Escribir a mano con tinta y papel no tardará mucho en ser delito ya que el estado/dios instaurado a nivel mundial mediante el coronavirus, no puede controlar estos escritos que no se realizan electrónicamente. Hasta que por decreto de necesidad y virtud obligue a implantar en las recién nacidas crías humanas un dispositivo cerebral de seguimiento para controlar semejantes actos de libertad e individualismo como escribir fuera de las alambradas electrónicos de la actual fascismo estalinismo homosexual, sanitario, agenda 2030 y nazi sanitario o woke. El estado/dios teme y odia la libertad de escribir sin conexiones porque no puede pervertir, censurar o eliminar contenidos analógicos de anónimos seres humanos. Se caga de miedo de que haya y vuelen papeles por el mundo que critiquen a sus jerarcas nazis y doctrinas homosexuales nazi-islámicas de destrucción de libertad, inteligencia y conocimiento. Escribir con tinta y papel va a ser muy difícil de realizar o aprender por las futuras generaciones. La digitalización salvaje del estado/dios es un oscurantismo que devuelve al analfabetismo y servilismo medievales a las castas parias obreras y pobres. Todo fascismo arrasa con el conocimiento y el valor.
Si hay un claro candidato para la administración y desarrollo del Ministerio de Censura del Nazismo Mundial Carcelario Homosexual y Clima-sanitario, es Amazon. Se ha convertido en el mayor censor de todos los tiempos, incluso se inventa cosas ofensivas, como avisar al televidente del consumo de tabaco o alcohol en la película o serie como si ya fuera algo pornográfico; y así ofensivo para un pobre cabestro habituado a la vacuna y al bozal, que vea humo salir de tu boca. Amazon, y en general todas las compañías de streaming, está haciendo méritos porque el Estado (cualquiera del mundo) no dispondrá de suficientes medios para gestionar la censura de los contenidos audio visuales en internet; la manipulación y censura en enseñanza, prensa y televisión necesita muchos recursos. Es por ello que la censura en internet se privatizará. Y Amazon es uno de los buitres que busca su tajada con gran ahínco y fanatismo. Con la nueva versión de aquel bodrio de los ochenta y noventa del siglo pasado: Humor Amarillo, en su primer capítulo por boca de los tristes comentaristas absolutamente faltos de gracia, se adoctrina al público que Humor Amarillo está prohibido por Amazon. ¡Cuidado! Incluso pensarlo; porque podría constituir vejación para la raza oriental. Así que los tontines comentaristas-tamagochis invisibles te educan muy seriamente, pero con tonito infantiloide, en que el programa se llama El Castillo de Takeshi, como en Inglaterra se llamó al bodrio en cuestión en aquellos años pasados. Luego, como si hablaran para absolutos retrasados mentales, insisten sin gracia alguna en que no es Humor Amarillo cinco o seis veces más hasta que empieza la mierda de programita para descerebrados. Un día Amazon será dueño del Ministerio de Censura del Nazismo Mundial del Coronavirus, y si se os escapara la expresión “Humor Amarillo”, no os otorgará el certificado de ciudadano nazi ejemplar y por tanto, no podréis acceder a ningún comercio, ni siquiera para comprar comida. Sin embargo, se admitirá vuestra tarjeta de crédito para alquilar contenido mierdoso en su zona de streaming, en la que dispone de un amplio catálogo de miserias valiosamente clasificadas con avisos: Consumo de tabaco, consumo de drogas, consumo de alcohol, desnudez, lenguaje malsonante, violencia, sexo, imágenes aterradoras, y todo aquello que con el tiempo decrete ofensivo. Pareciera que Amazon tiene un catálogo de monstruosidades, porque toda película o serie está llena de avisos de posibilidad de ofender al público; pero es mentira, incluso en los telefilmes más soporíferos y para mayores de ciento treinta años (por ejemplo una escena de un viejo pescando en silencio durante hora y media), te avisa del peligro de que alguien en una escena pueda salir bebiendo una copa de vino. Cuando administre Amazon el ministerio de la censura, si se os escapa en público la expresión Humor Amarillo, os tratarán exactamente como si no estuvierais vacunados de la covid-19 y por tanto no llevarais en el brazo el brazalete nazi de respeto y afiliación al régimen. Escuchad con atención a los tristes comentaristas del bodrio El Castillo de Takeshi 2023 y borrad Humor Amarillo de vuestras mentes. Y nada de mencionar a aquel famoso “chino cudeiro” quien quiera que fuese, porque nunca nos mostraron a quién se referían. Solo lo nombraban y yo buscaba al chino gallego con afán paranoico y no lo localizaba. Era angustioso. Se debe tener en cuenta que el Nazismo Chino del actual chino cudeiro Xi es muy estricto censurándolo todo en internet, y Amazon va a la caza de esa concesión del Ministerio de Censura China también. Y es peligroso jugar con Humor Amarillo. Más adelante os impregnaré de conocimiento sobre el humor negro, que es muy discriminador, carente de inclusividad alguna e incluso racista e insultante. Y también os contaré, bellas mujeres de mi glande rosado, inflamado y cremoso que sabe a frutas del bosque. Y digo mujeres, porque a los machos que les den, no soy maricón. En este instante estoy cometiendo la infracción amazoniana de lenguaje malsonante y homófobo; así pues he de ser diligente y rápido publicándolo pronto, antes de que Amazon obtenga la dichosa concesión del Ministerio de la Censura y me joda.
