

Iconoclasta


Iconoclasta

El judaísmo surge entre los siglos VI y IV a. C., es la quinta secta en número de adeptos y la más antigua de las sectas abrahámicas, cuyo origen está en el patriarca Abraham.
De ella deriva el cristianismo que surge en el año 30-33 d. C. y la que más adeptos tiene. Y posteriormente el islam, ya en el siglo VII d. C. y la segunda en número de adeptos.
Estas tres sectas o supersticiones han conformado la mayor parte de la cultura y población del mundo occidental y parte del oriente cercano a África y Europa por su carácter represivo y violento contra la población, que como ocurre aún hoy en día con el islam, el estado/dios hizo adeptos por coacción “divina”, por supuesto.
Son supersticiones o sectas (hay quien prefiere denominarlas religiones) en constante evolución con los tiempos ya que sus líderes o jerarcas religiosos legislaban e inventaban mandamientos y liturgias con sus pecados, condenas e impuestos a medida de su codicia y ambición (siguen en el presente con la misma evolución). Las mitologías del antiguo testamento (el origen de las tres sectas) son ingenuos cuentos mágicos y muchos violentos, con moraleja para someter a la población o adeptos (es lo mismo) al miedo a dios personificado en el estado. Los salmos son unidades didácticas ideológicas para implantar obediencia y respeto al estado/dios omnipresente que habla siempre en nombre de Yahvé. Se crearon castas o linajes “escogidas” por Yahvé con los correspondientes patriarcas de cada tribu. Al final el mensaje primordial era: O eres de los nuestros o morirás, por hambre o por el cuchillo.
Con el tiempo, la coacción se hizo fe y tradición; pero esto nadie lo cuenta o enseña porque deja en mal lugar al estado/dios en su tiranía y criminalidad y a los adeptos en su cobardía, servilismo e ingenuidad a nivel de discapacitación mental.
Al tiempo que las supersticiones se hicieron fe, las comunidades regidas por sus líderes religiosos ejercían una cruel y sangrienta selección de la población eliminando a disidentes y quedándose con los reproductores más mansos para lograr una población dócil, de fácil explotación y ante todo, rentable para las arcas de los líderes gobernantes. Es exactamente el mismo método con el que se consiguió por selección ganadera crear un ganado bovino manso, por ejemplo; fue el gran avance de la ganadería.
En el islam se controla también con minuciosidad la comida de los adeptos, la bebida y la intimidad hogareña. Las numerosas pausas para las liturgias se comen el tiempo de ocio y descanso de sus creyentes haciendo de la fe paranoia y del resto de religiones sus enemigos mortales.
Muy parecidos a los musulmanes eran o son (los pocos que quedan) los cristianos puritanos: agresividad contra el creyente y su continua humillación ante el estado/dios o sacerdote en definitiva.
Todas ellas son sectas que han creado su propios códigos legales, primero como mandatos divinos, luego como leyes sociopolíticas que han infectado y pervertido la original genética humana por esa selección o “limpieza étnica” llevado a cabo por los estados/dios. Realmente, la especie humana de hoy es una mutación castrada física y mentalmente de la original del homo sapiens.
La ferocidad y crueldad de estas sectas supersticiosas abrahámicas ha logrado que sean las más extendidas (no siempre con más practicantes) en el mundo.
Las religiones dhármicas (como el hinduismo y el budismo) tienen su origen en la India. Y a pesar de ser notables por su número de adeptos, no se han expandido con la rapidez y contundencia de las abrahámicas; a excepción del judaísmo que, con la mutilación del pene (la circuncisión) como condición y obligación para ser aceptado, se convirtió en minoritaria. Hay cartas paulinas en el nuevo testamento (biblia cristiana) que tratan este tema y que fue el origen real, más allá de imágenes y liturgias, del cisma entre el judaísmo y el cristianismo.
El hinduismo es la tercera secta con más adeptos, la superstición más antigua de la historia que surge entre el año 1500 a. C. Su retórica es más filosófica o espiritual que represiva o agresiva. Busca el control de la población de una forma más “amable”, como el budismo que surge en el siglo VI a. C. y es la cuarta con más adeptos. Ambas, apenas se expandieron más allá de sus lugares de origen, en contraste con el cristianismo y el islam. Sus mitologías son mucho menos agresivas. Porque no hay “sagradas escrituras” tan agresivas y represivas como el Antiguo Testamento de la biblia: un compendio de leyes que delimitan todo acto de libertad, intimidad, reproducción y el pensamiento de sus adeptos. En este primer libro de la biblia se pide sangre y esclavitud contra todo no judío. Yahvé es un dios celoso, furioso, colérico, amante de la extinción de los pueblos como castigo. Y el islam le ha sacado gran provecho a la retórica y mitología del Antiguo Testamento.
