– ¿Quién te ha dicho que no morirás nunca? Por supuesto que morirás, todos morimos cuando el cuerpo falla o un hijoputa lo decide. Mañana iré a hablar con la señorita y que me diga a mí que no vas a morir nunca. ¡Vaya maestra de mierda! No llores Yosua, no estoy enfadada contigo. Mamá está furiosa con esa maestra por el disgusto que te ha dado. Estate tranquilo, que si no mueres pronto papá o yo haremos lo necesario para que puedas volar a Nunca Jamás, adonde todos los niños buenos van para siempre. Mañana hablo con la señorita. ¿A quién se le ocurre decirle algo así a un pobre crío de cuatro años que no sabe defenderse? Mira… Me dan ganas de clavarte las tijeras de la cocina en el cuello y llevarte a la maestra a ver si dice que no te morirás. Puta insensible… Ahora resulta que nos van a robar también nuestras bonitas creencias. Tú te morirás pronto antes de crecer más para que puedas viajar a Nunca Jamás. Ya sabes que si un niño se hace mayor, ya no puede entrar. No dejaremos que te hagas viejo para vivir en el lugar más maravilloso del universo. Donde jugarás toda la vida en compañía de niños como tú, con Peter Pan y Campanilla espolvoreándote su polvo de hada para que puedas volar. ¿Me prometes que pensarás en nosotros cuando te estés divirtiendo en Nunca Jamás? Estaremos muy tristes sin ti. Esta noche, mientras sueñas que vuelas con Peter Pan hablaré con papá para enviarte ya muy pronto hacia la estrella donde se encuentra Nunca Jamás. Y cuando llegues pregunta por Dieguín, un niño de tu edad. ¡Es tu hermanito! Hace ya cinco años que viajó, antes de que nacieras. No te olvides de decirle que no lo olvidamos y lo queremos muchísimo. ¡Lo bien que lo vas a pasar! Ya lo creo que morirás, Yosua, te lo promete mamá.
Y el pequeño Yosua se durmió con una tranquila sonrisa y el matarratas coagulando la sangre en sus venas.
Epílogo: Ante una sociedad degenerada, degradada mentalmente y por tanto crédula e infantilizada. Dependiente de cualquier gurú surgido en los medios de información o publicitarios (un líder religioso/político/ideólogo). Decadente y compulsivamente consumista hasta la indolencia hacia la libertad y la razón, me siento obligado a exponer lo realmente terrorífico y alienante. Escribiendo este relato no podía dejar de pensar que peligrosamente está más cerca de ser un hecho probable que de lo absurdo, demente o terrorífico. Es más que posible que un Nunca Jamás sea el paraíso de una nueva superstición (oficialmente religión) universal para una sociedad que ha evolucionado servil, sin resistencia ni dignidad, hacia el pensamiento insectil global que los hace a todos iguales de imbéciles y pobres. Es el horror real y tangible.
La Sanidad nazi-estalinista (seguridad social española), institución puntera y ariete contra toda libertad y necesidad biológica que rige el rey y ayatolá hispanocatalán Sánchez I el Arribista, sumo sacerdote masónico de la secta psoe, inventor de la Amnistía Corrupta Española 2024 y cobarde histórico; que en el 2020 mediante su famoso coronavirus y con la complicidad de su vice Caudillo Iglesias usó como medio para matar a decenas de miles de viejos pensionistas en los geriátricos en los que decretó su cierre y sellado para que nadie pudiera auxiliarlos y así absorber millones de euros de las pensiones que ya no sería necesario pagar. Y al tiempo, usada como ofensiva contra toda libertad y necesidad biológica de la casta paria asalariada española, incluso para enfermarla. Ahora, mediante su nueva sicaria ministra, lanza una nueva ofensiva de represión y batería de prohibiciones contra la casta paria asalariada española, haciendo del tabaco otro coronavirus. El nazismo-estalinista islámico del ayatolá Sánchez I el Arribista, encarnado ahora en la ministra nazi que ocupó el cargo que dejó el actual cacique nazi autonómico catalán; tiene como fin prohibir y eliminar todo placer de la masa asalariada española con una razón tan simple como toscamente planeada: Si se prohíbe el tabaco, que afecta mayormente a la casta paria asalariada, el estado nazi sanchizta se podrá apoderar de ese dinero que los parias asalariados gastan en fumar cargando un veinte por ciento más de irpf en las nóminas de la casta paria. El narco estado corrupto estalinista español del ayatolá Sánchez I el Arribista, ya tiene los cálculos exactos del dinero que le podrá robar a los asalariados por la prohibición de fumar en nombre de la sanidad nazi. Hará exactamente lo mismo con la carne tan infame e innecesaria y luego con los letales dulces y refrescos. Ya tendrá una línea de ropa para uniformar a la casta paria, porque un asalariado no tiene que calzar o vestir ropas de ultrarricos. “¿Y para qué queréis más dinero si no hay en qué gastarlo? Pontificará el ayatolá Sánchez I el Arribista y su sicaria sanitaria nazi desde el púlpito a “todas y todos”, sonriendo con los dientes forrados de oro. Una vez conseguida la represión en placeres y comida, se prohibirá el acceso a playas y montañas por razones clima-sanitarias. Y así, una casta paria asalariada indolente y cobarde disfrutará de una vida “segura” y con las “necesidades” cubiertas por el narco estado español nazi-estalinista islámico del ayatolá Sánchez I el Arribista, con su corte de psicópatas jerarcas ministeriales orondos y dorados como marranos decorativos. Asalariados y pensionistas permanecerán estabulados en las ciudades-granja por las prohibiciones sanchiztas. Y se creará por ello una nueva especie de cerdo ibérico de dos patas que lucirá (“todas y todos”) el respectivo marchamo de denominación de origen española en la oreja. El cerdo-asalariado y el cerdo-pensionista serán la nueva virtud de una España de eternos fascismos y dictadores asesinos y genocidas. Porque “¿Para qué quieren el dinero si no lo necesitan?” Clamará el ayatolá Sánchez I el Arribista desde el púlpito en su homilía ante el parlamento europeo propiedad de la bruja Leyen. La agenda 2030 usa al cerdo ibérico español de dos patas, como conejillo de indias en el ensayo previo a la próxima estafa y crimen planetario. El ayatolá Sánchez I el Arribista sueña erecto con ser el secretario mundial del nazismo-estalinista, por méritos y dedicación esquizofrénica. No será así de fácil y rápido, hay gente que deberá morir en la cercana guerra que se avecina porque no accederán dócilmente a ser los nuevos cerdos ibéricos estabulados bajo los pequeños genitales del ayatolá Sánchez I el Arribista. “Cuando el camino se pone duro, el duro se pone en camino”. Es inevitable la violencia de la guerra mientras existan seres humanos no-cerdos, no dóciles, no indolentes y librepensadores.
