Archivos para julio, 2022

Lo que dice la sanidad nazi española y promociona su gacetilla prostituida, es mentira.
Lo que de verdad se ha de entender es que ya empieza a morir gente por hambre en España y que los que no han muerto de hambre, como ya es habitual, han muerto porque en los hospitales no los atienden, porque ya es norma que si no padeces coronavirus, te matan o dejan morir. Los que hayan muerto por golpe de «la caló», serán a lo sumo uno o ninguno.
Las dictaduras mienten y sería una imperdonable ingenuidad creer a la sanidad nazi española, a su caudillo o a su prensa.
Sería tanto como aceptar que el español es deficiente mental. Disculpad mi risa, no la puedo reprimir ante esta última y probable ocurrencia.

El Nuevo y Normal Gobierno Penitenciario Fascista Español del coronavirus, la guerra ruso-ucraniana y el crack económico de la clase baja trabajadora, amenaza con la imposición del bozal (mascarilla en jerga nazi) para acallar y acobardar a la población ante la nueva ola de ruina y necesidades que se va a sufrir en la profunda España Penitenciaria. El bozal es sinónimo de silencio y aceptación y cuando llegan malos tiempos se impone cubrir bien el hocico de los cabestros.
El Gobierno Penitenciario Fascista Español no es sutil con sus estrategias anti crisis, simplemente es un dictadura asesina como otra cualquiera que lo son todas las dictaduras. No hay más que ver a China, Australia, Nueva Zelanda, Canadá, etc…

Nadie decente y con un mínimo de inteligencia operativa dudaría de la corrupción del Estado Penitenciario Fascista Español y del uso y disfrute particular de los recursos pagados con el dinero robado a la población, por los que forman dicho narco estado.
La prensa cobra, miente y pervierte con absoluta naturalidad; con la misma que ostentan los que llevan ya el bozal como un reloj, con orgullo y mostrando lo muy obedientes que son a sus amos.

Al rancio español de la endogámica península ibérica, le causa cierta incomodidad el trabajo. De ahí, que el Nuevo y Normal Caudillo Penitenciario Español del Coronavirus cosechara tantos aplausos, admiración, obediencia y fe ciega: al español le das bajas laborales gratis o días de fiesta y vota lo que sea. La orgía de bajas en España arruinó a muchas empresas y por consiguiente a los trabajadores.
Y si alguien cuyo hijo ha muerto antes de nacer pide unas vacaciones por permiso de paternidad, acaba de asentar el carácter perezoso y desidioso español, que a su vez es la causa de que sea históricamente un país pobre y deprimido. No trabaja ni dios y si llega un dictador que les regala días de fiesta, la dictadura será eterna y aplaudida.
Aun así, el tipo que ha pedido esta paternidad ¿de qué pasta está hecho? Porque no puedo imaginar esa muerte y tener la sangre fría y la indignidad de pedir fiesta por paternidad por un hijo nonato.
Pareciera que España tiene algo que impide la dignidad en cualquier aspecto. No sé si es algo geográfico, o de la propia raza española, algo profundamente endogámico que eterniza todo tipo de miseria.

