Posts etiquetados ‘Reflexiones’

La esperanza es la pequeñísima partícula de una sonrisa que quedó viva tras una devastadora tristeza.
Es una risa en un velatorio. Una risa lacrimosa, como de locura.
También sonríe el que ve próximo el fin definitivo a su sufrimiento, morir…
La esperanza es la última sonrisa posible antes de que la vida gire brutal en la dirección que intuimos, sin remedio. O a la muerte.
Es despertar de una pesadilla; pero no garantiza que no despiertes en otra. Simplemente da esos segundos de paz necesaria para no romper la mente tan golpeada ya en añicos. Ya cansados de tanta mierda, de más de lo mismo que no cambia nunca. Como el ratón en la noria… Es lógico que la esperanza sea una sonrisa del delirio.
Y pobre del que tiene muchas esperanzas, porque ha debido sufrir mucho.
La esperanza es tan solo una caricia en el ánimo ante lo inevitable. No es salvación, solo azúcar para rebajar la amargura. Mejor que duela poco que mucho, debas vivir o morir.
No sé porque; pero el dolor siempre es mucho, la vida te lo regala generosamente, junto con el asco, el hastío y el semen que se enfría muriendo a los pies de tu sórdida y oscura soledad.
El sufrimiento, la tristeza no te hace fuerte, te mina poco a poco los cimientos del pensamiento y te derramas entre ellos como la arena de un reloj roto ya entre los dedos, te desintegras y ya.
De pequeño, un médico me arrancó una uña del pie con unos alicates; pero no sobrevivió en mí ninguna partícula de alegría. No sabía cómo hacerlo para escapar del mundo, estaba rodeado de dolor, no había salida. Recuerdo a mi madre con la mano en la boca y yo muy lejos, a kilómetros de ella en aquella enorme camilla de ambulatorio. Tal vez la esperanza, esa partícula de una sonrisa estaba en la uña que me arrancó. Y era muy niño para saber del dolor, no sabía lo que iba a pasar.
No puedo evitar sentir vergüenza de aquella inocencia. La inocencia es un vidrio en la tierra que no ves, que no conoces su existencia y descalzo, pisas con fuerza creyéndote muy fuerte de mierda, infantilmente orgulloso. Y además del dolor, haces el ridículo.
Soy el gato que confiado de su agilidad se precipita y muere. Lo fui durante un breve tiempo, el dolor enseña quieras que no.
Y odio el ridículo más que la esperanza.
Cuando un dolor o una tristeza te cogen desprevenido, te das cuenta de que las esperanzas siempre llegan tarde y solo son polvos cosméticos.
Así que en lugar de esperanzas, fórjate en lo peor sin ser derrotista. Sé boxeador o torero, mientras estás de pie solo necesitas respirar para golpear y fintar, el resto ya lo comprarás si puedes.

