Posts etiquetados ‘Reflexiones’

Un solitario camina y mira al cielo porque entre la tormentosa nube, se abre un agujero por el que el sol intenta desesperadamente lucir.
En principio el hombre ajeno al mundo piensa que dios le va a dejar caer a los pies una tabla con diez mandamientos obscenos y se ríe.
Es un cínico demasiado curtido que sabe todo lo que es imposible.
Al solitario le lloriquean los ojos ante esa luz, o porque está un poco cansado del dolor. No importa, es divertido sentir emociones por banalidades que no pesan demasiado.
La realidad es demasiado aburrida, más de lo mismo y más y más y más…
Y ocurre que sus ojos quieren ver un dragón que se ha detenido en pleno vuelo para acicalarse flotando con absoluta naturalidad, ajeno a él y a La Tierra.
Mi amor, era yo el solitario…
Y el dragón, tal vez.
Estar solo tiene sus ventajas y desvaríos, lo digo por mí. El dragón me parece cuerdo, sinceramente.
En lugar de aparecer tú en el cielo, se formó el dragón.
Podría haberse rasgado la nube en vertical, en dos franjas que dibujaran tus muslos y el delta que forma tu deseado coño. Algo que me evocara a ti, me sobra indecencia para imaginarte.
Porque imaginar tu rostro entre las nubes, es demasiado complejo para el azar y las divinidades; y si lo viera pensaría que sufro una enfermedad mental.
No creo en dragones, ni tengo una especial predilección por ellos; pero ahí está.
Y yo debajo…
Faltabas tú para que apremiándote y señalando la mancha de luz, te preguntara qué ves.
Y besarte a traición el cuello apresando tus soberanos pechos en un abrazo de lujuria y posesión.
El hombre solitario siente aún más la fría y serena soledad observando al dragón aseándose. Lamenta no poder flotar hasta él y decirle: “Hola dragón ¿me puedes llevar lejos con tus poderosas alas? Me duelen lo pies, por decir lo mínimo. Adonde tú vayas me parecerá bien”.
Se cierra la nube devorando al dragón y siente una triste sensación de pérdida que crea un leve rictus de dolor en su rostro que ahora mira el suelo.
Clava con firmeza el bastón en La Tierra y empieza a caminar pensando en la improbabilidad de la magia.
El del bastón, soy yo, mi amor, atrapado en el triste final de un cuento de dragones y mazmorras.
Sin ti de nuevo…

Iconoclasta

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Podría parecer una teoría conspiratoria.
Ni los propios secuaces del poder son conscientes de que su trabajo es conspirar. Se creen a pies juntillas las mentiras con las que han sido adoctrinados.
Costumbres que inducen a la reflexión y el descanso como el tabaco, se penalizan con fuertes impuestos y campañas publicitarias que buscan la tranquilidad de los grandes empresarios, porque un cigarrillo dura cierto tiempo. Y así llevar a los borregos a que se lancen al licor cuando salen de su puesto de trabajo, cosa que les castra esa capacidad de reflexión crítica y los envía de nuevo al día siguiente, a su puesto de trabajo con el cerebro reiniciado.
Los métodos que implantó la antigua URSS para tener a sus trabajadores o populacho controlado (los litros de vodka asignados a cada obrero semanalmente) tienen hoy día plena vigencia con otro decorado y una retórica más elaborada.
Se acotó para los más pudientes el consumo de marisco, ya que es rico en fósforo, un mineral muy importante que forma parte de las células del tejido cerebral.
Y ya hace unos años, se ha iniciado una campaña contra el consumo de azúcar (o glucosa, principal alimento del cerebro), con la rastrera, burda, superficial, oportunista y lerda excusa de evitar diabetes y obesidad. Muchas regiones (las más represivas y fascistoides) de distintos países cobran el impuesto/timo/robo a los refrescos.
Se esfuerzan demasiado los joderosos (seamos claros, poder se escribe con “j”); porque las reses de sus rebaños de votantes, por mucho fósforo y glucosa que consuman, jamás conseguirán un decente nivel intelectual.
Podrían dejar de dar por culo con sus inventados venenos.
Con mantener a toda esa horda de analfabetos influencers de la ignorancia y la idiocia en internet a los ojos de la población o chusma, ya basta para cumplir su misión de control y globalización de mierda. Los borregos se distraen con cualquier cosa, quieren el mejor teléfono para ver con todo detalle toda la mierda de yutup.
Gobiernos y empresarios, buscan un método de alimentación barato para los obreros y así bajar su nivel de ambición al de los rumiantes. Pronto la carne será tan peligrosa como fumar, de hecho ya se dedican algunos hijos de puta a anunciarlo con titulares grandes y coloridos.
Si algún día llego a padecer diabetes o más obesidad, estará bien. Para eso me habéis robado durante toda mi vida, para atenderme, pandilla de tarados.
Y os creéis tan listos…
Idos a tomar por culo, simples.
Ni con más dinero, poder, marisco y azúcar podríais procesar el pensamiento con mi potencia, fiabilidad y rapidez.
Idiotas…