La comarca histórica como dice románticamente el pseudo periodista, no es tal.
Ojalá el fuego se hubiera comido hace decenas de años toda esa miseria, muerte, endogamia y putrefacción. Porque aquello era inhumano. Es tal la miseria y la muerte que allá se respiraba, que no quedaba resquicio alguno ni para la sonrisa, ni la esperanza y mucho menos para un recuerdo romántico.
Aquellos que gobierno tras gobierno ignoraron mil veces la ruindad y la degradación con su dejadez e indiferencia, propició una estirpe humana tan salvaje y monstruosa, de tal magnitud que se creó el infierno en la tierra. Los políticos quedaron en evidencia como lo que eran, unos timadores de medio pelo sin conocimiento de su propio país; al menos para aquellos pocos intelectuales que vieron aquellas imágenes sórdidas, grotescas, brutales. Aquellos pocos elegidos que tenían acceso a un cine, a una cultura vedada al resto de ciudadanos.
Sin embargo, la orgía de la hipocresía no cesó: gente rica, niñatos bien que heredaron un poder que no se merecían; continuaban lanzando sus peroratas sesudamente académicas dejando que todo se fuera a la mierda. Dejando que el país se hundiera en una guerra que provocaron con su negligencia, dejando crecer a un general ambicioso, corrupto y codicioso hasta el asesinato, arropado por decenas como él.
Nunca más se ha visto la dureza y la pornográfica imagen de gente, niños y mayores, beber agua turbia de sus propios excrementos y orina.
No. No señor, aquellas Hurdes no tenían que haber existido jamás.
Y repito, ojalá el fuego hubiera quemado toda esa miseria y enfermedad.
El documental es una muestra sin censura (a pesar de los propios escrúpulos de los autores) de a qué punto llega la especie humana a denigrarse y la especie política a permitir que eso ocurra y alardear de líderes. Son malos, unos son pobres seres humanos vacíos, sin cerebro; pero los políticos son asesinos fríos y psicópatas, que ni ellos mismos pueden intuir su cerebro podrido de ambición, codicia y vanidad.
Por ello, es muy posible que en poco tiempo, el gobierno penitenciario fascista español, decida eliminar este documental que revuelve las tripas y el alma. Hay que verlo y soportar la realidad, la verdad sin tapujos; antes de que youtube lo retire por algún decreto del actual dictador español. Y todo el mundo olvide hasta qué punto es salvaje el ser humano, tanto el pobre como el poderoso ignorante, codicioso y criminal sin escrúpulos.
Hay que verlo antes de que se pierda en las leyes-cepo de la memoria histórica o perversión de la historia, para ser más concretos, que están preparando para ocultar la esencia mala y enferma del poder político, económico y religioso. La de los ricos hipócritas que comen mierda con tenedores de oro.
Niños muertos, monstruos humanos, bocio, paludismo, seres humanos comiendo pan mojado en las aguas de un riachuelo de mierda humana, de perros, asnos y cerdos. Es imposible asistir a semejante documental sin sentir que el estómago se nos retrae.
Es de una inaudita dureza y crudeza.
Gracias por tu existencia, maestro Buñuel. Gracias…
Gracias por esa voz sentida, Paco Rabal.
No debería haber existido jamás. No debería hablar ningún falso periodista inculto tan a la ligera. Ningún botarate con pretensiones de escritor, debería escribir con romanticismo casi nostálgico sobre el paisaje de esa “histórica comarca” recorrida por Buñuel. Porque el propio Buñuel se sintió enfermo.
No hay ni una sola escena hermosa en “Las Hurdes. Tierra sin pan”, 1933, de Luís Buñuel. Documental rodado tras la instauración de la República Española.
Y empieza con esa festividad espantosa de borrachos arrancando cabezas a gallos atados a una cuerda. ¿Qué tipo de humanos eran aquellos? Porque también hay que preguntárselo.
Pero sobre todo acabas pensando que la especie política es un veneno más difícil de erradicar que el paludismo y cualquier otra enfermedad.
Ante tanta monstruosidad, miseria y animalidad dice el último párrafo del epílogo escrito tras los títulos de crédito:
“Con la ayuda de los antifascistas del mundo, la paz y la felicidad darán paso a la guerra civil y hará desaparecer para siempre los focos de miseria mostrados en esta película”.
Es decir, el desespero de los intelectuales era tal que no podían ver otra solución para reparar tanta decadencia del poder y los ricos, la miseria, la maldad y degeneración humana; que una guerra que arrasara con todo. Era la única salvación y esperanza de liberarse de toda esa degradación humana en el ya bien entrado siglo veinte. Aún no hace cien años que se rodó esa feria de monstruos.
Desafortunadamente, fue Franco, otra bestia, el que ganó la guerra y llevó el genocidio y el asesinato por todos los rincones de España durante medio siglo.
Eso no lo podía saber Buñuel. El cineasta solo quería que aquello dejara de existir.
Lo que recorrió Buñuel fue la miseria y la podredumbre más extrema a la que es capaz de llegar el ser humano. Algo a lo que ni las bestias no humanas llegarían jamás.
Veintiocho minutos recorriendo la más profunda miseria humana… Pareciera que dura horas.
No hay nada que añorar de aquella visita de Buñuel a Las Hurdes, a menos que tengas también el cerebro podrido.

