He visto al Sol salir de su escondite. Asoma feroz, tiñendo el cielo de color naranja, como una sangre rara… Y lo he fotografiado antes de que me pudiera dejar ciego. Se esconde tras una pequeña montaña el muy traidor. Y cuando ves el cielo naranja, no te agaches para anudar los zapatos porque cuando te enderezas de nuevo, ya ha salido. Es rápido… Y arrasa con sus rayos los bosques, las montañas y los pueblos. Y revela tu ser secreto y oscuro con impunidad, sin poder protegerte. Ese ser que nace de mis pies y se extiende por el suelo y las paredes durante lo que dura el día. Toda esa iniquidad y hostilidad que soy. Preciso discreción para poder actuar y el Sol es un delator de mierda.
El caudillo del Régimen Español, el excelentísimo y generalísimo Pedro Sánchez, en sus habituales verborreas, ha insistido con orgullo nazional, que España ha sido el país que con más represión y acoso ha llevado a cabo el encierro de sus habitantes para luchar contra el coronavirus. Se equivoca en lo de luchar, el Régimen Español solo ha esperado arruinando el país a que la enfermedad se agote por sí sola. Y en sus discursos para mentalidades infantiles de entre seis y diez años, ha chantajeado a esa oposición que es solo un teatrillo de títeres, diciendo que si pierde el poder supremo de España, acabará con las ayudas a los arruinados económicamente. Desde su púlpito, toda la mierda que ha soltado en horas, se reduce en esencia en dos minutos: quiero mi poder y soy el mejor dictador al que jamás nunca le ha temblado la mano. La razón decisiva para que Sánchez e Iglesias hayan instaurado su dictadura y además sea duradera, es gracias a que la oposición política, es tan cobarde y negligente como el gobierno mismo. También gracias a la lealtad de su oscuro y poderoso ministro de Interior amo y señor de todas las fuerzas armadas, el carnicero Marlaska. En España no hay oposición, solo la complicidad y esperanza de que un día ellos también sean partícipes del botín proveniente del estado de alarma y represión que sus caudillos decretaron. En definitiva, el Régimen Español y su mano que no tiembla pero no hace nada, lo único para que le sirve es para decretar más prisión y alentar a los borregos presos en sus madrigueras para que les sigan aplaudiendo todas las tardes de mierda. Esa mano que le sirve además, para aferrarse al poder de su dictadura decretada con alevosía y paternalismos para un pueblo eminentemente analfabeto y cobarde. Como es un gobierno, es el pueblo. No hay nada peor en el mundo que los cobardes ambiciosos. Y España es primer país productor mundial en dictaduras y analfabetos. Cuando una importante cantidad de borregos siente con fe ciega que encerrados en sus cuadras están a salvo, es que la sociedad ha tocado fondo en una indigna y decadente cobardía. Héroes escondidos cobardemente en sus casas. Héroes… No jodas, es lo más repugnante que he visto y oído en mi puta vida de mierda. Y estos analfabetos cobardes (ministros, presidentes, y chusma en general), son incapaces de imaginar en su infantilismo de deficiencia mental que, el coronavirus mata mucho menos que los filos y las balas. La chusma cobarde, con sus mascarillas y sus guantecitos de ratón Mickey, ya tiene suficiente para distraerse hasta que los maten (es muy recomendable para preservar la especie humana). Solo hay que ver a muchos viejarros que al caminar parecen enfermos pusilánimes, sintiéndose víctimas merecedoras de lástima y piedad. Nunca los viejos han sido más repulsivos y mezquinos. Concluyo: es necesaria una guerra que extinga esta denigrante sociedad española del coronavirus. Virus que lo más repugnante, peligroso y mortal, es que inflama los verdaderos tumores malignos: la mezquindad, la cobardía, el analfabetismo y la ambición humanas. Y mientras llega la guerra con su pureza y eficacia, la dictadura española acumula meses de prisión incondicional con aplausos. Y se enriquece con grandes sobornos. Es horrible la impaciencia por que llegue ya la solución final.
