco fue la consecuencia, el germen infeccioso de una sociedad caótica, sin gobierno ni leyes que paliaran el hambre y la desmesurada ambición de la burguesía catalana, los amos de los esclavos mineros y fundiciones del País Vasco, los señoritos latifundistas del sur, los falangistas que eran los burgueses de Castilla y así un listado que llenaría varias páginas.
La república fue destruida por la negligencia e ingenuidad de unos políticos burgueses, tan bien acomodados, como lejanos del hambre que padecían obreros y campesinos en toda España.
Solo en casos excepcionales, cuando había asesinatos de funcionarios policiales o militares, miraban a los pobres con sorpresa; no se habían dado cuenta de que en su país de mierda había esclavitud y muerte por hambre.
E inadvertidas también pasaban las muertes de niños y hombres esclavizados en las empresas textiles catalanas.
Cataluña siempre ha sabido llevar con secretismo el abuso de su burguesía fascista contra sus trabajadores.
La gente pasaba hambre y moría por ello. Esclavos en el norte y en el sur.
Entiendo que antes que morir de hambre, hay que robar o matar (yo lo haría). Es una ley básica de la dignidad, la supervivencia no está sujeta a ninguna ley o moral.
La negligencia y dejadez de presidentes y jefes de gobierno de la 2ª República permitió que creciera el hongo infecto del patriotismo militar. Alimentándose de él, un corrupto oficial que compró con el dinero que robaba de los presupuestos de dotaciones militares en Marruecos, el cargo de general (como tantos otros); engordó como el gusano de la putrefacción que se alimentaba de mierda: Franco.
El ejército español en África era un auténtico gobierno militar de corruptos, y además obvios y visibles. No era una sociedad secreta, ni por asomo.
Los anarquistas esnobistas tiroteándose en las calles contra los falangistas hipercatólicos y recalcitrantes
Los sindicatos eran una nulidad absoluta en el aspecto laboral y constituían una mafia que cobraba protección a los obreros. No hacían absolutamente nada por ellos.
Y en el parlamento español, no se hacía otra cosa que tertulias de taberna lujosa y peleas de burócratas por conseguir un cargo público de importancia. Las discusiones en las cortes eran solo un pedante concurso del ingenio y la retórica de esos niños mimados que eran los políticos de la 2ª República. Un alarde banal e injustificado en un país que se había ido hace años a la mierda.
Todo ello bien entrado el siglo XX, cuando en el Reino Unido ya había un potente sindicato que defendía (o lo intentaba) a los mineros, por ejemplo.
España era una aldea atroz, el hecho de que se dijera en Europa que África se encontraba tras los Pirineos, no era un chiste.
Semejante caos había creado un gobierno y una sociedad irrecuperable.
Debía destruirse completamente el país y volver a empezar de nuevo.
Es lo que ocurrió con el peor individuo que existía: Franco.
Ya no hubo libertad de expresión, ni tregua en los asesinatos y torturas diarias del régimen franquista, hasta que ETA en 1973 salvó a España de ese goteo de asesinatos y abusos matando al sucesor de Franco: Carrero Blanco.
Tantos años perdidos hasta entonces y cuántos borregos domados y condicionados a la férrea moralina del marrano generalísimo, germen desasosegadoramente longevo de la podredumbre de una sociedad.
No se puede olvidar que gracias a lo que hoy es una organización mafioso-terrorista, en su día abrió el paso al espejismo de la libertad que, en segundos, degeneró en democracia.
Porque al fin y al cabo, la democracia no tiene nada de libertad ni justicia. Simplemente es una metodología de gobierno, en el que la represión hacia el pueblo se lleva a cabo por medios electorales haciendo así responsables a los votantes de las malas actuaciones de los políticos que han elegido. Eso sumado a una tasa de impuestos que culmina con una declaración de renta anual, es la forma más sombría del poder.
Una forma de control copiada de la burocracia soviética, con la que se atemoriza a la clase obrera con fuertes multas y penalizaciones, creando una angustiosa sensación de control total en el núcleo mismo de las familias.
Por medio de los impuestos, con algo aparentemente tan banal, las democracias ejercen la total e íntima represión en los ciudadanos, tan profunda, que se mete en sus hogares como un miembro más de la familia.
Siempre es mejor esto que un general salido de la mierda, tome el mando y asesine indiscriminadamente y con el apoyo de la Iglesia, a todos aquellos que no le gusten, según su humor, según la cantidad de azúcar en su café de mierda, si ha follado o no, etcétera…
En cuestiones políticas y sociales, solo se puede optar por lo malo o lo menos malo, porque no hay nada bueno.
Lo único en común que hay entre aquellos tiempos de caos, y los de acomodada ingenuidad actuales; es el ejército.
Sea cual sea el país, existe el ejército para proceder a la destrucción de lo que está podrido. Al igual que los curas, los militares son una institución absolutamente dogmatizada hacia el amor a la patria y no les cuesta una mierda declararse protectores de la nación, sea cual sea.
Es necesario afirmar esto, porque hay muchos que piensan con su teléfono móvil en la mano, que en estos tiempos no puede haber una guerra.
Bueno, Santa Claus entrará pronto en sus casas, seguro.

 

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Iconoclasta

 

Las distancias de la imaginación

Las distancias y los espacios son relativos en su tamaño según los seres y su tamaño.
Y según su imaginación si se da el caso.
Para mi gato Murf, un pequeño salón es una pradera.
Me provoca una insólita ternura su pequeñez en el medio que ambos compartimos y en el que me ahogo.
Su imaginación no me preocupa; los animales nacen completos y adaptables.
Por ello no necesitan soñar, no tienen que padecer el estigma de la imaginación.
Soñar es para los inadaptados, para los que no encontramos un lugar adecuado en el planeta, y posiblemente, ni en el universo.
Todo está mal hecho y nos asfixia.
Y la imaginación es una constante que nos lleva a la frustración.
Los animales no dudan ni por un segundo de su esencia y pertenencia, toman posesión del territorio que les da soporte y viven mirando al cielo y lo que se pueda cazar.
Nacieron perfectos e incorruptibles.
Yo no, por muy bestia que sea.
Soy mutación extraña.