Iconoclasta

¿De dónde vienes, gélido viento? ¿Dónde te has alimentado para barrer con tanta fuerza y sin perdón los cálidos rayos del sol?
Dímelo con un rugido de tu seca garganta. De fumador a fumador ¿Dónde te escondes? ¿Dónde naces?
De viento a hombre ¿arrastras muerte? Soy curioso, no es temor.
Gélido viento que cortas los labios que lucen imprudentemente brillantes ¿Vas a otro lugar? ¿Es trabajo atrasado tu ráfaga fría?
¿Morís los vientos todos, gélidos y ardientes? No es por temor, solo me interesa la vida y la muerte porque intento escribirlas y describirlas de forma clara para que todos se enteren de una puta vez. Alguien tiene que hacerlo.
Ya hemos vivido y ahora toca morir. Es eso ¿verdad, gélido viento?
Yo no puedo rugir, simplemente blasfemo sin fe cuando la muerte duele. Encuentro que a veces tensa demasiado la cuerda sin ser necesario. Casi alegremente, sádicamente. Como si no bastara con morir, debe doler.
Si puedes sóplale tu gelidez en su negro rostro a un millón de kilómetros por hora, a ver si le gusta.
Y arranca las banderas que gallardas de mierda haces ondear, limitando mi libertad y el planeta. Arrasa los mástiles como las ramas de los árboles a los que ruges.
Gélido viento… Qué suerte que no tienes huesos. Si no hay hueso no duele. Y lo que no tiene hueso se evapora suavemente.
Sé cosas, gélido viento.
Sé muchas cosas.
Y no quiero saber más, no caben ya en mi cerebro. Las nuevas que entran duelen, porque han de atravesar un hueso para llegar. No es necesario que respondas a nada, es que solo quiero ser un poco social en lugar de sociópata.
Y en este mundo de seres feos, la cordialidad es una pincelada de paz. Es bueno relajarse de tanto hastío.
Muere en paz viento gélido.
Y agradece no tener huesos.

Iconoclasta

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– Ya nos podemos ir, lo sabemos todo. No hay nada nuevo que ver.

– Todo no.

– Vaaaale… Digo cosas que nos ilusionen. Porque la cura del cáncer o un nuevo asteroide, me aburren hasta el bostezo.

– Es solo esa tristeza vital tan tuya. Pasará. Vivamos un rato más.

– Una mierda… Vivir duele y produce sequedad de boca y ojos.

– Mentira.

– Verdad. Tenemos algún órgano que se romperá tarde o temprano y nos dejará tirados en el camino. Como una muñeca en el vertedero a la que las gaviotas engañadas pican su cuenca vacía. Ha llegado el momento.

– Eres un pesimista, solo es eso. Escribir mirando adentro es suicida. Sal a caminar.

