Posts etiquetados ‘Reflexiones’

El amor está bien, es maravilloso; pero si lo que te rodea es sórdido, el amor se pudre.
El amor es culminación, una recompensa a encontrarte en el mejor momento y lugar.
Los amores no soportan tiempos de necesidad y opresión por un mero acto de supervivencia.
Quisieran los religiosos que fuera como ellos dicen y que en la pobreza, la gente se alimentara de amor; para que los pobres se sientan satisfechos con la miseria que les ha sido otorgada y se muestren así sumisos con su ración de amor que todo lo llena; pero no funciona la patraña.
Es cuando todo está razonablemente resuelto cuando funciona el amor.
Y cuando se puede cultivar el amor ¿por qué no hacerlo en varias macetas?
Esto vuelve a empeorar de nuevo.
Pareciera que la exclusividad del amor también se va al carajo.
Supongo que es una cuestión de fe y que las lindezas que se cantan del amor, solo sean válidas para escribir literatura y darnos una trascendencia de la que realmente carecemos.
Cosa que explicaría desenfadadamente el porqué de las putas y sus altos precios.
Entonces, cielo, a ver si me puedes explicar porque siendo pobre, estar en el peor momento de mi vida y rodeado por tarados; te quiero tantísimo.
Mi argumentación era perfecta hasta que he llegado a ti, pinche diosa.
Para cagarse en Dios…
Y follarte en la pobreza y la riqueza, en la alegría y la tristeza a todas horas.
¡Psé! Tanto divagar para llegar a lo mismo, la cancioncilla tocapelotas del “te amo”.
Coño… (el que te beso).

Iconoclasta

¿Qué hubiera ocurrido si en este tiempo de decadencia, banalidad, ignorancia, moralina, cobardía, mansedumbre, comodidades superfluas, consumismo, pornografía gratuita, indolencia y redes sociales de marcado carácter ganadero; se hubiera publicado semejante cartel de cine? (para los más lelos: “desturida” es un error tipográfico por “destruida”).
En mi infancia, un error como este hubiera sido un: “¡Mira, se han equivocado, qué tontos!”. Acompañado de alguna risa repitiendo la palabra; para acto seguido, proseguir con nuestras peleas, carreras, lanzamientos de escupitajos e ir a comprar golosinas y cigarrillos sueltos al quiosco del marica.
Hoy, en esta sociedad aburrida, átona, amorfa, ignorante, cobarde y funcionalmente analfabeta hubiera ocurrido lo siguiente (los números no indican el orden, porque todas las cosas sucederían en un mismo tiempo, salvo el último punto, el 11, que es definitivamente el último):
1º: Algún amorfo/a aburrido/a hubiera publicado un tuit o estado y “desturida” se hubiera convertido en trending topic y viral.
2º: Millones de borregos riendo sin saber bien porque, publicarían memes graciosos que solo serían graciosos para ellos mismos.
3º: Otra millonada idéntica de reses, escribirían escandalizadas y cívicamente enojadas tuits y estados como: “Komos posible kenestos tienpos tengamos keber semegantes flatas dortográfia!!!??? Para hesto pagamos una heducacion puvlíca!!!??? No ay derexho deke tengamos kesopor tar heste hanal favetismo”.
4º: “Desturida” Sería la portada de la prensa de papel, internet y los telediarios basura de las cadenas de televisión y el fascismo imperante. A todas horas se realizarían programas de debate con psicólogos y sociólogos para analizar y contrastar las emociones que causa en la chusma “desturida”.
