No es verdad que la letra con sangre entra. Con la sangre lo único que entra es la infección, la ira y su violencia. Por mucho que me hicieron “sangrar” en la escuela no consiguieron que en mi torrente sanguíneo se metiera uno solo de sus piojosos dogmas. Sin embargo, que la sangre escribe letras y da color a la pluma entre mis dedos, no es un fascismo o una brujería. Creo en la sangre que sale por un dolor y en la sangre que escribe y describe el dolor y una libertad salvaje. Creo en lo que escribo con sangre permanente que el viento no puede llevarse, como creo en el hambre de aquel coño amado mil veces lamido y follado.
Hay gente que no puede morir porque ya está muerta aunque se mueva estúpidamente. Sólo se descomponen y se consumen sin dejar siquiera ceniza. Nacieron cautivos y prácticamente muertos de voluntad. Sin embargo, los patos están a salvo. Si han de volar contra el viento, vuelan. Tienen mucha vida, la suficiente para hacerlo. No tienen que sentirse libres porque desconocen la cautividad, es connatural en ellos no divagar sobre estas cosas. Tienen lugares a donde ir, cosas que hacer y no rendir cuentas a un estado/dios esclavista. Son libres sin otra consideración más que su desconocimiento de la esclavitud o cautividad. Por ello, esclavos y cautivos son muertos vivientes, sin voluntad, sin determinación. Viven con el único fin de acatar y obedecer. No han conocido la libertad y no sabrían qué hacer con ella si se la dieran. Me provoca una gran melancolía ver marchar a esos escandalosos patos. Siento que las esperanzas de libertad se van con ellos a otros lugares, a otros mundos ajenos a los humanos. Y a veces quiero llorar de rabia y resentimiento. Regar mi tierra de mierda con mis lágrimas cautivas y rencorosas por la libertad que me han castrado. Entiendo las ansias de violencia que asumo con la misma vehemencia que el crédulo la sagrada hostia entre sus dientes. Volar nada tiene que ver con la libertad que es el conocimiento de uno mismo y obrar según tu naturaleza dicta. Los pilotos no vuelan, flotan en una cabina, encerrados. O los paracaidistas, cautivos de sus cuerdas, a merced del viento. Los barcos son cárceles flotantes que no buscan libertad, sino otra prisión donde atracar. No, eso no es libertad por mucha poesía que le metan. Es una patética ilusión y un engaño para esconder la frustración de lo que nunca podrán ser: libres. Los animales nacidos y criados en cautividad ya no son aptos para vivir libres. Y los urbanícolas son primates nacidos en cautividad que viven en su propio zoo acotado física y mentalmente por alambradas de corruptas leyes dictadas por el estado/dios para su propio beneficio, el maleficio para los cautivos; su pecado original presente en todas las sectas políticas y religiosas. Yo debería vivir como los patos, caminar hacia dónde el horizonte me tiente y usar las aduanas y fronteras como cagaderos. Estamos muertos, nacimos muertos… Volved pronto, volved con un atisbo de esperanza. Por favor…
Escribo lentamente para no desangrarme también rápidamente (como los segundos pasan) y así tener tiempo para describir lo que padezco y siento. Cuanto más rabio, más adrenalina, la presión arterial sube y la sangre brota en obscenos borbotones casi negros por nariz, lagrimales y entre uña y carne. Sí, todo la hostia puta de sórdido. Así que sin apretar, lenta y sedosamente derramo en el papel mi hastío y la mezquindad humana que me pringa la piel como un mal hongo. Hay un motivo de amor y miles de millones de odio, indiferencia absoluta por sus vidas cuando me siento bienhumorado. Como ellos la sienten por la mía, no soy especial. Es lógico, incluso legal, sentirse agraviado por toda esa caterva de mezquinos, gritones y malolientes. Comprendo que los dibujantes de cómics crearan primero al villano que desea destruir a la humanidad, y luego al super héroe para hacer feliz a la chusma lectora. El dibujante