Posts etiquetados ‘amor’

No hay tiempo o situación que no te piense.
Estás en el bosque, en el cielo, en el río, en la tierra y el infierno.
En las calles todas, donde paseamos de la mano, por fin serenos.
Por fin nosotros.
Estás en mi pensamiento constantemente, sin pausa. Como una pertenencia absoluta y con una carencia que rompe cualquier asomo de alegría.
No sé que hubiera sido de mí en otro tiempo donde la tecnología no comunicaba a nadie con la inmediatez de hoy.
No te habría conocido, no sabría de tu voz.
Estaría más relajado, menos melancólico, menos triste.
Ante la certeza de tu existencia se crea una enorme masa de ausencia en mis brazos y la piel parece querer ir donde te hallas.
Tira de mi carne con cierto dolor inconsolable.
¿Cómo conciliar el conflicto de amar y no tocar?
Es tan sencillo como doloroso: olvidando con fuerza idéntica y contraria al deseo.
Temo mi fuerza excesiva, la misma que te ama en todo momento y lugar.
Temo que mi fuerza me lleve al otro lado del amor: al olvido.
La vida es corta y un prolongado pesar es un largo morir.
Se impone el criterio de la supervivencia y la dignidad.
Convertir tu rostro, tu voz y tus palabras en una triste película; cuyo cualquier parecido con la realidad, es mera coincidencia. Un drama que pasó durante algo más de una hora en una pantalla de cine.
Tenemos que ser dignos. Es una hipocresía, es una aberración amarnos, prometernos en la eternidad, excitarnos… Y sin embargo, follar, comer y dormir con alguien a quien no queremos, a quien no decimos nada de eso.
No quiero morir indigno e hipócrita. La película ha durado demasiado, y ahora que sé que la muerte está muy cerca, no quiero evaporarme con tanta infamia.
¿Cómo se gestiona el dolor de la muerte de quien no tuviste jamás?
Porque yo moriré antes, voy directo al final. Veloz como un cometa.
Solo que no volveré más, no soy un cometa y no hay universo en la muerte.
Estoy harto de la vida, estoy agotado de amarte, estoy enfadado, cielo.
Soy viejo para esto y lo malo es que aún soy demasiado fuerte.
Debo olvidarte y esconder con vergüenza todos los recuerdos que hemos tejido.
Que no te duela, no te enfades.
Te amé hasta la infamia, cielo.

 

– La carta no llegó jamás a ella. Él murió y ella lo supo tarde, cuando sin darse cuenta ya lo había olvidado.
Cualquier parecido con la realidad es cierto. –

 

 

ic666 firma
Iconoclasta
Foto de Iconoclasta.

Luce un sol de tarde fuerte, brillante. Y de repente, sin que disminuya la luz, se pone a llover.
Es bonito, crea cortinas de vapor en el aire y difumina las cosas mediocres haciéndolas difusamente interesantes: las personas y los edificios.
Pero enseguida dejo de pensar en lo infrecuente del fenómeno.
Pienso que si yo fuera clima, haría lo mismo contigo.
Te llovería en cualquier momento, en la claridad o en la oscuridad.
En tu piel toda, en tu boca y en tu coño.
Con lágrimas, con sudor, con saliva y con un semen ardiente y espeso como mi pensamiento.
Te anegaría toda de mí, te ahogaría con mi deseo y mi monstruoso amor.
Sería tu tempestad.
Siempre un clima trágico de amor y sexo.
Tormentoso…
El mundo se moja, el planeta es llovido y yo solo pienso en ti aunque mis ojos sigan los cadáveres hinchados que las sucias aguas arrastran.
Tú no sabes cuánto te quiero.
Soy tu tormenta perfecta.
Aun no entiendo como mi pluma puede escribir con tanta agua batiendo furiosa contra tu piel, que soy yo mismo.
Todos estos fluidos que derramo…
Sobre ti, dentro de ti.
Amén.

