Posts etiquetados ‘amor’

Y si no te quiero ¿qué pasa?
Solo ha sido un experimento doloroso de imaginación.
Había una paloma muerta, tan bonita que parecía dormir simplemente, como si la muerte no pudiera corromperla. Me ha dado una pena repentina ver como dormía ajena a su propia muerte.
Ocurre que a veces el día se oscurece y espesa en mi cerebro y busco hacerme daño para disipar demasiada adrenalina concentrada.
Estar en un tiempo y lugar equivocados, tiene consecuencias psicológicas malas para mí y para la humanidad si no me controlara.
Es una paranoia irracional. Es mejor así, cielo; que no sepas de mis autodestrucciones y mis viajes a un lugar enfermo en lo profundo de mi cerebro. Entra con tanta facilidad y dulzura un alfiler en el oído, que es sorprendente su dolor demoledor e inconsolable.
Lo dulce mata con mucho dolor. No te culpo, hermosa mía, es una conclusión.
Digo que el dolor entra sin darme cuenta hasta que estalla y lloro rojo.
Si no te quiero es un experimento doloroso para medir el nivel de dolor y angustia que sería mi vida sin ti. Cuanto más duela, mayor será la intensidad de mi vida. Ya te he dicho de mi irracionalidad desatada.
¿No quererte? Es algo imposible, no puede ocurrir. Mi estructura molecular está cohesionada por las frecuencias de tu amor.
Si no te quisiera sería desintegración.
No es un escribir banal, amor.
Es que a veces mi soledad y libertad es tan hermosa y salvaje, que necesito compartirla contigo buscando mil excusas para escribirte, para emocionarte si tuviera semejante habilidad.
Soy tosco, mi amor.
Y si te quiero… Que la muerte tenga piedad de mí, que me anestesie antes de llegar para no ser consciente con el último suspiro de que ya no estarás conmigo.
Me horroriza saber que cuando acabe la función no tendré tiempo de tomar un café contigo y criticar la gran obra que acabó.
Perdona amor, es inevitable pensar en lo peor cuando en mi aislamiento nada me distrae de lo que quiero y amo.
Además, tengo décadas de vida que demuestran que todo sale mal con tanta facilidad…
Maldita la cobardía que surge de amarte…
Si no te quiero… Eso no puede ocurrir en este mundo a menos que muera, porque mi imaginación es muy enorme; pero limita con la muerte en todas direcciones.
Perdona mis sórdidos momentos de soledad, cielo.
Te quiero, te quiero, te quiero…

Iconoclasta

Foto de Iconoclasta.

¿De verdad es posible que yo fuera ese niño tan querido y arropado por su padre y su madre?
Están tan muertos los pobres, que siento una náusea, un vacío en mis tripas.
Mis amados muertos… Yo también os quise.
Y también el niño murió para dar su vida y sonrisa a lo que soy.
Fue mejor así.
Los niños no deben sufrir dolores y pérdidas tan aterradoras.
Es una hermosa foto de bellos muertos.
Nos vemos pronto.
Bye…

Iconoclasta

La amo silenciosamente, es el centro de gravedad en mi cuidada soledad.
La amo estoicamente, con todas la certezas y frustraciones por lo que no será y lo que pudo ser.
La amo con determinación. En el tiempo que ya no da más de sí.
La amo insistentemente en la vida que ya es prácticamente muerte.
La amo sin ser necesario, solo porque existe, porque es.
Con una añoranza que me corroe como un cáncer al despertar sin besarla en un nuevo día.
La amo tan seriamente como un infarto. Sin un ápice de frivolidad, con toda la tragedia.
Hoy te necesitaba, cielo.
No es un reproche, es tan solo un estoico cumplido, amor.

Iconoclasta

Foto de Iconoclasta.