Las tres religiones, sectas o supersticiones abrahámicas, desde su surgimiento, han hecho mierda a la especie humana original. Y han evolucionado hasta convertirse en política; que sigue exactamente la mismas pautas de obligación, devoción, delito, condena, impuesto y obediencia al estado/dios, con el sarcástico epíteto actual de democracias.
La especie humana actual, en el siglo XXI d. C. es una cosa rara, biológicamente mamífera y de pensamiento y vida insectil, con un cerebro funcional para el trabajo, la obediencia y un servilismo auto humillante.
El estado/dios nunca ha sido inteligente, sólo codicioso, un carácter puramente carroñero. Y se ha aprovechado y parasitado de los conocimientos de los poquísimos creadores o inteligentes:
Cualquier individuo con un pensamiento libre o creativo es un exotismo, una rareza que lo confirma como la excepción a la regla y triste noticia de “todos insectiles”. De no haber sido por estas poquísimas excepciones surgidas de siglo en siglo, las actuales sociedades consumistas no existirían, sus “insectos antecesores” se habrían extinguido ahogados en sus propios excrementos hace seiscientos años.
El cristianismo, prácticamente todas las sociedades consumistas occidentales, ha llegado al nivel máximo admisible de paranoia; el punto de auto extinción por sus liturgias que enturbian y degradan la biología humana (lo poco que queda de ella), con el fin de conseguir la raza humana perfecta para su explotación fácil y económica.
Si dios es macho o hembra, no importa: se operará tantas veces de uno o de otro sexo como se auto perciba una mañana al despertar en su paraíso,
Lo inexistente puede ser imaginado como a cada cual le guste o satisfaga a su amo en el gobierno.
Si el estado/dios consigue degradar la biología de sus creyentes, el conjunto de la casta paria trabajadora; el estado/dios se erige en la institución más cercana a dios y es su portavoz en la Tierra. A estas alturas a la casta paria (trabajadora) ya no le quedaría nada de humanidad, convirtiéndose en una idiota (en el aspecto clínico) y ridícula mutación de los primeros especímenes de homo sapiens.
El antes de Cristo (a. de C.) y el después de Cristo (d. de C) es el chantaje que tuvo que pagar la ciencia al papado que ponía y quitaba reyes y legislaba naciones, copaba toda actividad política, legal, administrativa, económica y social; con especial énfasis el pensamiento de la chusma.
Si la ciencia quería desarrollarse, debía jurar que Jesucristo existió, de no hacerlo arderían los intelectuales y científicos en el infierno de las hogueras papales. Así fue como la ciencia dividió los periodos históricos en a. de C. y d. de C. En definitiva, repitieron aquellos primeros pobres científicos la existencia de un jesucristo millones de veces hasta hacer verdad de la mentira. De no ser por el pago que hicieron a la iglesia, hoy cagarían los humanos en los alcorques de los árboles sin pudor.
Pues ahora (ahorita como dicen los mexicanos) la cultura tiene que pagar otro chantaje, pero esta vez a las sectas aristocráticas del fascismo-woke (un corta y pega de los imperios papales): toda obra de arte o ensayo debe contener cierta cuota o número de homosexuales o transexuales; de no ser así, si no hay “Jesucristo”, no hay arte.
Es un ejemplo de cómo las liturgias políticas copian las religiosas con otras retóricas adaptadas a una población humana en déficit físico y mental (como lo estaba en la edad media). El mismo déficit mental y anímico definido por su acentuada cobardía y dependencia del estado/dios.
Y todo gracias a esas tres grandes supersticiones abrahámicas: judaísmo, cristianismo e islam.
Concluyendo:
Los que aún pensamos estamos abandonados porque los líderes políticos occidentales de las pseudo democracias cristianas y las aconfesionales, están viendo en las aterradoras “repúblicas” islámicas (por la esclavitud de sus adeptos al estado/dios) represivas y criminales (mutilaciones, matanzas, torturas y humillación de mujeres y ateos) una forma de gobierno que les puede multiplicar a la enésima potencia su riqueza. Esto explica la elaborada y planificada suplantación poblacional que llevan a cabo los gobiernos pseudo democráticos parasitando la sociedad occidental con multitudes de especímenes islámicos. Como está ocurriendo con inusitada velocidad en la vieja, desgastada y decadente Europa, un continente que agoniza política y ya étnicamente.
El islam es una secta abrahámica, como el judaísmo y el cristianismo; pero tiene a su favor su poder totalitario, el del terror, para extenderse por todo el planeta, como lo hizo la cristiana desde la baja edad media.
Lo importante y que no se debe olvidar: los cuerpos humanos, sean judíos, cristianos o islámicos, sangran y mueren igual. El terror se induce gracias a la ignorancia y la cobardía; pero ahí está la “raza” occidental decadente, dispuesta a ofrecer a sus hijos en holocausto a la secta que más miedo le provoque.
Ha llegado la hora de hundirse de nuevo en el oscurantismo de una edad media, pero con internet en el móvil para dar un aire de modernidad al decorado de las extintas democracias consumistas occidentales cristianas o aconfesionales.