España es una de las sociedades más oscuras y opacas del mundo, es el ejemplo máximo del advenimiento de la tiranía de los estafadores de paternal retórica; pero no quita por ello un ápice de despotismo al resto de países que anuncian una nueva era de mierda gracias al terrorismo de estado del coronavirus: en lo que se han convertido sus habitantes o votantes y el destino que les espera. En Ripoll, donde vivo, hay un túnel bajo las vías del tren que lo resume todo con una decepcionante y escalofriante claridad. El acoso y la extorsión en España, es tan solo la muestra de un catálogo de miseria, hipocresía y control dictatorial a los que se verán sometidos todos los rebaños humanos de todas las naciones-granjas. Igual que España, el resto del mundo ha marcado un camino lleno de sombras, sin ninguna bifurcación, sin un lugar en el que protegerse de la amenaza de los policías que hacen guardia formando oscuros muros de opresión. De aniquilación de cualquier tipo de libre pensamiento. Así han quedado la sociedades una vez aniquilada la fuerza, la pasión, la creatividad y la libertad del individuo: todo son manadas de rumiantes sin más inquietud que mal reproducirse ebrios e idiotas. Han hecho de la vida un túnel sucio, de paredes ennegrecidas por la pobreza, el miedo, la represión y la mentira institucional. El pensamiento creativo, el poder y libertad del individualismo han sido devorados por la imbecilidad de la sociedad grupal, del pensamiento insectil que insulta a la inteligencia única de cada hombre y mujer de los que aún pudiera haber. La mediocridad más pura, más carente de ningún tipo de rasgo, se ha instalado de la mano del gran engaño, ha creado un pensamiento obsceno, comparable al de una colonia de insectos cualquiera. En la oscuridad de esos cenagosos muros del túnel se castrará con comodidad y en serie a todos los humanos que aún ostenten un libre pensamiento crítico, convirtiéndolos en cerdos de granja que avanzan hacia el dibujito que ellos ven como una pantalla de ordenador conectado a la red. No se dan cuenta que el dibujo indigno e infantil, es el tope de su propia libertad, de su irrelevante intelecto. De su mediocridad tallada a golpes de sonrisas idiotas, de paternalismos y lágrimas de mal actor. De una indecente decadencia de cobardía y fe ciega en sus matarifes. Es la nueva sociedad donde caminan todos juntos y hermanados hacia libertades que limitan con los oscuros muros del estrecho e infame túnel decorado con infantiloides mentiras de bondades que indignamente creen. La única libertad es el muro al final del túnel. La mediocridad es el cáncer del pensamiento. Y ahora todos lucen su tumor como una mierda envuelta para regalo. Creyendo las patrañas de sus líderes cuando les decían que eran héroes por quedarse en su casa “confinados” y cagados de miedo, que así luchaban contra la enfermedad. Te juro que se lo creyeron de verdad, te juro que dan ganas de vomitar ante tanta hipocresía y retraso mental. Deberían llevar a juicio a esos millones y millones humanos-vacas que creyeron que su cobardía era auténtico heroísmo. Los he visto y los he olido; y son seres humanos formados con excrementos y cables viejos. Es necesaria una extinción, hoy más que nunca. Lo malo no es la enfermedad. El coronavirus hace lo que debe y puede para limpiar de basura una especie que es plaga. Lo malo son los cobardes que han asomado sus antenas de cucarachas desde las ventanas y balcones de sus casas, mirando la peste avanzar bajo el manto protector de su dictador que los hizo tarados hace generaciones atrás. Lo malo es la hipocresía ofensiva de esa alegría en tiempos de muerte, de los aplausos que el gobierno les ha condicionado a ofrecer, con fe ciega en que serán salvados por ellos, por sus matarifes. Son los descendientes directos de los que quemaban brujas y seres humanos en hornos industriales. Lo malo es una sociedad degenerada y decadente que vive sobre ríos de mierda, orina y ratas. Es una sociedad prescindible, no hace bien al planeta. Y lo que ha de morir debe morir. Debería… Pero no ha podido ser. Es pecado mortal gastar recursos y tiempo en cosas perdidas, como esos rebaños de millones de humanos, ya bestias de pastoreo, que se dirigen felices de su mezquina existencia hacia el único destino, un muro, el puto muro al final del túnel. Las ratas jamás deberían haber subido a la superficie de las ciudades. Al final del sórdido túnel debería haber una picadora de carne; pero nada es perfecto. No hay que matarlos, solo mantenerlos estabulados y que rindan beneficios con obediencia grupal a cambio de no sufrir por coronavirus. El coste ha sido la especie humana misma, su degeneración, la aniquilación de la creatividad, la inteligencia, la libertad, la independencia y la grandeza del individuo. Porque solo el individuo merece la vida; las masas, la colectividad es el insulto, la degeneración insoportable de una sociedad podrida que debe desaparecer por peste o por balas.