Iconoclasta

La comarca histórica como dice románticamente el pseudo periodista, no es tal.
Ojalá el fuego se hubiera comido hace decenas de años toda esa miseria, muerte, endogamia y putrefacción. Porque aquello era inhumano. Es tal la miseria y la muerte que allá se respiraba, que no quedaba resquicio alguno ni para la sonrisa, ni la esperanza y mucho menos para un recuerdo romántico.
Aquellos que gobierno tras gobierno ignoraron mil veces la ruindad y la degradación con su dejadez e indiferencia, propició una estirpe humana tan salvaje y monstruosa, de tal magnitud que se creó el infierno en la tierra. Los políticos quedaron en evidencia como lo que eran, unos timadores de medio pelo sin conocimiento de su propio país; al menos para aquellos pocos intelectuales que vieron aquellas imágenes sórdidas, grotescas, brutales. Aquellos pocos elegidos que tenían acceso a un cine, a una cultura vedada al resto de ciudadanos.
Sin embargo, la orgía de la hipocresía no cesó: gente rica, niñatos bien que heredaron un poder que no se merecían; continuaban lanzando sus peroratas sesudamente académicas dejando que todo se fuera a la mierda. Dejando que el país se hundiera en una guerra que provocaron con su negligencia, dejando crecer a un general ambicioso, corrupto y codicioso hasta el asesinato, arropado por decenas como él.
Nunca más se ha visto la dureza y la pornográfica imagen de gente, niños y mayores, beber agua turbia de sus propios excrementos y orina.
No. No señor, aquellas Hurdes no tenían que haber existido jamás.
Y repito, ojalá el fuego hubiera quemado toda esa miseria y enfermedad.
El documental es una muestra sin censura (a pesar de los propios escrúpulos de los autores) de a qué punto llega la especie humana a denigrarse y la especie política a permitir que eso ocurra y alardear de líderes. Son malos, unos son pobres seres humanos vacíos, sin cerebro; pero los políticos son asesinos fríos y psicópatas, que ni ellos mismos pueden intuir su cerebro podrido de ambición, codicia y vanidad.
Por ello, es muy posible que en poco tiempo, el gobierno penitenciario fascista español, decida eliminar este documental que revuelve las tripas y el alma. Hay que verlo y soportar la realidad, la verdad sin tapujos; antes de que youtube lo retire por algún decreto del actual dictador español. Y todo el mundo olvide hasta qué punto es salvaje el ser humano, tanto el pobre como el poderoso ignorante, codicioso y criminal sin escrúpulos.
Hay que verlo antes de que se pierda en las leyes-cepo de la memoria histórica o perversión de la historia, para ser más concretos, que están preparando para ocultar la esencia mala y enferma del poder político, económico y religioso. La de los ricos hipócritas que comen mierda con tenedores de oro.
Niños muertos, monstruos humanos, bocio, paludismo, seres humanos comiendo pan mojado en las aguas de un riachuelo de mierda humana, de perros, asnos y cerdos. Es imposible asistir a semejante documental sin sentir que el estómago se nos retrae.
Es de una inaudita dureza y crudeza.
Gracias por tu existencia, maestro Buñuel. Gracias…
Gracias por esa voz sentida, Paco Rabal.
No debería haber existido jamás. No debería hablar ningún falso periodista inculto tan a la ligera. Ningún botarate con pretensiones de escritor, debería escribir con romanticismo casi nostálgico sobre el paisaje de esa “histórica comarca” recorrida por Buñuel. Porque el propio Buñuel se sintió enfermo.
No hay ni una sola escena hermosa en “Las Hurdes. Tierra sin pan”, 1933, de Luís Buñuel. Documental rodado tras la instauración de la República Española.
Y empieza con esa festividad espantosa de borrachos arrancando cabezas a gallos atados a una cuerda. ¿Qué tipo de humanos eran aquellos? Porque también hay que preguntárselo.
Pero sobre todo acabas pensando que la especie política es un veneno más difícil de erradicar que el paludismo y cualquier otra enfermedad.
Ante tanta monstruosidad, miseria y animalidad dice el último párrafo del epílogo escrito tras los títulos de crédito:
“Con la ayuda de los antifascistas del mundo, la paz y la felicidad darán paso a la guerra civil y hará desaparecer para siempre los focos de miseria mostrados en esta película”.
Es decir, el desespero de los intelectuales era tal que no podían ver otra solución para reparar tanta decadencia del poder y los ricos, la miseria, la maldad y degeneración humana; que una guerra que arrasara con todo. Era la única salvación y esperanza de liberarse de toda esa degradación humana en el ya bien entrado siglo veinte. Aún no hace cien años que se rodó esa feria de monstruos.
Desafortunadamente, fue Franco, otra bestia, el que ganó la guerra y llevó el genocidio y el asesinato por todos los rincones de España durante medio siglo.
Eso no lo podía saber Buñuel. El cineasta solo quería que aquello dejara de existir.
Lo que recorrió Buñuel fue la miseria y la podredumbre más extrema a la que es capaz de llegar el ser humano. Algo a lo que ni las bestias no humanas llegarían jamás.
Veintiocho minutos recorriendo la más profunda miseria humana… Pareciera que dura horas.
No hay nada que añorar de aquella visita de Buñuel a Las Hurdes, a menos que tengas también el cerebro podrido.