Álbum lleno

Publicado: 17 julio, 2019 en Sin categoría
Etiquetas:, , , , , , , , , ,

Cielo, soy un sistema molecular unido a ti por filamentos cuánticos que enlazan tiempos y distancias subcósmicas. Que a su vez, se distorsionan n veces por milisegundo en campos de fragmentación meta-coronarios de probables infartos espaciales.
Como resultado de estas distorsiones en el protouniverso (y en tu coño profundo), son los encuentros en poliprismas de metafísicas concepciones y configuraciones de amor, tristeza y espera; donde el tejido anímico se desgarra en colapsos de jadeos que detienen el movimiento molecular universal cuando beso tus labios rotundos.
Por alguna razón que no encuentro, besarte paraliza el universo y a mí en tus labios.
He encontrado al fin los enlaces biomoleculares intrincados entre el tejido orgánico que forma el nosotros en cualquier espacio cosmogónico.
He hallado los elementos necesarios con los que cuantificar y explicar lo que te amo. Sé que me entiendes, eres mejor que yo.
Toda esta sabiduría, a pesar de todo, no acaba de definir claramente lo enésimo de amarte.
Explica con precisión, como mi diosa absoluta interfiere en todos mis pensamientos, en todos los tiempos y en todos los cosmos de todos los multimundos probables en que existimos.
Explica con matemática tragedia, el porque los días sin ti me desintegran indolora y tristemente. Se me hacen agua las cosas en el interior de mi cuerpo, amor…
¿Cómo es posible no pensarte, calcularte, explicarte, hallarte en todas las cosas y en las profundas inmensidades? Soy un astrofísico dolorosamente enamorado entre infinitas ecuaciones de tristeza.
Cuando haya demostrado la teoría de nuestro amor, es posible que estemos en algún mundo del límite mismo del universo finito. Y tal vez, allá en la franja de la antimateria, nos fundamos de una vez por todas a un nivel atómico que impida que volvamos a nacer y vivir la angustia insufrible del proceso cuántico, el agotador esfuerzo de encontrarnos entre todos los mundos infinitos que se generan entre nosotros a través de los enlaces que unen los labios en húmedos besos hambrientos.
A veces temo que la ciencia se torna maldición y yo soy un alquimista sin posibilidad alguna contra las feroces fuerzas de la melancolía.

Iconoclasta

¿Cuánto tarda en morir un amor?
Porque los amores mueren o lo que es lo mismo: cuando sentimos que hemos muerto un poco, ese poco es el amor que hace unos segundos sentíamos.
Actualmente el amor está íntimamente ligado a la tecnología, intrincado molecularmente ya. Con lo cual muere en cuestión de segundos. Tarda unos pocos segundos más en nacer y formalizarse; pero su muerte es lumínica.
Muere con la primera duda.
Hay la suficiente información como para crear diez o doce dudas por día (esos banales muñecos infantiles que son los emoticonos son unos grandes creadores de dudas), según la presencia de los amantes en las redes sociales.
Una gran parte de los amores mueren en un par de semanas.
Hay demasiadas cosas, animales, y amistades que amar. Con lo cual, se frivoliza el amor y para los amantes queda un porcentaje tan ridículo de amor que no vale la pena sufrir o perder el tiempo en mantener.
Si a eso le añadimos que los amantes de las redes sociales por ignorancia o por incapacidad, usan las mismas frases ajenas y tópicos que todos encuentran en los buscadores y comunican sus pasiones con cortar y pegar; no tardarán en sentirse frustrados y falsos. No son lo que pensaban, no responden en la realidad con las mismas palabras y emociones que en la pantalla electrónica.
Para un mal follar no hacía falta tanto bombo, se dicen.
Internet forma parte de la cotidianidad; así pues todo nace y muere en la red, salvo algunas valiosas y escasísimas excepciones.
El desengaño, la duda y la frustración viajan en paquetes de gigabytes en pocos segundos.
Un par de siglos atrás, ante la presión de un amor elaborado, carismático y notablemente real, con una comunicación larga y tediosa de cartas que no llegaban nunca, había suicidios. O eso dicen las leyendas.
Ya nadie se suicida por amor, se ha hecho tan banal amar que carece de sentido morir por algo así.
Hay miles de amores muriendo en este momento aplastados por poemas y pensamientos buscados y usados millones de veces.
Y la mona, aunque se vista de seda, mona se queda.
Si un amor es duradero, con toda probabilidad se habrá gestado fuera de internet por imposible que pueda parecer.
En cambio, el sexo no es que sea duradero, simplemente es numeroso. Y vuelta otra vez a lo mismo: a la mediocridad, al adocenamiento.
Y las parejas folladoras de rápido sexo, son tristes y malísimos amantes. Cualquiera que haya follado buscando el goce, el placer real; sabe que se requiere algo más que un par de polvos de roedor para obtener placer, un placer que valga la pena; el buen sexo requiere un aprendizaje con cada amor, con cada cuerpo. No es una cópula ebria y sucia entre orines o en los asientos malolientes de un coche.
Para un polvo rápido, están las putas que lo hacen mucho más rápido y sin perder el tiempo. Vale, también es verdad que hay putillas no profesionales que hacen verdaderas marranadas dignas de pagarse. En cambio, putos para ellas no hay en tanta cantidad, los que podrían hacerlo, suelen estar vomitando o meándose encima en el momento más necesario.
No hay mucho más que decir de la vulgaridad del amor que corre en estos tiempos.
Y por otra parte, escribir demasiado de este tema, infecta el ánimo. Y no se trata de un virus, si no de puro hastío.