Las compañías de internet de suscripción a películas y series como Netflix, HBO o Prime Video. Que además actúan como las grandes inquisidoras de la libertad trabajando para el Nazismo Poscoronavirus Homosexual, han modificado la clasificación por edades de su material visual, si así se le puede llamar al noventa y nueve por ciento de basura que ofertan como entretenimiento. Las películas que en principio eran +7 han pasado a +16 y éstas a su vez, han ascendido en el escalafón de la censura a +18. Ni que decir tiene que apenas hay películas para mayores de dieciocho años, comprenden que con la violencia y el terror juvenil de la serie Crepúsculo, ya tiene el espectador que paga su suscripción harta violencia y temas adultos. Prefieren tener en catálogo las películas indias y filipinas, antes que el buen cine de los 70 u 80, por ejemplo. Y eso se debe a que las de los países subdesarrollados las compran por contenedores a precio de estiércol o morralla sin mirar ni un título; suelen ser blancas como la leche, cantan, lloran mucho y el homosexualismo es preciosista en ellas. El asunto de los hijos que son rebeldes porque solo dicen “no” a los padres (esa típica escena que madre y padre se miran asustados cuando el niño niega algo), es toda una oda a la familia cabestra unida que se vacunan con sonrisas y lucen su bozal con una dignidad, cuasi monacal. Por otra parte, en la ficha de la película los “peligros” que supone que el público (pagador para mayor inri) vea esa película infantil, se riega con un chorro de advertencias del porqué podría herir la sensibilidad de los cabestros: consumo de drogas (como en el parque infantil enfrente de tu casa y en los bares de copas) consumo de alcohol (también en el parque de tu casa), violencia (la misma que los borrachos en el parque de delante de tu casa) y la más extraña: avisan de consumo de tabaco, como si el tabaco fuera malo y narcotizara. O sea, mejor te asomas a la ventana y podrás ver gratis una película de adultos sin más remilgos de mierda, día sí, día no y fines de semana sesión continua. Homosexualizar a la población y debilitarla física y anímicamente son maniobras necesarias para todo nazismo o fascismo con las que obtener la fe y la mansedumbre plenas de la población en el estado. Tan importantes como el oscurantismo con el que vienen infectando desde los 90 la educación y la cultura. Y bueno, ahí está Netflix y Prime Video entre muchas, para trabajar para el Nazismo Poscoronavirus rabiosa y peligrosamente surgido sin pudor durante la estafa de la pandemia de coronavirus, o como se le llena la boca de piedad al nazismo español al llamarla “la covid 19”, que es el principio de la ternura aplicado a la semántica para subnormales que tan buenos resultados les ha dado entre la población cabestra. De nuevo, bienvenidos a la nueva Edad Media, las épocas más oscuras que jamás otras ha conocido la humanidad.