 

ic666 firma
Iconoclasta
Foto de Iconoclasta.


Como esa nube que sale tras la montaña, así quiero salir de entre tus piernas abiertas. O de tu boca que aún jadea el placer de un orgasmo ansiado.
Enroscarme en tus pezones duros y lloverlos con mi lengua ardiente, pesada, reptante…
Salir de ti como una nube satisfecha, que te ha arañado, besado, lamido, mordido, acariciado y anhelado los labios de tu coño y lo más íntimo de tus muslos.
Aparecer lentamente, de entre el temblor de tus muslos, con mi boca nebulosa llena aún de tu coño. De la baba del deseo que has derramado en mí, en mi rostro gaseoso. Mi rostro agotado de tanto desearte.
Soy tu lluvia y me has llovido…
Lluvia sobre lluvia…
Yo no soy la nube bonita que saluda al mundo y aparece para acariciar el verde de la montaña y sustentar a pájaros de primavera que pareciera que la saludan.
No soy la nube ufana y hermosa.
Soy la nube indecente que te ha follado, que se ha metido entre los labios de tu coño y te ha besado vertical y profundamente.
Que ha lanzado y clavado un puto rayo lácteo y ahora tu raja llora blanco.
Soy una tempestad de amor y obscenidad que habita en lo más sagrado que hay en ti: tu coño, la puerta dimensional por la que acceder a tu alma, a toda tú.
Yo no soy la nube bonita de algodón.
Soy la nube que te jode, que te desgarraría toda sin control, si perdiera la poca razón que me queda.
Solo quiero ser eso, cielo.
Una nube indecente que emerge vanidosa y satisfecha de entre tus divinos muslos voluptuosos.
Y luego no importa deshacerme en jirones, porque habré hecho lo que debía. Para lo que fui parido.
Veo el hermoso cielo, y no puedo evitar pensar en ti de la forma más íntima e indecente.
De la forma más desesperada.
¿Verdad que me entiendes, cielo?
Besos de algodón en tus cuatro labios divinos.

 

 

ic666 firma
Iconoclasta
Foto de Iconoclasta

El tiempo deja de importar observando el incienso desintegrarse en convulsos y volubles jirones de humo.
Tal vez, la leve narcosis del aroma del sándalo me lleva sin pretenderlo, a algún planeta imposible dentro de mí mismo. Donde estamos, donde somos de alguna manera perfecta, íntima y obscena para concluir lo que empezamos.
El incienso arde y se hace humo fácilmente, con sosiego, caóticamente hipnótico.
Arder, evaporarme y fluir serenamente en entropía.
Sencillas e impredecibles volutas de humo que no se plantean su existencia; pero con suficiente voluntad para alcanzar lo amado y lo necesario.
Un fluido con notable necesidad de ella.
Filtrarme en sus labios, ascender perezosamente por sus piernas, internarme caliente en los íntimos muslos y penetrar en su desesperante coño.
Narcotizarla de amor…
Ser cálido en su piel.
Hacerme jirones y desaparecer cuando ella dormita y necesita paz.
Y luego o antes, qué más da… Hacer lo necesario.
Asfixiar lo que odio, meterme por las narices de los detestables y envenenar sus pulmones, quemar sus esófagos.
Incinerar pensamientos funestos.
Ser tóxico y ulcerar pieles que me repelen, cegar ojos repugnantes.
Ser némesis y amante.
Ternura y violencia.
Es compatible, porque puedo amar con brutalidad y ser inmiseridorde con una mirada torva e indiferente a cualquier dolor o moralidad.
Matar es tan bueno como amar. Odiar, es tan intenso como follar.
Así nacimos los humanos.
En algún momento se estropeó todo.
Soy hombre que quisiera ser humo, ergo soy un humo frustrado. Un error más de concepción. Madre nunca supo los errores que sucedieron en su vientre.
Porque un hombre de carne no puede hacer lo que desea, no tiene tiempo.
El secreto es la entropía de los vapores, su fluir, su belleza, el perfume y el veneno que pudiera esconder.
Durar lo que una vara de incienso es tiempo suficiente si eres humo. Es tiempo bien empleado.
La carne emplea todo su tiempo en degenerar.
Ser fluido, ser volutas que aman hasta el llanto y peligrosas hasta el horror que la justicia exige.
Y siempre volver a ti, en anillos de humo succionando tus pezones, y despertarte dulcemente en un amanecer con aromas de maderas y amor.
Conmigo desintegrándome en enredos en tu cabello.
Vale la pena durar unos minutos si consigues lo que amas y lo necesario.
¿Para qué vivir más si ya lo tienes todo?