Más terrorífico y repulsivo que los zombis, en el cine, la realidad y su cotidianidad; es la humana mezquindad. Es el verdadero terror. Exactamente la roñosa miseria humana de la que hizo gala la mayor parte de la humanidad con el coronavirus, obedeciendo como niños de cinco años al estado/dios ladrón, pudriéndose la respiración con el bozal nazi de la humillación y el silencio en exteriores, vacunándose con mísera cobardía y denunciando a extraños, amigos y vecinos a la policía y ejército nazi desde sus ventanas y balcones, como monos en el zoo, como alemanes a judíos. Toda esa mezquindad, cobardía, servilismo y traición es lo que realmente provoca terror y náuseas. No sé, viendo Tren a Busan, he pensado en ello. Ha sido inevitable, incluso instintivo. Automático… Ninguna película puede ser tan terrorífica y repulsiva como ver a la humanidad (española y china como prototipos) degradándose hacia lo porcino, ratonil e insectil por un resfriado.
No hay una muerte adecuada, la humanidad vive un tiempo tan largo que agota los recursos del planeta e impide que los cargos y funcionarios ganen el dinero que codician en su totalidad. Hay más generaciones que nunca compartiendo el mismo presente por la excesiva longevidad. Es desolador, pronto se decretará la antropofagia y las muertes obligatorias a una edad establecida por el estado/dios: sesenta años para evitar gastos en pensiones. Se formará un gobierno tiránico mundial que provocará una guerra civil de extinción. Cada día es mayor el número de condenados a muerte a la edad designada que deciden cómo y dónde morir. Y ante todo cuándo. Los rebeldes eligen morir asesinando a otros, lo que lleva a una gran mortandad de policías y funcionarios del estado/dios. La lógica: si están condenados a muerte, no les pueden sentenciar una condena mayor por sus crímenes. Hay un lema que se ha hecho popular y el estado/dios castiga su difusión oral o escrita con muerte: Si has de morir que no sea pacíficamente, con la cabeza gacha. Numerosas familias cuyos miembros están condenados a muerte por edad designada, se han aliado para proteger a sus sexagenarios haciéndose fuertes en edificios y barrios. Funcionarios y cargos del estado/dios se lamentan por el dinero que dejan de ganar para afrontar las insurrecciones con más gasto en munición y contratación de más policías y militares. Los pronósticos se han cumplido: la población consume por decreto procesados cárnicos humanos cuyo precio es una décima parte de la carne animal no humana que consume exclusiva y privilegiadamente el aristofuncionariado, una nueva clase privilegiada que ocupa la mayor parte de los cargos importantes de las instituciones del estado/dios, una logia masónica cuyos miembros se identifican con la insignia de la Agenda 2030. Ejército y policía no muerden la mano que les da de comer con el mínimo esfuerzo, la de sus amos aristofuncionarios; sus ofensivas contra la población se llevan a cabo con munición de guerra. No hay heridos y los cadáveres sirven para alimentar a los contribuyentes y “votantes” que aún respiran. A 2032 se considera la Agenda 2030 totalmente implementada y ampliamente aceptada por la globalidad asalariada, salvo pequeños focos de disidencia. Los aristofuncionarios crean un gran evento mundial para celebrarlo.
2033. Una huelga salvaje de asalariados a nivel mundial detiene toda actividad, incluida la del suministro alimentario de procesados humanos y se paraliza la producción de las centrales eléctricas, plantas potabilizadoras de agua y refinerías de petróleo. El ejército de la Confederación Europea de la Agenda 2030, ha asesinado en el primer mes de huelga a ciento veinte millones de asalariados con armamento nuclear y munición convencional. No queda mano de obra para poner en funcionamiento las fábricas y suministradoras de servicios públicos. En el resto del planeta, en cada país, se replican las huelgas y la exterminación de asalariados por el aristofuncionariado. La guerra civil planetaria de extinción ha sido la más breve de la historia de la extinta humanidad.
Escribo cosas directas, certeras e hirientes con los justos e imprescindibles ornamentos necesarios para dar interés al texto. Escribo con la misma intensidad que follo, lenta e impíamente para aplastar toda voluntad y remilgo en pro de la consecución del placer. Ya ha habido demasiado dolor. Ahora el dolor lo doy yo y lo tomo de quien elegí con la misma precisión y voluntad que escribo lo que nadie quiere leer. Negando la gracia humana de la bondad, la que queda en ella y en mí si alguna vez la tuvimos Escribo como follo, destruyéndome. Destruyéndonos… Y al igual que al joder soy animal en celo, me deslizo como bestia de deseo e ira con palabras sucias de mellados y oxidados filos por el papel. Como desgarro la piel que jodo. Sin más finalidad que la destrucción de todo aquello que nos quisieron inculcar robando nuestra infancia y juventud. Mi rabo es mi pluma y mi pluma apuñala ojos que leen sin acabar de comprender. Mi amor es la más bella del mundo y su coño sabe a azufre, he desgastado su piel lamiéndola y escribiendo los versos cardenalicios de la catedral del dolor y la vejación. Soy un cerdo hociqueando en el coño de mi crucificado amor y denigrándome en el papel sin pudor, sin importar nada más que mi mortificación, para no tener ya nada que perder y arrasar con todo lo que han podrido y eternizan. Lo malo lo hago mejor que nadie. Quiero que mi diosa crucificada sienta el gozo de tener un macho a la medida de su hambre e irreverencia. Entre escribir y follar, sólo varía que no firmo mi acta con mi leche rezumando de su maltratado coño que me enloquece y embrutece. Escribo ante la cruz de mi puta diosa y el dolor brota formando las palabras necesarias para maldecir al mundo y su humanidad imbécil que surgió de un accidente genético que nunca debió ocurrir. Y mi amor crucificado le saca la lengua a dios diciéndole que soy suyo y mis palabras en realidad, son su obra.