Hay algún restaurante en España, que en caso de que no bebas vino, licor o agua sin gas; si eres de tomar refresco en la comida, te convierte en hereje por muy descreído de todo que seas. Talmente como en los países moracos que prohíben cosas de todo tipo y elevan a rango de delito algunas costumbres. Como no avisan de que no sirven refrescos en ese restaurante, cuando te preguntan qué quieres para beber y pides cocacola, te miran como si hubieras dicho una barbaridad y fuera algo malo. Y te sueltan rigurosa, casi eclesiásticamente, que ellos no sirven refrescos más que un sucedáneo amargo sin más sabor que el saborizante a hiel. Agua sucia enlatada, en definitiva. Y por supuesto, sin gas. Una vez lo has probado, solo tocarte el agua sucia los labios, aprendes que tampoco les parece bien que esté frío. Y te arrepientes de haber entrado en esa mezquita y maldices tu propia ignorancia y suerte. La pura imposición es como un nabo metido en el culo que te incomoda. Porque a fecha de hoy, es más difícil no disponer de un refresco habitual que tenerlo. El dogma talibano-español es incruento, por ello das gracias a nadie (no soy crédulo) de que no haya ido a más la blasfemia cometida sin pretenderlo. Y si tienes cierto concepto elevado de la cordialidad, educación y del “vive y deja vivir”, no les dices que se metan su refresco vía anal y pides tu menú como haría cualquier persona sometida al nazismo, fascismo, comunismo, nutricionismo (humano-ganadero) o mariconismo; sabiendo que no te pasará otra vez. Soy “mu liht-to y ha prendo hen següida” a no meterme en mezquitas ajenas por muy camufladas que estén. Pero si lo piensas bien, lo peor está aún por llegar: cuando no sirvan en ningún restaurante español un refresco. Está bien, tampoco es malo; con no ir a restaurantes del régimen talibano, ya está. No problem (como se puede apreciar, sé inglés además de ser blasfemo). Lo malo será cuando prohíban vender los refrescos en las tiendas. Bueno… Siempre nos quedará internet, amazon, corte inglés, etc… Lo peor y lo verdaderamente escalofriante ocurrirá cuando prohíban su consumo y en España se empiecen a ver y ejecutar castigos públicos por beber refresco, como hacen los moros en algunos de sus países por cosas parecidas. Y lo peor de lo peor llegará cuando cuelguen a los bebedores de refrescos en las plazas de pueblos y ciudades, como los moracos en algunos de sus países y sus ciudades asesinan a su gente por algo parecido. Y lo peor, de lo peor, de lo peor, será que las imposiciones derivarán rápidamente en asesinatos e incineraciones masivas. Y se pondrán de moda otra vez los botones y peines de hueso humano vendidos a precio de artesanía chachi de exquisita tradición. En definitiva, hay que estar ojo avizor, observar como deriva el radicalismo alimentario en España y preparar los billetes de ida a otro lugar más relajado y libre en el que no te ahorquen por un vaso de cocacola o no debas envenenarte con un sucedáneo amargo y calientito (en mexicano). Y si te aplicas espiritualmente un metódico y forzado optimismo, concluyes que cambiar de aires es bueno para la salud, la libertad y la cultura. Mientras dure… Porque el fascismo y sus religiosidades asesinas se globalizan más rápidamente que la pornografía que no mata a nadie (si no te ven pelártela, claro).
¿Dónde escondes la libertad para que el hijo de puta no te la arranque? En el culo no, porque te lo petarán con hierros ardientes. En la cabeza tampoco, te la abrirán a martillazos. En los dientes menos, porque te colocarán electrodos en los genitales y se romperán cuando los aprietes por el dolor. Bajo las uñas ni lo sueñes, tienen alicates oxidados. No metas la libertad en la mochila del colegio de tu hijo. Olvídalo, hay pequeñas cabezas decapitadas clavadas en picas justo al lado de las banderas de los hijos de puta, a la entrada de los colegios. Podrías haber escogido traficar con drogas, los hijos de puta te la quitan, se la quedan y te dejan tranquilo. Hubiera sido mejor que traficar o usar la libertad. Has cometido delito de anatema. Podrías meter la libertad en una bala y disparar al hijo de puta por la espalda antes de que sepa que piensas libre y salvaje, sin escrúpulos concebidos, con las palabras exactas y precisas. Y a ver si luego es capaz de extraerse la bala de la cabeza y confiscar tu libertad si tiene cojones. O coño. O compra símbolos religiosos y los contaminas con tu semen libre y espárcelos por la calle, cuando algo es gratis la gente te lo quita de las manos huela como huela, o se agacha si es menester. Y se untarán los dedos y tal vez los labios con tu láctea libertad. Usa trocitos de banderas como pañuelos desechables… Lo cierto es que si hubieras escogido cualquier delito material tendrías posibilidades de sobrevivir; pero ¿escribiendo ideas libres con palabras descatalogadas y prohibidas por la moral de mierda? No sabes lo que has hecho, mano. Nunca debiste cometer esa herejía, por muy libre que te creas, por la verdad que sea. Si hubieras contado alguna superstición, como la religión o algo ideológico como política de ganadería de rebaños humanos o cháchara pseudo filosófica de magnates aburridos; tu vida no correría peligro. Desde el mismo momento que escribiste “El ojete del culo no es un órgano genital como una polla o un coño”… Que dios, si existiera semejante burro, se apiade de tu alma. ¡Huye!