5º: Se convocarían manifestaciones por una educación digna. El clamor popular exigiría el despido y sanción de los operarios de diseño, impresión y los cargos directivos de ambas empresas. (Siempre guardando las distancias, usando bozal, con la chapa de vacunación visible, la cartilla veterinaria debidamente sellada y camiseta institucional del fascismo: “Yo fui cabestro, yo me quedé en casa y yo aplaudí”; medidas estas de estricto cumplimiento, acoso y represión decretadas por el nuevo y normal fascismo del coronavirus).
6º: A su vez, otras manifestaciones multitudinarias pedirían tolerancia y respeto para los analfabetos y retrasados mentales. (Siempre guardando las distancias, usando bozal, con la chapa de vacunación visible, la cartilla veterinaria debidamente sellada y camiseta institucional del fascismo: “Yo fui cabestro, yo me quedé en casa y yo aplaudí”; medidas estas de estricto cumplimiento, acoso y represión decretadas por el nuevo y normal fascismo del coronavirus).
7º: La RAE se apresuraría a actualizar su diccionario con la inclusión de la entrada “desturida”.
8º: El Nuevo y Normal Gobierno Fascista Español del Coronavirus exigiría por decreto nuevas ediciones de todos los libros de texto para incluir “desturida”. Los padres de los alumnos se verían obligados por decreto a comprar de nuevo todos los libros a mitad de curso y entregar a la policía fascista los libros de texto viejos y prohibidos también por decreto.
9º: Niñas y niñas junto y con sus padres durante las noches de toque de queda marcial y prisión (que son todas en España y más en la taifa catalana) se masturbarían con los nuevos juguetes sexuales “Desturida pleasure”. (Sin el bozal si son convivientes o la misma puta burbuja familiar del nuevo y normal fascismo español del coronavirus),
10º: Las asociaciones de maricas, tortilleras, travelos, transformers, monstruos o queer, feministas talibanas, sadomasoquistas, franquistas, comunistas, nazis, pederastas, zoofílicos y coprofílicos, instaurarían un nuevo día enseñando los culos y bailando al ritmo de “Todas somos desturida”. (Siempre guardando las distancias, usando bozal, con la chapa de vacunación visible, la cartilla veterinaria debidamente sellada y camiseta institucional del fascismo: “Yo fui cabestro, yo me quedé en casa y yo aplaudí”; medidas estas de estricto cumplimiento, acoso y represión decretadas por el nuevo y normal fascismo del coronavirus).
11º: El Nuevo y Normal Gobierno Fascista Español del Coronavirus decretaría la mutación del coronavirus (la covid 19) un millón tres mil y con ella, una nueva vacunación masiva con ocasionales y “raras” muertes y coágulos. Cabestros y cabestras se olvidarían de “desturida” para hacer largas colas en los centros veterinarios y conseguir la nueva chapa de la vacuna. (Siempre guardando las distancias, usando bozal, con la chapa de vacunación visible, la cartilla veterinaria debidamente sellada y camiseta institucional del fascismo: “Yo fui cabestro, yo me quedé en casa y yo aplaudí”; medidas estas de estricto cumplimiento, acoso y represión decretadas por el nuevo y normal fascismo del coronavirus).
Estas son las naturales circunstancias que se darían hoy día. Me he reído mucho mientras lo escribía; pero cuando he encendido el cigarrillo para reflexionar como todo buen escritor maldito debe hacer, ya no me ha hecho tanta gracias. Es pavorosamente real, dan ganas de gritar porque escapar no puedes, el planeta entero está podrido, lleno de cabestros cobardes y analfabetos funcionales. No hay salvación para la inteligencia y la dignidad.
Y ahora, que llueva mierda.