Iconoclasta

Siempre sentí fascinación por los instrumentos de medida, aquellos que definen con sencillez y precisión las medidas del mundo, lo que me rodea. O lo que vivo, lo que me queda, con una probable seguridad nacida de mi sabiduría, de mi experiencia.
Los relojes, los manómetros, las brújulas, los pies de rey, los goniómetros…
Todos se hicieron para dar conocimiento, un conocimiento rápido y comprensible para todo el mundo. Leer la hora y si se da el caso, ofrecerla claramente, con rapidez.
Por ello, cuando me regalaron mi primer reloj (desgraciadamente tuve que esperar a mi primera comunión, como era tradicional por aquellos viejos tiempos), tuve que recibir un curso intensivo de desfragmentar la hora que aquel instrumento indicaba sencilla y claramente en una serie de folclóricas fracciones que me irritaban. Ahí nació mi comprensión de la vida que me esperaba. En serio, fue como una bofetada a la razón. No podía comprender porque se complicaba algo tan sencillo. Y encima, la hostia de la primera comunión seguía dando por culo pegada a mi paladar…
Cuando el reloj marcaba las 10:45, no era correcto; se trataba de las once menos cuarto.
Y si eran las 10:46, faltaba un minuto para las once menos cuarto.
Cuando mi madre (con toda su buena fe, porque no era una pedante, ni una inquisidora) confirmó que yo ya sabía cómo leer y decir la hora, se sintió bien. Orgullosa de que su hijo ya era un hombrecito. Pobre… Ella solo quería que su hijo fuera un tipo con conocimiento y educación.
Nunca, ni de pequeño he sido de complicar las cosas. No tardé más que unos minutos en leer la hora tal como la indicaba mi flamante reloj. No quería complicarme, era absurdo.
El tiempo y mi experiencia corroboraron que estaba en lo correcto. Y surgieron relojes digitales que aún ofrecían una hora más clara y menos dada a folclores y tradiciones destinadas a opacar el conocimiento, a enturbiarlo.
Pronto deduje a qué se debía toda esa parafernalia de complicación, de oscuridad de lo obvio. No tuve que estudiar nada, bastó la lógica para que se desentrañara la causa del horror de convertir lo sencillo y claro en algo difícil y lento.
El poder religioso era quien dictaba las horas y tiempos a través de sus campanas, con ello gobernaba la cotidianidad de la plebe. Era la máxima expresión de poder y el político aprendió del cura.
Las campanas y sus complicaciones de tañidos. Los relojes de arena si estaban llenos, a la mitad, o a tres cuartas partes. Ofrecer la hora a la plebe era el símbolo de autoridad máxima, requería ser sabio conocer la hora, unos conocimientos que el pueblo ignoraba. Y con un vanidoso esnobismo, el acto de fragmentar la hora y pervertirla para hacerla compleja, hacía desmesuradamente cultos a quienes se dedicaban a ello. Y así, este “conocimiento profundo” se hizo un tumor en la liturgia del poder y la aceptación de una plebe a la que se vedaba el acceso al conocimiento y lo convirtió en tradición de padres a hijos. Esto explica porque cambian dos veces al año el horario, es una cuestión ganadera para conducir al rebaño.
Cada idioma desarrolló su forma y fórmula para ofrecer la lectura del tiempo de la forma más complicada y lenta posible. Ser adulto requería el profundo conocimiento de la hora fragmentada y confusa. Era un título social más en una sociedad que derivaba hacia otro tipo de oscurantismo, menos evidente; pero tan venenoso como el diablo en todas partes y la obediencia para ganar tu parcelita en el paraíso, después de muerto; por supuesto.
Y así, el aprendizaje de leer un reloj se ha convertido en una materia más del temario escolar. Tiempo que robar al conocimiento importante. Resumiendo, es una premisa básica del estado y su codicia, del poder y su codicia, de la autoridad y su codicia, de la ambición y su codicia, de la represión y su codicia. Y por supuesto, de la economía y su usura.
El oscurantismo que no cesa.
¿Llegará el momento en el que en lugar de leer en el velocímetro 180 Km/h, deba leerse que faltan 20 para llegar a los 200?
¿O al leer en una regla o cinta métrica que en lugar de 15 cm, se ha de leer y decir que quedan 85 para el metro?
¿Qué en lugar de 2 Bar, se debe decir que quedan 8 para los diez?
El oscurantismo que no cesa. Ni su pedantería, ni su falso conocimiento que nace de la perversión del conocimiento y la ambición de quien lo impone.
Solo sé que he estudiado y leído para saber cómo no debo hacer o escribir las cosas y sobrevivir en una sociedad que siente envidia enfermiza y fobia del libre pensamiento, de la lógica, la creación y el ingenio del individuo.
No me he convertido en un hombre de pro, solo digno.
Son las 9 y 53 y dentro de doce horas serán las 21 y 53; no tengo más que decir.
Lo siento, madre muerta.
Sé que era cariño enseñarme a leer la hora. Era amor.