 

ic666 firma
Iconoclasta
Foto de Iconoclasta.

Evoco tus ansiados dedos siguiendo el contorno de mis labios, de mi viejo rostro; como un sueño que me da paz.
Es una necesidad pensarte, es soporte vital.
Sin estos momentos no es factible la vida.
Si no te pensara, no existiría.
Tu voz no es sonido, hablas y susurras luz que rasga mis penumbras.
Soy alguien oscuro y tú tienes la única llave de mi sima. Solo tú puedes entrar y tomar mi rostro entre las manos y decirme: “Ya, está cielo, estoy aquí. Vamos a la luz”.
Y en ese momento lumínico, me sentiré repentinamente cansado, sumido en el rumor de tu luz. Porque cuando un amante está cansado, el otro lo cobija y le da la importancia que jamás tendrá para el resto del mundo. Yo quiero importar.
Importarte…
A veces sueño que estás a mi lado en la mañana y cuando despierto, siento el vértigo de la realidad. Trago el vómito, creyendo ser fuerte; pero toda la tristeza del mundo gravita en mis hombros, esperando tu voz para ser barrida con un fogonazo de luz que entre por mis oídos e ilumine el pensamiento.
La única oscuridad que deseo es la indecente que esconden húmedamente tus muslos, con mis manos separándolos en una sacrílega misa de deseo. La oscuridad de los ojos cerrados ahogándome en tu boca…
No puedo dejar de pensarte, no es una cuestión solo de amor. Es una cuestión orgánica.
Si un día no te pensara, sería destrucción.
Yo solo quiero que mi vida dependa de ti, amada mía.
Nada más, con eso basta para consumir con plenitud lo que me queda de vida.
Podría decirte que te amo; pero es que te necesito.

 

ic666 firma
Iconoclasta
Foto de Iconoclasta.

Hay un túnel de una vieja vía férrea en desuso.
Y llueve.
Y entro.
Nunca había escrito dentro de un túnel mientras llueve ahí fuera, en la dimensión donde habitas en algún lugar.
El rumor de la lluvia es un suave delirio de melancolía pura y los tonos mates y húmedos de la vegetación transmiten una intemporal calma; y aun así, vieja como el atávico amor que me une a ti.
Estoy en otra dimensión, me he materializado en el íntimo lugar o tiempo para llamarte desde lo profundo de mí.
Tal vez no hay alegoría o metáfora. Tal vez sea yo el túnel mismo y tú la luz que no logra penetrar la penumbra más recóndita.
Yo hubiera querido que estuvieras en este instante conmigo, cielo. Si empiezo escribiendo de la belleza de la triste lluvia, es porque debo hacer lo posible por no pensarte.
He de evitar el dolor y no lo consigo. Estoy condenado a ti.
Te hubiera llevado a la penumbra para besarte y devorarte con pasión desbocada, con la mano atenazando tu sexo con fuerza. Transmitiendo todo mi amor directo a tus labios y a tu coño. Diciéndote sin palabras que te he esperado tanto, que mi pensamiento está agotado de soñarte.
En el túnel estamos a salvo de la luz que nos delata a los ojos de la envidia humana. De los pérfidos incapaces de amar hasta el dolor.
Cobardes hasta en su propio pensamiento.
El túnel no me protege de nada porque no temo a la lluvia (soy sumergible). Me acerca a ti desde lo más oscuro de mi pensamiento hostil, ingobernable, incansable…
Pensándote aquí dentro o siendo túnel, apenas soy consciente del contraste de los pies fríos contra la calidez del pensamiento y de la sangre que bombeo no sé adonde.
Siento la viscosidad de tu sexo en mi mano y el deseo que los pulmones expulsan por los labios entreabiertos creando gemidos cansados de truncadas posibilidades.
Me llevo los dedos a los labios, porque me parecen absolutamente tangibles los sutiles filamentos que unen nuestras bocas inconsolables en la penumbra del túnel protector.
Tengo miedo de ser una piedra mohosa en el túnel. Tengo un miedo que me cago al pensar que un día no sabrás que he muerto.
Se acercan unos chillones.
Cambio y cierro.
Tomo el control rumbo a la dimensión mediocre.
Bye, mi amor.