Iconoclasta

(El tristeópata toma de la bandeja de la impresora el e-mail impreso. Como si en una primera lectura no lo hubiera creído, se lleva el puño a la boca para ahogar un grito. Sus ojos están brillantes, desesperadamente húmedos. Una alarma del ordenador le recuerda que es hora de iniciar el nuevo curso. Guarda la carta en el cajón de la mesa y respira profundamente varias veces antes de salir de su despacho)

–¡Hola a todos, amigos tristes!
Soy Tristán Llanto, doctor en tristeología y tristeópata. Estudio la tristeza y guío a los seres entristecidos en la metodología para erradicarla.
Deberán disculpar mi vanidad; pero me considero un auténtico honoris causa de la tristeza, la he padecido en muchas ocasiones por las más variadas razones. Pudiera ser que algunos de vosotros hayáis padecido más que yo. La diferencia radica en que yo tengo una facilidad innata para gestionarla, sin duda alguna, debido a mi reticencia al trato humano. Porque como ya veremos, la tristeza se debe gestionar en soledad.
Que conste que no os odio, y mucho menos ante lo que pagáis por este curso. Casi tanto como para crearos otra nueva tristeza que os servirá para poner a prueba la utilidad de este máster.
Es broma, alegrad esas caras si podéis.
Hay distintos motivos de tristeza; pero solo una tristeza. Siempre es la misma ocurra lo que ocurra. Puede ser más larga o más breve; pero no hay tristezas distintas para un mismo humano.
Por lo tanto, los tristes nos gestionamos con una metodología única e invariable.
Suelen decir los psicólogos que hay que encontrar el motivo (en caso de desconocerlo) de la tristeza. Es un gran error, los psicólogos quieren ganar dinero, como yo. Solo que ellos lo ganan muchas más veces con un mismo ser humano.
Buscar causas que se desconocen es un error, mis tristes. La tristeza es una afección tan emocional, tan intrincada en el tejido emocional y tan etérea que no existe nada que la cure. La tristeza no se extirpa, irradia, electrocuta o se seda. Es básico entenderlo para no sumar frustración a esa tristeza. Porque por su naturaleza, tampoco se puede entender en demasiadas ocasiones.
Cuando la tristeza se desconoce, su motivo, no hay forma de dar con la causa; porque puede obedecer a una afección nerviosa, a un sueño, un proceso hormonal, una fiebre, a un recuerdo latente que ha desencadenado una sucesión de ideas que llevan vertiginosamente a esa melancolía profunda e insondable. Querer encontrar el motivo es perder el tiempo, lo único que importa es sacarse de encima toda esa pena. Y ya sin ese dolor, sin legañas y si hay suerte y con el tiempo, un día entenderemos el porque de aquel ataque de tristeza.
La tristeza se agota, es una batería alojada en algún lugar muy adentro de la carne, tal vez en la médula ósea y solo cesa la pena cuando se agota. A veces, debe estar en el intestino, yo al menos he tenido que llevarme las manos al vientre porque pulsaba allí dentro.
La duración de la tristeza varía en función de la edad y del íntimo momento que vivimos.
Sea cual sea su duración, el proceso para erradicarla es el mismo.
Mis amigos tristes, de la pena y el llanto no os libráis, nadie se libra.
Y llegado a este punto, es hora de tomar un café y/o fumar un cigarrillo. Porque tiene una belleza arrebatadora el humo que envuelve y protege el rostro triste, es romántico. Es algo que nos contagiaron aquellos escritores un tanto “malotes”, pero de una intensidad pavorosa. Lo malo de fumar, es que es reflexivo y no es narcótico, por eso es un “vicio” que a empresarios y gobiernos no gusta; prefieren el alcohol que es una droga que fabrica idiotas y mediocres en cantidades industriales cada fin de semana y cabestros obedientes los lunes. No es publicidad encubierta del tabaco, tristes míos, es bueno fumar y convertirnos en la metáfora de la tristeza, que es combustible, se agota. Se hace humo y se va…
Nos vemos en unos minutos en la sala de la cafetera.
(El doctor Tristán es el primero en salir del aula para dirigirse a su despacho, cierra la puerta tras él, baja la persiana y se sienta en el suelo apoyando la espalda en la pared. Enciende un cigarrillo, le tiemblan los dedos.)
–Señoras, señores. ¿Han acabado su café, desean que continuemos? Pues adelante, tristísimos amigos.
–Ha quedado claro que lo primordial es atajar la tristeza, encontrar el motivo es perder el tiempo y prolongarla. Si te duele la cabeza tomas un analgésico y luego buscas la causa si es necesario. No te vas a dedicar a preguntarte el porque mientras la cabeza parece que va a reventar. Hay una constante universal para todo ser humano: el dolor tiene la función de avisar de que algo va mal, no surge el dolor para convertirse en nuestro compañero y amigo a lo largo de la vida. Acabar con el dolor lo antes posible es pura supervivencia.
La alegría no cura la tristeza. La enmascara, te pasas un rato riendo y cuando llegas a casa rompes a llorar sin ninguna elegancia. Lloras por el tiempo que has consumido en banalidad y porque no ha servido para nada.