busca lo mismo que yo escribiendo: aniquilar la mezquina humanidad, cáncer de sí misma. Es inevitable que casi todo mi cerebro piense en ella. Y esa pequeñísima parte de mi seso, la que controla por ejemplo, el cagar o las náuseas, piensa además en esos miles de millones sin rostro; en su erradicación como primer sueño o deseo vehemente. Es más fácil odiar que amar. Es la razón de que el odio exija tan poco cerebro para ser gestionado. El amor es una galaxia inabarcable en el espacio profundo que precisa la inmensa mayoría de mis neuronas para gestionarlo. El deseo es una bestia voraz de conexiones sinápticas y quema neuronas como una tostadora averiada el pan. Pensando en ella no sufro hemorragias, pero me desoriento en su cosmogonía y cosmología. O en la inmediatez de un “te amo” irrefrenable. Sí que pierdo el control de la realidad soñando con ella, amándola desbocadamente. Y por ello, para proteger mi integridad mental, acabo de nuevo en la casilla de salida odiando. Pero no con furia, sino fríamente. Tomando un café entrecerrando los ojos por el humo del tabaco; observando a la humanidad e incinerándola sin ningún tipo de alegría, como quien realiza su mal pagado trabajo diario. Meditando sobre el espacio que nos dejaría la extinción, su silencio y cadencia temporal. No los necesito. Ni siquiera en mi imaginación desbordada cabe otro ser, algo ajeno a ella. Al final te tengo a ti ocupando todo mi pensamiento y al resto del planeta para ubicarme en un lugar concreto para sobrevivir, cosa imposible en tu infinita esencia. No debería odiar, con la indiferencia bastaría; pero no soy budista o un beato religioso y requiero cometer excesos para liberar la presión de tu posesión.
Hay gente con suerte y no como yo. Gente que ha vivido y amado los desiertos, las áridas estepas, los mares más tormentosos y la tierra helada. Si hubiera nacido en el lugar y momento adecuados, tal vez hubiera tenido tiempo y medios para conocer esos lugares. Mantengo un moderado rencor hacia mis padres, no puedo dejar de pensar que soy hijo de la mediocridad aunque ellos, como todos los padres, pensaban que cualquiera de sus hijos podía ser único y no la mediocridad que refleja todos los días el espejo, cuando me arranco las legañas y luego limpio con saliva la sangre. No sé si hubiera tenido cojones, aunque me temo que sí. Y que ya estaría muerto. Ser valiente tampoco es un certificado de aptitud. Mi gran logro en la vida ha sido caminar durante algunas horas sobre una pierna podrida. Follar no es un logro, es algo que ocurre quieras que no, siempre hay alguien con mal gusto. No es deprimente, solo triste, yo no me deprimo ni ante Jesucristo vomitando sangre, ni ante el bebé que se descompone. Soy absolutamente ira y rencor por todo aquello que jamás haré. No me voy a ir dando gracias a la puta vida, aunque como dicen algunos, deba sufrir más por esa ira. No pueden hacerme nada que no me hayan hecho ya. Mierda… Puta mierda. Y podría ser peor si me rompiera una uña. Las uñas son las cosas que más duelen ¿Te has rasgado alguna vez una uña con una púa de acero que surgía de una persiana metálica? ¿Te han taladrado una uña para drenar un edema por aplastamiento del dedo? ¿Te han arrancado una uña de un tirón? ¿Has gritado alguna vez a la luz de la luna “hijos de puta”? Los dientes no duelen tanto, cuando se pudren te llevan directamente a la locura y encuentras tornillos de ti mismo en la almohada. He aprendido que la locura es mejor que el dolor. He aprendido que soy un mierda. No, no he conocido ni un solo desierto, solo he conocido miseria y mierda. Es triste y vergonzoso reconocer toda una vida de monotonía que ha pasado lenta y estéril. Podría hablar de la alegría del amor y de un hijo; pero no me sale de la polla; yo no me consuelo tan fácilmente, he llegado a viejo por no ser un pobre iluso. O por que el planeta y lo que lo habita, no ha sabido como matarme aún.