 

ic666 firma

Iconoclasta
Foto de Iconoclasta.

Hay un espacio vacío entre ella y él. Es tierra de nadie y no se puede cruzar si no acompaña la suerte.
No existen las horas felices.
No hay un café en la mañana frente a frente.
Y la suerte no existe, ambos dan constancia con sonrisas tristes y besos que intentan trascender el abismo; consiguiendo tan solo un escalofrío de gélidas imposibilidades recorriéndoles el espinazo. Por eso cruzan con pena los brazos sobre sus propios pechos, por tener algo de calor en el corazón.
Un consuelo inútil: solo da una aparente templanza a la frialdad de la tragedia más vieja de todos los tiempos.
No ocurrirá nada entre ellos.
Lo saben con la misma certeza que hay sangre bajo la piel.
El abismo es el generador de sueños abortados.
Intentan llenar el vacío con palabras; pero causa el mismo efecto que sacar un cubo de agua del mar.
Y es desesperante.
Lanzan una palabra y se desintegra dulce y melancólicamente en el abismo de la nada, sin ocupar espacio.
Sin aliviar la altura y la distancia.
Y es desesperante.
Nunca se llenará, es insalvable el abismo de amar contra el mundo.
Y ambos, cada cual en su extremo, lloran la muerte de lo que aún no ha nacido. Cada día… Pobres…
Cuando ambos caigan al abismo y desaparezcan, no cambiará nada: a nadie le importará, nadie sabrá del drama.
Están abandonados a sí mismos.
También saben que el dolor no conduce a nada, el amor no hace ignorante a nadie que no lo sea de nacimiento.
Hay una valentía y una entereza inhumanas en amarse frente a la ausencia.
Hay un abismo insalvable entre dos tierras de amores baldíos.
Podría haber un final feliz, pero no necesitan engaños.
Ellos saben.

 

ic666 firma
Iconoclasta

Las horas todas

Las horas huecas,
las necesidades y su insatisfacción.

Las horas vanas,
las del agotamiento sin fruto.

Las horas temibles,
las de la angustia y el dolor.

Las horas negras,
de muerte y necrosis del ánimo y la carne.

Las horas-sueños,
las de la intensidad, la locura y la vida deshebrada como carne hervida.

La hora inquietante,
cuando el espejo mudo mira tu rostro y cuenta las horas pasadas.
Y las pocas que restan con pestañeos tristes.

Las horas tiernas,
en las que acaricias sus deditos y tratas de imaginar su vida, pensando: “tan pequeño…”.

Las horas cáncer,
que se hacen tumores nacarados con hastío y crean metástasis hasta en la sonrisa.

La hora aciaga,
cuando sabes que se aproxima lo inevitable y es malo.