Iconoclasta

Desde que existo, y ya hace sesenta años, cada verano España arde. Esto no es un ninguna novedad, y quien no se acuerda de ello, tiene un importante daño cerebral.
Así que el Caudillo se puede meter su cambio climático por el culo.
No tiene idea de lo que dice, solo sabe que quiere enriquecerse aún más, robando con más impuestos y consagrándose como el mismísimo puto san francisco de asís de su cambio climático de mierda y la ruina de los trabajadores.
Y si llega en helicóptero, entre otras cosas más feas y sórdidas, será porque ni siquiera sabe caminar como un hombre.

Y esta tipa ha llegado a la conclusión de que para seguir arruinando a la clase baja trabajadora, el basurero que ha muerto por ser viejo y con toda probabilidad enfermo (porque si no fuera así, habría millones de muertos en la España de la Ola de Calor) y por ello no ha podido aguantar el calor; era un tipo joven y sano y ha muerto exclusivamente por un golpe de calor que le ha partido la columna vertebral. Y estos golpes de calor se deben frenar aumentando los impuestos por cambio o crisis climática mientras se pinta las uñas de color puta pasión. Su Caudillo sonríe feliz de la verbigracia de su estafadora concubina.
La ola de calor va a salir muy cara para las clases bajas y una auténtica rentabilidad para los delincuentes que forman el narco gobierno penitenciario español.

En Cataluña ya preparan una nueva subida de impuestos de los refrescos y las golosinas para luchar contra la ola de calor.

Incluso al horripilante gusto de los arándanos verdes.

Comprar una red social como tuiter es como gastar dinero en excrementos como combustible. No lo digo por la calidad de la combustión, sino porque ambas cosas son mierda.
Hay que tener un cerebro muy podrido o averiado para comprar uno de los catálogos de humanos, más grande, mediocre e inservible que existen junto a otras redes sociales que tienen el mismo índice de mezquindad por kilobyte.
Hay que tener en cuenta que los millonarios actuales lo son por suerte, sodomización y felación. Siendo así, sus gustos y ambiciones son lógicas.
Para los del gallinero que parece que no se enteran y no saben respirar por la nariz: gusto es deseo, la atracción por algo o alguien.
Ambición es la adquisición de algo por envidia, por muy repugnante que sea. Por deseo de poder.
La codicia es una ambición enfermiza y paranoica que, se da habitualmente en los más sucios y degradados hijos de puta. La religiosidad dice que es pecado mortal; pero es fetichismo y perversión.
En demasiados millonarios y políticos ambición, codicia y gusto son auténticas características genéticas transmitidas por generaciones y generaciones, durante siglos, de cerdos a cerdos.