Me erizan los vellos los actos y declaraciones de patriotismo. Los himnos me provocan eccemas y prurito genital. Siempre me llevo la mano a los cojones, nunca a mi podrido corazón. Viendo a los patéticos patriota llorar sus himnos emocionados, me considero afortunado y superior por ser absolutamente impermeable a apegos de nación y raza. Siento una verdadera repulsión por las banderas que no son de piratas o las que anuncian burdeles. Padezco de un odio atroz por el lugar en el que nací y me hizo esclavo desde el primer día de mi vida. Un odio del que no quiero curarme, porque es mi privilegio y mi dignidad. Gozo de un rencor cancerígeno hacia los que murieron y los que viven de mi esfuerzo, los que con sus impuestos y morales han intentado esclavizarme y asfixiarme en los excrementos de la pobreza y la mediocridad. Porque en esta repugnante y leprosa sociedad de naciones, he perdido más de la mitad de mi vida y salud para alimentar a los altos cerdos. Como deseo que mueran, como me alegro cuando al mear imagino que mojo la cara de esos muertos… Es imposible no sonreír insanamente cuando un jefe político, un ministro, un presidente, un rey, un juez, un obispo o un multimillonario, muere, sufre, se le escupe o le nace un tumor. No existe forma humana en esta puta y puerca sociedad de que pueda tener un pensamiento, siquiera neutro, hacia un político. Siento y aliento el profundo desprecio y repulsión hacia todo patriota sea cual sea su pelaje. A esos esclavos y mediocridad en estado puro que vitorean a sus amos y divisas como banderas y fronteras piojosas de mierda. Esto es un mundo asqueroso, yo no lo pedí. Me jodieron, me estafaron, intentaron mutilarme intelectualmente, hacerme creer que era libre nadando en una alcantarilla; sucio por los excrementos que llueven de los altos puercos de allá arriba. Deseo la violencia y sus consecuencias, rezaría ante cualquier altar, piedra o muñeco si diera resultado. Con sangre, muerte y hambre de los ciudadanos patriotas o no, me sentiría libre y menos sucio. Ojalá pudiera escribir esta náusea con algo de humor para poder dejar un rastro de sarcasmo. Pero no es posible, hoy mi química dice que no hay espacio para el humor, estoy asqueado. Escribo imaginando que la pluma se clava en los ojos de los patriotas y sus amos, en lugar de una forma tan incruenta, en el papel y solo con tinta. Y es algo que debo hacer, mi naturaleza lo dicta: mi pene late furioso, está erecto y amoratado el glande de tanta sangre que le llega. Y si ella estuviera cerca, la follaría con animalidad, sin cuidado por el culo, por el coño, por la boca hasta que vomite… Yo nací en este planeta. El que una gente me metiera en la boca su coño o su polla en un determinado idioma y color cuando nací, fue mi mala suerte. Pero jamás sacaron ni sacarán de mí un respeto a sus cochinas banderas y sus himnos de maricones. Muy joven aprendí a pensar cuando un alto puerco moría: “Y así hasta que no quede ni uno. Hijoputa… Cómo me alegro…”. Ahora, impaciente pienso día sí y día también: “Cuánto tardan en morir, joder”. Mierda para dios, jueces y jefes. Vuestra respiración es mi ofensa, vuestro asma mi esperanza.
No es una cuestión de amor ingenuo, pueril y decadente por los árboles, por los animales, por la naturaleza. Es una cuestión de libertad, de vivir violentamente. De estar donde debes, cuando tu instinto está tranquilo, satisfecho. Cuando ninguna otra consideración cuenta más que existir libremente: matar animales para comer, tomar lo necesario de la tierra y la vegetación, partir ramas y troncos para hacer fuego en las noches, de tener como reloj los movimientos planetarios. De morir en la espesura, sin que nadie llore, sin que nadie ría. Sin que nadie sepa. Y ni siquiera es una cuestión de libertad romántica. La cuestión definitiva de existir aquí, es ser el animal que nació y no el que fue sometido en la granja humana. Dicen que con el tiempo uno se relaja y se habitúa. Bueno, yo con el tiempo almaceno más rencores por las esclavitudes sufridas, por las vejaciones que no pude devolver. No soy un animal que morirá con una sonrisa beata. Moriré con los belfos contraídos, mostrando mis dientes rotos.