Imaginad que en pleno ataque de tristeza aguda, os ponéis a bailar para ahuyentar el “mal rollo”. Es importante la elegancia, y bailar llorando es patético. Os sentiréis ridículos ¿De verdad que además de transmitir tristeza, queréis impresionar al mundo aparentando un daño cerebral que provoca esa descoordinación motriz del baile? Ya sabéis lo mucho que los banales (son legión) se ríen de cualquier cosa hasta que les pegas un tiro en la cabeza (ha de ser en la cabeza, como en las películas, son como los zombis). Sed honestos y valientes. Sé que la valentía es un concepto en desuso; pero la alternativa es la mediocridad que se enquistará hasta formar un tumor y matará toda ilusión, toda ternura sencilla.
La amistad no la cura tampoco, nadie puede agotar, desgastar vuestra tristeza; es vuestro proceso y responsabilidad. Ningún consuelo puede superar en efectividad la secreta y oscura lágrima en soledad.
Que nadie os aconseje remedios. Si os los aconseja una buena amistad, dad las gracias (si os place); pero no los sigáis.
Debéis sacar el coraje necesario para apagar la luz, bajar las ventanas, sentaros en la penumbra y desesperar, debatiros hasta el llanto en esa tristeza asfixiante. No la evitéis, lanzaos a ella a pecho descubierto. Sin amigos, sin seres amados. Cualquier distracción provocará una nueva recarga de esa batería de voltaica tristeza que tenéis dentro. Cualquier palabra amiga, detendrá el proceso del desgaste de la tristeza y será mucho más largo el proceso.
Debéis imaginar la tristeza como una membrana osmótica (filtración del agua hasta su destilación completa) que funciona gracias a la presión que ejerce la angustia de esa melancolía. Si desciende la presión, no funcionará.
¡Ánimo, mis tristes! Que vuestro corazón bombee al doloroso ritmo necesario para que las lágrimas sean expulsadas con la presión adecuada!
Es mucho peor la tristeza que la soledad, aguantad en la oscuridad, pobres míos.
–Disculpadme unos minutos, aprovechad para reflexionar sobre el tema, debo atender un asunto de tristeza urgente de un compañero vuestro del curso pasado.
(Se dirige de nuevo al despacho. Del cajón de la mesa, saca de nuevo la carta: los resultados pormenorizados del examen médico de Dani, su hijo. Padece leucemia y el hospital propone un tratamiento paliativo urgente, porque no habrá cura, es la más agresiva. Y llora en silencio mordiéndose el puño, evocando el momento en el que su hijo, hace cuatro días, se desmayó durante la cena. Tiene cinco años y solo quiere morir, ir con él a donde quiera que vaya.)
–Perdonad la interrupción, los teléfonos móviles nos sirven para eso; para dar suspenso a algo aburrido y descansar de tanta cháchara. Que nadie asienta, es solo una ironía sutil, ni se os ocurra entristecerme.
Lo siento, pero es así: tenéis que llorar hasta el agotamiento, en soledad. Si tiene que doler, que duela.
Y a menos que optéis por el suicidio (de ahí que cobremos el curso por adelantado, listillos y listillas) llegará el momento en el que os sentiréis al fin vacíos, incapaces ya de derramar una sola lágrima.
Sí, hay una inercia en el llanto de la tristeza, cuando ya no quedan lágrimas, sentiréis que debéis llorar más; es normal, son los últimos coletazos del llanto oscuro.
Habréis llegado, sin apenas daros cuenta, a la tristeza seca, la menos dolorosa y delirante.
Con la tristeza seca, sin la opresiva angustia del desgarrador llanto, los buenos momentos brillarán más y en poco tiempo habrán solapado a los tristes. No dejéis aún la soledad y la oscuridad hasta que sonriáis plena y suavemente con los recuerdos de aquello perdido; como aquellos globos de la infancia que llevabais ilusionados de la mano y se escapaban con una angustia de vuestro corazón pequeñito. ¡Ah, las primeras e infantiles tristezas! Qué añoranza ¿verdad?
Al final, las grandes tristezas debidamente desecadas de lágrimas, se convierten en entrañables ternuras.
En definitiva, esencialmente la tristeza se agota dejando que fluya el dolor en soledad, en la oscuridad.
Y cuando salgáis a la luz, dejaos deslumbrar como lo hace el sol tras la tempestad.
Y hasta aquí, lo esencial de la tristeza y su tratamiento o desgaste, que sería más correcto.
Mañana tan solo haremos un repaso a los diversos métodos de psico respiración para afrontar la soledad y la oscuridad necesarias para agotar la tristeza; son casi lógicos, de hecho cualquier respiración medida y disciplinar serviría.
Y por supuesto, no existen clases prácticas, la tristeza y su desecación es absolutamente individualista. La terapia de grupo, es obscenidad para la tristeza, la tristeza en la intimidad brota y solo en la intimidad se destruye.
Ojalá, mis queridos seres tristes, nunca debáis volver a pasar por la tristeza; pero me temo, que es imposible. Sentíos ahora, Jedis de la Tristeza, pues.
Hasta mañana, y fin de la clase, invito a café y tabaco.
(Durante veinte minutos en la sala de la cafetera, Tristán comentó con los alumnos del máster algunas dudas, algunas posibilidades. Cerró la puerta de La Academia Triste tras la salida del último alumno. Y entró de nuevo en su despacho.
Sentía que le faltaba el aire y los intestinos contraídos hasta el dolor, como un cólico profundo. Llorando se desnudó en la oscuridad, del bolsillo del pantalón extrajo una navaja de hoja curva dentada y la hundió en el vientre. Un samurái en ritual de seppuku. Buscó frenéticamente entre los intestinos aquella batería cargada de tristeza, extrayéndolos del vientre, al fin sintió algo duro y frío en ellos, y lo arrancó. Sus lágrimas comenzaron a secarse y sintió el alivio de la tristeza seca. Y luego, el dulce y liberador desfallecer de las venas sin sangre.)

