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Él pabellón de los enamorados

Hay un ala especial en el manicomio: el pabellón de los enamorados.
Somos los enfermos más ridículos del mundo.
Dicen que amar no es locura, es virtud, es necesidad; pero somos la práctica demostración de que el amor tiene sus leyendas.
La enfermedad comienza al convertir el amor en sueño o fantasía, en esforzarse en otorgarle toda esa importancia que lo constituye como un elemento necesario en la atmósfera para poder respirar.
Ahí radica el problema, porque hacer sueño del amor es despertar y sufrir la paranoia de que es una pompa de jabón estallando en el aire.
El amor es demasiado volátil, voluble…
Te despiertas aterrorizado ante la posibilidad que el amor sea el sueño que muere al despertar. Requiere convencerse de que es táctil y suplicas palabras de amor a quien amas.
Y quien amas, se asusta de toda esa paranoia.
Dime que no me faltarás nunca, mi bella diosa de la locura…
El amor requiere no despertar jamás, estar en ese limbo de romanticismo y sexo. Porque si un día faltara, faltaría el aire.
Si un día no está ocurre esto: la cordura es la que estalla en el aire.
En el pabellón de los enamorados los locos observamos inmóviles durante horas el aire a través de las ventanas enrejadas, buscando el amor en forma de amebas translúcidas, que es el ideal de espejismo para algo tan sutil y tan efímero como es el amor.
El amor no se entiende sin lo carnal y el sexo se convierte en devoto, sagrado, puro, pornógrafo, cruel, humillante, sucio, sangriento… Según la paranoia de cada cual.
Demasiado sexo, demasiado complejo, el amor lo complica todo.
O tal vez sea que complicamos el amor. No podría asegurar nada, al fin y al cabo estoy loco.
Al sexo le basta con ser brutal en su pasión.
Ojalá lo pudiera decir siempre y no solo bajo el efecto de los medicamentos.
No debí convertir el amor en una representación teatral; pero mi vida, mi rostro es el ejemplo que figura en las enciclopedias como mediocridad tipo.
Soy aquello que nadie jamás debe ser.
Tuve la ilusión de que el amor me haría especial.
Me dosifican drogas para no soñar con el amor. Y sueño que soy lo que veo en el espejo, algo anodino, algo banal que no importa.
Me despierto con la certeza de ser un mierda y todo está perfectamente controlado para no desangrar toda esa miseria que soy con una cuchilla, o colgarla por el cuello de un cinturón, o de una sábana en una tubería. No me dejan intimidad ni libertad para salir de aquí en una camilla con ruedas hacia la morgue.
Los sueños son efímeros, ergo el amor lo es.
Y por ende la cordura.
Todas estas consecuencias, hacen la vida desesperadamente larga.
¿Cómo no estar loco? Es una condena, un filo constante en el cuello ante la posibilidad de morir asfixiado porque faltas en el aire.
No puede ser… Fue un sueño. No te corté la cabeza, para tenerte siempre cerca de mí y besarte al despertar. Fue una pesadilla, no fue real.
Yo no follé tu cuerpo sin cabeza. ¿Cómo pueden pensarlo?
Toda aquella sangre que inundó mi boca al besar la tuya…
Aquella erección brutal…
El sueño a veces se hace pesadilla.
Es la pesadilla de ellos, los que no tienen amor.
Los enfermos del pabellón de los psicópatas asesinos son los seres más patéticos del mundo cuando no pueden bañarse en sangre.
Los celadores del pabellón de los enamorados no nos dejan suicidarnos, pero nos lastiman los genitales con cigarrillos y nos dicen que no es real, que es un sueño.
Y ríen, y ríen, y ríen, y ríen…
Y sueño que beso tu lengua púrpura sin sangre sosteniendo tu cabeza entre mis manos, cuando la brasa del cigarrillo crepita en la piel de mi glande y ellos ríen.
Pero no duele porque te sueño, porque te amo.