No sé cómo serán las inteligencias artificiales de pago; pero las gratuitas de los portales y buscadores son pura infantilidad para cerebros blandito; sólo aptas para los aquejados de ese infantilismo atroz y su ignorancia: los woke que ven en la abeja Maya un elemento de gran carga sensual y sexual. Toda imagen que pidas que dibuje la inteligencia oficial de los portales colaboradores con los estalinismos penitenciarios homosexuales clima-sanitarios del Occidente Consumista y seudodemocrático, serán primero mogijaterías tierno-infantiles. Es un horror, un insulto a la inteligencia de los humanos adultos y con cerebro operativo. Voy a mantener a esa mierda de inteligencia artificial fascista y censurada lejos de mis ojos. Esta inteligencia artificial es una parte de la liturgia y catequesis del estalinismo surgido con el coronavirus, un fascismo eclesiástico y doctrinal. Y un gran éxito entre las sociedades decadentes y degradadas de los países volcados a tal fascismo, como toda Europa, por ejemplo. Los jerarcas fascistas estalinistas predican constantemente sus homilías de bondad, paz y obediencia al estado/dios protector del coronavirus y futuras pandemias en espera de decreto. Es la nueva iglesia de las cobardes sociedades occidentales consumistas, seudodemocráticas sin rubor. Una iglesia regida por obispos corruptos y codiciosos; telepredicadores de maneras y retóricas mafiosas. Las viejas y degradadas Europa y España (como muestra de degradación tipo) ostentan una población cobarde y decadente, dependiente de los decretos salvadores que dictan los jerarcas como corruptos obispos. Ahora, a finales del 2024, la población occidental consumista de las viejas y gastadas pseudodemocracias se encuentra en el momento más peligroso y decisivo que ha conocido la humanidad jamás: la masa poblacional o casta paria asalariada va a perder vía decreto de bondad de la iglesia estalinista, todo ápice de libertad y el acceso al conocimiento y la historia real. El oscurantismo y su censura es una peste que emerge de las aguas fecales subterráneas de las ciudades para invadir todos los pulmones y cerebros de la gente que vive verticalmente en sus costosas madrigueras pequeñas e insalubres. El plan maestro del actual estalinismo homosexual carcelario surgido con el coronavirus se ha iniciado. Sus sociedades occidentales han envejecido y apenas se reproducen. Y todo estado obtiene su riqueza (sus jerarcas) de los contribuyentes, cuantos más contribuyentes no pensionistas tienen, mayor es el poder económico de los líderes estalinistas. Es la razón por la que están importando para sus naciones esclavos africanos que trabajarán por una cuarta parte del jornal que cobran los asalariados nativos. Y por religión y tradición se reproducirán ratonilmente aportando nuevas generaciones de votantes contribuyentes a sus desgastadas pseudodemocracias. En su mayoría son musulmanes, una sociedad religiosa que obedece y acata todo credo y decreto de sus dictadores sacerdotes. El fanatismo de los musulmanes y su ansia de islamizar el mundo no es un secreto para nadie. Y los jerarcas estalinistas de las pseudodemocracias estalinistas del Occidente Consumista, ven en los musulmanes (debidamente surtidos de mezquitas y dinero) un raza ideal para obedecer al estado y de explotación barata, puesto que ya está amaestrada en la obediencia y la fe en el estado. Es por ello por lo que se hace por parte del maleable y vacío progresado woke (eminentemente homosexual y con buenas tragaderas para la pederastia) una continua catequesis de admiración por los musulmanes y su religión. Y como es lógico, los estados occidentales estalinistas del coronavirus trabajan con afán mediante prensa, redes sociales y televisión en crear en su población la fobia del antisemitismo, el odio hacia Israel y los judíos en general para contentar y apaciguar a sus nuevos esclavos moros que serán fuente de riqueza para el “obispado” estalinista homosexual. Por supuesto, hay que hacer notar, que las ONGs son hoy las traficantes y comerciantes de esclavos junto con los ministros de asuntos exteriores e interior de estos estalinismos carcelarios homosexuales. Y bueno, en lo que respecta al cacareado “cambio climático”, no deja de ser una simple maniobra propagandística (y negocio tipo bozal: mascarilla en exteriores e interiores) para ocultar la gran carnicería que se avecina en el Occidente Consumista con la islamización que se está llevando a cabo mediante la citada importación o compra de los esclavos y reproductores musulmanes (acogida o refugio en el argot diplomático estalinista homosexual carcelero). Los decadentes nativos del Occidente Consumista con un goteo constante han empezado a morir por los puñales musulmanes en su propio país y es sólo el aperitivo de la gran masacre que se avecina; que a su vez y con toda probabilidad, arrastrará a una gran guerra civil global entre el estado/dios estalinista, el islam y la población “infiel” consumista. Pudiera parecer una conspiración surgida de la ciencia ficción o la paranoia; pero no consigo ver la ciencia ni paranoia en ningún aspecto, sólo veo hechos, la historia y la actualidad reciente. Ojalá pudiera afirmar que esto es un relato distópico de un estalinismo woke carcelero homosexual, lo escribiría con una sonrisa. Aunque ahora sonrío; pero por astucia y no por lo divertido. Porque maldita la gracia, que ha tenido hasta ahora.