Iconoclasta

Foto de Iconoclasta.

Las madres mueren y es tarde para decirles todo aquello que sentías.
Y nos queda esa presión dentro.
La muerte de la madre es la menos dolorosa, porque no muere. Es imposible.
El hecho de ser madre es eternidad, ser padre es efímero.
Nunca podrá haber igualdad de sexo, sus diferencias son insalvables, como su biología.
Sus instintos son distintos e indispensables para la vida de ambos, para hacer lo que deben por lo que son.
La sociedad se ha ensuciado con ingenuidades doctrinales de predicadores de feria. Las reses humanas integradas y obedientes han asumido la dictadura de la secta que pervierte la verdadera y única naturaleza de machos y hembras.
No pueden ser iguales, y si lo fueran, me quisiera morir.
Hay una religiosidad sectaria en toda época. Una secta que llena el pensamiento de la chusma de tal forma que queden ciegos a lo que van a padecer y cómo van a ser condenados a la miseria, su hambre y la inevitable violencia.
Por ello, los estados quieren reses confusas, acobardadas, ignorantes que asienten y dicen amén llevándose a la boca la hostia envenenada de la ignorancia y la mentira al paladar.
Las niñas imitan a las mujeres adultas y los niños a los hombres; pero es solo un juego instintivo que se da en todo animal de La Tierra, necesario para su desarrollo. Luego niñas y niños, se expandirán en su adultez, se diversificarán y serán según su carácter y necesidades fisiológicas. Como ha sido siempre en el desarrollo y evolución de la especie humana y de la única forma posible. De la única forma para que evolucionara la especie, y sobreviviera.
Atacar las bases primigenias de la naturaleza es violar lo más íntimo de cada ser. Es extirpación de la razón pura.
No dejan de envenenar a la chusma votante, la pervierten y castran sus instintos. Los políticos y religiosos son criadores de cerdos preocupados por seleccionar los marranos que más les convienen en las grandes granjas o ciudades.
Y los cerdos no lo saben y venden sus hijos al diablo, al matarife aturdidor; que los sacrificará de la misma forma sean machos o hembras.
Luego, a la fábrica de alimentos procesados, patés de cerebros vacíos aromatizado con la más sectaria ignorancia e ingenuidad infantil adulta.

Iconoclasta

A veces pienso que estoy absurdamente cansado.
De una forma absurda porque es mi voluntad cansarme. A veces tampoco me entiendo.
Tal vez es la vergüenza de ser un tullido enfermo y no trabajar como antes de romperme; como si no concibiera la vida sin esfuerzo.
La mente, el instinto dice: camina, muévete joder. Sin tener en cuenta lo roto y enfermo del cuerpo.
Y cuando llega la noche, cuando intento recuperar el cansancio y la fría serenidad, el sueño se llena de calambres, sus terribles dolores y pesadillas. Las pesadillas no me preocupan mucho, soy valiente. El dolor es el problema de difícil solución. Cuando el pie toca el suelo, no jodas… Hoy me lo tomaré tranqui, me digo para calmar lo que duele, para que se tranquilice lo que se pueda serenar de mí; pero no es así.
Con el primer café y su cigarrillo la mente sobrevuela horizontes de cielo y montañas y otra vez: camina, muévete joder.
Solo cuando hay una piel más negra de lo habitual, la rodilla tan inflamada apenas pasa por el pantalón y los dedos de los pies duelen al pisar, me asusto lo suficiente para solo caminar una hora a lo largo del día y aceptar con humillación mi horizonte tan vergonzosamente pequeño. Yo tan absurdamente tullido.
Si al menos no doliera tanto caminar, si no tuviera que arrastrar continuamente una pesada carne casi muerta, la vergüenza de ser medio hombre sería más llevadera. Podría sonreír de vez en cuando caminando como si disfrutara… Y no tener que controlar y disimular un rictus de dolor que contrae mi jeta a cada mal paso que son cientos.
Si no doliera esta hijaputa…
A veces haría autoestop por solo cien metros. ¡Qué maricón!
Calla y camina.
No quiero que la lluvia también me duela.
El secreto de caminar con cosas casi muertas pegadas en ti es siempre ser más malo que tu propio dolor. Considerarte merecedor de tu propio desprecio por ser un tullido.
Camina, pedazo de mierda.
Y otro día más igual, hasta que me rompa completamente.
Absurdamente cansado, a veces pienso que soy mi propio campo de concentración.