– ¿Otra vez? ¿No ves lo negra que está? Cojear todo el puto día es tan aburrido como doloroso.

– Y la autodestrucción fascinante ¿verdad?

– Es absolutamente hipnótica. La autodestrucción nos da la trascendencia absoluta y última. Nos hace importantes a nosotros mismos.

– Yo solo soy tu esquizofrenia, tu paranoia. Técnicamente no existo; pero quisiera ser un tiempo más. Las alucinaciones tenemos inquietudes…

Y hay seres que te quieren, no se puede soslayar.

– ¿Quiénes?

– No te lo digo. Lo negarías.

– Hay quien te ama.

– ¿Quién?

– No te lo digo. Lo negarías.

– Y amas.

– ¿A quién?

– No te lo digo. Es pecaminoso en algunos momentos.

– En el fondo lo sé; pero me haces reír. Pecaminoso…

– Pues no los digas porque cuando algo se nombra, se rompe.

– Tú también eres pesimista.

– No lo soy. Simplemente sé que eres peligroso para ti mismo. Para nosotros, todos los que somos.

– Ahora solo vivo para contrastar con el decorado. Soy un artículo decorativo que ya no espera nada. Como las ramas desnudas de hoja y vida que contrastan hermosamente contra el cielo, como frágiles esqueletos. Aunque yo no aporto esa plástica. Soy infinitamente más vulgar.

– Un día te inyectaron contraste en las venas. Tal vez sea un efecto secundario.

– Tal vez ha llegado la hora.

– ¿No te parece que este café huele rancio?

– A almendras amargas.

– Como el cianuro.

– Sí.

– Tú no tienes de eso.

– Bueno, tengo mis recursos.

– ¿Por eso está vacío el bote de superglú?

– Sí.

– Entonces va en serio. Nos vamos ya.

– Es necesario antes de degenerar en algo peor.

– Ha sido bonito vivir tan intensa y brevemente, escribiente fracasado.

– Ha sido un placer conocerte, mi amigo Paranoia.

– El final va a doler ¿lo sabes?

– Lo sé; pero durará poco. Cuando el cuerpo se convulsione, ya no estaremos.

– Tengo ganas de llorar.

– No puede hacer daño, es una buena idea.

