Archivos para septiembre, 2018

Hay que ser prácticos y evitar sentimentalismos anales.
Si los humanos pudieran comprarse y venderse (no necesariamente para ser esclavos), la especie humana mejoraría y las malas madres y padres no causarían tanto daño a sus hijos.
Hay que empezar a invertir en buenos ejemplares de crías humanas y sus reproductores.
Porque dejando de lado moralismos falaces e hipócritas (como lo son todos desde que el hombre tuvo la infeliz idea de votar en una piojosa urna buena para nada, que instaló alguna hija de puta- en inclusivo-): ¿Por qué no comprar y vender seres humanos en lugar de torturarlos, esclavizarlos, violarlos, aplastarlos, machacarlos, quemarlos, matarlos, arrancarles las uñas o educarlos para ganado llorón, víctima hasta el martirio, pacífico, manso y de buen talante obediente?
El comercio es mucho más humanitario que cualquier gobierno que haya existido, exista o existirá.
Porque si quieres vender hay que cuidar el producto (los productos de bazares chinos no encajan con esta filosofía, es una rara excepción que triunfa dada la pobreza del trabajador).
¿Para cuándo un adolescente sin granos, de buena genética y con un cerebro medianamente operativo por dos mil novecientos noventa y nueve euros en cuarenta y ocho meses sin intereses? O un rollizo y simpático bebé de tres años para usarlo en videos de juegos tiernos entre animales y niños, de esos que a la chusma se le cae una baba espesa mirándolos. Los bebés tal vez sean más caros; pero triunfar en yutup, aunque sea efímeramente, bien lo vale.
Incluso habría una sección de saldos: padres y madres que han matado a sus crías a palos, o bien los han cebado con droga y veneno hasta tornarlos azules o violetas. Se podrían vender a precio de leña para usarlos en las hogueras de San Juan en las verbenas familiares. La leña grita ardiendo y junto a los sonidos de los petardos se crea así una noche mágica. Es una cuestión de saber vender, hasta la mierda se vende. Precioso…
Qué emoción, estoy hasta nervioso.

 
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Iconoclasta
Foto de Iconoclasta.

Eso de no fumar en el coche…
¿De verdad se puede pensar alguien que en mi casa y mi coche no haré lo que me salga de la polla?
Idiotas, chapuceros Gran Hermanos de mierda…
Patéticos dictadorcillos.

Aunque no sea elegante decirlo, mi pose no es casual, no es relajada.
Es todo lo contrario: tensa y premeditada.
Cerca de ti reacciono con animalidad.
Y siento vergüenza de mis bajos, duros y húmedos instintos.
Intento ocultarlos; pero sin darme cuenta presiono más de lo necesario.
¿Y sabes, cielo?
No tienes aptitudes de psicóloga, causas emociones hermosas; pero entre ellas no se encuentra la relajación.
No es un reproche, es desesperación por sentarte cuanto antes en mis rodillas no relajadas.


Yo, un blasfemo…
Y te rezo.
Yo, un renegado…
Y te adoro.
Yo, un derrotado…
Y te conjuro.
Yo, un ateo…
Y eres dogma.
Así todos los días
todas las horas.
Eres mi liturgia.
Yo, tu discípulo…
Tu malaventurado siervo.

 

 

ic666 firma
Iconoclasta

Primera fase: bien de mañana, al despertar cualquier cosa que veo en las noticias o en la calle me altera, me cabrea; me ofende la idiotez nuestra de cada día como el mejor de los panes rezados al padre suyo. Me transformo en El Grito de Munch (más bello) y grito absolutamente descontrolado lindezas tales como: subnormales, puercos, asquerosos, tarados, hijos de puta e hijas de puta.
Segunda fase: ya más tranquilo me depuro la nariz y sus miserias con absoluta concentración y total indiferencia hacia la raza humana y sus alegrías y dolores. Me las van a pagar.
Tercera fase: mi poderoso cerebro y portento de vanidad justificada, ha sintetizado y descifrado las frecuencias misantrópicas y codificado en sabias e hirientes palabras, la suerte está echada. Escribo lo peor, de la peor manera. Después, con un buen cigarro colgado de mis sensuales labios, miraré al horizonte con mirada épica y provocaré las más rotundas humedades en las entrepiernas femeninas; accidental y desgraciadamente en algunas masculinas también; hay cosas que se escapan a mi control aunque nadie lo crea posible dadas mis aptitudes cerebrales.