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Iconoclasta

Te amo más que nadie

Publicado: 15 julio, 2015 en Terror
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Te amo mas que nadie defNadie te ama como yo, nadie lo hará.
Quisiera que murieras lentamente (cuando te llegue el momento, no hay prisa).
Porque a pesar de tu sufrimiento, no quiero perderte, eres mi propia vida. Te amo con una intensidad que solo los dioses conocerían si existieran.
Quisiera que murieras poco a poco para penetrarte, en plena agonía.
O masturbarte, acariciar esos labios jugosos que me enloquecen y convertir tu clítoris en un diamante por su dureza.
Tu coño es mi refugio y mi paz.
Deseo que tu agonía sea larga para decirte durante horas y días que te amo más que a mi vida.
No es una buena idea que mueras.
¿Te duele respirar? Deja que te mame los pezones, que hunda los dedos en tu coño. Será como una anestesia.
No, mi amor, no puedo acabar con tu agonía, te amo con desmesura, no puedes pedirme eso. Me dolería. Si tú mueres, yo también.
Porque estoy sufriendo mi amor.
¿Te sientes con ánimo de tomar mi pene erecto y llevártelo a la boca?
Te limpiaré la sangre de la boca antes, no te preocupes.
Cuánto te amo…
Procura no toser, mi amor, tus pulmones van a estallar, todo es sangre, vida mía.
¿Quieres que te lo meta yo en la boca? ¿Estás cansada?
No llores, mi amor.
No te des la vuelta, no cierres las piernas, no hagas como si fueras a morir. Sé que estás cansada, que duelen los pulmones, que buscas el descanso por fin.
Pero yo te amo, no puedes ser tan egoísta.
Deja que te la meta, por favor…
Olvida al médico, te llevarían al hospital, me quedaría sin ti.
No llores, ya pasará.
Date la vuelta o te partiré la cara.
¡Ya!
Y deja de toser, lo estás poniendo todo perdido con la sangre.
¿Quieres ser madre? Aún tienes tiempo, tal vez… No pierdas la esperanza.
Te amo, tómalo. Está duro, es por ti, amor.
Te he dicho que lo cojas, cierra el puño en él y: arriba y abajo.
Te amo tanto… No lo entiendes ¿verdad?
No llores, aún no morirás.
Agonizarás eternamente, ni la muerte nos puede separar, no desfallezcas, mi amor.
Bésame, dame tu sangre, me excita tu dolor.
No llores, mi amor, eres hermosa hasta en la agonía.
Tal vez más que cuando esplendías de vitalidad.
¡Shh… mi amor, no cierres los ojos, no te duermas, podrías no despertar y dejarme solo!
No cierres los ojos, no te lo diré otra vez.
Te amo con locura.

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Iconoclasta

Los locos no mienten

Publicado: 1 mayo, 2015 en Reflexiones
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Los locos no mienten

Los hijos mueren, madre.