Observo el horizonte montañoso y contrasto con el horizonte urbano. Pienso en la mala suerte que he tenido al vivir las tres cuartas partes de mi vida en la pocilga urbana. Está bien, me consuelo: es un privilegio morir aquí. Porca miseria… Cincuenta y tres años viviendo en una repugnante ciudad y cuando me encuentro ante las montañas cercanas, ya estoy muerto. Cuanto más lo pienso, más me irrito. No es que esté amargado, es que siento una ira cancerígena. Que la frustración sirva de atenuante a mi condena por odio indiscriminado a la humanidad. También alegaré asco y pobreza. Es solo retórica, porque me suda la polla cualquier atenuante y cualquier condena. Ya he vivido asaz. Soy la serena e inaceptable personificación del odio y el rencor. Es un buen título para poner en una lápida en el caso de que mi cuerpo fuera enterrado con mi nombre. A veces temo cortarme algún vaso capilar importante con mi afilado y peligroso pensamiento. Tengo el control; pero no me fío. Dios no está en todas partes afortunadamente, si estuviera aquí me jodería el cabronazo. Levantaría grandes edificios jodiendo la montaña. Jodiéndome a mí. Como siempre. Puta madre… ¿Pueden ser juzgados los padres por parir a sus hijos en malos lugares y peores tiempos? Hay padres etíopes que deberían ser despellejados en vivo por ello, por ejemplo. Papá y mamá no me preguntaron si me gustaría vivir en un paisaje de edificios y asfalto de mierda toda mi puta vida. Acepto que mi hijo me denuncie, he cometido el mismo pecado con él. Teologías de la culpa aparte, hay que reconocer que el ser humano es una bestia sujeta al instinto reproductivo se encuentre donde quiera que esté. Como cualquier otra bestia. No sé de dónde ha salido el cuento de la cacareada inteligencia humana, follamos como monos sin ninguna elegancia. Excepto cuando le sujeto las muñecas a la cama, le vendo los ojos y no le dejo ver como hundo mi cabeza entre sus muslos y le como el coño hasta que desespera. A veces soy un intelectual a pesar de mi instinto. Bueno, quería decir que me gustaría metérsela aquí mismo, violentamente ante la montaña aunque sea en agonía. Mejor tarde que nunca. Y una mierda. Me cago en mi madre y mi padre… (están muertos, ya no les puede hacer daño).
No soporto a ningún político sea de la secta que sea, aunque al final todos son fariseos. No importa si están libres, encarcelados, torturados o ejecutados. Los odio de una forma vehemente, con saña. En este momento no podría mencionar un político muerto; me es indiferente la muerte de cualquier individuo de esta especie. Sinceramente, cuando uno muere si me lleva a algo es al optimismo: uno menos. No me voy a arrodillar para hacerle una mamada al hijoputa que me ha jodido toda la vida, al que me ha querido hundir aún más cuando he estado mal y al que piensa dañarme y robarme próximamente. Mira, el mejor político es el muerto, porque se escriben numerosas hagiografías de él (mentiras glorificantes, literatura para subnormales) y así pasa a ser una especie de santo o mártir en el imaginario de la chusma. Un político que sufre o muere, jamás compensará el daño y el robo cometidos desde que nací (porque me importa el rabo de la vaca lo que ocurrió antes de mi existencia). Han intentado acabar conmigo desde que nací (políticos y sus instrumentos de poder): exijo que mueran a cientos, incluso su descendencia. El político va contra mi libertad, mi trabajo e insulta de una forma continua mi inteligencia: que muera será motivo para que yo pueda aspirar una bocanada de aire más sano. Pero la verdad es que cuando uno muere, me importa tan poco que ni siquiera me acuerdo de sonreír. La peña que se manifiesta por ellos y los aprecia, padece de ese taedium vitae tan propio de los indolentes de la clase alta de la Roma clásica. El rebaño bosteza y se asusta al ritmo de sus amos, los políticos. El político se merece la muerte como pago al mal que me ha hecho, la libertad robada y la humillación de haber nacido en el repugnante momento y lugar que han creado y perpetúan. Si Kennedy (el que se follaba a la Marilyn Monroe) hubiera sido asesinado en este tiempo, con toda la mediática comunicación y redes sociales que hoy existen, hubiera escrito: “Joder… ¿Por qué coño no mataron antes de nacer al putañero? Me duele la cabeza, callad ya hijos de puta”. ¿Políticos muertos? Sí gracias. Es un sueño (no puede hacer daño) y un buen, justo y honrado lema. Los hay que aman y los hay como yo: odiadores profesionales. ¿Verdad que es hermosa esta diversidad social de mierda? Si yo tengo que tragar, que traguen otros también. La democracia es muy puta. Mierda para dios y para ellos (políticos).