Los gobiernos de la globalización del coronavirus forman una corporación de delincuentes y dictadores que les caracteriza a todos ellos una retórica meliflua, dirigida a la infancia de entre los ocho y doce años, justo la edad mental de sus votantes. Ningún escritor imaginó jamás una sociedad tan maligna y tan tóxica como la actual. Esta que ha robado la libertad por medio del coronavirus y el terror que produce en los castrados humanos o ciudadanos. Cuando todos esos millones de votantes deficientes sean conscientes de la mierda que comen cada día y que la cobardía los ha llevado a la ruina y además a la indignidad, será tarde. Porque la retórica venenosa de falso proteccionismo paternal, cambiará drásticamente; en lugar de ser ciudadanos, pasarán a ser ya sin eufemismo alguno: tarados y taradas que no se pueden valer por sí mismos sin sus líderes fascistas (sean de derechas o izquierdas, es la misma mierda). Conducidos por mano firme, esa que jamás les temblará a los tiranos del coronavirus y sus secuaces, la bofia, los militares y los jueces. Es el peor escenario que podría haber sido posible. Y el reinado de estos políticos degenerados durará generaciones y generaciones. Tantas que en cinco o seis, las crías de los tarados y taradas (añadir el toponímico que corresponda) ya nacerán castrados gracias a la endogamia, una selección genética enferma que hace de la imbecilidad una característica cualidad humana. Ya no necesitarán los tiranillos orar su mierdosa retórica de adoctrinamiento institucional y mansedumbre. Destaca Europa, un continente tan decadente como viejo; cosa que lo convertirá en la sede de la dictadura mundial. Una triste y peligrosa cueva de Ali Babá y los cuarenta ladrones (sí, ya sé que serán muchos más, coño); pero sin ninguna gracia. Pero tampoco será tan fácil para nadie, son demasiado idiotas para llevar bien sus repúblicas bananeras y ocurrirá algo terrible y de muchas muertes; tantas que las reses humanas añorarán el coronavirus y la feria que montaba la bofia para tenerlos contentos todas las tardes, confinados en su miedo y miseria.