El amor materno es la pena y el horror que una verdad esconde.
¿Sabes que tu hijo morirá, madre? Incluso lo podrás ver.
¿Te duelen las palabras?
Espera a que muera y verás que desgarrador es. Te arrancarás la piel de los pechos que me dieron de mamar en un dolor sin consuelo.
Dios no bendijo los vientres de las madres, le dio la extremaunción a la barriga de María por la segura y pronta muerte de su hijo.
Y se perpetuó el horror en todos los vientres de todas las mujeres.
Amén.
No es de risa, pero no sé… Me da por reír, como cuando veo un ataúd y pienso en la fecha de caducidad que hay en la tapa del envase. No hay refrigeradores allá arriba ni en el infierno.
El salami me gusta un poco crudo, lo sabes. Ya no tengo tiempo de comer salami.
Y tengo náuseas que se forman aleatoriamente, sobre todo cuando veo un juez togado. Será por alguna idea pervertida sobre la justicia y su degeneración.
Todos los vientres de todas las mujeres son mortajas de bebé.
No es gracioso. Es absurdo tanto amor para tanta muerte.
Madre, tu hijo está loco, pero hay una ley que dice los locos no mienten.
Deberíamos ser animales para evadir este embarazoso asunto, ellos no son conscientes de su muerte. Cagan sin preocupaciones.
Madre, tu hijo tiene cáncer, un tumor del tamaño de una cereza está alojado en mi cerebro, como nácar podrido en una ostra, que la envenena.
Dice el médico, que está tan profundo y es tan obsceno, que le da asco. Él no va a meter las manos ahí dentro.
Madre, me pica por dentro la muerte, no puedo rascarme, me mortifica.
¿Seré santo? Me siento madre, solo que el bebé está en otro sitio; pero habrá un parto y otra muerte.
Tengo la edad de Cristo cuando lo crucificaron. Empieza a haber cierta analogía ¿no crees?
¿Hay conexión entre una cruz y un tumor? Y dos palos cruzados ¿forman una equis o un crucifijo vacío? No siempre lo tengo claro.
Tampoco veo por aquí a Caifás ni a ningún otro fariseo del Sanedrín de mierda. Los tiempos cambian, todo cambia; pero no vuestros vientres que alojan una vida abocada a la muerte.
¿Por qué me programaste un cáncer en tu vientre? No tienes la culpa, no del todo. Al final hubiera muerto igual, pero sin prisas.
Sin locura, madre.
La verdad es un diamante de un millón de facetas, que muestran un final idéntico para todos los hijos, estén copulando con la vieja reina de Inglaterra o tomando una cerveza en un bar.
Madre, me he tatuado una fecha de caducidad en el vientre. Los de sanidad son exigentes con el asunto de las carnes. Le he dicho que ponga fecha: 13/13/13 y me dice el tatuador que es pasado y no existe el mes trece, yo le he dicho que mejor así, yo me muero, yo pago, yo mando y existe todo lo que yo diga.
Las últimas voluntades deben respetarse. Es un acto noble.
Creo que el médico se reía pérfido con el informe de patología en sus manos y de la nariz le colgaba un capullo de polilla de la muerte.
Debió haber un fallo en el bautismo, agua contaminada, no se sabe; me ha dicho divagando.
No quiero ser cruel, pero para lo que me queda en el convento me cago dentro.
Madre, dice el médico que podría tener erráticos comportamientos hasta que crezca el cerezo que emergerá partiendo los huesos de mi cabeza. ¿Te acuerdas de Alien el 8° pasajero?
No te quiero madre, me vendiste muerte al concebirme. Eres mala.
Madre… Siento que un pelo de la cabeza crece hacia dentro, lo noto cosquillear aquí. Dilátame las pupilas con la oscuridad de la muerte que tienes en tu vientre y mira adentro. Lo verás enterrado en los sesos.
Dejando de lado el hecho de haberme parido para morir. ¿Podrías rascarme con un instrumento agudo?
La sangre de la nariz es solo una alergia, dice el médico. No obstante, cuidado con los estornudos, podría salirme el cerebro por las fosas nasales.
No puedes escapar a tu responsabilidad, deja la pistola, aparta el cañón de tu sien.
Es la única bala, la única oportunidad, tu hijo amado la necesita.
Además de madre, egoísta. La has gastado…
No hay nadie o documento alguno que diga que los locos tienen suerte como los tontos. No hay estudios estadísticos que respalden esa hipótesis lingüística.
Los locos dicen la verdad y se mueren y los tontos tienen suerte y caminan haciendo eses por la calle sin decir verdades ni mentiras, es un hecho.
No es que me queje, pero ser tonto no hubiera estado tan mal, podría vivir con ello.
Hay verdades que no aportan ningún beneficio a nadie.
¿Verdad, suicida madre?
Espera a que venga papá, le tengo que decir unas cosas del esperma podrido que almacena en su escroto.
¡Bang!

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Iconoclasta

Lo indecente es morir

Marlyn Centeno, directora y editora de Atramentum/Voces Subversivas, me ha otorgado la gracia de cederme un espacio donde acomodar una de mis locuras. Y lo ha hecho indecentemente bien con su gran conocimiento y hábil técnica como editora y diseñadora.
Como yo no sabría hacerlo.
Le da elegancia a todo lo que toca de forma que parece fácil. Sería de tontos pensar que lo es, que es fácil.
Gracias por esa generosidad y ese tiempo que has dedicado, sé que lo haces con todos los autores y compañeros, que tienes ese esmero; pero éste es mi caso y orgullo.
Que lo disfrutéis si podéis.
Un abrazo para ella, para Marlyn y su media hora de genialidad (un poco más, es generosa).

Otra abrazo para Luís Francisco Cintrón, otro de los creadores y propulsores de este Atramentum / Voces Subversivas.

Buen sexo.
Iconoclasta
https://vocessubversivas.wordpress.com/2015/02/17/lo-decente-es-morir/