Me he equivocado y llevado la pluma a los labios en lugar del cigarrillo. Me doy cuenta porque al aspirar no entra humo en la boca y pienso con distraída ingenuidad que se ha apagado. Al ser consciente de lo que he chupado y a pesar de estar solo en la casa, miro a mi alrededor con temor a que alguien hubiera visto semejante estupidez. Temo más al ridículo que a la enfermedad que pudre mi cerebro. Sé que este es un hecho banal y hace bostezar desesperadamente a las ovejas de puro aburrimiento; tienen razón. Sin embargo, para mí ha sido el suceso más importante del día y no me interesa particularmente la literatura. No me parece triste, todo lo contrario, lo encuentro cómico. Aunque me temo que la comicidad es una situación triste de quien está acabado. Los personajes cómicos siempre han sido mendigos con un ingenio tramposo para que los obreros se sientan bien en su condición de esclavitud. Lo que me preocupa es el resultado de la biopsia que me hicieron en el cerebro. Se llevaron un trozo pequeñito de mis sesos, no dolió la extracción; pero sí el agujero que me hicieron en la calavera con una simple sedación local. No puedo conciliar el sueño evocando el chirrido del taladro y ese dolor venenoso de lo que quiere invadir lo más sagrado del ser humano. Me dejaré morir si me dicen de hacer otra biopsia. Y ahora espero el diagnóstico de la máquina que me leerá el médico como un notario la puta hipoteca. Hace años que los médicos ya no saben diagnosticar, sólo son administrativos tramitando citas con las máquinas de analíticas e imagen. ¡Vaya, parece que la tontería de la pluma se ha complicado! No me apetecía escribir de ello en este diario de Nadie. Nadie soy yo, lo vuelvo a escribir porque a veces me olvido de qué o quién soy. ¿Sabes qué te digo? Para morir con angustia tras conocer el veredicto del diagnóstico, prefiero una muerte despreocupada y coloquial con la infeliz ignorancia de morir sin el estrés de saber lo inevitable. No voy a acudir al administrativo sanitario que no sabe explicar o teorizar entre ignorancia y desidia mi mal. Además, estoy seguro de que me cantará el diagnóstico de un cerdo enfermo por algún error en el análisis de la muestra. Se parecen más a hechiceros que a médicos. Lo peor es que no les importa el dolor ajeno. Si les importara te dirían que mejor no pasar por ello. Es innecesario. La premisa es que no es bueno sumar más dolor a la enfermedad. Si estás condenado a una muerte pronta ¿para qué tanta mierda? Los cuerdos son cobardes por mucho que duela. Y de ellos se aprovechan los fabricantes de diagnósticos. No asistiré a la cita con el neurólogo, punto. Me voy a fumar otra pluma y esperar que dejen de sangrarme los oídos. ¡Cómo ha crecido mi hijo en estos siete años que lleva muerto! Me sonríe desde el umbral de la puerta de la habitación. Nunca llegué a conocerlo como adulto, murió cuando apenas alcanzó la adolescencia. ¡Qué guapo es! Si su madre no se hubiera suicidado sería histéricamente feliz de verlo. ¡Qué bonita es la soledad compartida! Ojalá hubiera estado tan podrido cuando murieron. No habría llegado a escribir estas cosas en el diario de Nadie, no hubieran sido tan dolorosos estos últimos tres años que Sari me dejó sólo. Mis compañeros de trabajo me envían mensajes de ánimo y pronta recuperación de mi depresión; no tienen por qué saber más. Los más amigos bromean diciéndome que disfrute de mi baja. Al principio respondía a todos los mensajes con un adiós. Hace ya dos semanas, ni eso. De hecho, el móvil está apagado. No es locura o un tumor cerebral lo peor. Lo peor es el hastío. Ocurre muy a menudo que el corazón parece cansado, se detiene un segundo y luego arranca con un doble latido tan fuerte que me quita el aire del pecho y marea. Creo que es lógico. Hacia donde voy sólo hay quietud y el corazón lo presiente, quiere parar de una puta vez de puro cansancio y de que un cerebro enfermo le dé órdenes. Estamos nerviosos porque esto dura demasiado. No he sido tan valiente como mi esposa, quiero decir que he sido pornográficamente cobarde y me dejo morir pasivamente en lugar de trabajar en ello de forma activa. No voy a perder más tiempo aquí, a la mierda el tratamiento. El fantasma de mi hijo, mi elaborada alucinación se ha esfumado. Supongo que a ningún hijo le apetece ver morir a su padre; pero es mucho más obsceno y turbador que el padre sobreviva al hijo. Soy un hijoputa. Sólo quedo yo de todo lo que importa, soy un ganador de mierda. Ya por poco tiempo. No. Realmente hay días en los que no estoy seguro de estar vivo. Siento que soy un sueño, el vapor que desprenden los durmientes. Fumar la pluma ha sido una dosis de realidad. No es cualquier cosa, me recuerda que todo está mal. Yo sólo quiero que esto se acabe, largarme. Ahora, dos hombres de rostros deformes e indescriptibles reptan por el suelo con rapidez usando sus brazos y manos de dedos rotos y me muerden las piernas en silencio, como insectos. De cintura para abajo no tienen cuerpo y han dejado un rastro de brillante humedad en las baldosa como una estela de baba tras de sí; mi hijo asoma de nuevo sonriente en el umbral. Tengo tanto miedo a ser devorado indolora y horriblemente que mi mente se ha fragmentado y veo el mundo a través de los añicos de un espejo. Me levanto asustado de la silla y me dirijo al salón sin más razón que el olor a podrido. Arrastro a los semi caníbales que no dejan de devorar mi carne a cada paso, el pasillo parece hacerse infinito y temo no llegar. Es un tópico surrealista, carezco de originalidad alguna. En el salón, el cadáver de Sari se descompone relajadamente tendido en el sofá y el cuchillo que le clavé en el pecho sigue firme como un hito de altitud en el pico Esquizo a un millón de metros sobre el nivel de la humanidad y su realidad de mierda. La dejé en el salón porque el hedor en la habitación no me dejaba dormir. No se suicidó, no puedo mentirme en momentos de lúcido terror. Le clavé el cuchillo en el pecho mientras la follaba tristemente, como todo lo que hacíamos juntos desde que murió nuestro hijo. Estaba tan cansado de una tristeza que no se curaba jamás… La maté porque abonaba su tristeza con afán de martirologio, su voluntad era llorar eternamente la muerte del hijo. No cesaba nunca en sus suspiros y lamentos a cada momento. Esa tristeza se hizo tumor dentro de mi cráneo. En caso de que existiera mi neurólogo, estaría de acuerdo conmigo. Sin mi diario se me escapa mi historia reciente y ni yo mismo sé quién soy. Y no se corría cuando la follaba, parecía carne muerta caliente. La llegué a odiar tanto por esa tristeza cultivada durante años minuto a minuto, pudriendo toda alegría incluso antes de que surgiera la esperanza… Mi hijo me sonríe tan adulto y guapote dejando caer otro medio hombre que sostiene entre los brazos. La cosa, con la velocidad y afán neurótico de una cucaracha, se arrastra hacia a mí y con sus brazos y dientes se aferra a una de mis piernas pasando por encima del otro. Y roe la carne y el hueso demasiado cerca de los cojones. – ¡Úsalo, papá! –exclama mi hijo señalando el cuchillo en el pecho de su podrida madre. Claro que lo uso… Para que mi hijo se sienta orgulloso de su padre. Estas mitades de hombres… ¿Son sus semi amigos? ¿De dónde saca estas cosas? Son tan irritantes que le quitan solemnidad al acto. ¿Por qué morderme si ya apenas existo? – Estarán contigo siempre, papá –responde a mi delirio. Está sonriendo, siempre sonríe. No es razonable que tras la muerte y sus amigos cucaracha se pueda sentir feliz. Bueno… Ninguna sonrisa por sórdida que sea puede hacer daño tras tantos años de elaborada y forjada tristeza. Ha envejecido rápidamente, está más viejo ¿O es descomposición? Se abalanza con una sonrisa demente y maliciosa, no tiene piernas ni brazos, se ondula como una oruga para avanzar. Y es rápido… Siempre supe que mi hijo hubiera destacado en muchas cosas si le hubieran dado tiempo. Al entrar el acero en el cuello, todo se hace oscuro y está bien. No hay dolor porque la certeza de morir lo solapa. No sé cómo ni en qué momento ha ocurrido. Será que un brazo por un instinto reflejo y sin el control de la locura ha hecho lo que debía por pura piedad y no como mi médico si existiera. No tengo piernas ni cojones, intento arrastrarme hacia la estela viscosa que ha dejado mi hijo en el suelo para ir con él, donde él; pero resbalo en mi propia sangre. Sari sonríe por primera vez en muchos años, también se ha desprendido de las piernas como una lagartija de la cola. Cae pesadamente del sillón rompiéndose los dientes contra el suelo. Acercándose a mi rostro, me devora los labios… ¿Cuándo llegará la muerte del cerebro?