Iconoclasta

Los héroes de tebeo como Batman surgen por una necesidad de justicia real: la venganza. Limpia, carente de la perversión y corrupción de la legalidad represora y extorsionadora del estado/dios.
Es una agradable fantasía esperanzadora la de los héroes haciendo justicia. No puede hacer daño soñar con semejante romanticismo de saldar una ofensa con otro acto igual o más cruento; todo depende del momento, el lugar y la sensibilidad emocional.
La venganza es la justicia que la legalidad niega a unos muchos para preservar la riqueza y el poder de unos muy pocos.
La legalidad niega siempre la justicia por sistema.
A nadie llama la atención esa farsa y corrupción semántica que nombra a los tribunales como “de justicia”. Es una broma de mal gusto que se ha institucionalizado como un tumor por todo el planeta.
Las leyes y su aplicación no se inventaron para hacer justicia.
Y ley es antónimo de justicia por mucho que la retórica política del estado/dios y algunas acepciones del diccionario digan lo contrario.
En los juzgados sólo se aplican leyes y sus tasas y condenas. Cualquier otra consideración es pura ingenuidad, una seria merma de intelecto.
La legalidad es un código de prohibiciones, sanciones y condenas con la que pretende el estado/dios controlar, reprimir, extorsionar, explotar, robar y humillar a las clases míseras o trabajadoras.
Danton lo resumió con autoritaria obscenidad: “Seamos nosotros terribles para evitar que el pueblo lo sea.”.
Esta legalidad o falsa justicia surge con el primer pacto social en el que un brujo o hechicero estafador y alérgico al trabajo propone a la manada de cobardes primates humanos que, con sus conjuros los protegerá de la ira de los elementos (dando pie a la creación de dioses) y el hambre desde su madriguera/templo. Y a cambio, los primates de la manada deberán renegar de su libertad y mostrarle sumisión, así como pagarle con parte de lo obtenido durante el día, alimento y sexo.
Esto ocurrió en algún momento de la prehistoria humana, cuando tenían un vocabulario de apenas una veintena de palabras y machos y hembras los pies peludos.
Sucedió lo inevitable: los obedientes cobardes y crédulos (rebaño) se reprodujeron a gran velocidad en sus aldeas y, los valientes con algo de inteligencia (individuos) fueron expulsados, condenados religiosamente (posteriormente política o legalmente). Y por tanto, en unos pocos siglos extinguidos.
Fue una auténtica selección ganadera de humanos llevada a cabo por aquellos primeros brujos y perfeccionada por las distintas religiones que evolucionaron y crearon otros credos sin liturgias mitológicas o supersticiosas: la política o ideología social.
El resultado de aquella selección ganadera es la actual especie humana agrupada en miles de millones de reses de explotación y a la que se designa como “globalidad”, “democracias” o “socialismos y comunismos”. Y cuya principal característica es su mansedumbre y un pensamiento puramente colonial o insectil.
Y sigue la degradación humana mientras los códigos legales continúan engrosándose para conseguir que la chusma trabajadora y votante, al fin evolucione al mutismo para erradicar cualquier asomo de humanidad, la más primaria: el habla. Porque el esclavo no necesita hablar, como los cerdos tampoco.
¿Justicia el poder judicial? Es una broma de pésimo gusto, un insulto a la inteligencia. Un genocidio maltusiano de la especie humana.