Iconoclasta

No.
Amarte no es amable.
No siento esos deliciosos cosquilleos en ninguna parte de mi puto cuerpo.
Siento unas náuseas que hacen mierda mi ánimo.
Es el vértigo de la distancia. Y el tiempo…
La distancia planetaria insalvable que marca un rumbo jalonado de deseos a años luz.
Del tiempo que se me escapa de los dedos como una medusa. Hiriente…
Vomito porque por cada segundo que pasa estoy más cerca de la tumba y más lejos de ti.
Pienso que si algún dios existiera, sería una puta amargada y usurera, con su entrepierna apestando a mierda. Envidiosa, rabiosa, puerca…
Soy un degenerado que mete las manos en su propio vómito y lo acoge en su pecho como prueba de amor.
Solo así soy capaz de soportar las toxinas del amor, vomitándolo.
Me envenenas haciéndome hombre, mujer.
Amada mía…
Tengo una vida sórdida y un amor trascendental.
Mejor con náuseas que sin ti en algún lugar del universo.
Eres mi vértigo, la que me arranca de la mediocridad y hace que valga la pena vivir en el lado oscuro y sórdido del amor.

Iconoclasta

Foto de Iconoclasta.

No soy un correcto y medido amante de esta época de maricones con voz meliflua respetando libertades. No contigo.
Eres mía.
Tu libertad no me interesa. Todo lo contrario, quisiera tenerte esposada a mí.
Es que quiero poseerte (lo deseo secretamente, sueño…), que seas mía a cada instante; como se expresaban aquellos románticos trágicos que escribían de vampiros y monstruos entre láudano, alcohol y opio.
No me enseñó nadie a desearte así de impune e impíamente, no copio; es innato en mí. Con el tiempo supe que no estaba en el tiempo correcto.
Existe este deseo de encadenarte porque existes.
Eres la causa de que exhiba abiertamente mi incorrección.
No te amo para que seas libre y lejos de mí.
El amor es posesivo, follarte es agresivo; entrar en ti sin cuidado, desesperado, desatado.
Lo paradójico, mi amor, es que amar esclaviza.
Y no quiero morir como el soldadito de plomo.
Ergo soy tu esclavo, el que sueña en la oscuridad de un rincón secreto poseerte incivilizadamente, con el semen que se derrama gélidamente solitario por mis testículos.
Tú eres diosa y ama, y soy feliz (no tengo opción) ardiendo en tu infierno, el que creaste para mí con esa pagana vanidad de je ne sais pas.

Iconoclasta

El momento preciso dura una eternidad y devora la razón, el tiempo y el mundo que nos rodea. Nos abandona a nosotros mismos.
Ocurre con el beso profundo, cuando muerdo con mortificante contención tus labios dioses y mi mano se mete entre tus muslos buscando apresar tu coño.
Y es entonces, cuando tus muslos se separan y mi mano se baña de tu humedad ardiente; que se detiene el movimiento de las moléculas y te conviertes en lo único vivo que existe. En lo único que necesito. Lo único que me da vida.
Mi corazón se sincroniza con las voluptuosas contracciones de tu sexo. Mi pene se congestiona de sangre en algún lugar ajeno a mí, dejando escapar un filamento hambriento e impío de deseo.
Es ese el momento preciso, cuando tus cuatro labios se funden con los míos y en mis dedos ávidos por follarte.
Lo que ocurra luego no importa. Y tal vez, no lo recuerde con claridad.
Cuando tus muslos se separan y mi mano apresa tu coño con furia incontenida, se rasgan las dimensiones y desaparecemos de La Tierra. Y somos dos en extinción, una nebulosa obscena.
Lo invariable es que te amo hasta el dolor antes y después de que el movimiento atómico se congele: el momento preciso.
Creía que era inexplicable, que jamás podría definir semejante instante; pero he analizado cada variación de tu frecuencia cardíaca, el grado de humedad de tu coño, sus micro colapsos suaves y la dureza y las venas de mi bálano.
Lo he descrito y medido con una absoluta precisión y con las exactas palabras de la locura del deseo.
Créeme, cielo, no hay nada banal en “el momento preciso”.
Soy tu obsceno físico nuclear.
Sonríe, mi amor, eres atómicamente amada.

Iconoclasta