Como si un cocinero paranoico hubiera batido el cielo para crear una enorme y apocalíptica nube con el único fin de inquietarme.
Y mientras esa enorme muralla ocupaba todo el horizonte, yo pensaba en un ataúd y la hermeticidad.
He encendido un cigarro y al final del día he sonreído. Tal vez, imaginar el fin es alentador cuando has vivido asaz.
Gracias cocinero loco, no te olvides la medicación.

Diplomáticos y políticos de exteriores son los actuales sacerdotes de la secta farisea.
No entiendo (sí que lo entiendo: dinero por un trabajo que no es tal, solo un divertimento banal para ambiciosos hijos de ricos) porque tanta algarabía de retórica sentimentaloide por Idlib, ciudad de Siria atiborrada de yihaidistas.
Es bueno que mueran los malos, los yihaidistas.
Muy bueno.
Tal vez, a las familias de esos arribistas ambiciosos de falso talante progre y tolerante, respetuosos hacia toda vida por cerda que sea; las debería atropellar un subnormal conduciendo un camión o camioneta gritando que el puto Alá es grande.
Cosa que les encantaría, porque les daría un empujón a su carrera política otorgándoles un halo de santidad que explotarían pidiendo paz en nombre de sus hijos muertos.
Qué puta mierda…
Hay que leer La Torá y observar la estricta y correcta ejecución de la ley del Talión. Es la única que puede reparar los daños que se han hecho y declarar a los vencidos muertos y a los triunfadores trabajando de una puta vez. Sin más discusiones inacabables que dan dolor de cabeza y aburren a las ovejas que balan desesperadas porque no pueden apagar la puta televisión.
Confío en los judíos y su sincera capacidad de odio y venganza.
Eso es talante y lo demás es mierda.
La política eterniza las guerras, y también el afán de ser el más bueno y piojoso tolerante en las redes sociales y medios de comunicación.
Parafraseando a Jesucristo con aquello de “Dejad que los niños se acerquen a mí”: Dejad que yihaidistas y otros musulmanes se maten entre sí.
Porque lo malo es bueno que muera.
Y lo que es más importante: en mi casa hago lo que me sale de la polla, independientemente de a quien le guste o no. Es justamente lo que están diciendo mientras matan tan ricamente.
Como siempre, no es mi problema; pero si todos dicen sus imbecilidades, yo también puede decir mis absolutas e inquebrantables verdades.
Y además, no cobro ni un cochino céntimo.
Me deberían felar largo y tendido por ello.

Está roto y da mucha pena, es muy pequeño.
Misericordia…
Un bebé ha caído del cielo con un llanto y ha quedado inmóvil y mudo en el suelo. Hay sangre en su cabeza.
¿Cómo puede caber tanta muerte en algo tan pequeño? El cielo ríe pérfido, entrecortadamente.
Mi mundo es sórdido y temible.
Y una luna de manteca rancia, canta desafinada la inaudible canción del horror haciendo coro a los silencios mínimos.
¿Qué pasa conmigo?
El bebé parece un amor roto.
Por favor…
Porque los amores son pequeños para hacerlos secretos. O para que quepan en el corazón.
Y a veces se caen al suelo y se rompen y ya no se mueven más.
Como bebés que llueven llorando.
Y tú te rompes un poco con ellos. Mucho…
Mi mundo es sórdido y temible.
Misericordia… No más, no más lluvia, por favor.
Me quiero ir de aquí.
ic666 firma
Iconoclasta

Una vez muerto no te amaré ¿lo sabes, verdad?
Me quedan un par de segundos y a ti muchas horas para ser contadas.
Una vez muerto no sufriré la tristeza de tus no-besos.
Y tú… No sé, tampoco importa. No habrá inquietud o duda alguna en mi cadáver.
Morir es absolutamente solitario, íntimo hasta la absoluta exclusión de todo.
Lo que ocurra después solo atañe a los vivos.
Es lo bueno de morir.
No es bueno, es tranquilizador.
Mis labios secos no acaban de conseguir suficiente saliva para hidratarse. No es síntoma de muerte, siempre ha sido así amarte, nunca ha sido suficiente.
Siempre sediento de ti…
Silenciosa e incontenidamente sediento en mi fría oscuridad.
Pasan los segundos que dibujan el marco dorado e ígneo de una puerta de emergencia mágica, el neón titila con letras moradas: Es tarde.
Te he amado mientras he vivido.
Corto y cierro.
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En Telegramas de Iconoclasta.