La locura es un universo exclusivo para el loco, a su medida. Tan real como el universo en el que primero fue parido. No hay más realidad que la experimentada. Es innegable la frecuencia de la luz que cada cual codifica con su cerebro. Los locos son viajeros que vagan entre dos dimensiones lumínicas sufriendo en ambas. Nadie, loco o cuerdo, puede negar que lo que ve no existe. ¿Qué importa lo que eras y conocías si ahora habitas otro mundo con otra visión, con otro pensamiento? Sólo tienes la certeza de que aquel no eras tú. No eras Nadie. Encontraste el portal a otra dimensión que los cuerdos invidentes llaman locura. Las resurrecciones no son lo que prometieron ¿eh? Y la medicación intenta engañar al mundo, no al paciente. Cuando estés loco no lo sabrás.
Pasan raudos los minutos, sin embargo las horas quedan flotando en la constelación de la muerte, donde no llega la luz y el pensamiento es ceniza en suspensión. Donde ni siquiera hay oscuridad, la esperanza es innecesaria y el terror no necesita monstruos para hacer su trabajo. No hay nada y soy nada. El reloj marca el minuto cincuenta y nueve minutos de una hora que no se indica. Se rasga repentinamente el pensamiento como una tela vieja ¿con un dolor? No sé… Y los minutos retroceden para comenzar de nuevo a contar sin cumplir las horas. Mis horas perdidas y abandonadas… El reloj es mi primer recuerdo tras nacer antimateria. Si no hay más cosas que yo ¿quién reparará el reloj? O mi mente. ¿Dónde está el psiquiatra de lo ilocalizable? ¿Por dónde camina con sus electrodos fríos para activar mis horas y el cerebro? ¿Dónde hay un minuto de la alegría? Sin espejo no sé si sonrío, no tengo conexión con mi rostro y las manos están desintegradas en algún vacío, ilocalizables también. Quisiera que el diablo me llevara al infierno y su luz ardiente. Y gritar, necesito gritar. ¿Y mi rostro? ¿Dónde está? Me quiero morir. ¿Y cómo ocurrirá si no existo? ¿Se puede matar lo muerto otra vez? Si esto fuera un útero oiría el sonido de las tripas de madre. Si fuera un ataúd arañaría sus paredes. Pero soy algo ilocalizable en el vacío. Y vacío. No siento fatiga al respirar. Hubo un tiempo y un lugar que sí, aunque no sé cuándo ni dónde. Tampoco siento la temperatura de la vida. ¿Y si estoy encerrado en la carcasa inútil de un imbécil catatónico?
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Un hombre con un maletín y un sobre en la mano apareció en el vestíbulo del hospital mental Los Santos y se acercó al mostrador de recepción. –Buenos días, soy el doctor Luciano Ferrero, psiquiatra. El doctor Vega, me ha solicitado un informe de contraste como segunda opinión para la familia del paciente Marcos Tirado, un adulto de treinta y cinco años con Síndrome de Down que ha entrado en trance catatónico, parece ser que irreversible –explicó a la enfermera ofreciéndole el sobre. –Sí, pobre chico… –suspiró leyendo rápidamente la autorización del Dr. Vega. Con la carta en la mano tomó el teléfono y se puso en contacto con la jefa de enfermería. –Enseguida, la jefa de enfermeras Isabel Molinero, le conducirá a la habitación de Marcos y le atenderá en todo cuanto necesite. Si le apetece, mientras llega, en el pasillo de la izquierda encontrará expendedoras de café y refrescos –le explicó solícita la enfermera. –Muchas gracias, estoy bien. Durante los cinco minutos que tardó en llegar la enfermera jefa, el doctor Luciano evocó la cabeza del doctor Vega bajo el escritorio de su consulta domiciliaria, separada dos metros de su cuerpo y el hacha clavada entre los omóplatos del cuerpo descabezado sin ser necesario. Si hubiera llegado unos minutos antes de que la esposa saliera con su hijo para llevarlo al colegio, habría tres cabezas en aquella casa de una urbanización de lujo. Deslizó el dedo índice sobre el cristal arañándolo. Cuando el doctor Vega escribió de puño y letra la carta y la firmó, lo decapitó. Observaba con disgusto el mediocre exterior del hospital a través de la mampara acristalada del vestíbulo, un pequeño estacionamiento y dos parterres escuálidos adornados con malas hierbas que lo delimitaban, cuando la enfermera jefa lo interrumpió para presentarse y ofrecerse de guía y ayuda. Los locos no prestan atención al paisajismo y la decoración, siguió pensando entre las palabras de la enfermera. –No va a ser necesario demasiado tiempo ni medios, señora Molinero. Con los informes del paciente que han realizado aquí hay más que suficiente para una segunda opinión. Realizaré la prueba habitual de daño neuronal y ausencia de actividad motora. De hecho, no podría hacer un informe mejor que ustedes, es simplemente un trámite para que la familia solicite la ayuda al estado. Dos psiquiatras diciendo lo mismo, es premio seguro. A la enfermera le pareció desagradable ese sarcasmo; pero supo fingir una sonrisa de agradecimiento por la cortesía profesional respecto a la valía de los informes. Ambos se dirigieron al ascensor para subir a planta.
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Una sonrisa burlona que parece rasgar la negritud desde algún lugar del vacío insondable lo inquieta. Y golpea la nada para escapar, o cree golpear. Algo va peor que hace unos segundos. Incluso cree existir en algún lugar, en algún momento. Sentir terror es mejor que sentir nada. ¿Veredad? Hay una presencia en algún lugar que antes no presentía. ¿Huele a putrefacción?