Las horas repugnantes,
cuando la envidia ajena se cierne pesada en tus cejas diciéndote que no es posible, que no es bueno, que no te creas especial.

Las horas felices,
cuando el odio hace fantasías de sangre y violencia, de cuerpos destrozados por una justicia salvaje. Y observas jadeando un reloj con ojos enrojecidos.

Las horas del amor,
que no son horas, son segundos vertiginosos que se precipitan por acantilados afilados.

Las horas tristes,
las del llanto inevitable, bajo la luz que me delata ante mí mismo y me avergüenza sin piedad.

Las horas íntimas,
donde el pensamiento parece hablar potente en los tímpanos y el tiempo carece de importancia.

Y hay un segundo…
El segundo lácteo,
el trallazo explosivo que se escurre blanco rezumando desde lo más íntimo de sus muslos hermosos y fascinantes.
Aunque no justifica las horas todas.

 

ic666 firma
Iconoclasta
Foto de Iconoclasta.

Mirando las estrellas

Observar el cielo nocturno incontaminado por luces artificiales cercanas, provoca dos estados de ánimo:
1º. Asombro, admiración y cierta euforia ante la exultante belleza que forman miles y miles de estrellas y sus nebulosas.
2º. Insignificancia, pesar y tristeza. Tras unos minutos, cuando la visión se ha acostumbrado a esa oscuridad y se hacen nítidas las luces y sus agrupaciones; llega la sensación de ser pequeño, un insecto que a duras penas es consciente de su propia existencia. Tras un tiempo indefinido, mucho más corto de lo que pienso, llega el pesar, la pura realidad: no he visto nada del universo en el que me hallo o me contiene. Soy extraño en mi propio mundo.
Y por fin la tristeza, porque jamás lo podré ver, me falta vida para abarcar tanta multitud, tanta grandeza.
Moriré sin saber, sin conocer.
Entonces te busco, quiero que me localices en toda esa tristeza cósmica, amor. Porque me he perdido en el universo inmenso, en mi insignificancia misma.
Solo el calor de tus labios o la caricia de tu voz en mis sordos oídos pueden rescatarme y vencer el desaliento, el temor y la tristeza que me embarga.
Tus labios me darán la temperatura que necesito para seguir viviendo, la que las gélidas y lejanas estrellas me han robado. El frío universo me ha secado los labios y se me abren por un desconsuelo en esa helada y bella soledad.
Tu voz me devolverá en un susurro a la existencia, me hará hombre y ser vivo.
Por ti y ante ti, soy.
Tu existencia y tangibilidad es lo que me da vida.
No volveré a mirar jamás las estrellas, no tan profundamente si no estás a mi lado. Podría haber muerto ahí solo. Sin ti.
Me doy cuenta esperanzado, de que eres mi universo, el que hace bombear mi corazón y llevar la sangre donde debe.
Te amo con toda mi insignificancia.

 

ic666 firma
Iconoclasta

No son meras palabras def

Paso demasiado tiempo pensando en ti.

Si te digo que te amo y eres un ser superior, no son simples palabras.

No hay nada de simple en amar, es todo demasiado complicado.

No es simplemente complicado amar, entiéndeme. Es que en estos tiempos es un trabajo imposible: infinitas injerencias, horizontes artificiales, dolores y ausencias que se intercalan entre breves y escasos momentos de besos y caricias.

Los premios sucumben a los castigos, mi amor.

Vivir con angustia un decorado atroz y tú mi salvación.

Un sonido que me orienta en el sórdido caos es tu voz. Amarte hace de mis palabras un mensaje secreto y desesperado. Grabado a conciencia en el alma y en la piel.

Porque no puedo perder el tiempo en banalidades; la vida se acaba, cielo.

Mis palabras son la justa frecuencia del sentir en un cifrado íntimo.

Eres insoportable en tu sensualidad.

Una perdición para un mortal como yo.

 

ic666 firma
Iconoclasta
Foto de Iconoclasta.