Iconoclasta

Un gueto cualquiera en el estado fascista español, en cualquiera de sus taifas autonómicas gobernadas por severos caciques.
Son las 21:30 y la calle está desierta, silenciosa, muerta.
Las viviendas nunca han guardado tanto silencio por el temor a la policía y al coronavirus, se diría que alzar demasiado la voz les podría llevar a entrar en tu casa derribando la puerta, a ambos.
En los campos de concentración y en los guetos, el silencio absoluto es cuestión de supervivencia.
Tan solo las amenazantes y tenebrosas patrullas de la policía política del nuevo y normal régimen fascista español del coronavirus, rompen el silencio momentáneamente al pulular a la caza de aquellos quienes intentan salir de la prisión en la que han convertido las viviendas del gueto.
Sin embargo, las calles lucen más brillantes que nunca: han mejorado la iluminación nocturna para evitar sombras que puedan ocultar a los que intentan conseguir unos minutos de libertad. Joderlos como sea es su única misión.
Hay mucha luz para que la policía política del régimen ejecute sus sentencias apoyada por una maligna red de delatores, como en todo régimen oscuro; negro como cruces de la SS.
Los campos de concentración de la España Fascista y sus Taifas Autonómicas gobernadas por feroces caciques, son obscenamente eficaces en quebrantar libertades y derechos.
Aunque las fuerzas fascistas lo tienen fácil para realizar sus acosos, represiones y encarcelamientos; mucho más que en los guetos de Varsovia en la Segunda Guerra Mundial. Los habitantes de un gueto español, con total seguridad respiran con un bozal en el hocico dentro de su propia casa (como en el campo, lejos de cualquier control) y les han educado en el lema: “la libertad es enfermedad”.
Los han amaestrado bien: se sienten protegidos como antaño en aquel longevo fascismo de Franco con el que vivían mejor.
Tras las nueve horas largas (se encierran ellos solos antes de la hora) de prisión nocturna, los habitantes de los campos de concentración españoles volverán a sus trabajos (quienes tengan), encenderán los receptores de televisión o atenderán el teléfono móvil para escuchar los bandos matinales del Nuevo y Normal Régimen Fascista Español del Coronavirus que, como cada mañana les anunciará que durante la noche (a pesar de las calles desiertas y muertas de todos los guetos del reino fascista) el número de contagios ha subido pavorosamente, por lo cual continuarán vigentes las leyes marciales de prisión nocturna y anulado todo derecho fundamental. El bando diario del fascismo se despedirá hasta una nueva emisión con su lema de estado: “La libertad es veneno. Fascismo forever).
Y el adoctrinamiento del miedo en las escuelas de los guetos proseguirá de la mano de maestros afectos al régimen, de esos que creen con fe ciega que podrían morir si al caminar por la calle, se les desprende del morro el bozal (aunque en su ingenuidad, le llaman mascarilla).
Maquiavelo debería leer esto, eyacularía en el tercer párrafo.
–¡Shh…! ¡Silencio, la bofia se aproxima!
(Extracto de “Las noches en el gueto”, diario de Iconoclasta Frank)