Las divagaciones de un ateo

Yo sé que no existes, pero a veces desespero en este mundo sin magia ni dioses, necesito a alguien a quien responsabilizar de mis errores y lo que pago de los ajenos.
Porque vivir en este planeta que tú creaste, es patear los excrementos que dejan los otros a medida que caminan. No puedes dar un paso sin ensuciarte los pies.
El hombre se procuró calzado por esa razón. Alguien tenía que tener el sentido de la higiene que a ti te falta.
Te has equivocado, Dios. No tienes sentido de la equidad, no tienes un ápice de ética.
Tus errores, son nuestro tormento, angustia y frustración.
Tengo un rosario de cuentas de mierda que hago bailar entre mis dedos en honor a ti.
Siempre me das en el mismo lado de la cara, tu sentido del equilibrio es nulo.
¿O simplemente eres malo sin más?
¿Es posible que mi podrida mente haya creado algo tan repugnante como tu divino misterio?
Joder, Dios, no me das descanso. ¿Tal vez sea que me sobrevaloras? ¿Crees que podré resistir hasta la hora de morir tu negligencia como ser superior? ¿Me quieres obsequiar otro tumor, otras venas secas, otros huesos infectados? Tengo la sangre dulce y apenas me quedan dedos en los pies que cortar.
Eres un puerco…
Ya está bien ¿no? No soy un Dios, no puedes joder a alguien que es tan poca cosa como yo, no tiene mérito. Eres un Dios apático, sin inquietudes. Un Dios que como una mala ramera, se conforma con cualquiera que le dé unas monedas.
Solo que tú, no necesitas prostituirte. Entiendo tu perversión y el placer que sacas de ella; pero si yo fuera tú, sería el puto Dios al que todos aman y admiran. No te golpearía cada día, ni te llevaría lejos, al lado contrario del amor.
Soy soberbio y vanidoso. Soy lo que tú no has sido nunca, por eso nos odias. A ella y a mí.
Te daría unas monedas para que desayunaras bien un día, luego te arrancaría el corazón; pero alternaría entre la alegría y la tristeza. A los perros les damos carne entre tanta croqueta seca.
Tú no… Tienes que acabar con quien te propones, hasta que cague sangre oscura.
¿Te masturbas allá arriba o a mi alrededor? A veces soy yo el que se masturba y desearía dejarte ciego con mi semen, que acertara en tu gran ojo de párpado triangular, estúpidamente triangular.
Ese ojo que todo lo ve, que todo estropea.
Sumas penas a otras penas, hilvanas costuras de soledades y lejanías, tejes una telaraña de desesperanzas y eliges a tres o cuatro idiotas a los que dar toda la alegría que a mí me niegas.
Eres un hijo puta.
Nos niegas a dos seres insignificantes, una simple esperanza.
Nos haces la vida tan larga que pedimos a gritos la muerte.
¿No la ves? Está sola, está cansada, como yo. No hagas nada, mi Dios de mierda, simplemente mira a otro lado, deja que nos acerquemos despacio, con esperanza. Moriremos antes de llegar.
¿A ti que más te da, mi piojoso Dios?
Si tuvieras algo de decencia, crearías un cáncer en los testículos de ese vecino idiota que no sirve para nada. Yo lo jodería así y ayudaría a un buen hombre a cambio. Es mucho pedir para ti ¿verdad?
Tú no buscas dormir tranquilo, sonriendo por esos pobres diablos que al fin se han besado.
Es más excitante para tu gran pene sagrado ver como la piel de unos niños se pega a sus huesos y sus ojos son los abrevaderos de cientos de moscas. Te conozco Dios, no sirves, eres un gran error que se retroalimenta de volubles designios, que son inescrutables porque simplemente no existes. Te creamos los desesperados de la ilusión. Te creamos los ateos ante la frustración de vivir cada día aquí, en este lugar que creaste sin existir.
Solo eres una conciencia colectiva, una pantalla de autocine.
Una simple abeja reina que lanza sus feromonas indiscriminadamente, sin voluntad, sin inteligencia.
¿No ha habido bastante dolor? Mira, hay mucha gente a la que matar, a la que enfermar, los hay a millones. Gente que se lo merece de verdad, te lo digo yo.
Deja de mirarnos, no somos nada, no importamos más que a nosotros mismos.
Deja que nos aproximemos, no puede hacer daño a nadie. Nos duele todo el cuerpo… Nuestras vidas están ya muy avanzadas o castigadas, puedes llamarlo como te salga de la polla; pero búscate otra distracción.
Yo la beso, la abrazo y tú miras a otro lado o matas a un bebé durante esos instantes, no importa.
Simplemente no nos prestes atención. No somos peligrosos, puto Dios.
Como me gustaría cortarte el cuello y que la sangre caiga sobre la humanidad, crear con tu sangre diosa una plaga de dimensiones cósmicas.
Tengo mis sueños, tengo a mi amor tan lejos en tiempo y distancia, que ya no sé si es amor o una locura de mi mente apaleada. De mi ánimo cansado de tu aceite hirviendo goteando encima de mí.
Tal vez sea el agobiante peso de tus designios lo que me hace pensar que alguien me pueda querer solo un poco. Que alguien me pueda estar esperando. Porque tú no das tregua, si por ti fuera, comería cristales rotos todos los días, todas las horas. A veces me oculto de ti, por eso sigo vivo.
No creo en ti, no existes; pero deberías ser. Alguien tiene que ser responsable de todo esto, de mi cuerpo, de mi cansancio, de mi boca seca, de mis lágrimas que son legañas puntiagudas como erizos anclados en mis lagrimales.
¿Estarás contento si consigo llorar sangre? Déjame ciego y que ella me guíe.
No te pido nada, solo pido, Dios de la mierda, que me ignores. Que la ignores a ella, porque mi sufrimiento lo puedo sobrellevar; pero el de ella… Es algo que me pudre las entrañas. Me duele ella más que yo mismo en llamas.
Que niegue tu existencia es lo mínimo que puedo hacer, porque yo sí que tengo algo de dignidad. Necesito devolverte todo el mal que nos has hecho.
Fíjate en esa mala mujer, haz que de su coño nazcan hijos muertos cada vez que mee. Céntrate en la asquerosa, se lo merece. Y dale así un respiro a mi amor. Déjala que se levante, ya se ha arrastrado bastante. Déjanos llegar con vida al abrazo ansiado.
Eres un hijo de puta, a los buenos destrozas y la idiotez premias.
No lo haces expresamente, Dios imbécil, solo haces lo que puedes. Eres un accidente del universo, algo aleatorio. Alguien te matará desde una galaxia lejana, alguien que sepa de tu podrida inexistencia.
Alguien disparará una andanada de ondas quarkianas y mi cabeza estallará y morirás.
No te creas tan Dios.
Solo vives en mi mente cansada de tanta banalidad y envidia.
Solo eres una moneda lanzada al aire con un pulgar torpe.
Aún así, eres responsable ante mí y ante ella de nuestro cansancio vital y de unas lágrimas excesivas.
No creo en ti, pero te odio y desprecio tan profundamente como a ella la amo.