Iconoclasta

Es buena la ira que embrutece al asfixiado, al extorsionado, al humillado.
La ira es la muestra palpable y rugiente de lo que aún somos: humanos salvajemente libres por pura biología, instinto territorial y supervivencia.
La ira nos hace ajenos a los dogmas y acoraza contra las extorsiones “legales” del estado/dios que no puede combatir en la liga de la ira porque el estado/dios está cimentado en el pensamiento excrementicio: es mezquino y cobarde, avaro y corrupto.
La ira desatada es la mayor expresión de libertad del ser humano: sin control, sin interés, sin razonamientos morales o legales, sin temor a las consecuencias que no importan cuando la humillación y el control llenan todos los minutos de la vida.
La ira es orgánica, electroquímica humana; reside en el cerebro profundo al que ni dios ni el estado pueden llegar para aplacar con embustes que huelen a mierda.
Es un suicidio de valientes, libres. De seres humanos con sus cerebros y genitales intactos, no castrados.
En una civilización cada día más represora e invasora de la intimidad del individuo y corruptora de la biología humana misma, la ira es juez y verdugo. El valor bruto y ancestral de todo ser humano que el estado/dios veja y esclaviza.
Cuando el control te ahoga y se te arrebatan tus más simples placeres para mostrarte quién manda, la bestia emerge porque todo está perdido en tu vida y te han acorralado. Sólo queda la opción de la violencia contras las letales, mierdosas y humillantes leyes y decretos.
Y dices destilando una baba furiosa: “Es mi vida y hago lo que me sale de la polla”.
Es la razón de que las guerras tengan éxito entre los seres humanos estabulados en las grandes granjas de crianza humana o ciudades y por ello, sean largas; por mucho que una manada de cobardes se manifiesten contra ellas.
Nadie frena una guerra a pesar de los miles de muertos.
El estado/dios reconoce la necesidad de la libertad biológica humana: las guerras y su carta libre para cazar y matar entre seres humanos, sin ley ni control, servirán para rebajar el nivel de hostilidad de la población que humilla, miente y esclaviza.
Ante un estado/dios desatado en sus prohibiciones, matar se convierte en un regalo. Y será el estado/dios quien inventará un enemigo inexistente contra el que dirigir la violencia salvaje, la ira, que con su ignorancia y negligencia ha cultivado en el tejido social.
La ira, la violencia sin ley, ni control, ni juicio.
La posibilidad de morir en libertad y por la propia sacrosanta voluntad es una expectativa mayor que el amor por los hijos cuando la ira estalla, harto de comer la misma mierda de pienso en la granja de puercos humanos, las ciudades insanas para la mente y la ilusión. Tóxicas para la naturaleza e idiosincrasia humana.
Lo que traumatiza a los humanos adultos no es la guerra, sino su fin, la paz. Que es el fin de la libertad en la que se ha vivido durante meses o años. Una libertad en la que han matado sin control a amigos y enemigos según su propio criterio, según su propio deseo. Sin que ningún placer les haya sido vedado.
Perder la más salvaje libertad es el origen de la cacareada psicosis de guerra.
Los muertos son trofeos.
La ira es más placentera que el follar.
Sin control, sin el estado/dios subido en lomo sodomizándote un día y otro y otro y otro…
Es algo, la libertad, que cada día importa más. Y cuando empiezas a sentir necesidad de libertad observas los altos genitales del estado/dios sobre tu cabeza y piensas con sabiduría ancestral, que es el enemigo que abatir, la amenaza a tu vida digna. Y ahí está nuestro gran super poder: la ira.
Algo por lo que vale la pena morir y la ira, te empuja a hacerlo sin mentiras, con la sinceridad total que hay en tu sabio pensamiento instintivo.
Porque vivir en vejación no es vivir.
Y muerto, porque te matarán, tus actos quedarán impunes. Los cadáveres no son responsables de aquella ira y sus muertes o agresiones. Y la carne está vacía de ira y vida.
Se mata porque es más fácil que respirar en la asfixia.
No existe nada comparable a la salvaje libertad de la ira y su ausencia de cobardía, por mucho que pontifiquen los lelos que la ira te hace esclavo de ti mismo.
Y una mierda.
Cuanto más te pisan el cuello la ley y el control, más placentero resulta surgir de la naturaleza atávica propia y estallar.
Morir en la ira será un acto lógico y asumido, no importa ya la vida, importa el acto en sí, la respuesta al control, a la asfixia, a la vejación.
¡Oh, la ira!