Iconoclasta

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El buitre vuela muy alto y no sabe nada del bebé muerto aún enganchado a un trozo de placenta, abandonado pérfidamente bajo un coche estacionado.
El buitre planea alto, lejos de la puta que vendió su coño y su boca por un papel en una película o por un tiempo de fama. Y ahora vende con lágrimas de mierda su “violación” por más dinero.
El buitre no mira abajo por los fanáticos patriotas que claman tierras que no les pertenecen, que sufren el complejo patológico de ser hijos de ella, de esa tierra. Patriotas asesinos de libertades…
El buitre busca cualquier cosa que le sirva de comida.
Tal vez el bebé, si no estuviera bajo el coche…
El buitre planea ajeno a todo lo que no sea comida y altura.
Yo soy un buitre con la extraña habilidad de caminar por la puta tierra y hacer mosaicos legibles con trozos de mierda.
Soy el buitre que piensa sin asomo de moral o juicio, en la madre que parió al bebé y lo tiró. En mi mundo, hay madres de otras especies que devoran a sus hijos o los dejan morir de hambre, por las razones que sean.
Si te sirve de algo vivir, si acumulas experiencia; no es extraño, no es antinatural que una madre mate a su hijo.
Por otra parte, los genitales están desligados de la voluntad del cerebro en gran parte de la chusma o población humana. Es una conclusión un tanto escatológica fruto de la aburrida experiencia de estar entre ellos. De soportarlos.
Sobrevuelo con curiosidad por encima de la cabeza de mamá asesina, intentando picotear su miedo y soledad. Como querer saber para nada, como quien ve una película. Hay tiempo para ocuparse de ociosidades si eres un buitre hábil.
No me importan los patriotas juzgados y los frustrados, en ellos simplemente hay una ambición tan vulgar y mórbida que siento deseos de vomitar.
A la puta que llora su falsa violación, simplemente me la follaría solo por saber si vale la pena tanto dinero que ha cobrado por su coño torpe.
Así que soy el buitre que caga sobre las putas oportunistas y las emotivas patrias y lo que contienen. Sobre jueces, mandatarios y sus decisiones que arruinan vidas.
Solamente picoteo cosas que son realmente dolientes y el bebé produce cierta desazón que trasciende más allá del bostezo: su sangre mezclada con aceite de motor y la mierda de la ciudad.
Apetece la metafísica de la muerte tierna, tiene morbo. Más interés, definitivamente. Es una buena performance en un mundo tan vulgar.
Siempre es mejor lo malo intenso que lo bueno anodino.
Lo sórdido suele tener una expresión artística mucho más impactante que una bandera de mierda o una puta que mal actúa. O los que lloran su repugnante poder.
Al fin y al cabo, los buitres comemos mierda, carroña. Queramos o no.
Seguramente lo mismo que come la madre asesina, seguramente lo que hubiera comido el bebé muerto. Todo encaja…
O tal vez, la madre no quería dejar de teclear el móvil y vivir una eterna adolescencia cobarde y miserable. Hay hembras humanas infinitamente menos nobles que las de otras especies y venderían un hijo por unos miles de “likes” mierdosos a su “selfi”.
Son tiempos de protagonismo para los idiotas envanecidos por ninguna razón.
Luego, los que no son buitres, debatirán en programas televisivos para deficientes mentales, la necesidad de reglamentar el parir y su edad, se hablará del aborto y de la situación social y económica de algunas de las reses de las ciudades pocilgas.
Mientras tanto, en algún poblado miserable, una mujer joven se lanza al suelo de nalgas desde unos metros para desprender el feto que lleva en el vientre sin necesidad de permisos ni espectáculos. Y en soledad.
Posiblemente muera, la picotearé si estoy cerca.
Soy un buitre que ve cosas, no juzgo si son buenas o malas, yo solo vuelo aburrido; como mi colega que cuelga a un millón de metros sobre mí.
Asisto a una mala película porque no puedo hacer otra cosa mientras espero la muerte.
Me alimento de carroña; pero no me gusta.
Es mi puta idiosincrasia e ineludible vida: comer mierda y restos.
Todos los días.
Porca miseria…

Iconoclasta

Desfallecido estaba Dios de tanto crear un error sobre otro que, con ignorancia y desidia formaba la argamasa que los unía.
Y dijo para convertir la torpeza, la vanidad y la pereza en sabiduría: “Mis designios son inescrutables”.
Y así hizo dogma del engaño y la hipocresía.
Y a sus errores más íntimos ordenoles escribir torpes páginas de hazañas divinas.
Como una peste la vulgaridad y la envidia se extendieron entre todos aquellos fallos que creó a su imagen y semejanza. Y creyeron aquellos así, en un dios todopoderoso porque eran desdichados y conscientes de que al final les espera la muerte; pero con el inescrutable dios la muerte se convierte en diversión puesto que hay otra vida más allá.
Y así aquella inmensa población de errores sumó a su vulgaridad y envidia, la cobardía.
Desfallecido está Dios de tanto crear, de tanto velar por sus errores.
Eso dicen sus secuaces, la realidad es que sufre un ataque de desidia aguda y no encuentra la solución a todos sus errores “inescrutables” cometidos. Así que Dios simplemente, tiene una mirada imbécil perdida en el vacío y un hilo de baba que se le descuelga del labio inferior.
La aleatoriedad y la usura del poder rigen las vidas de sus errores.
Unos pocos: sacerdotes, reyes, jueces y otras ladillas del poder, han sido y son los crupieres de un sórdido casino donde los jugadores nacieron perdedores.