Iconoclasta

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El problema surge cuando has viajado y conocido otros lugares con tiempo, comprendiendo donde te encuentras y lo que ves.
Lo más probable es que pienses que al fin y al cabo, donde naciste no es tan bueno y perfecto, no se come “como en ningún otro sitio” y no tiene tanta cantidad de climas como para convertirse en el paraíso de mierda que los patriotas o nacionalistas dicen que es.
Si no eres un mediocre con el coco adoctrinado por patriotismos, nacionalismos u otros fascismos, acabas concluyendo que no tuviste muy buena suerte con tu lugar de nacimiento. Y eso ocurre cuando tienes ciertas inquietudes por conocer y saber, y así desarrollas inevitablemente el asco por el lugar que te mantiene prisionero.
Los patriotismos destruyen todo tipo de libertad, adoctrinan basura y tergiversan la historia a su favor. Más que una nación, hoy día los países se han convertido en sectas, en facciones radicalizadas por las redes sociales que a la velocidad de la luz, hacen correr sus mentiras y podredumbres. Sectas formadas por analfabetos funcionales aptos para trabajar y ser estafados en su trabajo y aceptándolo todo de sus amos, a los que han votado, con mansedumbre. Llevan bozales y padecen miedo crónico como si formara parte de su ADN.
El resto vivimos cada día más asqueados de ese fascismo que pretende inculcar sus ideas sucias, su indignidad y una mansedumbre digna de reses en un camión al matadero.
Los patriotas de mierda te quieren joder como individuo y convertirte en un trozo de mierda que haga lo que le dicen.
Los países y sus patriotas son granjas y cerdos, nada más. Los gobiernos solo son criadores o ganaderos de porcino.
La patria podría ser un supositorio en mi recto aliviándome de un estreñimiento, porque es lo que me provoca la devoción patriótica: cagar.
Fuera de sus propiedades terapéuticas, el nacionalismo es un estiércol venenoso para la libertad y el conocimiento.
El ejemplo más obvio es España, sus taifas y su decadente pánico y mansedumbre.

Iconoclasta

Se acabó, si no tienes un blog no podrás ejercitar la literatura con las palabras que elijas sin castrar tu obra.
Todas las redes sociales, con especial hincapié en tuiter y feisbuc son las guardianas del nuevo fascismo que ha surgido como una infección paralela con el coronavirus (en caso de no haber sido el coronavirus la herramienta para robar cualquier asomo de libertad individual). Toda palabra que consideren malsonante sea en el contexto que sea (no importa si es literatura de ficción, humor o ensayo) será censurada.
Las redes sociales se han colocado en primera fila para acabar con cualquier libertad de expresión y juzgan qué palabra les gusta y cual no.
Me parece bien, es su puta casa. Yo en mi casa hago lo que me sale de la polla. Así que a la mierda con los “me gusta”. Mientras tenga humor servirán las “suciales” redes para llenar mi espacio con los enlaces de lo que publico en mis blogs; cosa que más pronto que tarde, me aburrirá.
Cualquiera con un nivel medio de capacidad lectora sabe que el fascismo se apoya en una ignorancia y una espantosa falta de creatividad e imaginación. El fascista no tiene de esas cosas. Es simplemente un imbécil (sea comunista o capitalista) envidioso que odia el arte o el ingenio que otros pueden tener.
A ver si va a resultar ahora, que el cochino Franco era un premio nobel de mierda; cuando su innombrable libro debería estar en los cagaderos de los burdeles para limpiarse el culo con sus hojas en caso de emergencia, como en tiempos franquistas se usaban los listines telefónicos en los bares.
Las redes sociales han regulado su nivel de expresión, al nivel de la ignorancia de sus usuarios, promoviendo y acelerando la castración intelectual; tal y como ha ocurrido con el cine, que lo han convertido en un espectáculo siempre para adultos menores de cinco años mentales. Afortunadamente aún quedan Netflix y Amazon Video creando cosas serias para adultos formados. No sé cuánto durará; pero mientras tanto, mis respetos para estas dos compañías.
El cine murió antes que la literatura, porque era más visual y enganchaba a mayor número de cabestros. Leer es algo más marginal si pretendes algo bueno. Porque catedrales del mar, pilares de la tierra, crepúsculos, sinsajos, potteres, etc… No es literatura, es adoctrinamiento puro para conducir a los borregos a la ignorancia más elemental. Se trata de manuales de superación tipo: “Consiga ser un perfecto mediocre en 15 días”.
Nadie me puede prohibir escribir “maricón”, “puta”, “follar”, “tortillera” o cualquier otra lindeza que se me ocurra. Si existen las palabras, las uso y si no, las invento.
El lenguaje es lo más sagrado de la comunicación, cualquier censura sobre el mismo, es el mortífero veneno contra la imaginación, la creatividad y por supuesto, la más esencial libertad: la de expresión.
Los arribistas políticos, jueces, policías, militares, editoriales, cadenas televisivas y plataformas sociales en internet, se han erigido en los máximos censores de las palabras.
En las dictaduras fascistas o comunistas de siglos pasados se quemaban y prohibían libros. Los nuevos fascismos van directamente a por las palabras.
Y la RAE, dando entrada a ridículas nuevas voces y regulando los parámetros ortográficos a la ignorancia imperante, se ha constituido en la gran puta de todos los censores.
Que descanse en paz la literatura, el arte y la historia. Ha llegado la extinción de la inteligencia, la intelectualidad y la libertad creadora; pero ante todo, ha desaparecido todo asomo de ética y honestidad. Todo se ha prostituido a la cobardía y al servilismo de un rebaño de tarados mentales en plena fase de muerte por decadencia.
La cobardía rige el nivel de expresión y los fascismos del oscurantismo (actual ignorancia) son los que plasman el sello de “Censurado” en cada palabra.
Si alguien hoy quisiera escribir y publicar una novela como La Naranja Mecánica o realizar un corto como Un Perro Andaluz (“perro” no se permitiría, ni siquiera en Francia donde se realizó), serían obras censuradas y masacradas por las redes sociales, los ministerios de inCultura, los políticos, las editoriales, los curas, los militares, los policías, los alcaldes y los ignorantes profesores de escuela.
En serio, el cine murió hace una década y ya no puedes comprar un solo libro que tenga la categoría mínima para no ofender tu inteligencia.