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Iconoclasta

Quiero ser desconocido.
Oculto e ignorado.
Que nadie sepa lo que te amo. Que nadie imagine que eres deseada por mi cuerpo y mi alma hasta la obscenidad y la paranoia.
Porque los hay mejores que yo, y si te pierdo, me muero.
Y me da igual morir; pero no así, sin ti.
Podría llorar con solo pensarlo.
No hay nadie mejor que yo, te lo juro, solo tienen suerte. No hay nadie mejor que yo amándote.
Es mi íntima vanidad este deseo titánico por tu piel y por tu pensamiento todo.
Los fuertes y tenaces no tenemos suerte, perdemos y ganamos a pulso, abatidos por el cansancio, con los párpados escaldados por el sudor. Nos mordemos los labios de deseo.
Y los puños.
No es de extrañar esta sonrisa un poco torcida y sangrienta.
No soy inteligente, pero amarte así, no es de tontos.
Tú puedes decir que soy idiota y nadie nos molestará. La chusma está tranquila si no siente la mordedura de la envidia.
No soy vanidoso, no quiero lucirte como un premio. Ocúltame.
No le digas a nadie que eres para mí un ser de otra dimensión. No le cuentes a nadie que el café humea íntimamente para nosotros en la mesa todas las mañanas. Su aroma es el inquebrantable testimonio de que la noche nos ha cubierto y la mañana nos ilumina juntos de nuevo.
No le digas a nadie que te amo con esta importancia casi agónica. Porque irán a por mí y no tengo tiempo para pelear, no quiero hacerlo. Toda la vida he peleado, y si me sobran fuerzas, es para quererte.
No quiero perder más tiempo, me lo he ganado todo. Te he ganado palabra a palabra, segundo a segundo, beso a beso, silencio a silencio…
Esperando, esperando, esperando…
Es mi turno de amar tenaz y serenamente.
Secretamente.
Yo estaré tras un árbol admirándote, esperando que no haya nadie en la calle para besarte toda; a traición y con alevosía, por la espalda con mis brazos apresando tu vientre.
Con una erección entre tus nalgas, así de obsceno, así de hombre, así de loco.
Así te amo.
Déjame ser la bestia solitaria en el día que te ama secretamente bajo el sol y con descaro en la oscuridad o bajo la luz artificial del hogar.
Déjame ser la fiera que te asaltará en lugares despoblados, en los momentos en el que la humanidad dormita o celebra sus inutilidades, miedos y frustraciones.
Estoy a salvo de esas cosas contigo, amándote. Soy tu androide aparcado en el armario de las escobas, esperándote.
Mantenme oculto y secreto, mi amor.
Es por mi bien, es por mi tranquilidad.
Que nada ni nadie me robe un instante para amarte.
Perdona que te cargue con esta responsabilidad.