Es aterrador para la libertad y la inteligencia que en los títulos de los anuncios de películas en la televisión, se censure la palabra “puta” tachando la t y la a con borrones. El fascismo avanza imparable, como el de Franco, como cuando yo iba a aquel puto colegio de recios y severos profesores de mierda. ¿A qué puritano fariseo puede ofender “puta” o cualquier otra palabra? Las palabras existen porque son necesarias, todas; para describir, definir, entender y expresar. Si tienes miedo a la palabra, eres un mierda, un pobre animal al que sacrificar y evitar el sufrimiento de la inteligencia, del saber y el valor. Quieren los fascistas puritanos crear de nuevo la oscuridad, el miedo servil y analfabeto a la palabra. Quieren cobardes puritanitos obedientes, de palabras melifluas susurrantes en la mezquindad de sus hogares, de sus establos. Es la época más oscura que he vivido, mucho más que el franquismo de mi infancia; donde aún no sabía calibrar lo que ocurría en aquella España putrefacta de oscurantismo, torturas y asesinatos. Malditos nazis meapilas maricones hijos de puta… Tachad esto. Los Ponzoñosos Señores del Oscurantismo… Se debe iniciar una guerra mundial de nuevo y que se vacíe el planeta de millones de seres humanos analfabetos, indolentes, censores y mansos con ínfulas de tolerante intelectualidad farisea. Si una palabra es perseguida y erradicada, incluso como recurso literario, las ideas merecerán pronto la condena de muerte de su autor. El neonazismo ha surgido con fuerza inusitada y venenosa gracias al terrorismo de los estados que infectaron a su población con el resfriado del coronavirus. Y ha hecho de millones de adultos, niños atemorizados y retrasados mentales Se debe observar como Google, el omnipresente y poderoso guardián del nuevo nazismo “democrático” trabaja la búsqueda de un título como la novela Memoria de mis putas tristes, de Gabriel García Márquez.
Si se escribe el inicio del título, Google autocompleta y te lleva, ocultando la palabra “putas” con “p”, a los resultados de la novela de forma automática. Pero si escribes la palabra “putas”, debes hacer “enter” para obtener resultados, porque como se ve, te viene a decir muy serio él, que la palabra “puta” está prohibida y si quieres buscarla lo hagas tú solito, que él es demasiado nazi:
¿La RAE, ministerios de cultura e igualdad, editoriales y profesores de escuela y universidad van a censurar el título de la novela? ¿Llegarán a un acuerdo nazi para que solo se llame “memoria de mis p tristes”? ¿Cuándo comenzará la cremación de libros como predijo Ray Bradbury en Fahrenheit 451? Ahora solo basta con modificar el archivo informático en pocos minutos. Y por esta razón que teman las librerías de libros de ocasión, esas sí que arderán más pronto que tarde. La censura del neonazismo “democrático” se extiende como la diarrea de un perro por las aceras de las ciudades y en todos los ámbitos de la población, incluso en la intimidad de las casas. Vamos a ver como gestiona la censura nazi una corrompida institución cultural prostituida sin rubor al neonazismo “democrático”, la RAE (Real Academia Española), y cómo trata en su diccionario de ideología nazi el término “puta”:
Cuando en el cole, con cuidado de que no nos viera el profesor, buscábamos “puta”, en nuestro diccionario, nos enviaba a buscar “prostituta” o “meretriz”, que se definían como “mujer que comercia con su cuerpo”. Y ahora veamos que dice un diccionario que no está aún prostituido a la ideología neonazi “democrática” como el diccionario Larousse:
Os deberían enseñar, niñas y niños, que las palabras no se comen a nadie, no son monstruos. Tan solo definen, califican y nombran cosas para comunicarlas con claridad por vía oral y escrita. Y así crear con ellas conceptos que puedas guardar en tu mente con mayor facilidad, el sistema mnemotécnico por antonomasia para la historia y la expresión. Porque si no existiera la palabra nazismo, no sabríamos como llamar a esos profesores, ministros, presidentes, sacerdotes, padres y madres que os roban y falsifican el conocimiento. Si os roban una palabra, os roban una idea; por tanto, niñas y niños, escuchad a vuestros profesores, al gobierno y a vuestros padres para no hacerles caso. No les creáis jamás, no aprendáis su basura farisea nazi. Desconfiad de ellos, incluso de vuestros padres, que seguramente ya estarán infectados de la censura del neonazismo que surgió como una lepra en marzo del 2020, cuando los gobiernos nos infectaron de coronavirus, y con ello, a millones de personas de mezquindad, cobardía, indolencia, servidumbre y mansedumbre (apuntadlas en una libreta, porque estas palabras pronto las eliminarán de los diccionarios también).