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–Buenos días, Marcos. ¿Cómo te encuentras hoy? -saludó con familiaridad la enfermera al paciente al entrar en la habitación seguida por el doctor Luciano. Marcos Tirado era un hombre pequeño y rechoncho de manos obesas y dedos cortos, se encontraba de pie, inmóvil frente a la cama de cara a la puerta. La bata le cubría hasta las rodillas dejando a la vista unas piernas pálidas y átonas. Sus hombros tenían una acusada forma de capilla inclinada que provocaba tristeza. Los ojos no se movían, nada en él se movía. Estaba absolutamente vacío. El doctor Luciano cerró la puerta tras de sí sacó una navaja de un bolsillo de la americana, amordazó con la mano la boca de Isabel y le cortó el cuello de izquierda a derecha sin apresurarse, manteniendo el cuello hacia atrás, manteniendo el tajo abierto. La sangre salpicó la cara y el pecho de Marcos que no manifestó reacción alguna, Tras unos segundos la enfermera dejó de zarandearse y luchar contra la mano que la amordazaba y se le doblaron las rodillas. La dejó caer y la cabeza al golpear el suelo produjo el apagado y anodino sonido de un melón. Abrió el maletín y extrajo un par de ampollas inyectables de suxametonio con las que llenó una jeringuilla sobre dosificándola. –Te llevaré a la “luz ardiente”, poeta. ¡Qué suerte has tenido de que anduviera cerca y te sacara rápido! Hay tiempos de espera de hasta tres meses pars reparar una mala encarnación. Ocurren fallos en la ejecución del destino de las almas… No es una disculpa, sólo una explicación. Te llevaré al infierno tal y como has deseado. La cuestión es que ya no te podemos usar para llenar otro cuerpo, estás manchado por la experiencia y jugarías con ventaja. Ese dios idiota… Siempre tengo que arreglar lo que él no sabe hacer. Le clavó en el cuello la jeringuilla y presionó el émbolo hasta vaciarla. Marcos no pestañeó, simplemente se derrumbó con el cuerpo rígido y dejó de respirar con los ojos abiertos, sólo una lágrima espontánea producto de la asfixia se deslizó de un ojo que rodó por la sien hasta caer al suelo. Murió asfixiado en un minuto y medio por la parálisis de los pulmones causada por la sobredosis de anestésico. El doctor se arrodilló, tiró de la barbilla para abrirle la boca y acercándose al rostro, aspiró la última exhalación. Cuando se aspira un alma es mejor que se realice con cierta higiene, si surge entre bocanadas de sangre, por ejemplo, requiere más tiempo para captarla completa. –Gracias por su inestimable ayuda, doctor Luciano Ferrero –dijo a nadie el doctor Luciano antes de cortarse el cuello con la navaja. –Podría hacerse con menos muertes el mismo trabajo ¬-le decía inmaterialmente al alma ilocalizable que inmovilizaba envolviéndola con su sustancia –, pero ¿por qué negarse un placer? Y no debo dejar prueba de la existencia del diablo, sería un conocimiento demasiado trascendente para los monos humanos y no lo necesitan; le restaría naturalidad a sus estupideces viviendo en una constante angustia y precaución atisbando siempre a su alrededor, incluso sería malo para el correcto descanso del sueño. Es mejor que sólo crean en dios y se sientan a salvo, ¿verdad, mi ilocalizable amigo? –Gritarás cuanto necesites en “el infierno y su luz ardiente”. –Y unas disculpas de ese Dios marica. Siente mucho las molestias de tu encarnación truncada. Aunque… ¡Bah! No nos engañemos, ni siquiera sabe que existes. Por otro lado cuesta demasiado trabajo fingir cordialidad con un nuevo condenado, las buenas formas siempre dan elegancia a un trabajo.
666 dormitaba con los ojos oscuramente abiertos en su trono de piedra centrado en la cámara principal de la fría, oscura y húmeda cueva que cubría el infierno. La Dama Oscura desnuda a sus pies dormía profundamente y un cruel lamía su vagina entre los muslos separados con premeditada obscenidad. Percibió una vibración en el aire. Prestó atención a la frecuencia y su cerebro negro y venenoso la descodificó. Las pupilas se contrajeron hasta formarse dos rayas negras verticales apenas perceptibles. – ¡Hola, 666! Soy JC ¿Puedo bajar a hablar contigo sin malos rollos? – ¿Y eso? –preguntó perezosamente sacudiendo el pene y salpicando con semen las tetas de su Dama que gemía sin despertar. El cruel seguía hocicando en el coño con los ojos atemorizados observando al diablo. –Ya te lo explicaré en un lugar más discreto. Mi todopoderoso padre tiene las orejas llenas de pelos; pero escucha por medio de sus querubines sexuales. –Está bien, pero mejor nos vemos en la Tierra, aquí hace demasiado calor y si los condenados detectan tu presencia se alborota el gallinero y me da jaqueca. – ¿Te parece bien en Jerusalén, frente al muro de las lamentaciones? – ¿Estás deprimido? –No ¡qué va! Sólo que hace muchos siglos que no lo visito y pensé que sería un buen momento. –Bien, pues en un milisegundo allá nos vemos ¿Tu padre-dios te dio ubicuidad? –No, le jode que alguien pueda tener tanto poder como él, como le ocurrió contigo. –Está bien te abduzco hacia la entrada del infierno y nos vamos juntos a Jerusalén en una fracción de segundo. – Gracias. El sol de oriente medio creaba una atmósfera sucia por el eterno polvo en suspensión de las tierras desérticas. Apenas pisar suelo sagrado sintieron el calor abrasador en la piel y la mirada polvorienta. Se habían materializado en Jerusalén, progresivamente se opacaron entre una riada de gente en la calle Bab El Silsilfh y accedieron a la plaza de los templos sin llamar la atención de la eterna muchedumbre que llenaba el sagrado lugar. Caminaron frente a la sinagoga Shomrei Hahomot y JC se sintió conmovido durante unos segundos. Encararon la vía Suq El Qatanin que los llevaría al famoso Muro del Oeste caminando paralelos a los interminables trabajos de arqueología. 