Iconoclasta

Foto de Iconoclasta.

La dictadura de la ignorancia, la pereza, el arribismo, la indolencia, la vanidad (injustificada), la de los monstruos sexuales, el de las mujeres-hombres, la de los temerosos, los mansos cabizbajos, los adultos infantilizados.
La dictadura de los decretos del estado de extorsiones, acosos y ruina avalados por la “justicia”.
La dictadura de la policía que acosa a la población con saña y entra en casas a patadas.
La dictadura de los delatores del fascismo penitenciario, chivatos aplaudidores por una caricia en las orejas.
La dictadura sectaria que pervierte y envenena el conocimiento, la razón y la historia.
La dictadura que decreta que los hijos se han de educar por el estado, son del estado. Y aparta a los progenitores como mierda apestosa, lo intenta con toda pasión.
La dictadura que decreta y adoctrina comidas y placeres. La que pervierte sexual e intelectualmente a la infancia y la procreación, la básica y única reproducción.
La dictadura que acosa y restringe la biología humana y sus instintos.
La dictadura que debilita y enferma.
La dictadura que segrega, extorsiona, encarcela e inyecta cosas en el cuerpo de los españoles.
La dictadura que estafa, la narco dictadura…
La dictadura de otra nueva ruina económica, eterna en la profunda y endogámica España de políticos sucios e inoperantes. De próceres de rancio abolengo fascista.
La dictadura de la prensa prostituida al estado penitenciario español vendiendo sus mentiras y dogmas putos en todo teléfono móvil de todo español.
La dictadura que entró con el coronavirus un catorce de marzo del dos mil veinte y lo propagó.
La asfixiante dictadura del insano y fetichista símbolo neonazi: el bozal.
El Nuevo y Normal Estado Penitenciario Fascista Español del coronavirus, la guerra ruso-ucraniana y el crack económico de la clase baja o trabajadora por los impuestos delictivos por el cambio climático; ha sido preciso y omnipresente llevando su dictadura a todos los ámbitos de la población española, robando las más mínimas libertades y pensamientos incluso. Pero sobre todo, creando miseria.
Habrá de verse pronto donde se quedan todas las liturgias, doctrinas y catecismos del Caudillo Penitenciario Español y sus secuaces ministros y Caciques Autonómicos; cuando estalle la guerra civil en forma de “revuelta social”. Porque mejor morir a tiros que de hambre e indignidad.
Tan solo cuarenta y siete años han podido vivir los españoles sin un caudillo dictador.
Y ante tanta indignidad, asfixia y religiosidad penitenciaria/fascista-comunista, mejor la guerra y su libertad salvaje.
Además, es necesario destruir para crear algo nuevo, está todo tan podrido que nada vale ya. Y eso incluye morir a quien le toque, lo que realmente es la guerra (lo digo por el extendido infantilismo).