Pienso en los seres que más quiero y en todo lo que haría por ellos. Y en los que odio y las mil formas que imagino de masacrarlos. Murf me observa con cierto interés, intuye la gran tensión que hay entre el odio y el amor en mi cerebro eficaz y peligroso. Todos los bordes son peligrosos, cortantes. Y si caminas por un filo, acabas herido tarde o temprano. Bueno, más temprano que tarde. De hecho estoy tocado desde hace mucho. Y si ya lo estoy ¿qué puedo perder con un acto abominable? El dolor te hace insano, ergo osado; el hastío, simplemente peligroso. Y puede que algún día, si antes no muero, tenga que hacer algo por ellos por los poquísimos seres que amo con toda mi alma (si tuviera); como masacrar a los que detesto con una cólera controlada, fría y tóxica. Sistemática como un campo exterminio. E inevitable. Tal vez les deje un mundo mejor si descuartizo a cuantos pueda. Extrañamente, puedo amar y odiar con idéntica pasión. Al mismo tiempo en cualquier lugar. Algunos dicen que no es posible, pues sí lo es. Perdónales, Dios, porque no saben lo que dicen. Soy el fracaso de Jesucristo. Las tradicionales mentiras y leyendas religiosas siempre ayudan a dar más dramatismo a mi pensamiento incierto e inapropiado. Y por otra parte, las irreverencias son fuente de satisfacción. Cuanto más quiero a esos pocos, más odio a esos millones. Amor y odio son directamente proporcionales y residen en el mismo lugar. El lugar que mi Murf atisba.
Las estadísticas meticulosamente ocultas lo confirman con toda probabilidad. Se enferman y/o mueren los humanos sedentarios, cuyos pulmones no respiran el suficiente aire para oxigenar bien la sangre. En el colegio te lo enseñaban antes de que lo importante fuera conocer las ventajas de ser borrego, aplaudidor, votante, homosexual y transexual. Te decían que el oxígeno es comburente, que un buen aire tiene más posibilidad de quemar bacterias y microbios. Por eso el ansia y afán de tantos respiradores, porque respirar bien cura y protege. Es la razón de tanta mortandad en los hospitales y en los asilos. Ambientes con un aire pobre, enrarecido por hacinamiento. Un aire que es caldo de cultivo. Hay que abrir las ventanas, por decir poco, lo mínimo. Los viejos, su cansancio y sus pulmones atrofiados… Los adultos y jóvenes de culos desidiosos que solo se levantan del sillón para ir a la mesa a comer y durante horas teclean y observan videos aburridos y vulgares que insultan la inteligencia. Unos pulmones que no aspiran habitualmente una buena cantidad de aire no pueden oxigenar la sangre y la hacen pobre. Pobre para combatir enfermedades y débil para que el miedo colapse el pensamiento. La sangre que pobre llega al cerebro, débiles pensamientos crea. Hay que realizar cierto tiempo de esfuerzo para que los pulmones hagan lo que deben. Y no está nada mal una bocanada de ardiente humo de tabaco para quemar cosas también. Te mata el cáncer, te mata todo lo que hay en el planeta; incluso lo que llega de fuera si estás en el lugar oportuno. En la era de las redes sociales, el pacifismo y el “todo el mundo merece ser respetado” aunque sea un puerco hijo de puta; todo esfuerzo es pecado. Pecado de cobardía, desidia y decadencia. Han castrado el pensamiento y sus pulmones. Y metódicamente, con férreo acoso, la prisión en las casas sigue vigente con las gestapos obligando a que la sangre se empobrezca cada día más y el coronavirus así, pueda anidar sin problemas en el organismo. Se adoctrina e induce a los aplausos que no oxigenan nada. Como un niño, así de humillante: aplaude a tus carceleros y otros funcionarios. La inmovilidad es muerte por decreto. El coronavirus hace lo que los gobiernos: arruinar más al pobre. Son hermanos paridos por la misma madre.