666 movió una nube para que cubriera el fortísimo sol. El rumor de tantas voces, el ruido de la ciudad, el roce con los monos… –Es asqueroso, los destriparía ahora mismo y callaría sus repugnantes y pegajosas voces. JC detectó un aura de sólido rojo sanguíneo alrededor de 666 y se separó de él con discreción. –No temas, controlo. No entiendo cómo ese padre maricón tuyo pudo crear esta basura y sentarse a descansar tan feliz en su cochino cielo. JC ignoró el repentino estallido de ira y expuso la razón del encuentro. –Estoy preparando mi segunda venida. Padre está perdiendo la paciencia porque es algo que ya debería haberse cumplido; pues bien, antes quiero que los mates a todos. – ¿A todos los monos? –No, sólo exterminar a todo jerarca y burócrata que forme parte del gobierno o estado de todas y cada una de las naciones de la Tierra. Quiero que mueran todos. – ¿Quieres su riqueza y poder? – ¡Qué va! Tengo todo lo que quiero con mi padre. Sólo pretendo que antes de renacer entre ellos, no exista ninguna rata política o religiosa con mando en su nación. En ninguna nación, por pequeña o grande que sea. Necesito que los monos, como tú les llamas, se encuentren abandonados sin los amos que los dominan y mueven como muñequitos. Quiero el caos y el miedo, deben prestarme una atención absoluta y universal. –Quieres ser el rey supremo… Está bien pensado. Eres tan narcisista como tu padre. ¿Quieres que acabe con ellos por la vía del dolor extremo? –No, lo más rápidamente posible. Que no respiren más tiempo del necesario para que los anodinos monos esclavos de sus jerarcas no se enteren de nada hasta que vean los cadáveres enfriándose y pudriéndose los restos en las calles. Ahora bien, si los quieres quemar vivos para tu distracción y placer, no hay problema. Ardiéndoles la carne no podrán hacer o decir idioteces y mucho menos seguir con su mando. Total ¿cuánto pueden tardar en morir envueltos en fuego? –Cuenta que un par de minutos de media, en cuanto aspiran las llamas mueren con los pulmones carbonizados, incluso antes que se les queme la piel de los pies, las crías mueren en un minuto y los neonatos en veinte segundos. Como mucho, alguno de los adultos puesto de coca podría aguantar un par de minutos y medio. No te preocupes, todo el que pase de ahí, se le arranca el corazón y asfixia metiéndoselo en la boca. Mis crueles son infalibles; pero necesitan por naturaleza practicar tormento, es la forma de recompensarlos. ¿Y qué pasa con sus familias y amistades? –Extínguelas también, a todas las familias de todos los jerarcas, religiosos o burócratas que formen parte del estado, amistades y simples conocidos. No ha de quedar nadie vivo amigo o con intereses de los que rigen las naciones; incluidos los bedeles que usan como aparatos sexuales. Ha de morir toda línea sanguínea de cada uno de ellos, sean crías o adultos, no quiero que me molesten con sensiblerías y martirologios. Con sus lutos de mierda, manifestaciones y homenajes. Ya sabes cómo funcionan estos putos monos. No debe quedar prueba viva alguna de existencia de autoridad política y religiosa. 666 caviló unos segundos. –Esas líneas sanguíneas del primer al último pariente vivo más sus amistades, suman unos setecientos millones de monos, millón arriba, millón abajo. Asesinados en pongamos, pueden ser extinguidos en un par de horas; pero a cambio, no quiero que aparezcáis tú o tus ángeles en cien siglos en mis masacres para llevaros las almas de los monos que descuartizo. No saber de tu padre marica y sus ángeles asexuados durante unos días me dará cierto relajo. –¡Hecho! Tenemos el cielo a reventar de idiotas. Incluso un día te puedo enviar al infierno unos millones de almas como combustible. –Los odias como yo ¿verdad? A mí me dan asco por su mera existencia; pero lo tuyo es venganza. Ven conmigo al infierno, has nacido para ello, tu padre fracasó contigo… Cuando te quedes solo frente a la chusma ¿qué harás? –Bueno, aprendí cosas cuando me crucificaron y les debo unas cuantas. Mañana haré mi epifanía ante la humanidad, les daré un tiempo de espera de diez años para que demuestren su fe y su buena voluntad y entonces llegará el juicio final. Durante esos diez años los abandonaré como ellos hicieron cuando me crucificaron. Tengo planeado que algunos millones fanáticos se suiciden por desesperanza, creerán que no volveré. Combatirán entre iguales sin ningún fin y morirán otros cientos de millones; y será perefecto, cuantos más mueran más limpio estará el planeta. Y ya relajado, con menos monos a mis pies, los juzgaré y condenaré a muerte, salvo a unos pocos de miles para que sirvan de comida a los depredadores naturales y conservar la diversidad zoológica en la Tierra. Una vez ejecutada la sentencia, controlaré a la población mundial: cuando esté a punto de superar los trescientos millones de reses en todo el planeta, para contenerla como plaga, montaré un segundo juicio final o si me siento agobiado, la extinción. Y que mi padre cree otra especie animal que los sustituya. La verdad es que me aburren. –Te van a confundir con el anticristo. –Eso es tu gracia, hiciste creer a los monos que no estabas entre ellos y los angustiaste con tu venida. Astuto. Sin embargo, el cabrón de mi padre, me hizo torturar y asesinar para nada. Me humilló. Tal vez, algún día deberíamos hablar tú y yo del viejo y jubilarlo. –No es una buena idea, porque sin tu padre sólo quedaremos tú y yo en un mundo sin dolor, sin cruentos designios divinos contra vidas miserables hasta morir. Ver a los cometas dar la vuelta al universo continuamente todos los días sería espantosamente aburrido. El dolor, la hipócrita misericordia, la caza y el tormento son nuestros alicientes. –Eres oscuramente sabio. – ¿Quieres que a tus monos les envenene el agua que beben durante tu descanso de diez años y vivan una especie de plaga que les haga creer en las viejas profecías que se inventaron aquellos locos? No es trabajo, me place. Y te los dejaré bien blanditos esperándote de nuevo con ansia. –Por supuesto. Sólo asegúrate de que queden unos cuantos para que haga mi performance del juicio final ante un numeroso público. Y así, angustiados de miedo y penurias, les pasaré a esos hijoputas un video que guardo para la ocasión en mi palacio del octavo cielo. Un documental de mi tortura y crucifixión. Nunca me acuerdo… ¡Ah, sí! Pasión la llaman.. ¡Oye! Podrías aparecer conmigo como bestia surgida del infierno llenándolos de terror. ¿Te imaginas? Incluso podríamos interpretar que me arrancas la cabeza ante la multitud en un “gran evento global” y pierdan toda esperanza de salvación; en unos minutos resucito te doy una patada en el culo y te esfumas creando una tormenta de espinas y vidrios rotos. –Sabes que soy impredecible y que podría acabar mal, es mi naturaleza. No juegues con ella JC, tengo una escasa tolerancia hacia la lealtad y cualquier ente surgido de la sustancia de tu padre maricón. –Está bien, pero cuando llegue el momento si te sientes de humor, podríamos montarnos una buena comedia. – ¿Sabes, Jesusito? Si me llegas a pedir piedad para los monos, tu cabeza ahora estaría metida en una sombrerera, sobre el regazo de tu todopoderoso y maricón padre. Jesucristo le sonrió encendiendo un par de porros de maría y los fumaron a espaldas de los judíos que cabeceaban automáticos y mecánicos pegados al muro. – ¿Me dejas sostener tu daga? –Sácala tú mismo; pero no toques el filo o pasarás un mal rato, causa severos daños en el tejido celestial. 