Estabas allí, ¿verdad, hijo de la gran puta? Estabas allí con tu sagrado rabo erecto, observando como mi pequeño compañero se acurrucaba en mi brazo para sentir mi afecto infinito y decirme que me quería con un tierno y demoledor ronroneo. Hijo de puta envidioso y pervertido. Tú no eres Dios, no eres sagrado. Solo eres un trozo de mierda semisólida flotando encima de mí, pringándome con tu apestosa y sucia omnipresencia corrupta y enferma. Dios hijo de la gran puta… Odio el aire en el que flotas. Te odio tanto… Por cada ser querido que has matado. Puerca Divinidad, eso eres nada más. Y sin divinidad, solo un cerdo enorme con el pellejo lleno de excrementos. Tú no tienes designios, solo eres un retrasado mental sacando naipes al azar de una baraja podrida. Solo eres un puerco asesino sin cerebro, Mierdoso Dios. Te jodía que nos quisiéramos, ¿verdad Sagrado Hijo de la Gran Puta? Y te metiste en su cuerpo, entre su pelaje, como la mierda que eres para infectar su organismo. Y te vi en un rincón de la casa acariciando tu divina polla de mierda, mientras él meaba sangre con un dolor espantoso. Deseabas que yo también llorara sangre, te vi, hijo de puta. Vi tu sombra en la pared pulsando como una materia execrable, Yahvé de mierda. Puto Dios, puerco Dios. ¡Hijo de la gran puta, mil veces! Puto cabrón… Cuando muera me llevaré a la tumba todo el rencor y todo el odio que te tengo. Subiré al cielo para cortar tu divino cuello y mear en tu boca ensangrentada. Hijo de puta, hijo de puta, hijo de puta… Moriré con el firme deseo de asesinarte a ti y a esa puta de Madre Naturaleza. Asesinos, trozos de mierda… Os odio en cada espacio, en cada instante, os odio en cada bocanada de aire que llega a mis pulmones. Cuando muera seré un alma infecta, una materia ponzoñosa, furiosa, preñada del odio más atroz que ningún puto ser humano o marrana divinidad pudiera imaginar. No moriré en paz, moriré con el odio desintegrando mis huesos e incendiando mi alma, para ser tu asesino y el de Madre Naturaleza, esa que mata con una sonrisa de deficiente mental. Hijos de la gran puta… Habéis matado a tantos que amaba… Pero no existís, solo ocurre que la vida es una mierda y quiero salir pronto de ella para que deje de salpicarme de una puta vez. Dioses hijos de puta, divinidades y entes repugnantes… Podrida vida. Ojalá existierais para asesinaros, puercos.
Es algo sexual, se me pone dura con solo imaginarlo.
Políticos y jerarcas en la cárcel…
Y sus becerros seguidores llorando a lágrima viva por su encierro…
No jodas. Hay cosas que vale la pena vivirlas y no leerlas en libros de historia.
Los sectarios, fans, simpatizantes y seguidores de cualquier político o personalidad pública son perros que lamen la mano del amo que le apaliza y lo mata de hambre. Perros y militantes no son diferentes, hasta los cojones tienen situados entre las patas. Son parecidísimos.