Iconoclasta

Puto ruido que interfiere en el pensamiento…
Cuando llegas al bosque no es necesario luchar contra él, la mente se relaja, se libera y expande. Se acabó la constante lucha por permanecer íntegro ante la humanidad insectil.
Puedo entender a los que matan a otros sin comprender bien porque, sin comprenderse ellos. Atacan el origen del ruido, aunque no lo sepan porque no tienen la capacidad de analizar, de sintetizar. Carecen de voluntad y habilidad para aislarse entre la masa humana y luchar contra ese ruido que pretende imponerse al propio e íntimo pensamiento.
Engranajes chirriantes que te asoman a la locura…
Y luego desaparecer entre las termitas, ser nadie.
E inevitablemente, por cada humano que matan se hunden más: acaban para siempre en una jaula de hormigón o bien los cazan. Incluso se suicidan ellos porque han agotado todos los recursos por mantenerse a salvo.
Ignoran que las sociedades, sus ciudades, son termiteros de pensamiento único en el que si quieres mantener tu pensamiento puro e intacto de suciedad ambiental o interferencias, debes aprender a engañar a la chusma aparentando que piensas igual. Decir “buenos días” y pensar “ojalá te mueras, hijoputa”. Solo así puedes evitar que te destruyan y cuando tengas la oportunidad salir del termitero.
No puedes ser un cerdo negro en una pocilga de cerdos rosados; porque nunca se trató de ovejas blancas o negras, la humanidad no es tan limpia y necesita revolcarse en sus excrementos. Por ello no puedes vivir como un cerdo negro si tienes unas mínimas inquietudes intelectuales. Ideas propias no pervertidas y distorsionadas por las chirriantes mandíbulas del pensamiento social o insectil.
La única comunicación y pensamiento de los cerdos rosados es gruñir a sus criadores (elegidos democráticamente, con toda la risa del mundo) pidiendo atenciones, minutos para salir del fango de mierda y respirar una bocanada de aire no tan sucio.
Unos minutos en los cuales, no escuchar sus propios chirridos mandibulares y puedan llegar a la conclusión esperanzadora y errónea de que no son cerdos selectos para matadero.
Antes de que vuelvan a su ruido, algunos dando una calada al cigarrillo se preguntarán dónde quedó su humanidad; pero son muy pocos para mantener la esperanza de que el individuo pueda recuperar su silencioso pensamiento propio. Son tan pocos y tan raros, que no sobrevivirán muchos días más en el ruidoso termitero de la humana mezquindad.
Es verano, incluso al bosque llegan termitas con su música repugnante, destrozando el silencio. No el mío, siempre he tenido una facilidad casi preocupante de aislarme de todo, de escucharme en cuadrofonía. Pero aun así, es imposible ignorarlos y sentir que me están robando mi silencio.
Y también es inevitable que mi atávico instinto cazador y territorial se revuelva incómodo dentro de mí mismo. Podría ser un buen momento para cazar o luchar.
Al fin y al cabo soy macho territorial y asumo mi naturaleza hostil.
Si no son presas, son enemigos invasores a los que destruir, borrarlos de la puta faz del planeta. Y cuantos antes mejor, no fuera ser que se reprodujeran más y dejaran su mensaje genético de mierda en pequeñas crías.
No sé… Ya no los escucho. Ya no existen y mientras se han desintegrado un pequeño trepador azul desciende por el tronco del sauce, se detiene para observarme, pía y emprende el vuelo, muy pequeño él, hacia el río entre las arroyuelas.
Lo sigo hasta perderlo en la fronda de la orilla opuesta, con mi silencioso pensamiento íntegro.
Pasó el peligro.
Para todos.
Puedo seguir cortando con mi valiosa navaja cabecitas de hormigas y hacer un micro collar con ellas. O dejaré comida fácil para los pájaros, no sé. En silencio hay tantas ideas y sus versiones…