Iconoclasta

Hay formas de morir indoloras e inconscientes, como en las dictaduras llamadas (pseudo) democracias ideológicas y estados religiosos como los islámicos.
Los habitantes de estas dictaduras estalinistas, comunistas o islámicas son cadáveres andantes. Los especímenes humanos más grises y tristes de todas las razas humanas. Cubanos, chinos, norcoreanos, españoles, musulmanes… Son seres con la imaginación castrada o amputada, que pacen la hierba en el pequeño prado decorado con sus propios excrementos.
Estos regímenes controladores, represivos, fascistas y de élites cleptocráticas son el modelo a seguir por las pseudo democracias consumistas de occidente. Ese pastoreo y control absoluto de las masas, los estados/dios occidentales del siglo XXI lo ven como el régimen definitivo y perfecto para su población. Globalizar a su ciudadanía bajo los mismos decretos y robos, mediante un pastoreo “pedagógico” como se está realizando en la España fascista del coronavirus.
Sin embargo, hay un grave error: los políticos occidentales forman una casta endogámica, no son inteligentes, ni formados cultural e intelectualmente. Y con ese control aberrante y ganadero que están intentando implantar, sólo van a conseguir despertar el instinto primario de defensa y caza del ser humano. Una vez activado mediante una asfixia insoportable, la violencia o guerra se iniciará sin una razón clara para la mayoría de los asfixiados y endogámicos líderes. No sabrán explicar que el estado/dios atenta directamente contra la biología humana, que requiere unos mínimos de libertad que le han sido robados a esas masas pastoreadas y recicladas práctiamente a insectívoras.
Las élites aristocráticas políticas actuales, ante todo las del occidente consumista, deben someterse a una renovación genética o directamente extinguirse ante su ignorancia e incapacidades, de lo contrario, habrá millones de cadáveres en el planeta pudriéndose en pocos años. Y eso sí que será un problema medio-ambiental grave.

Iconoclasta

Escribir a mano con tinta y papel no tardará mucho en ser delito ya que el estado/dios instaurado a nivel mundial mediante el coronavirus, no puede controlar estos escritos que no se realizan electrónicamente.
Hasta que por decreto de necesidad y virtud obligue a implantar en las recién nacidas crías humanas un dispositivo cerebral de seguimiento para controlar semejantes actos de libertad e individualismo como escribir fuera de las alambradas electrónicos de la actual fascismo estalinismo homosexual, sanitario, agenda 2030 y nazi sanitario o woke.
El estado/dios teme y odia la libertad de escribir sin conexiones porque no puede pervertir, censurar o eliminar contenidos analógicos de anónimos seres humanos.
Se caga de miedo de que haya y vuelen papeles por el mundo que critiquen a sus jerarcas nazis y doctrinas homosexuales nazi-islámicas de destrucción de libertad, inteligencia y conocimiento.
Escribir con tinta y papel va a ser muy difícil de realizar o aprender por las futuras generaciones. La digitalización salvaje del estado/dios es un oscurantismo que devuelve al analfabetismo y servilismo medievales a las castas parias obreras y pobres.
Todo fascismo arrasa con el conocimiento y el valor.