Recapitulación: Cuando se prohíbe la palabra, prohíben lo que define. Los gobiernos totalitarios usan esta técnica de condicionamiento de la población, para en este caso decir que la palabra puta está prohibida porque no hay putas. En ninguna gloriosa dictadura existen putas ni corrupción y estamos ante el mejor gobierno del mundo mundial. La retórica nazi es repugnantemente farisea, de un puritanismo que, ahora sí, hiere de verdad la sensibilidad. Y el hecho es que las hay, putas y putos a patadas; y están gobernando y decretando, niños, vuestra ignorancia e indefensión; en definitiva, el oscurantismo.
La peor muerte que existe es la del aburrimiento, no hay nada más desesperante que encender un televisor o que empiece la proyección y que las cosas que se deberían mover y hablar no avancen, convirtiéndose siempre en la exhibición de la misma postal durante años, sin ningún tipo de alegría. Y no es que exija alegría o fuertes emociones, simplemente me conformo con algo que despierte un mínimo de interés. Sé que es pedir demasiado en esta época de banalidad y mojigatería paterno fascista; pero insisto en no perder la esperanza. Y bueno, las pelis viejas, viejas son. No voy a comer siempre los mismos frutos secos rancios, coño. El cine más adulto y de calidad técnica se cometió (siempre hay basura, no soy un lelo) entre 1990 y 2010, a partir de aquí, comenzó a flojear con la censura y se convirtió en una saga estéril para todísimos los públicos de los héroes Marvel/Disney/DC Cómics y así, asqueados hasta el presente que, nos hace vomitar a los que no acabamos de sentirnos bien con cosas infantiles tras avanzar por la vida la hostia puta de años. Han censurado el lenguaje, la violencia, el consumo de “droga” como el tabaco (salvo el de alcohol, marihuana, caballo, ácidos, crack y farlopa) y han promocionado en cada uno de los ladrillos que se producen anualmente, la tortillería y el mariconismo como las grandes virtudes para medrar en esta sociedad. Muy de tarde en tarde realizan algo que pueda tener un mínimo de interés; pero los realizadores han de luchar (no siempre son dados a chupársela a los funcionarios del estado) contra la censura fascista que no permite las calificaciones a las películas que superen la recomendación de “a partir de 7 años”, y ese interés se queda por debajo de lo que te pueda importar un teletubi. Pura mediocridad. No hay más que ver la histeria de sensiblería que provocó un villano con cierta deficiencia mental, cuyo valor máximo lo consigue cuando baja unas escaleras callejeras mal bailando; pero payasamente vestido. Porque para ser un insano villano, cometió una sola maldad y muy breve, no fuera a darse el caso que el público infantil se me mareara con la sangre. El resto de la peli, es como Historia de un fantasma, puedes ir a mear sin perderte algo importante de la proyección. Aquel Joker le descerrajó un tiro en la sien al cine de adulto y claro, ya muerto, solo le queda pudrirse. Y su hedor. Ahora mirando aquellas películas del Clint Eastwood y su antiMarvel Harry sucio, fuerte y ejecutor, me doy cuenta de que las tipas que salían en sus películas tenían unas tetas de nivel extraterrestre, absolutamente adoratrices, follatrices y lamibles. Me he masturbado tanto que no recuerdo si con aquellas pelís lo hice; pero debería haberlo hecho sin pudor alguno y que mi mamá se sintiera orgullosa de su pequeño Iconoclasta. Gástate el dinero en putas, porque en cosas inteligentes, ya no hay. Y date prisa, porque quieren convertir a las putas en santas a las que rezar en la iglesia, en su capillita, al ladito mismo de los travelos que también tendrán su capillita. No chupan nada ni se abren de patas, pero llegan a mortificar lo suyo con su absoluta asepsia. Tal vez, cuando te castigues con el mea culpa, podrías bajar con cuidado hacia la zona genital para seguir sintiéndolo; pero ya es puro fetichismo y no me va ese rollo; a mí los coños me gustan sin cosas raras, a los sumo rasurados. Aunque se me da bien y me siento mejor rasurándolos yo mismo, masajeando con esa crema blanca que se mezcla con la deliciosa viscosidad de su humor carnal y luego llega el premio de lamerlo y sus gemidos que me la… Perdón, ya estaba divagando llevado por la emotividad del texto.