Iconoclasta

Los médicos de hoy son incapaces de dar un diagnóstico, ni siquiera como posibilidad informativa al paciente, si no tienen una imagen o un análisis entre las manos que les diga lo que le está ocurriendo. Y si supieran algo de medicina, tampoco diagnosticarían por simple dejadez o para evitar un error que los pudiera poner en evidencia, o por sacarse al paciente de encima rápidamente. Si los médicos de antaño hubieran actuado como los presentes, la especie humana estaría extinta al fin.
Los profesores omiten y tergiversan hechos históricas y éticas practicando un oscurantismo disfrazado de tolerancias dogmáticas impuestas por un gobierno fascista bajo su decorado democrático.
En la universidad, con dinero compras una titulación en cualquier carrera.
Los políticos son auténticos analfabetos que propagan machaconamente su ignorancia entre los habitantes del país que saquean (o pretenden) y cuyos votantes no entienden nada de lo que está perorando el charlatán. Cuando alguien no se entera de lo que dice un político, no se debe a la riqueza ni al academicismo del vocabulario del político; se debe a que el propio timador no entiende lo que le han escrito en el papel y así lo transmite a la chusma que lo escucha con caras de murciélagos colgados de un techo.
Los padres son incapaces de educar a sus hijos porque ellos mismos no fueron educados en la madurez y la ética.
Los hijos crecen débiles, dependiendo de un teléfono, encerrados en grandes granjas (ciudades y pueblos) y viviendo sedentariamente. Recibiendo los mensajes de un televisor que se entromete con sus decretos y dogmas en la intimidad familiar.
La esperanza, la gran esperanza de futuro para esta sociedad decadente, es que los hijos sean directivos de empresas, políticos, científicos importantes, filósofos o yutubers.
Los trabajos manuales o mecánicos, no son una opción para los hijos, ya que los padres no podrían alardear con sus amigos de que sus hijos acaban de entrar a trabajar en una empresa y ya los han nombrado consejeros delegados.
Decir que un hijo es electricista o albañil, es tan vergonzoso como llevar el teléfono móvil prendido del cinturón del pantalón. El analfabetismo funcional y una vanidad irracional y desproporcionada es una mezcla letal para la ética y el coraje.
Nadie se pronuncia en contra de la opinión de otro con firmeza. Se habla despacio, buscando muy bien las palabras (pobreza de léxico), con un tono de voz tirando a susurro para no parecer beligerante y actitud sonriente y tolerante para ponerse en el pellejo del otro.
Se le dice al contrario que comprende su opinión y que la respeta; incluso que tiene la razón, si pretende ser muy molón y amigable.
Es esa falta de determinación y valor, con la que los padres impregnan a sus hijos de la mediocridad que los docentes de los colegios no han acabado de inducirles.
Fumar puede ser un vicio asqueroso; pero si en lugar de tabaco los hijos fuman marihuana, “está bien si no abusas”. Emborracharse los fines de semana es incluso necesario, ya que ayuda a desahogar la tensión de la esclavitud del estudio y la poca trascendencia propia. Y así, miles de universitarios, varias veces al año se concentran por millares en un único rebaño para celebrar que se han rasurado esa mañana al despertar los genitales.
Y así es como al final, una sola persona, con toda probabilidad un inmigrante; realiza el trabajo de veinte.
La sociedad actual ya no puede absorber más mediocridad, se ha colmatado de ella. Y de hipocresía y banalidad.
Y de una cobardía que asesina libertad, coraje y entendimiento.
Los borregos se dejan hacer, comen sin dudar lo que su fascista amo les proporciona y se meten obedientes en el redil cuando se les ordena dejando paso a las brigadas nocturnas que recogerán sus excrementos y entre ellos, su libertad para procesarla en comida rancia de nuevo.
Esta sociedad es una inmensa corporación de ganadería humana.
Y cuando hay que sacrificar a las reses, éstas aceptan el designio con aplausos y cariño hacia su matarife: el analfabeto político que ha impuesto mediante decreto a unos ignorantes veterinarios o curanderos para envenenarlos.