Iconoclasta
Foto de Iconoclasta.

Hace ya dos horas que ha empezado a extenderse la luz del día. Son las siete y treinta de otro mierdoso y caluroso día de agosto, según el reloj de los ganaderos de reses humanas: políticos, religiosos y otras sucias bestias con poder como los millonarios.
Cuando la naturaleza lleva dos horas activa, los animales humanos al despertar se vanaglorian de que “a quien madruga dios/el estado le ayuda”.
Y una mierda.
Piensan eso para engañarse y sobrevalorarse injustificadamente. Deberían sentirse miserables y sucios con su indolencia e indigna dependencia de dios/el estado y su reloj de oro y diamantes con pulsera de genuina piel de bebés.
No es ninguna novedad, hará más de treinta mil años que el ser humano degradó su naturaleza y dignidad permitiendo que un ser superior en hijoputismo le decretara cuando debía dormir y en qué momento despertar.
Toda granja de cerdos, gallinas o cerdos de dos patas debe tener su horario artificial para optimizar el engorde de sus bestias.
Haciéndome una paja en este momento, con el glande morado de colapso sanguíneo emergiendo viscoso de mi puño; pienso que preferiría follármela a ella que duerme a mi lado ofreciéndome el culo; pero no me dejaría. Es demasiado pronto para sus biorritmos, y bellamente dormilona; pero así de costado y dándome el culo se la metería si no la conociera.
Así que me corro a su vera, pensando que en unas horas me use. Me empuje a la cama con el rabo bien duro y se clave a mí apartando las bragas a una ingle. Me encanta cuando su coño viscoso y mojado me cubre la polla mientras mantengo la presión de mis dedos en sus pezones en la frontera del dolor.
De vez en cuando elevo la cintura con un golpe violento, elevándola, y se la hundo más agitando sus tetas de grandes areolas. Se le escapa un gemido cuasi doliente y su coño produce más suero del follar, más humedad con la que bautiza mi glande en nombre de dios/el estado, que es exactamente su aromático, flexible e inquieto coño.
Sea la hora que sea, oficial o no, dios/el estado fracasa en su control y la leche me brota con espasmódicos borbotones por el pijo cubriendo también la esfera de las horas, agitando el planeta con mi orgasmo.
Y ella masculla un ¡Para! somnoliento, pastoso. Sabe lo que hago; pero sigue siendo desesperadamente dormilona y no quiere salir de su sueño.
Presiono con fuerza la polla para exprimir la última gota de leche y su último placer mirando su coño comiéndose las bragas entre los muslos.
¡Vaya! Resulta que quien madrugando se corre en la granja de cerdos humanos durmientes, se lleva el primer premio del día. Aséptico ganado…
Cuando tome el café, meditando y observándome con astucia, no tardará en decir con la taza frente a los ojos: “Eres un guarro”, yo me reiré con ganas y ella se morderá el labio con descarada lujuria.
Ahora fumo pensando que se hincará frente a mí sentado en la silla del escritorio y rozando mis rodillas con sus pezones, me la chupará. Le gusta hacer eso para demostrar su control sobre mí. Le place usarme, es voluptuosa en cada acto que ejecuta.
Le digo que a mí me gusta más y cierra el puño en mi rabo zanjando que es de su propiedad.
Jugueteando con el semen derramado en mis cojones, afirmo que la voy a doblar sobre el escritorio y con las bragas en los tobillos la voy a embestir hasta que las rodillas se le aflojen y las tetas se derramen pesadas y sin voluntad en estas letras.
No soy el dios/el estado. Si digo, hago y follo contra todo horario o ley decretada.
Qué le vamos a hacer… Nací macho impúdico y ella bellamente puta.
Nos usamos, somos objetos de nosotros mismos.
Puede que un día acabe.
Siempre nos quedará la indiferencia…
Tal vez, avanzado el día, deba matar a un humano para proteger mi espacio de cautividad en la granja humana y joderle al dios/el estado una res de la explotación.
¡Dichoso trabajo!
Otro día que se presenta cremoso, eso es lo que importa.
Y ella por encima de todas las cosas.
Encima de mí, clavada en mí…