Con la última película de James Bond, Sin tiempo para morir, 2021; se ha conseguido hacer del agente secreto una especie de Tintín al que George de la jungla 1997, de Disney, supera en violencia, aunque no en comicidad. Las muertes en las películas de Bond, se han hecho tan dulces como beatos los disparos sin sangre ni su color. Es un tanto triste, sobre todo si Fleming viviera para ver la cosa piadosa y monacal en la que han convertido al castrado y asexuado 007. Desde aquel James Bond de Casino Royale 2006 hasta la actualidad, han conseguido en quince años hacer de las películas del agente secreto una especie de saga de héroes tan sosos y repetitivos como los de marvel, dirigido exclusivamente al público infantil y adolescente. Y eso se debe a que las productoras audiovisuales solo realizan obras que coinciden con el nivel intelectual del gran público, es algo básico para obtener beneficios. Esto quiere decir que la calidad del cine se ha situado a la altura del público. Y si el gran público tiene una mentalidad de entre cinco y 16 años, el cine adulto ha muerto definitivamente, es obvio. Pareciera que en las películas de adultos, ya disparan con pistolas de juguete con lo que los actores tienen que hacer ellos el ruido del disparo o la onomatopeya, como hacíamos los niños cuando no se nos prohibía jugar como queríamos, con aquellas pistolas de plástico tan peligrosas ahora para las dictaduras de las falsas democracias socialistas o liberales de mierda, en su idioma nazi. Lo que no debería pasar inadvertido a la chusma, por muy deficiente mental que sea, es que en las películas cuando alardean de que censuran el consumo de tabaco, no se censura la ingesta de bebidas alcohólicas, que son el gran daño sanitario y sociofamiliar de las actuales sociedades. Con las películas de James Bond en este caso, porque la censura ha infectado todo el cine adulto; es exactamente lo que ha ocurrido con el neonazismo surgido mediante el coronavirus en las podridas y decadentes democracias europeas y de corte occidental: las estadísticas sobre el nivel intelectual de la población confirmaron que era el momento de encarar la dictadura ya que sería acatada, obedecida y adorada por el noventa por ciento de la población, que a su vez es exactamente el mismo porcentaje que se ha vacunado incluso hasta cuatro veces a pesar de que no había vacuna de nada. Y a su vez es el idéntico porcentaje poblacional que ostenta ese intelecto entre infantil y adolescente; o sea que la población adulta ha descendido peligrosa y graciosamente hacia la deficiencia mental. Han corrompido el cine, la literatura, la historia, la educación, la inteligencia, el ingenio, la madurez, la dignidad, el valor, el esfuerzo, la creatividad y la determinación; con lo cual ya puede decirse que la especie humana se ha extinguido. En las guerras y pandemias ya no mueren seres humanos, solo son vacas sin ningún valor intelectual intrínseco.