Se me escapa una risa incontenible, entrecortada y maliciosa cuando veo llorar a los seguidores de los líderes mesiánicos y ladrones (lo son todos). Y pienso que toda esa chusma se merece acabar también en una cárcel o picadora de carne; los serviles solo son esclavos clavados a una pantalla electrónica que emite mensajes pueriles, indignos de adultos.
Deberían desaparecer de la faz de la tierra todos los militantes y seguidores de políticos, jerarcas, mesías y jugadores. Cesar su reproducción que hace de la sociedad un gran vertedero de basura de indignidad y pobreza mental.
El control de mi vida es exhaustivo por parte de la administración, de lo que gano me retienen todos los impuestos innecesarios posibles y cuando hay una multa, nadie me indulta. Me obligan a mirar el culo de otro en largas colas de espera y los precios suben por encima de lo poco que gano.
¿Y voy a llorar porque un político, un jerarca o un deportista se va a la cárcel o incluso muere?
Una mierda. Mi glande se humedece como si estuviera preparado para la penetración del más deseado coño.
Los fanáticos son idiotas por pura definición y están tan inmersos en su propia miseria, que se tratan a sí mismos, como los tratan los putos políticos privilegiados.
No hay un solo ser humano en el planeta más valioso que yo.
No existe ningún líder que pueda mover mis emociones, soy absolutamente impermeable a la retórica y la creencia de la buena voluntad de los buitres.
Nadie aprende una mierda de la historia.
Yo soy el Guardián del Ancestral Rencor.
La confusión de las bestias entre justicia y leyes, no acaban de entenderla. Aunque les reventaran con un martillo sus cráneos, no saldría de ellos un solo gramo de entendimiento y libre albedrío.
Bestias, políticos y mesías; que los jodan o se mueran de una puta vez.
Y cuando meten en la cárcel a un cabrón, lo multan o lo cesan; mi erección se hace, de tan potente, cuasi dolorosa.
Yo soy el Guardián del Ancestral Rencor.
Porque a mi polla baja en torrente la sangre y los deseos de pagarles a todos esos idiotas con la misma moneda que me han estado metiendo por el culo desde el momento que nací. Tengo el suficiente rencor para vivir cien vidas sin comer.
La prensa, en cualquiera de sus formatos es la puta de los gobiernos y el dinero. De hecho, solo los millonarios que reciben lluvias doradas del poder en sus rostros, pueden crear este tipo de empresas: manipulación y ocultación informativa.
La prensa es la encargada de sensibilizar al electorado en una u otra doctrina: la chusma reirá, gritará, llorará o se deprimirá de todas estas formas por la muerte, encarcelación o victoria de un político o cualquier otra figura pública de mierda.
Sin embargo, hay que leer y escuchar la prensa para mantenerse al día de las mentiras y mantener vivo el rencor y el asco.
Hay que recordar que la prensa necesita noticias o inventarlas para seguir vendiendo. Y sobre todo, para mantenerse en la élite de puercos que ostentan el poder y el control.
Si alguien se cree que existe una publicación honesta (como un político, juez o empresario multimillonario), tiene el cerebro podrido de ingenuidad infantil, esto es: retrasado mental. O con menos sesos que una mosca.
Premios nobel de la paz y literatura, premios de grandes editoriales y periodísticos, son solo mamadas entre iguales. Una orgía de hijos de puta.
Yo soy el guardián del ancestral rencor. Y si un día tuviera un botón rojo nuclear al alcance de mis dedos, el juicio ya está hecho. No reflexionaría.
He visto cerdos en un camión de transporte con más valor que muchos humanos de mierda.
En tiempos de mensajes de paz, mierda y tolerancia; yo digo que mentiras e indignidad, con muerte y dolor se pagan.
Siempre se ha infravalorado la violencia por un excesivo celo cobarde.
La única tolerancia que contemplo son los centímetros que varía mi pene del reposo a la erección.
La letra inicial de “poder” en principio era la “j”. La jota de “joputas”.
Buen sexo, pardillos.