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Iconoclasta

Ha reventado algo muy adentro, como si una bolsa con agua caliente se hubiera roto de repente y diera un calor extra al corazón y los pulmones.
Una molestia mortificante que mantiene contraído el estómago; pero no es el estómago, es algo mucho más profundo. Imagino que es donde reside el alma.
¿Por qué envía el cerebro tan lejos y recóndita el alma? Te llevas las manos al abdomen para nada. No hay consuelo, ni siquiera me acerco al alma emocionada y contrita.
Atendiendo al estómago, no puedo frenar esa agua tibia que se derrama por todo el cuerpo para llegar a la entrepierna.
Una erección, por extraña que sea, distrae de la metafísica. Es el obsceno anclaje a la realidad.
Lo que me hace suponer que mi pene es más poderoso que mi pensamiento.
Y concluyo de la forma más lógica que soy idiota.
Un idiota con las entrañas inundadas de esperanza e ilusiones y con la polla tiesa…
Es de risa…
No reniego de mi naturaleza básica y simple como una canica.
Está bien así.
Me quejo de mis pretensiones intelectuales. Debería ser más elegante y no escribir de esperanzas y amor con esto tan duro entre las piernas.
Debería callar y simplemente masturbarme.
Soy malo conmigo mismo, despiadado.
Todo va junto, es un lote: amor y sexo.
Tampoco hay tanto misterio. Me canso de pensar.
Siento rabia de tener cerebro y usarlo demasiado.
Estoy furioso, porque mi temperatura interna ha subido y el agua que me inunda dentro me asfixia.
No soy un romántico, soy un hijoputa que ama y folla.
Que la mete y lame.
¡A la mierda! Si te amo te la meto.
Que nadie me joda más. Sobre todo yo mismo.
Toda esta calidez que sobrecalienta mis órganos va dirigida a la polla. No es amor, o tal vez sí; pero me duele de dura que está. Y eso no mejora mi humor.
Ni mi equilibrio mental.
Ahí, en algún lugar profundo de mi estómago está el amor, un núcleo duro, inconfundible.
Como un tumor inoperable.
El amor se esconde profundo.
Tal vez por ello te la quiera meter. Follarte es buscar el tuyo, querer golpearlo con todas las venas de mi rabo. Así de básico, así de sencillo.
La obscenidad va de la mano de la sinceridad.
Y el romanticismo solo esconde la semántica de follar y correrse. Eufemismos que hacen perder un tiempo precioso.
Y cuanto más pienso en ello, más me desboco.
Me torno tan profundo como irracional.
Es hora de mostrar la locura. El rabo duro y mis manos en el abdomen buscando un consuelo.
A la mierda el civismo y atávicos prejuicios.
Yo solo doy amor y semen.
Y por favor, solo pido unas horas de paz para alejarme de esa metafísica que contrae mi estómago y esa irracionalidad que mantiene el glande empapado.
Quiero dejar de ser incomprensible por unas horas, solo quiero ignorar que existo entre palabras, risas, humo y comida.
O llantos, da igual…
Algo sencillo, algo sincero para variar.
O simplemente odiar, odiar es sencillo y fácil. No se necesita un riego sanguíneo tan potente como para mantener una erección.
Me basta con ignorar que soy incomprensible a mí mismo.
Que Linda Ronstadt cante Blue Bayou…

Iconoclasta

https://www.youtube.com/watch?v=GVu1xUDg66Q

«La soledad es su naturaleza, o una parte de ella. Porque su otra naturaleza se marchita de pena entre savia y fibras que no acaba de asimilar como suyas.
Las noches son el descanso de los árboles, la fotosíntesis es agotadora.
El vegetal se retira y da paso al hombre.
Al hombre más solo del mundo.» (Iconoclasta)

Para leer en:
http://issuu.com/alfilo15/docs/el___rbol_humano_libro
y
http://binibook.com/details.php?id=1656