Incluso los grandes y prestigiosos estudios cinematográficos se han volcado en realizar malos telefilms. De los peores que se han visto nunca en televisión. Todo lo que no sea superhéroes y animación infantil, o sea, para todos los públicos, está vetado. Cine, difusión cultural y literatura inteligentes, o al menos para adultos formados intelectualmente, han muerto. Son vergonzosos los diálogos y fotografía. Los actores son meros aficionados de asociaciones de padres de alumnos. Toda la industria mundial de cine y televisión se ha volcado en fabricar series televisivas y crean títulos que llenen los menús de ofertas de entretenimiento para que los abonados tengan mucho que elegir entre ingentes cantidades de basura. Los reportajes han quedado sepultados por una gran avalancha de mierda. El canal Viajar ha desaparecido (de Disney por increíble que parezca; se habrán dado cuenta de que tenían un exceso de cultura) de las plataformas de televisión de pago en España. Sus reportajes eran demasiado buenos (y caros) y en algunos de ellos, se hacían críticas sociales y políticas, exponiendo algunos momentos críticos de la historia del lugar o de algunos de sus personajes más abyectos. Y la pobreza no se ocultaba. En su lugar han encajado un canal de viajes puramente comercial, de factura casera, de calidad de televisión de barrio realizado por aficionados; donde emiten grabaciones caseras de blogueros que no tienen formación, técnica y ni siquiera vocabulario para comentar lo que mal graban: esos espantosos videos caseros. La alternativa son los docu-dramas de national geografic, discoveris, canal historia y toda esa mierda que repite la misma escena entre cortes publicitarios constantes. El reality show de la difusión cultural o cultura para mansos sin inquietud intelectual alguna. ¿De verdad no les da vergüenza cómo están prostituyéndose a la mediocridad? Lo cierto es que Disney (el Vaticano de EE.UU.) es una de las grandes corporaciones que apoyan el neonazismo al que se han convertido las democracias occidentales. De hecho, no son necesarios los censores, los programas de cultura y difusión son tan banales e incapaces de toda crítica que, ya funcionan autocensurándose sin que nada ni nadie los controle. Ocurre lo mismo con la prensa, se ha prostituido tanto al poder del neonazismo que muchos de sus “periodistas” accederán a altos cargos políticos sin necesidad de ser elegidos en votaciones. Se ha contaminado de innumerables blogueros que llenan los espacios en blanco de las ediciones y se usan para ensalzar esta nueva cultura del analfabetismo, consumismo, cobardía, indolencia y mansedumbre de un occidente muerto en su decadencia de circo romano. Un Occidente que caerá bajo el poder un nuevo Oriente, como indican los hechos de la actual política internacional basada en la conversión de libertad y democracia a un fascismo de control tecnológico-sanitario e ideológico del adocenamiento, gracias a la herramienta perfecta del control de masas: el coronavirus. La globalización siempre consistió en repartir la pobreza, no la riqueza ni la cultura. Consiste en clonar la intelectualidad, comportamiento y necesidades de la masa trabajadora, repitiéndolas en todo el planeta. Y se ha conseguido con bastante acierto y aproximación, crear el ciudadano perfecto que paga (un único pensamiento en millones de reses humanas trabajando) trillones de billetes en impuestos a los jerarcas neonazis en Occidente, o a los burócratas fascistas comunistas de Oriente. Ahora hay un enfrentamiento entre el fascismo comunista y la incongruencia semántica que es el fascismo-liberal de las viejas y acabadas democracias occidentales. Por eso ha sido necesario pudrir la información, la cultura y las artes; para que la chusma o plebe, no sepa discernir. Y si se le ocurriera algo semejante al análisis o razonamiento, que piense lo que se emite constantemente.
Es una metáfora el título de este pequeño ensayo, Maquiavelo fue víctima directa de la envidia, de una envidia rabiosa; porque con su existencia dejaba al descubierto la decrepitud mental de sus contemporáneos. Tras la lectura de las primeras tres páginas de El Príncipe, de Maquiavelo; la política y la administración de los reinos o estados pasa a segundo plano en el lector. Lo que destaca con luz propia es el propio autor, su inteligencia incisiva, su inconmensurable conocimiento de la historia y el profundo conocimiento de las variadas raleas humanas. Y eso fue la causa de su tortura, encarcelamiento, ruina, destierro y negación de su obra hasta muchos años de su muerte. Es extraño, sin embargo, que semejante escritor, político, filósofo, historiador y sobre todo, diplomático, no pudiera dominar su vanidad (bien merecida) de sabiduría ante los peligrosos poderosos de su círculo social. La vanidad fue su propia telaraña… Todos aquellos papas, reyes, príncipes, aristócratas y rancios funcionarios de las distintas cortes, se sintieron desoladoramente imbéciles. No podían medir su intelecto y su sabiduría con la de Maquiavelo. Ellos