Iconoclasta

–¿Cómo es tu tristeza?
–Circular, una peonza que gira dentro de mi pecho, donde los dedos no llegan. Y duele un poco porque causa una erosión, un roce. Duele mil…
–¿Por qué circular? ¿Por qué no plana o recta?
–Es la metáfora de mí, siempre buscándola en todas direcciones, sin descanso, sin consuelo.
–¿Qué sientes?
–Hay momentos en los que la peonza se tambalea, parece detenerse y no sé…, quiero llorar. Y se me pierde un latido del corazón, la vida se queda en suspenso durante una eternidad esperando qué sucede, si caerá o no.
–¿Por qué no acabas con tanta tragedia?
–Porque la tristeza es lo único que me queda para trascender, para ser algo más que carne y hueso. Porque una tristeza es la prueba de amar y ser amado. Cuando no te aman no hay tristeza, solo una pasajera decepción.
–¿Y entonces tu alegría?
–¿Qué alegría? Fue un pequeña línea recta, paralela a la tierra. El tiempo la borró, no me acuerdo cuando; pero no hay rastro de ella. Lo prefiero a que la peonza se detenga.
–¿Y tu valor? ¿Dónde reside tu coraje?
–No quiero responder más, por favor.

Iconoclasta

Foto de Iconoclasta.

Tú no lo puedes ver porque no has entrenado suficientemente la visión; pero en el aire flotan las almas de billones de muertos; es nuestro alimento más vital.
Y es por esto que cuando respiras agua te mueres; en el agua solo hay restos de cadáveres descompuestos. La mierda en la que se convierten los seres humanos.
Las almas no son buenas ni malas, si acaso tontas; porque no tienen vida. Son el vapor que emerge de la tierra. Son solo eso, alimento sutil y vital ese punto que nos hace humanos, un milímetro distintos de las ratas.
Antes pensaba que si comía veneno mi alma sería venenosa, me ilusionaba pensar que podría servir de algo al morir. Porque ya sabes cómo odio este lugar infecto donde me parieron, si no fuera por tu amor, esto sería mierda en bote de la buena.
Pero no es así, joder… No aportaría veneno a la humanidad porque la descomposición hace que los venenos se filtren al subsuelo y deja las almas limpias, como destiladas para que me entiendas.
Muchos no se lo pueden ni imaginar; pero han esnifado a sus hijos muertos, o a sus padres, a los que han asesinado, etc…
Quién iba a decirlo.
Es gracioso que al final, seamos caníbales de almas. Esos indios pendejos antropófagos no saben bien por dónde van los tiros y se comen la mierda pensando que se llevan el alma a su cerebro imbécil.
Las almas de los animales son solo para animales, las humanas no tienen ningún valor nutricional para ellos.
Y ahora, cielo, te he degollar. Estoy a falta de almas, siento como una anemia vital. Es por culpa del bozal, que al filtrar el aire me quita la alegría de vivir.
Una vez desangrada y muerta, te arrancaré los pezones a bocados, ya sabes lo mucho que me gustan. Te adoro.
¿Ves? De alguna forma tenía que conseguir tu belleza más íntima (que no está en tu coño, boba).
No lo sientas, cielo.
¿Te acuerdas cuando murió mi hijo en aquella montaña? Le arranqué el alma a cuchilladas, se la saqué por el puto corazón. Y lo tiré por un barranco, a una sima insondable.
No dolerá mucho, la navaja tiene un cuidado filo y además estaré contigo para que no te sientas sola. Aspirándote… ¡Ñam!

Iconoclasta