666 alzó la camisa por encima de la cabeza dejando descubiertos sus omoplatos, entre ellos, hundida en su carne palpitaba su puñal. Con un sonido viscoso, Jesucristo lo extrajo. Del filo goteaba un miasma rojizo y gelatinoso desprendiendo vapor y restos de tejidos corruptos. 666 rebuznó como un asno y los monos que se encontraban frente al muro y los alrededores de la plaza del muro, quedaron congelados en el tiempo y el lugar. – ¿Puedo? –JC señalaba con el puñal a un judío frente al muro. –Adelante, disfruta. Admirando el puñal en alto y haciendo movimientos de ataque y defensa en el aire, Jesús llegó correteando hasta el judío, con la inmovilidad de una estatua mantenía la cabeza gacha frente al muro, muy tentadoramente. Deslizó el filo por la nuca y el puñal se hundió dulcemente en la carne, se detuvo durante unos segundos en la médula espinal para encontrar una vértebra por la que pasar y acabó decapitándolo. La cabeza cayó al suelo de losas de piedra con un ruido sordo; pero no manaba la sangre, quieta y vibrante permanecía al borde de los vasos sanguíneos, el tejido de los muñones tenía el aspecto de las carnes que se venden en los mercados, limpias de sangre, crudas. No pudo evitar cierta incomodidad, sentía que el decapitado era un muñeco roto, como si no lo hubiera matado. Es importante que mane la sangre como la suya corrió festivamente y sin pudor bajo el látigo romano, con cada pedrada en la cabeza, entre las espinas de la corona, entre los clavos y la lanza… Cuando 666 mata todo a su alrededor queda encharcado de sangre. ¿Cuántos litros de sangre son los de setecientos millones de monos desangrándose en dos horas? ¿Se evaporará parte de la sangre y luego lloverá espesamente? Sonrió, sería estupendo que mañana en su segunda venida, lloviera la sangre de los muertos sobre los rostros de la “humanidad redimida” dos mil años atrás. 666 captó el pensamiento de JC frente al muro. –Está bien, lloverá sangre en tu performance. No me gustan los milagros, porque le dan a la muerte un acto de furia divina; pero se debe reconocer que será impactante– le transmitió. Jesucristo esbozó una sonrisa. Encantado le dio una patada a la cabeza que rodó tan solo media vuelta para quedar detenida contra el muro, los judíos ojos permanecían cerrados y la boca congelada en un lamento, de la que escaparon por los labios dos gotas de sangre espesa y pesada que cayeron semejando las cabezas carmesíes de dos clavos en la piedra. –Todo cuadra, es perfecto –pensó divertido JC. Sonriente e ilusionado, dio media vuelta para volver con 666. – ¡Qué belleza de arma! Parece un ser vivo…–comentaba introduciendo de nuevo el puñal entre la carne de 666. –Me espera mi Dama Oscura, vamos a pasar la tarde con cuarenta familias en un pueblo de Ucrania. Las descuartizaremos. No hay nada que desestabilice más el ánimo de los monos que muerte sobre muerte. Cuando los colmas de asesinato, dolor y hambre, pierden el control de sí mismos. A veces se atacan con sus propios excrementos. Luego, el tonto del pueblo contará cosas increíbles. –Vámonos de aquí –concluyó 666. –Yo me quedo, quiero ver qué hacen cuando los descongeles y vean al decapitado. Más tarde le pediré a mi padre que me arrastre al cielo. ¿Cuándo empezarás la masacre? –Dame cuatro horas para hacer mi obra en Ucrania y luego follarme a mi Dama Oscura. Después cenaremos en algún bistró de París. Calcula esas cuatro horas y dos más para masacrar a esos setecientos millones de monos. En seis horas puedes hacer tu segunda venida. Yo te aviso. –Te debo una- le respondió con entusiasmo. 666 se desmaterializaba. Y la inmovilidad en aquel lugar desapareció y se elevó de nuevo en la atmósfera el insoportable rugido de la colmena humana. El decapitado creó una gran alarma, la sangre manaba ahora con fuerza de los muñones. La gente huía aterrorizada de la plaza por miedo a un acto terrorista, otros rodeaban el cadáver. Nadie se lamentaba frente al muro en ese momento. No se entendía como pudo pasar algo así, en qué momento… La policía israelí y un convoy de militares antiterroristas crearon puntos de control prohibiendo salidas y accesos al lugar sagrado. En pocos minutos se inició la tarea de identificación de los testigos. Los sanitarios, tras la actuación de la unidad forense, retiraban la cabeza y el cuerpo del judío dentro de una bolsa para conducirlo a la morgue para su autopsia. Por protocolo antiterrorista, podría la víctima estar contaminada química o biológicamente. Repentinamente a los sanitarios les cayeron encima cinco musulmanes descabezados lanzados desde la cara opuesto del muro, sus kaftanes blancos estaban ensangrentados. Policías y soldados apuntaron con sus armas hacia el muro esperando algo más, un helicóptero volaba en círculos a muy baja altura. No ocurrió nada más. JC sintió la carcajada de 666 en su cerebro: –Estaban en la lista de los setecientos millones. Bueno, hay un par que no; pero es más difícil no matarlos que matarlos. Nos vemos Jesusito, sé malo. JC sacó del bolsillo de la camisa empapada de sudor otro porro de maría y lo encendió esperando el momento en el que su padre lo elevara de nuevo al cielo. Admirando los cuerpos, ahora sí, sangrantes. La agitación de los monos le evocaba a las hormigas moviéndose neuróticas cuando se aplasta con el pie la entrada de un hormiguero. Tras unos minutos de idiocia narcótica, dulcemente se desmaterializó dejando una voluta de humo en aquel aire sucio de polvo y fétida religiosidad humana. Siempre sangriento: 666