Iconoclasta

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Si el pensamiento de la masa humana fuera tan certero, noble e independiente como el del individuo no existiría más forma de gobierno que el de cada cual o núcleo familiar. Cada ser humano es un mundo, una nación.
Básicamente la especie humana es una aberración, algún cromosoma de más o de menos en una malograda especie: un espíritu de colmena y maneras vacunas a pesar de tener el lenguaje más elaborado que el de cualquier otra especie.
A la humanidad esa inteligencia no le sirve de gran cosa, tan solo a muy pocos individuos aislados que raramente nacen cada muchos años.
La humanidad como especie no ha creado ni inventado nada. Las creaciones surgieron de seres íntimos, solitarios con sus dotes creativas e intelectuales íntegras, sin pervertir por los dogmas de los jerarcas y religiosos. El individuo libre y autónomo, de pensamiento propio y único.
La chusma, la especie humana en bruto, se apropió de esas creaciones asumiendo que eran humanas.
No se puede decir que el creador, el artista o el inventor pertenezca a la especie humana. En el mejor de los casos cuando no una monstruosidad obscena, se le debe considerar como una anomalía.
Ahí radica el problema humano y su carácter de plaga en el planeta. No existe creación ni libre pensamiento en la masa humana, o chusma votante en no pocas sociedades o naciones.
Un ser humano marca un récord y la conciencia insectil se propaga electro-neuronalmente de individuo en individuo y esa chusma grita: “¡Hemos ganado!”, “Lo conseguimos”, “La humanidad ha llegado a la luna”. Pero esa masa insectil enfervorecida y jaleante no ha hecho nada, no ha movido el culo de su asiento, en las gradas o en su casa. No ha ganado nada, pobres diablos…
Tienen sus cerebros vacíos de ideas propias y han sido condicionados o programados bombardeándolos con consignas predicadas por sus pastores y maestros (políticos, religiosos, educadores adeptos a los regímenes y predicadores del poder fáctico). Es básica esta programación o adoctrinamiento para que toda esa chusma sin pensamiento no se deprima, no caiga en el hastío vital de ver que hay seres humanos capaces de realizar grandes hazañas o grandes descubrimientos, y ellos llevan la vida más triste y mezquina que ni siquiera pueden imaginar.
Es básico que la chusma crea en el espejismo de ser respetada por sus criadores (las ciudades son granjas de ganado humano) porque a cada hora, dada su reproducción acelerada, hay más insectos y el control de esos pocos poderosos que gobiernan miles de millones, ha tenido que cuadruplicarse llevando cada vez con más extremismo y a menores edades las doctrinas de obediencia y no ya de trabajo en equipo, sino en masa. Las crías humanas están sometidas a una presión brutal y sus cerebros vacíos llegan incluso a peligrar con colapsarse con la programación de que todo ser humano es un insecto sin conciencia y así debe ser siempre y a todas horas, todos los días, toda la vida hasta que mueran y su lugar lo ocupen otros. “Que nadie piense en lo que no se ordena, que nadie destaque libre e independientemente; porque sería abominación e inmoralidad. Y pecado mortal de vanidad, futuros insectos de un termitero global”.
“No cobras para pensar” le dicen al trabajador bestia y vacío con sofismas y dulces mentiras.
Y toda esa conciencia insectil no llegará a nada excepto a morir consolada por sus creencias religiosas o por el orgullo de haber sido unos ciudadanos ejemplares; esto es: obedientes, contribuyentes casi felices (dinero para sus criadores) y votantes que creen elegir con infantil ingenuidad a sus pastores o criadores. Sinceramente creen que el teatro de la votación o es real, o como en las películas, está basado en hechos reales.
Son absolutamente incapaces de ver la maldad, la absoluta ausencia de escrúpulos en los políticos, religiosos, militares y juristas que los controlan. No pueden imaginar que son seres con una desbordada y criminal ambición solo superada por su codicia. Y la regla básica del poder es que cuantos menos ambiciosos sean ellos, más riquezas se repartirán de las que surgen de la extorsión, esclavización, engaño y muerte de los que forman la masa humana, la chusma, la indecente y mezquina chusma gritona y quejumbrosa, borracha y de sonrisa idiota.
La masa humana, obedeció y seguirá obedeciendo consignas como dar la vida en una guerra por ellos, por sus amos, por sus explotadores, por esa estirpe de asesinos con sonrisas paternalistas que esconden colmillos venenosos como las serpientes en el paladar.
La chusma tiene un cerebro apenas funcional, incapaz de cualquier abstracción, de ver lo obvio, la enfermedad que pudre el cerebro de ambición y codicia de los líderes políticos, sociales y religiosos. Es vivir en un mundo de zombis si tienes un pensamiento propio y un mínimo de ética.
La obediencia, adoración y fe que se rinde a los grandes próceres de la humanidad, a los políticos y gurús economistas, millonarios y religiosos. Así como a superficiales atletas del entretenimiento que juegan con pelotitas en campos de hierba ganando el dinero que mil millones de humanos reses jamás podrían ganar mil veces que nacieran. Toda esa admiración y obediencia, es pura indignidad en su más alta expresión. Lo sórdido y lo mezquino que guardan dentro de sí, una ceguera absoluta. Un cerebro en blanco que los criadores de ganado humano, han sabido llenar.
Y lo han hecho bien los criadores de cerdos, han conseguido aniquilar al individuo, a cualquiera que pudiera nacer y descubrir algo nuevo en soledad, íntimamente, sin la ayuda de cientos de insectos a su alrededor.
Porque no puede nacer ninguno más así: libre y con pensamiento único. Son por ley y por doctrina, los criadores los únicos que pueden mostrarse como únicos creadores e inteligentes. Usurpando una inteligencia y un arte del que carecen; pero que envidian homicidamente. Genocidamente…
Solo unas decenas entre miles de millones a lo largo de la historia, descubrieron, inventaron, dieron bienestar y salud a la masa humana. Y lo hicieron en soledad, con un pensamiento íntimo y único no contaminado por el espíritu insectil y vacuno.
Aquellos creadores no eran humanos, eran rarezas, animales libres.
Llegados a este punto, lo beneficioso para el planeta y el resto de las especies; sería la completa extinción de la humanidad. Y mejor ahora que mañana.
Ya es insoportable, dan ganas de salir por la puerta de emergencia de una puta vez.