Esto es la explicación teológica de los “misteriosos” designios de Dios.
Para los que sabemos de la historia y tenemos una noción de la biología humana, simplemente pensamos que solo una cohorte de subnormales endogámicos sentó las bases de esta repulsiva sociedad y estamos jodidos por unos cuantos hijos de puta que son inferiores a mí.
Cuando te mueres, te haces mierda. Es de una simpleza refrescante y liberadora. Imaginar que tuviera que soportar la misma mierda de ahora en el más allá me da escalofríos y diarrea.
Y que no suene un puto reguetón cuando mueras, porque no puedes vomitar, se te queda dentro como es lógico.

Iconoclasta


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El invierno es ya un viejo que se apaga en una vertiginosa agonía. Muere cada día unos minutos, los que la luz le roba de vida para calentar más la tierra y las cosas que contiene.
Otro invierno que muere y otra primavera que está ya inquieta en el útero planetario para ser parida y ocupar así el lugar de su hermana muerta el año pasado.
Es menos triste y dramática la historia de los equinoccios, sus razonamientos, cálculos y efectos; pero infinitamente más aburrida.
Y con toda su ciencia se equivocan. El invierno muere mucho antes de lo que calculan. Lo noto en los árboles y sus ramas que se estiran y arrancan ávidas ya el calor al aire para recuperar sus hojas queridas. Lo noto en el hielo del camino que ha perdido su dureza y apenas cruje, pareciera que al pisarlo llora quedamente. En las voces del bosque.
Lo noto en mi sudor que había olvidado estos meses fríos. Y el hueso duele menos…
El invierno no espera un equinoccio, muere cuando debe, cuando está agotado. Tal vez en su agonía aún pueda dar un frío zarpazo; pero está acabado.
El invierno ya alimenta a los buitres.
Y así, palabra a palabra he empezado a cavar su fosa. Alguien tiene hacer los honores. Tal vez, por eso estoy aquí: como sepulturero de las estaciones.
Porque si no ¿qué hago?
Hay una belleza de infinita melancolía en la muerte de las estaciones.
Dan ganas de morir con ellas.
La belleza con tristeza se paga… Son cosas que aprendes con un dulce dolor.
No tardaré mucho en cavar dos tumbas, no soy tonto ni ingenuo.
Y si ves las barbas de tu vecino pelar…

Iconoclasta

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No soporto a ningún político sea de la secta que sea, aunque al final todos son fariseos.
No importa si están libres, encarcelados, torturados o ejecutados. Los odio de una forma vehemente, con saña.
En este momento no podría mencionar un político muerto; me es indiferente la muerte de cualquier individuo de esta especie. Sinceramente, cuando uno muere si me lleva a algo es al optimismo: uno menos.
No me voy a arrodillar para hacerle una mamada al hijoputa que me ha jodido toda la vida, al que me ha querido hundir aún más cuando he estado mal y al que piensa dañarme y robarme próximamente.
Mira, el mejor político es el muerto, porque se escriben numerosas hagiografías de él (mentiras glorificantes, literatura para subnormales) y así pasa a ser una especie de santo o mártir en el imaginario de la chusma.
Un político que sufre o muere, jamás compensará el daño y el robo cometidos desde que nací (porque me importa el rabo de la vaca lo que ocurrió antes de mi existencia).
Han intentado acabar conmigo desde que nací (políticos y sus instrumentos de poder): exijo que mueran a cientos, incluso su descendencia.
El político va contra mi libertad, mi trabajo e insulta de una forma continua mi inteligencia: que muera será motivo para que yo pueda aspirar una bocanada de aire más sano.
Pero la verdad es que cuando uno muere, me importa tan poco que ni siquiera me acuerdo de sonreír.
La peña que se manifiesta por ellos y los aprecia, padece de ese taedium vitae tan propio de los indolentes de la clase alta de la Roma clásica. El rebaño bosteza y se asusta al ritmo de sus amos, los políticos.
El político se merece la muerte como pago al mal que me ha hecho, la libertad robada y la humillación de haber nacido en el repugnante momento y lugar que han creado y perpetúan.
Si Kennedy (el que se follaba a la Marilyn Monroe) hubiera sido asesinado en este tiempo, con toda la mediática comunicación y redes sociales que hoy existen, hubiera escrito: “Joder… ¿Por qué coño no mataron antes de nacer al putañero? Me duele la cabeza, callad ya hijos de puta”.
¿Políticos muertos? Sí gracias.
Es un sueño (no puede hacer daño) y un buen, justo y honrado lema.
Los hay que aman y los hay como yo: odiadores profesionales.
¿Verdad que es hermosa esta diversidad social de mierda?
Si yo tengo que tragar, que traguen otros también. La democracia es muy puta.
Mierda para dios y para ellos (políticos).