Iconoclasta

Ya no se puede amar más. He llegado al límite de la cordura y también del control de mis órganos vitales.
Si doy un paso más hacia ti, me perderé en mí mismo. Y seré incapaz de mantener funcionando el corazón.
Llegaré a un colapso generalizado y la locura escribirá aberraciones que sólo se dan en los sueños; emponzoñando la realidad con un cubismo onírico.
Hay una suciedad, una basura entretejida con el amor y la vida en sociedad que acelera el fin de la cordura: la esclavitud.
Esto que han construido y nos hemos encontrado al nacer, es una penitenciaria anti-amor.
Una brutalidad desquiciada y rencorosa producto de la idiosincrasia original y primitiva humana libre y salvaje, está en lucha constante contra las reglas impuestas al amor y la existencia misma.
Es la razón, junto con el celo animal o el follar, del malhumor de los adolescentes. No saben qué cojones les pasa, hasta que los doman y los convencen de que no les pasa nada. “Sólo es hormonal”.
Estamos en una lucha constante contra las reglas impuestas a la libertad y por tanto, al amor.
Resulta que el amor es peligrosamente expansivo y nos hace sentir únicos al producir actividad imaginativa en el cerebro. Para evitar esta expansión molesta y embarazosa, el estado clasifica a sus reses en función de sus hábitos sexuales y hace rebaños homogéneos de ellos, porque con la homogeneidad, se pudre la imaginación y la ilusión. Se les reglamenta el follar y la masturbación para evitar que deseen libertad, porque es necesaria que la mano ajena, la que te han señalado, te haga una paja o te joda.
En esencia es el mismo trabajo que realizan con el cerebro de los niños en las escuelas, destruyendo la capacidad en una gran cantidad de crías humanas para evitar el pensamiento libre y crear así buenos ciudadanos tipo.
Alguno es impermeable a esta castración, pero no es un problema porque las minorías están muertas aunque no lo sepan. Y crearán poca descendencia; tan poca que en unas generaciones más, nadie sabrá qué imaginar.
Yo soy un tarado que no ha conseguido amarte con tristeza y sosegadamente conforme a los dictados de la tradición del estado; sino con la furia de lo que podría haber sido y no lo han permitido.
Y soy el último de mi especie.
No es posible amar más, ya sólo queda decapitar a los amos para amarte sin injerencias.

Iconoclasta

Una vida plena de angustia, la constante amenaza del Estado; su extorsión contra el asalariado: trabajo esclavo, mísero jornal e impuestos de usura. La destrucción sistemática de toda libertad, pensamiento y la propia biología humana.
Los Estados fascistas de alegorías y palabrería progre y pía están abocando a la casta asalariada a una nueva revolución sangrienta.
El asfixiante control e incluso la invasión de la intimidad en el hogar, ha hecho del Estado el policía que se sienta a la mesa para vigilar, denunciar y castigar a cada miembro de la familia.
Hoy, en pleno siglo XXI, el Estado es el enemigo, el depredador de los esclavos asalariados.
El aumento de la violencia que se da entre la población con sórdidos y múltiples asesinatos, es tan solo un escape descontrolado a la presión del Estado que no tardará en dirigirse, como debe ser, contra las aristocracias del nazismo climático, sanitario, puritano y homosexual.
Los actuales Estados fascistas (surgidos de decadentes y raídas pseudo democracias) instaurados con la pandemia del coronavirus en el 2020, han acorralado a su presa, cuya única opción que le queda, es atacar.
Porque muerta ya lo está.
Muerta, infectada y parasitada por su enemigo el Estado.

Iconoclasta
