Archivos para julio, 2019

Esto de los «queer», esos seres humanos que van más allá del hetero y homosexualismo constituyéndose en un «nuevo género sexual raro e inclasificable».
Viene a ser otro eufemismo para explicar a los niños en las escuelas, que por ejemplo, Caperucita Roja era una «queer» por su relación gerontofílica con su abuelita, amenizada con su impudorosa exhibición ante el lobo (sabiendo que era observada sentada en la cara de la anciana). Lo que irremediablemente la llevaba a tener relaciones sado-zoofílicas con el feroz animal en la espesura del bosque. Luego, ya satisfecha por todos los agujeros, camino de su casa sentía deseos de suicidarse mientras masticaba amapolas a boca llena.
(Por esta razón el cuento ha sido momentáneamente censurado en las escuelas hasta que consigan adulterarlo adecuadamente).
O sea, tenía el cerebro hecho mierda y un gran desgaste ano-vaginal. Y cómo no, una profunda crisis existencialista identitaria.
Es la ultra metafísica pokémon-evolución de gays y lesbianas.
Coño, no es fácil ser «queer», pobres…

(Mi fe impía / un credo incorrecto)

Creo en la violencia como resolución de los conflictos y reafirmación de la dignidad.
Creo en la épica del combate cruento.
Creo que sangre con sangre se paga.
Creo en el rencor más que en el amor.
Creo en la única cópula: la de macho y hembra.
Creo en la prostitución como alivio a la lujuria de la soledad y la narcosis.
Creo en la envidia como motor de la sociedad.
Creo en la compraventa de seres humanos con legales facturas y documentos de propiedad.
Creo en la ofensa y la falta de respeto.
Creo en la corrupción de jueces, ministros y sacerdotes.
Creo en la tauromaquia, en toda esa sangre y el dolor de las dos bestias. La violencia, la sangre y el dolor son lo más efectivo contra la disfunción eréctil.
Creo en la mentira, escudo contra la hipocresía; aunque parezcan lo mismo para un observador negligente.
Creo en la voladura de la sociedad con explosivos para la creación de una nueva digna y limpia.
Creo en la obstinada y obscena voluntad de mi rabo erecto ante una mujer hermosa con ropa ajustada. De tetas y culo rotundas.
Creo en mi propia abominación.
No creo en dios; pero amén.

(Credo in malum)

Iconoclasta

Es sencilla y hermosa (una lágrima no es).

Un átomo de tristeza y otro de alegría (payaso no es).

Vive invisible en la punta de los dedos que desean tocarla como un secreto (bichito no es).

Es tan delicada que la luz puede romper (pompa de jabón no es).

Su mamá es una dulce melancolía (un tren que se aleja no es).

¿Qué es?

UNA TERNURA.

Dada mi gran perspicacia fijo que se trata de alguna especialidad culinaria. Llevo ya un tiempo preguntándome que es un “khashoggi”.
¿Un civet? ¿Una menestra? ¿Pollo trinchado? ¿Un pez venenoso como los de los nipones? ¿Una pizza exótica?
Soy un bon vivant inquieto.

En Telegramas de Iconoclasta.

Hay momentos que desciendo suave y desidiosamente por la pendiente de la idiotez. Y mientras mi cerebro se vacía y me siento feto sumergido en imbecilidad; pienso con una estúpida sonrisa: Que os jodan. Para lo que me queda en el convento me cago dentro.
Dios me mira con ojos terribles y yo le pregunto: ¿Y a ti que te pasa?
Y ríome, ríome, ríome, ri… rio… ri…