Pensar en ella es llevarme la mano al pubis y evocar su monte de Venus poblado de rizados vellos blancos que apenas cubren una raja profunda y húmeda coronada por un pequeño y duro clítoris. Un arrecife que emerge en entre sus rosados pliegues y es imposible evitar.
Uno naufraga inevitablemente en su coño de luz.
Sus ojos son tan claros que deseo que no los abra, porque parece un ángel, un ser ultraterreno.
E impone respeto follarse un ángel.
Los pliegues de la vulva son pétalos de rosas pálidas y las venas que recorren sus pechos son ríos subterráneos bajo esa piel blanca como la leche, como mi semen.
Las pestañas apenas visibles son alas de mariposa que aletean sincronizados con los movimientos de mi lengua hostigando su clítoris.
Alba… Sus pezones contrastan con fuerza en su piel albina, como dos bombones que deshacen en mi boca con cada succión desbocada y dolorosa que la hace jadear entre el bien y el mal.
Cuando tensa la pelvis para que mi pene se entierre más profundamente en ella, las crestas ilíacas parecen rasgar la nívea y fina piel que las cubre. A veces sueño que sangra cuando la follo.
Me pregunto si su nombre tiene que ver con su hermosa tara. Me pregunto si Cristo se hubiera dejado matar si hubiera conocido la luz de un coño igual.
Su coño es pequeño y estrecho, acoge mi pene con fuerza.
Es ahí donde me doy cuenta de que me ama, cuando su coño me desea, me atrapa. Me succiona entero, no expulso el semen, ella lo aspira…
Alba mi esposa blanca, carne hecha luz.
Cuando pienso en ella y su pálida naturaleza, me masturbo en lavabos sucios como un ser de la oscuridad mental, como un maníaco, compulsivamente. Soñando el momento de volver a casa y follarla y comerme su coño pálido como carne cruda mojada.
Alba vive alejada del sol, porque la belleza angelical de su piel es su condena. El sol la quema.
La jodo en la penumbra alumbrando su piel con tres velas.
Sus pechos lucen llenos de cardenales que mis labios provocan en esa piel de seda blanca.
Sus dedos de porcelana descubren y dejan indefensa la vagina a mi boca y mi polla, y una prematura gota de semen translúcido emerge de mi glande amoratado para caer en sus muslos trémulos de deseo. Sus blancos ojos ciegos tienen un don especial para sentir el deseo y la agresividad que mi pene emana.
Cuando retiro mi pene de su coño tengo la fugaz visión de que es blanco. Contrastan en la carne las venas henchidas de sangre que mantienen la erección, mientras expulso restos de esperma en los ecos del orgasmo.
Ella no lo sabe, pero mancho mis dedos con carbón y ceniza para dejar su cuerpo lleno de mis rastros.
Su melena blanca y lacia a veces cubre su rostro y creo que jodo a una divinidad.
¡Dioses de mierda…! Cuando mi verga se clava en ella, cómo contrastan los sexos.
Su coño pálido…
Se la meto y la saco a un ritmo muy lento, para hacerme blanco como ella y convertirnos en un rayo de luz.
Solo hay un pequeño defecto en su piel: entre sus omoplatos hay una zona oscura y rugosa, como una peca deforme, es un cáncer. Es lo único oscuro que hay en ella. Y me desespera, me da miedo.
Cuando la he follado, unto mis dedos con semen y froto esa zona oscura y mortal para hacerla blanca.
Tengo mis propias ideas sobre la quimioterapia.
No estoy enamorado de ella, no me importan sus ideas, sentimientos y emociones.
Solo me importa su piel. Es tan blanca que parece que una luz la alumbra desde dentro.
Dentro de su coño, dentro de su pecho…
Solo quiero metérsela porque es follar una luz.
Todas esas marcas en su piel la convierten en mi posesión, en mi muñeca penetrable de porcelana.
Otro Pinocho que consiguió ser humano.
Luz hecha carne…
Eso es ella y su precioso coño.
No soy un hombre bondadoso que carga con una bella ciega albina, de piel tan blanca y bella como enferma. Lo hago porque estoy enfermo de obsesión por su piel.
No me gusta que hable, porque su voz no es blanca como la piel que apenas consigue cubrir las venas de sus pequeñas y firmes tetas.
Era adolescente en el barrio y la veía crecer cada día. Obsesivamente.
La admiraba en la calle cuando caminaba del brazo de su madre, cuando sus pechos empezaron a formarse.
Durante años esperé a que se hiciera adulta, era mi sueño, mis pajas, mi obsesión.
Alba, la hermosa ciega albina.
Cuando ya caminaba sola con su bastón por la calle, la saludé. Con el tiempo conseguí que me amara.
Tiro del prepucio y el glande luce baboso y brillante a la luz de las velas.
Me preocupa que muera, no quiero quedarme sin mi Pinocho de coño blanco.
Mañana irá al médico por el creciente dolor de la espalda, la jodo, le meto la polla hasta en el ano y la hago gritar sin que sepa bien si es dolor o placer. Su ano es rosado…