Siempre sentí fascinación por los instrumentos de medida, aquellos que definen con sencillez y precisión las medidas del mundo, lo que me rodea. O lo que vivo, lo que me queda, con una probable seguridad nacida de mi sabiduría, de mi experiencia.
Los relojes, los manómetros, las brújulas, los pies de rey, los goniómetros…
Todos se hicieron para dar conocimiento, un conocimiento rápido y comprensible para todo el mundo. Leer la hora y si se da el caso, ofrecerla claramente, con rapidez.
Por ello, cuando me regalaron mi primer reloj (desgraciadamente tuve que esperar a mi primera comunión, como era tradicional por aquellos viejos tiempos), tuve que recibir un curso intensivo de desfragmentar la hora que aquel instrumento indicaba sencilla y claramente en una serie de folclóricas fracciones que me irritaban. Ahí nació mi comprensión de la vida que me esperaba. En serio, fue como una bofetada a la razón. No podía comprender porque se complicaba algo tan sencillo. Y encima, la hostia de la primera comunión seguía dando por culo pegada a mi paladar…
Cuando el reloj marcaba las 10:45, no era correcto; se trataba de las once menos cuarto.
Y si eran las 10:46, faltaba un minuto para las once menos cuarto.
Cuando mi madre (con toda su buena fe, porque no era una pedante, ni una inquisidora) confirmó que yo ya sabía cómo leer y decir la hora, se sintió bien. Orgullosa de que su hijo ya era un hombrecito. Pobre… Ella solo quería que su hijo fuera un tipo con conocimiento y educación.
Nunca, ni de pequeño he sido de complicar las cosas. No tardé más que unos minutos en leer la hora tal como la indicaba mi flamante reloj. No quería complicarme, era absurdo.
El tiempo y mi experiencia corroboraron que estaba en lo correcto. Y surgieron relojes digitales que aún ofrecían una hora más clara y menos dada a folclores y tradiciones destinadas a opacar el conocimiento, a enturbiarlo.
Pronto deduje a qué se debía toda esa parafernalia de complicación, de oscuridad de lo obvio. No tuve que estudiar nada, bastó la lógica para que se desentrañara la causa del horror de convertir lo sencillo y claro en algo difícil y lento.
El poder religioso era quien dictaba las horas y tiempos a través de sus campanas, con ello gobernaba la cotidianidad de la plebe. Era la máxima expresión de poder y el político aprendió del cura.
Las campanas y sus complicaciones de tañidos. Los relojes de arena si estaban llenos, a la mitad, o a tres cuartas partes. Ofrecer la hora a la plebe era el símbolo de autoridad máxima, requería ser sabio conocer la hora, unos conocimientos que el pueblo ignoraba. Y con un vanidoso esnobismo, el acto de fragmentar la hora y pervertirla para hacerla compleja, hacía desmesuradamente cultos a quienes se dedicaban a ello. Y así, este “conocimiento profundo” se hizo un tumor en la liturgia del poder y la aceptación de una plebe a la que se vedaba el acceso al conocimiento y lo convirtió en tradición de padres a hijos. Esto explica porque cambian dos veces al año el horario, es una cuestión ganadera para conducir al rebaño.
Cada idioma desarrolló su forma y fórmula para ofrecer la lectura del tiempo de la forma más complicada y lenta posible. Ser adulto requería el profundo conocimiento de la hora fragmentada y confusa. Era un título social más en una sociedad que derivaba hacia otro tipo de oscurantismo, menos evidente; pero tan venenoso como el diablo en todas partes y la obediencia para ganar tu parcelita en el paraíso, después de muerto; por supuesto.
Y así, el aprendizaje de leer un reloj se ha convertido en una materia más del temario escolar. Tiempo que robar al conocimiento importante. Resumiendo, es una premisa básica del estado y su codicia, del poder y su codicia, de la autoridad y su codicia, de la ambición y su codicia, de la represión y su codicia. Y por supuesto, de la economía y su usura.
El oscurantismo que no cesa.
¿Llegará el momento en el que en lugar de leer en el velocímetro 180 Km/h, deba leerse que faltan 20 para llegar a los 200?
¿O al leer en una regla o cinta métrica que en lugar de 15 cm, se ha de leer y decir que quedan 85 para el metro?
¿Qué en lugar de 2 Bar, se debe decir que quedan 8 para los diez?
El oscurantismo que no cesa. Ni su pedantería, ni su falso conocimiento que nace de la perversión del conocimiento y la ambición de quien lo impone.
Solo sé que he estudiado y leído para saber cómo no debo hacer o escribir las cosas y sobrevivir en una sociedad que siente envidia enfermiza y fobia del libre pensamiento, de la lógica, la creación y el ingenio del individuo.
No me he convertido en un hombre de pro, solo digno.
Son las 9 y 53 y dentro de doce horas serán las 21 y 53; no tengo más que decir.
Lo siento, madre muerta.
Sé que era cariño enseñarme a leer la hora. Era amor.

Iconoclasta

Foto de Iconoclasta.