Iconoclasta

De pequeño siempre he sido un sano escéptico, nadie consiguió adoctrinarme y lo que intentaron inculcarme lo puse a prueba (de ahí lo de sano). Cuando tuve un uso de razón eficaz (sobre los seis años), unas cosas las rechacé con cuidado para no provocar incomodidades en mi infantil vida y otras las acepté. Ahora mismo no recuerdo cuáles acepté, aunque creo recordar que tuve fe en la tabla de multiplicar del dos. El resto era demasiado complicado y abstracto. Nací con limitaciones, no puedes ser fuerte, robusto, astuto, hermoso, ingenioso, sensible e imaginativo y además ser inteligente. Los superhombres no existen, por mucho que cacaree Nietzsche.
Encontrábame yo formándome en la vida entre finales de los 60 y principios de los 70 del siglo pasado (el puto Franco cabrón estaba vivo), cuando comencé a oír una frase que mi padre y otros catalanes en corrillo y voz baja, entre cerveza y cerveza, repetían hasta el asco. No le hice puto caso pero; la archivé hasta que me hice adulto y obrero: “Si emigras, si vas a trabajar al extranjero y dices que eres catalán, serás mejor considerado y te darán mejores trabajos y mejor pagados. Los catalanes somos muy respetados afuera”. YO a veces, al oír aquello, sentí como una especie de cosquilleo en la polla y poco más.
En fin, le hacía el mismo caso que el avemaría de los cojones que nos obligaban a rezar al empezar y acabar la clase en el colegio.
Sin embargo, cuando empecé a trabajar con otros obreros como yo, me di cuenta de la gran mentira. Primero: yo era catalán y esclavo, no le veía privilegio alguno a ser catalán. Segundo: la inmensa mayoría de emigrantes eran extremeños, andaluces y gallegos; lo supe por sus hijos que eran mis compañeros de trabajo.
De catalanes emigrantes no conocí a ninguno mientras acarreaba sacos de cemento y rollos de tubería de plomo en la obra; supongo que debería haberme criado en una familia pija y burguesa para encontrar un funcionario emigrante catalán al cual le comieran la polla cada día por ser tan catalán en Bélgica, Alemania, Suiza o Estocolmo.
Por supuesto que hay racismo por parte de catalanes hacia el resto de España. Como sin duda alguna ocurre lo mismo con otras élites como vascos, valencianos o madrileños.
Y es que la rotunda expresión franquista de la miseria, la pobreza, el hambre y la endogamia, se encontraba en el sur de España. Lugares tan deprimidos que en plenos 60 y 70, moría gente por hambre y vivía en auténticas cavernas construidas con desperdicios cancerígenos.
Así que aquellos emigrantes de tercera categoría (los no catalanes), tenían más cojones que los de primera para salir al mundo y luchar contra la miseria.
Por poca atención que prestes a los que te rodean y los que tienes que soportar, con el tiempo acabas reconociendo la ponzoña que habita en las entrañas de la chusma.
Panda de hijos de puta generación tras generación…
Y claro, mis padres no me hicieron muy inteligente; pero tampoco idiota: los vascos, los valencianos, los madrileños… Todos pensaban que eran unos privilegiados y les darían cargos de ingeniería en cualquier parte del mundo por gozar de esos gentilicios.
Toda la chusma es patriota de su pequeña y sobrevalorada tierra. Vayas donde vayas, sea el continente que sea, encuentras el mismo patrón.
Que una etnia o una región del mundo desee erigirse en un nuevo estado, es algo que ocurre cuando nace el psicópata de turno que sabe enardecer el ánimo de sus idiotas y domesticados ciudadanos.
Yo estoy a salvo, porque de muy pequeño ya era alérgico al asunto de banderas, himnos y patrias. He vivido en sitios mejores que en el que nací pero; no todo el mundo es tan afortunado.
Que se jodan.
Estoy seguro de que “la inmensa mayoría” de los catalanes en este instante de la historia, sueña con ser un pueblo sufrido y místico como los judíos del antiguo testamento y exigir una circuncisión a modo de marchamo identificativo de denominación de origen patriota. Las catalanas, conque tengan un buen culo ya es suficiente.
Es de risa la sensiblería patriota. La hipocresía de aquellos antiguos fariseos, dejó una huella indeleble en el genoma humano.
Porque lo viví aquí en Cataluña; pero insisto: una cosa tengo clara, en su momento vascos, valencianos, etc… Decían exactamente lo mismo.
Y si no vete a México y verás lo que dicen chilangos de poblanos y poblanos de indios.