Alba ha muerto y su piel blanca se ha evaporado por las llamas del horno crematorio en un ataúd blanco que exigí para ella.
No sirvió de nada mi semen en esa llaga mortal, ni tampoco la quimio, ni la cirugía. El cáncer de la piel horadó sus pulmones y luego su cerebro. Se convirtió en pocos semanas en un esqueleto cubierto de piel amarillenta. Tenía treinta y un años. Y cuando agonizaba, le mentí diciéndole que la había amado y que la amaría siempre.
Mantengo tres velas encendidas, en la habitación y en el desván. Me hace sentir bien, como faros en la oscuridad.
No hay mujeres como Alba, nace una cada dos o tres generaciones, no encontraré nada igual en lo que me queda de vida.
Tres meses sin Alba… Mi puta polla va a estallar.
El desván huele mal, hay botes de pintura blanca de todo tipo: acrílico, esmalte, al agua, óleo, acuarela… Pero no consiguen recrear la piel. La blancura y la luz de Alba.
El desván huele mal porque hay tres cadáveres de mujeres hermosas. Y la pintura blanca con la que están cubiertas, no consigue aliviar el olor a descomposición.
No consigo que sus pieles parezcan luz y cuando penetro esos cadáveres apestosos, no siento nada, solo el frío de la muerte en la punta del pijo.
Mi pene también está corrupto, lo pinto de blanco en honor a Alba; pero la piel no soporta la pintura y sus componentes. Se han formado llagas de pus que se extienden al pubis y los testículos.
Yo mismo huelo mal como un cadáver.
Las cucarachas corren por encima de la cama y entre los vasos y platos sucios de la cocina. Hay excrementos de rata en el suelo. Los párpados y los labios de Alba 1, la primera que llevé a casa y le clavé un punzón en la nuca, han desaparecido roídos por esa rata que caga por toda la casa.
Yo solo busco lo blanco. Solo quiero que Pinocho de porcelana cobre vida y sea de carne hecha luz.
Mi obsesión choca con la realidad: es imposible; pero soy tenaz.
Separo las piernas de Alba 2, y le meto una linterna en el coño agusanado, pero su piel no emite luz. No es como mi Alba.
Alba 3 descansa sobre una caja de madera con el cuello roto y parece reírse de mí con la cabeza colgando y la boca supurando humores de descomposición.
Yo también reiría si viera a alguien tan tarado como yo mismo.
No tengo otra cosa que hacer hasta morir; así que me meto en el baño y me aseo.
Doy un un portazo a toda esa sordidez y salgo a la calle en busca de otra mujer. Me siento como Gepeto creando un muñeco de piel blanca y luminoso como la porcelana.
¿Cuál es el secreto para hacer luz de la carne?
Alba 4 baila sudorosa entre decenas de hombres y mujeres, su piel no es tan blanca como la de Alba. Me acerco hasta ella y contoneo sin ganas mi cuerpo al son de una música que me da dolor de cabeza.
Solo soy feo por dentro, así que le digo: Hola.
Y ella me sonríe y me responde: Hola…
En dos horas he conseguido que se embriague y le ofrezco llevarla a su casa en mi coche.
Acepta. Cuando se ha sentado a mi lado me pregunta: ¿Cómo te llamas?
Gepeto, le respondo.
Y no acaba de entender, aunque le hace gracia el nombre. Está encendiendo un cigarrillo cuando hundo entre las costillas una afilada y larga varilla de acero, (no quiero estropear demasiada piel, podría funcionar esta vez). Tampoco puede gritar porque le he dado una descarga eléctrica en el cuello. Sus cuerdas vocales están contraídas y su cerebro habrá subido repentinamente de temperatura.
Cuando llego a casa, hace rato que ha dejado de respirar, y solo una pequeña gota de la sangre que ha invadido su pulmón asoma por la comisura de sus labios.
Espero que esta vez funcione. Que Alba, la luz hecha carne, vuelva a mí, a mi pene, a mi lengua.
A mis dedos sucios.


Iconoclasta

«La soledad es su naturaleza, o una parte de ella. Porque su otra naturaleza se marchita de pena entre savia y fibras que no acaba de asimilar como suyas.
Las noches son el descanso de los árboles, la fotosíntesis es agotadora.
El vegetal se retira y da paso al hombre.
Al hombre más solo del mundo.» (Iconoclasta)

Para leer en:
http://issuu.com/alfilo15/docs/el___rbol_humano_libro
y
http://binibook.com/details.php?id=1656