Una vez consiguieron la infraestructura necesaria para la localización y control de la población por medio de las nuevas redes 5G, los gobiernos de las naciones del planeta ya disponían por fin de una potente herramienta de control humano para crear una gran ola de terror planetario por medio de peste coronavirus, represión y ruina. Una vez conseguido el encierro del ganado humano y su exhaustiva represión y clasificación según su estado viral, se procede a la implantación del uso de mascarilla bajo pena de costosas sanciones y presidio en campos de concentración en caso de no seguir la norma dictada por las nuevas “repúblicas” del coronavirus. Hay realidades que divertidamente concuerdan, cuadran con hipótesis mucho más apasionantes que la vulgar y decepcionante realidad. Y da gusto vivir una película de ciencia ficción distópica, es emocionante. La red 5G ya en funcionamiento. Las manifestaciones por cualquier cosa por banal que fuera, se convirtieron en una cotidiana celebración festiva en todo el planeta y ahora han cesado de una puta vez, por fin… Cesado no, prohibidas. La implantación a nivel genital de los ordenadores, teléfonos y relojes inteligentes. La cobardía que se ha hecho tumoral en el cerebro de las reses humanas viciadas y, esperanza ciega en el retórico y falso paternalismo de sus líderes políticos y religiosos. Centenares de falsas amistades y sexo de mentira en las redes sociales. La solidaridad y tolerancia facilonas sin criterio como formas de hipócrita educación en lugar del pensamiento crítico. La fe ciega en los científicos ambiciosos con ansias de notoriedad. Creer con vergonzosa ingenuidad que es primero la salud que el dinero cuando en una sociedad capitalista, no hay salud sin dinero o trabajo que lo proporcione. El exceso de viejos y sus pensiones de jubilación… La tan cacareada insostenibilidad de las pensiones en la envejecida sociedad occidental, sobre todo en la decadente, vieja y pequeña Europa; se resuelve con un virus muy certero que mata a viejos en un rango de edad muy determinado, con gran precisión y eficacia. La decadente, inmadura y vergonzosa ingenuidad de la chusma adulta hacia la fe en las medidas de protección de su gobierno, como una paga por su inmovilidad y prisión domiciliaria y por la que perderán su trabajo definitivamente; ingenuidad muy parecida a la de los judíos de la Segunda Guerra Mundial que afrontaban su encierro en los campos de exterminio sin apenas resistencia. La misma ingenuidad que lleva a los más lerdos (la aplastante mayoría) a aplaudir desde sus casas-prisión a sus policías carceleros. Delatores colaboradores voluntarios de las fuerzas de represión, tarados mezquinos que creen llevar a cabo una misión religiosa, sin mencionar el miedo que los convierte en gusanos agitándose en sus casas; denunciando a los que caminan por la calle, a los que pudieran entrar en su segunda residencia. A los fracasados la envidia se los come, con la voracidad que sus madres lamen sus genitales, orgullosas de haber parido a tan preciosos hijos de puta delatores de la Gestapo. Como aquellos buenos tiempos en los que los vecinos denunciaban a otros vecinos más agraciados de brujería, de judaísmo, de rojos comunistas o de capitalistas traidores corruptos para que los mataran y conseguir trato de favor, una parte del expolio o simplemente para dar de beber a su repugnante envidia. Toda esa cobardía eficazmente programada e inducida en las reses sin cerebro, ha hecho posible que se les obligue, sin rechistar siquiera, a llevar mascarilla por los siguientes objetivos: robarles dinero, obligarlos a ser un bulto de carne irreconocible convirtiéndolos simplemente en cosas productoras con baja autoestima y sobre todo, para que desconfíen entre ellos y se sientan enfermos y amenazados a todas horas del día, tristes como los perros con bozal. Se crearán dos nuevas clases sociales: infectados e inmunes. Debido a la miseria generalizada, los gobiernos y las grandes corporaciones serán los que digan qué, cuando y como debe consumirse y que alimentos serán mejores para la salud de los productores de la colmena. Los estados y sus filiales, las grandes corporaciones, serán los Grandes Hermanos que velarán por la salud de su chusma racionándoles todo. Es casi perfecto, solo que los mandatarios de los países no son personas inteligentes, son tan idiotas como sus votantes, solo juegan con la suerte y tienen más dinero para apostar más tiempo. La suerte dura poco y la destrucción no tardará en llegar. Eso espero ferviente e impacientemente. Ahora que me voy a morir, empieza lo divertido, coño. Gracias a la informática y sus redes, la historia real que se leería en los libros dentro de cincuenta años, se puede documentar hoy a tiempo real. Me jode como a Cristo no poder rascarse los cojones crucificado que, los perros policía acosen a cada momento; pero estoy disfrutando del momento histórico. Esta sociedad, merece desaparecer, extinguirse. Y me gustaría de verdad asistir a ello, aunque me joda. Es una buena y genial novela en la que participar. Mientras se hace toda la mierda realidad, yo me entretengo en soñar con mundos mejores, más violentos, ergo más intensos. Si algunos pequeños detalles, no ocurren, mala suerte. El miedo que se lo metan ellos con un supositorio por el culo. Además, tener un cáncer te inmuniza contra el miedo a una mierda de coronavirus. Cada uno es como la vida lo hace, si tiene cojones, claro. De lo contrario, eres un mierda como esos que miran con sus infectos ojos delatores a los que se mueven por la calle. Sí, ya era hora de que sufrieran y temieran millones y millones de humanos acomodados y decadentes hasta el vómito. Como Nerón hizo arder Roma. Que adrenalínico… Justicia pura y dura. Buen sexo.