Iconoclasta

Una de las expresiones más terroríficas y repugnantes que está de moda usar por políticos, prensa y que hacen suya ciudadanos que escriben cartas al director y mensajes pseudo-democráticos en las redes sociales es: “La inmensa mayoría de…”. Para completarla se deben sustituir los puntos suspensivos por un gentilicio o adjetivo político o religioso.
La inmensa mayoría es una inmensa bola de mierda. Las inmensas mayorías aclamaron a grandes genocidas como Hitler, Stalin, Milosevic, Idi Amín, Trump, Franco, Mussolini, Chávez, Maduro… Y con ello, eliminaron a “inmensas minorías”.
Las inmensas mayorías disfrutan cuando se congregan festivamente para ver arder un hereje o falsa bruja en el fuego purificador, cuando el puto conde manda ajusticiar a un niño muerto de hambre por cazar un conejo o para apedrear la cabeza de una mujer cuyo cuerpo se ha enterrado cobardemente en un hoyo.
Cuando existe una “inmensa mayoría”, existe un feroz analfabetismo, una absoluta carencia de entendimiento y una ingenuidad que hace de esa “inmensa mayoría” un conjunto de deficientes mentales hermanados.
Es ahora cuando de alguna forma (la única que es rápida y eficaz es una guerra mundial), el planeta tiene que eliminar inmensas y feroces mayorías para, crear nuevas líneas sanguíneas y erradicar así esta endogamia global.
La inmensas mayorías que crean grandes corrientes morales eliminando y ensuciando todo asomo de ética, deben morir. Es la única forma de eliminar la náusea, la mía.
Cuando pienso en “la inmensa mayoría”, sufro visiones de vulgaridad, ingenuidad, crueldad y un injustificado elitismo. La inmensa mayoría no lo sabe; pero son todos ellos los que deben acabar en hornos crematorios.
Y es que ninguna “inmensa mayoría”, al igual que un camello, ve su propia giba.
Las “inmensas mayorías” son tumores que gangrenan la libertad, el humor, el arte y el individualismo que hace digno al humano.
La inmensa mayoría es una piara de envidiosos y frustrados.
Que nadie se sienta privilegiado de pertenecer a una “inmensa mayoría”, es lo peor que a uno le puede ocurrir.
Inmensa mayoría de paletos…

Iconoclasta