jamás llegarían a escribir ni un párrafo de cinco líneas con precisión sobre política, estrategia militar o historia; como Maquiavelo fue capaz de escribir centenares de páginas sin vacilar. Se dice que Maquiavelo es el padre de la política moderna. Y es porque está muerto. Realmente es una forma de decir que, solo puedes ser un gran pensador y trascender si estás muerto. Porque de nuevo, la envidia no te permitirá vivir para contarlo. La lectura de su libro más famoso por parte de los actuales jerarcas, presidentes, ministros, altos funcionario, etc.; aún les causa repulsión. Incluso en el mundo empresarial o económico, con mayor incidencia en el aspecto laboral. Esa inteligencia y dominio del ser humano, es la que revela la cara más dura y criminal de la envidia. Si existiera alguien como Maquiavelo que no hubiera sido amordazado por las actuales censuras en medios y sobre todo en las grandes editoriales que velan por el actual oscurantismo, la imbecilidad de las manadas humanas; lo habrían ejecutado de un tiro en la nuca. Como hicieron con él en el Renacimiento, otra época de mierda. Lo actualidad es un Renacimiento; pero sin arte, solo con los gobiernos y las administraciones malas, corruptas y fascistas. La premisa es fácil: inteligentes y valientes dejan en evidencia a lerdos y cobardes; y si alguien es más inteligente o decidido que tú: mátalo y se acabarán así las odiosas comparaciones. Y esto sí que es absoluta actualidad que se puede ver en el mundo de la política, en el laboral y en el arte. La envidia nunca es tan mala como estos tres ámbitos. Mala y criminal. De ahí que el brujo de una de aquellas prehistóricas tribus de judíos, se inventara el cuento que aparece en la biblia (en el Génesis) del Árbol de la Vida o el Árbol Prohibido (incluso en algunos textos figura como el Árbol de la Sabiduría) de cuyos frutos comieron Adán y Eva. Para que nadie de su tribu pudiera demostrar que era más inteligente que él; y si así fuera, sin duda alguna habría comido del árbol prohibido y se le debería matar a pedradas. La biblia está llena de parábolas nacidas de la envidia, hacia otros seres de rango inferior que pudieran demostrar ser más inteligentes. Siguiendo esta línea de conducta, es lógico que las grandes y viejas logias secretas o íntimas de políticos, aristócratas y millonarios, tengan una jerarquía basada en la envidia y en evitar la entrada a su selecto círculo a todo individuo con mayor inteligencia que ellos. A menos que pague mucho dinero, porque si algo tiene el envidioso, es que la avaricia lo aplaca. La envidia es más vieja que la biblia, por supuesto. Pero fue en la biblia donde se documentó por escrito y se mostró en todo su esplendor en parábolas didácticas y salmos que se convirtieron más tarde en legislación. La biblia siempre requiere la lectura de un sacerdote a la feligresía para que nadie saque conclusiones obvias. Esto es absolutamente actual, hoy más que nunca, donde la feroz censura prohíbe y borra todo pensamiento individual; no hay mejor censura que decir que hay ciertos libros que no suscitan interés alguno; y los de Harry Potter, Crepúsculo y cosas melifluas de historias de catedrales, sí. De ahí la razón que los grandes pensadores del siglo pasado hayan muerto sin dejar huella, ni otros que pudieran haber seguido sus pasos. El error, de nuevo, en los seres inteligentes es que son simples individuos y no corporaciones o partidos políticos. Y un individuo con un buen razonamiento podría ser peligroso para el proceso de infantilización de los adultos de las sociedades consumistas; también conocido como globalización (analfabetismo funcional para todo el planeta). Las actuales fascismos oscurantistas (falsas democracias) han iniciado su proceso de estabulación de las grandes manadas humanas y ningún individuo por ingenioso que sea, puede elevar su pensamiento por encima de la imbecilidad colectiva. ¿Una persona crítica, con pensamiento propio, lógico y lúcido? Es imposible actualmente. En el inicio del siglo XXI, se inició descarada e impunemente la persecución al libre pensamiento y dos décadas después, es efectiva: ha conseguido hacer de la población mundial, un hato de ovejas lloronas que callan cuando la pantalla de sus teléfonos les habla de las mentiras y los credos que han de seguir y asumir sin rechistar, por el bien de sus vidas, aunque les cueste un poco la ruina. Es increíble; pero cualquier otra consideración sería defender la envidia más venenosa: la de un político y su ambición. A Maquiavelo, lo volverían a matar hoy, en este año del 2021, por pura envidia, por puro temor de los jerarcas a no tener sus conocimientos y libertad mental. Estamos abandonados en un mar de idiotez, banalidad e ignorancia. Los hay que cantan y aplauden al ritmo de las olas de excrementos y los hay que simplemente, no queremos tragar mierda y nos ahogamos. Como pobres maquiavelos que cometieron el crimen de pensar y pensar bien. De saber y saber más. A mí me va más la vanidad que la envidia, sinceramente, en verdad os digo.