Iconoclasta

Foto de Iconoclasta.

No te ofreceré nada; pero intentaré hacer lo necesario para que no sientas que te he estafado tiempo de vida.
Lo que dure.
Lo digo porque hay gente muy paranoica que cree que su tiempo es oro y luego te quieren cobrar intereses, como si hubieras asistido de su mano a algún tipo de experiencia o cura milagrosa.
Mi cura milagrosa solo pueden ser tus labios, los cuatro.
Soy muy simple y fumo para parecer que pienso. Como te digo, mientras viva no tengo otra cosa que hacer más que amarte y no soy un beato como el joven Werther. De follar tengo mi experiencia, o sea que de adolescencias y cosas de esas, nasti de plasti. Quiero decir que tengo duricias en el alma y en la picha; pero no me siento especial, tienes tantas como yo en el alma, se te nota en esa mirada de mujer loba.
También tengo experiencias en fracasos, por viejo y por tonto, diría incluso que los colecciono. No aprendo nunca, a mí nadie me enseña nada ni me escarmienta. Y no hay nadie igual en el mundo y nada se repite. Me paso por el rabo lo que me predicaron para hacerme idiota que es justamente lo contrario.
Existe el pensamiento insectil en una masa humana; pero todas las reses huelen, apestan distinto; debe ser por sus hábitos alimenticios e higiénicos. Una cuestión ganadera.
Así que cuando pinte mal, me largo y no montamos dramas innecesarios. Si en la vida sobra algo, es pesar.
Y si te parece bien mi currículum, vamos a follar que tengo la garganta seca de tanta cháchara de amor.

Iconoclasta

La libertad es muy peligrosa cuando hace calor también. Y por ello has de pagar el impuesto de protección mafioso al estado.
Los fascistas del coronavirus están en pleno lanzamiento de una nueva campaña de terror y adoctrinamiento por medio de las olas de calor. Que prácticamente son tratadas como emergencias nucleares que requieren incluso, refugios. Y toda clase de medidas de hidratación y ventilación, amén de la urgente instalación de aire acondicionado y su incremento de gasto de electricidad.
Todo cuadra…
Como si los cabestros del coronavirus, sus aplausos y bozales, hubieran vivido siempre en el Polo Norte y este fuera el primer verano de sus vidas.
Este año el calor se ha adelantado dos o tres semanas; pero la temperatura es la misma, de lo más normal.
Sin embargo, los que usaron bozal a full time, tienen todas las pautas de la vacunación que no vacuna y las futuras, aplaudían su encarcelamiento y exhibían con orgullo ario su brazalete nazi o pasaporte veterinario de vacunado covid; todos éstos ahora están aterrados por el calor que hace ahora. Pendientes de la tele y su teléfono móvil con la esperanza de que el estado nazi los encarcele (confine en jerga nazi) de nuevo en sus casas y cuándo va a comenzar la campaña de vacunación contra “la calor”.
Y a los niños, sobre todo, hay que meterlos en una urna de cristal con aire acondicionado, no se fuera a dar el caso de que no les importara mucho el calor y al verse libres se desintegraran, se volatilizaran en el aire por un calor.
Es importante que no se hagan fuertes y se atrofien para que el estado pueda tener el control de sus miedos y mansedumbre. Como si de una nueva variante de coronavirus se tratara.
No entiendo como existe infancia y viejos en África y zonas saharianas con este nuevo calor nazi.
YO me reiría aún más si les obligaran a meterse de nuevo en el bozal en el hocico, verlos asfixiados y sudorosos vagar por la calle, sería una fiesta de videos que subir a yutup.
Todo esto de las olas de calor obedece a un fin: el estado nazi español (en este caso, porque toda Europa es territorio nazi desde marzo del 2020) va a decretar tal cantidad de impuestos de cambio climático contra las clases bajas o trabajadoras, que ni siquiera en los tiempos de posguerra se habrá visto tanta pobreza y miseria. Y las clases bajas, ya debidamente domesticadas por el nazismo con el coronavirus, aceptarán cualquier decreto de usura y robo de libertad y su ruina que el estado decrete, aplaudiéndole y agradeciendo esa usura a los jerarcas y burócratas fascistas y delincuentes que les salvará de morir achicharradas por estas olas de calor que si tu cerebro funciona bien, se vienen repitiendo toda la vida. Toda la puta vida.

Iconoclasta