La velocidad de morir es la más lenta que existe. Morir cuesta toda una vida. No hay unidades ni cifras aproximadas para medir esa velocidad desesperante. Solo sé que cuando miras atrás han pasado demasiadas horas malas. Cuando llega el momento de palmarla, piensas que ya te podrías haber ahorrado tanta vida de mierda, innecesaria. Siempre hay un amargo sabor cuando te llega la muerte, hubieras preferido ver morir a muchos que conoces antes que tú. Al morir no te arrepientes de nada, solo hay esa desagradable sensación de que algo está mal en la vida. Ha sido todo un continuo fraude, un mal vivir. Una sensación de timo que entristece la última respiración. Romanticismos aparte, definitivamente, morir es la más triste y anodina marca de velocidad. Te dan una medalla de estiércol en el mejor de los casos. La mayor parte de los seres intentan ser lentos, siempre quieren ser los últimos en llegar. Pues que se jodan. Hice grabar un epitafio en mi lápida: “A los que os hice daño, no fue el suficiente. Esa es mi condena.” Y heme aquí escribiendo desde este fresquito limbo. Maldiciendo mis huesos enterrados por lo muy lento que fue morir. Si llego a saber que se está tan bien aquí, me hubiera decapitado hasta con un cuchillo de untar mantequilla. ¡Qué hijaputa la muerte! Qué mala faena me hizo…
Esos segundos que sin previo aviso, por causa de algún olor, de algún tacto, o de algún pensamiento volátil e imperceptible; detienen el corazón, te roban un latido, dejan en suspenso la vida y te arrastran inevitablemente a la añoranza de un beso, un abrazo. Aunque claves las uñas en tu propio pecho, te arrastrarán a la inquietud del recuerdo de un dolor, de una muerte, de un engaño, de una frustración. Cuando la aguja del reloj se detiene demasiado tiempo y deja en suspenso el alma porque una palabra necesaria no se dijo o escribió en el momento adecuado. Ese segundo que marca el funesto aviso de que tal vez es hora de despedirse, si tienes a alguien de quien hacerlo. El segundo que te transporta a un mundo absurdo y ajeno cuando ves a padre muerto. Con el color de la carne fría de los cadáveres y la nariz hinchada. Las manos parecen de plástico… Ahí no hay ni un ápice de calor… Pobre padre… Cuando la miras y sientes la imperiosa necesidad de abrazarla, de decirle que ha sido tan difícil llegar a amarla… Que has tenido suerte de llegar a este momento y no haber muerto antes. Esos segundos de amor, dolor o miedo son tragedias por bellos que puedan ser. Porque duran eso, un segundo miserable. Un segundo para un infarto es suficiente, y te da el color de la carne fría. Oh, padre… A veces se repiten hasta doblarte, como si quisieras vomitar. Oh, madre que no vi tu carne fría. Qué suerte recordarte hermosa. Un beso, mama. Otras son simplemente irrepetibles y te frotas un poco las manos desesperado. Y sin darte apenas cuenta, recitas el rosario de los segundos. Soy hombre porque pesa la vida y soy un titán. Soy hombre porque temo el dolor de morir. Soy hombre porque he amado. Soy hombre porque he odiado. Soy un mierda porque lloro. Y una hiena porque río. Una bestia desbocada cuando pego. Un charco de sangre cuando me pegan. Unas uñas desgarradas cuando me precipito. En solo un segundo tengo la concreta definición de lo que soy, por mucho que duela. Tal vez por eso el corazón se detiene, para que preste absoluta atención a la miseria a la que me reduce un segundo. Segundos que marcan la diferencia entre amar y odiar… Si fueran horas trágicas, haría muchos años que estaría muerto, tal vez antes de llegar a joven. No sé si es suerte o naturaleza que los segundos de dolor y humillación sean los que más abundan en el reloj. Tal vez soy pesimista; pero no encuentro suficientes razones para el optimismo. Una o dos cada veinte años a lo sumo. Ya no queda ninguna veintena. Cuando te das cuenta de que es tarde, más vale que tengas una buena sobredosis de sedantes a mano. Porque de sufrir no te libras. Si el segundo no te mata, te mata una hora durante días. Cuando es tarde, el segundero se detiene y solo avanzan las horas. Sé atento. Sería lo peor que te podría pasar. Sé astuto. No te fíes de los segundos que tardan más de dos respiraciones. Determinación. No vivas, evita como sea una hora trágica, son trampas de eternidad.
Donde vivo, hay una calle: El Carrer Perdut (la calle perdida, en catalán). Durante una epidemia de peste en el siglo XVII, se tapiaron los dos extremos de la calle para matar de hambre y peste a los enfermos y evitar más contagios. Y así estuvo cerrada por mucho tiempo, con los cadáveres pudriéndose hasta que se dieron cuenta de que aquella calle y los que vivieron en ella, se perdieron en la memoria. Alardean de que Ripoll es el bressòl de Cataluña (España), o sea la cuna; donde se fundó. No es de extrañar por su tradición que, el presidente de Cataluña (un tal Torra) y otros “valientes” y aguerridos catalanes de pura casta y sangre más pura y privilegiada aún, intente hacer lo mismo con algunas ciudades catalanas especialmente castigadas por la epidemia, y con sus propios paisanos para evitar más contagios de coronavirus. Porque ya se sabe que, muerto el perro se acabó la rabia. Es solo un ejemplo de vileza y ruindad humana, porque en el otro extremo de España, en el sur, Cádiz más concretamente; están dispuestos, y lo han intentado de corazón, matar a pedradas a los enfermos. Da igual que seas catalán, andaluz, belga, inglés, alemán, mexicano, judío o moro. La vileza es la marca de la raza humana, se extiende por todo el planeta en todas las direcciones. Junto con las estafas y mentiras del poder, la ruindad y la envidia es lo más global que existe. Esa basura que predican los seres celestiales que están de incógnito en la tierra (de ahí que no veamos sus putas alas) de la solidaridad como virtud del ser humano en malos tiempos; es una falacia populista y repugnantemente sensiblera. Un insulto a mi inteligencia y sabiduría. Los hijoputas que asesinaron hace siglos a sus vecinos en Ripoll y los actuales hijoputas que intentan matar a pedradas a los enfermos en Cádiz; son solo una pequeña y anecdótica muestra de toda la podredumbre que hay en las granjas humanas, en las ciudades y pueblos del planeta. Yo apuesto por que el coronavirus se convierta en una herramienta de extinción y el virus mate lo que deba morir de una vez por todas. Que use el tiempo que sea necesario y que llegue también a exterminar a gente muy importante del mundo de la política, la economía y sociedad. Eso ayudaría a pasar con mejor humor la puta cuarentena de mierda. Porque al igual que pasa con los perros y la rabia; muertos los cerdos, se acabó la peste porcina.