


Iconoclasta



Iconoclasta

El niño muere aplastado por el adulto, por su agresivo conocimiento y experiencia del medio en el que se ha desarrollado. El niño y el adulto no pueden ni deben compartir el mismo pensamiento, tiempo y cuerpo.
No hay ningún niño en un ser humano adulto, sólo un cadáver neuronal que los poco favorecidos por la genética y madurez intelectual se niegan a enterrar.
El adulto morirá por el olvido del viejo de cuerpo degradado. La pasión y la agresividad adultas se diluirán en emociones pueriles y piadosas. Si el niño muere aplastado, el adulto muere por inanición mental o envenenado de repentinas misericordias.
Y por fin, la vieja carcasa marchita que respira trabajosamente no sabrá en qué momento muere.

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La aberración, lo malo de la fantasía está en no salir de ella por una voluntad infantilizada. Un hecho propio de la actual, degradada y fallida especie humana.
Me gusta recordar cuando la follaba y gemía lasciva atenazándole el coño en el momento preciso, corriéndose en mi mano ajena a mí y al amor. Sentía palpitar y contraerse sus resbaladizos y babosos labios en mi mano. Se me salía la leche sin tocarme, como meando en éxtasis.
Producto de esta degradación humana fue el surgimiento del hechicero tribal, el brujo, sacerdote o rabino, el dios, el faraón, el emperador, el rey, el papa, el mesías, el tirano, el presidente y sus ministros, el general corrupto, el juez corrupto…
Y por esta degeneración, la especie humana va a ser la especie animal más efímera del planeta. Por haber renegado de su naturaleza asumiendo la fantasía de que es una especie animal tocada por un divinidad o una inteligencia extraterrena inexistente.
Ha conseguido alcanzar a niveles genéticos una pauta conductual y pensamiento colonial, insectil ya indeleble en su ADN.
¿Cómo será matar? Nunca lo he hecho, no he tenido oportunidad. Soy curioso.
Sin embargo, sí tengo una pierna cadáver, podrida, que arrastro. La muerte fue perezosa y abandonó el trabajo cuando llegó a la rodilla. Matar nunca me ha parecido mal; hay casos, hay necesidades. Si no te buscas justicia, nadie te la ofrecerá.
Sólo los obedientes, esclavos y crédulos han sobrevivido en estas sociedades ruines, mezquinas y estabuladas. Han aceptado por cobardía e indolencia las distintas y grotescas civilizaciones surgidas a lo largo de la breve historia humana y se ha reproducido esa genética defectuosa y degenerada que lleva en la sangre el servilismo, la cobardía y el infantilismo en sus especímenes adultos. La dignidad, valor y determinación ya no existe en su genética cultivada y seleccionada ganaderamente por el estado/dios a lo largo de la historia.
El animal humano es desde hace cuatro o cinco mil años una especie castrada de dignidad, valor y determinación. Hoy es una especie cobarde, mezquina, envidiosa y quejumbrosa; indefensa en un planeta hostil.
A veces, a pesar de mis profundas y rudas introspecciones, la polla que tiene vida propia se hace dolorosamente dura, tan henchida de sangre… Y al tocármela siento que soy dios. No dejo de tocarme hasta rebautizarme lácteamente. Cuando todo pasa, recién corrido, enciendo un cigarrillo con los dedos pringados y me cago en dios sin ningún remilgo, con una sonrisa displicente.
Y en este momento nos encontramos yo y los fallidos y degradados humanos al borde de la extinción. No importa que la humanidad como especie pueda durar cincuenta años o dos siglos más, en la escala evolutiva sólo son pestañeos.
Lo mejor será el último sarcasmo: no quedará nadie para decir que este cuento se ha acabado.
Es un buen chiste sobre la extinta humanidad.

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Las guerras producen humanos-bestias que almacenan en su interior la vergüenza de ser humillados, controlados y explotados desde su nacimiento por su estado o gobierno y nunca han tenido el valor de rebelarse.
Es la razón de los llamados “crímenes de guerra” (como si no lo fueran todos en tiempos de guerra): el rencor e insoportable mortificación por la servil y rastrera obediencia ofrecida mansa y gratuitamente al estado/dios/gobierno.
Es una ponzoña acumulada por años de una vida mediocre, inalterable y prisionera, que se escupe con violencia contra inocentes y desconocidos. Otra cobardía más sumada al servilismo mostrado como civiles.
Es lógico que el cadáver de un animal irracional cause piedad y el de uno humano repugnancia.
Las guerras funcionan por la vergüenza y cobardía de los soldados de ambos bandos.
Y no hay honor en la guerra, sólo una ira ciega y psicópata de unos ejércitos de cobardes, frustrados y trepas laborales reciclados como militares.

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“Ven, ven, esta es mi llamada”
“Ven, ven, vuelve padre a casa”
“Ven, ven, madre se ha dormido”
“Ven, ven, haz que se despierte”
“Ven, ven, ¡oh te quiero padre!”
Viens, viens en español: Ven, ven.
Interpretada por Marie Laforêt, 1973.
Hay tristezas tan bellas y hondas que me llevan a aborrecer la posibilidad de una sonrisa.
Y siento el alma convulsionarse líquida y arrasadora en los ojos.
Mi primer y hermoso drama en la infancia.
El alto arte es escaso, se da de siglo en siglo, con suerte.
Y yo estuve en ese momento, cuando surgió.
Nunca lo olvidé.
“Ven, ven” la quebrada llamada ha permanecido como un hermoso e íntimo sortilegio en mi memoria. Nunca olvidé, ni olvidaré lo que sentí de niño y de mayor con mayor precisión, un quebranto de hermosura que el tiempo no puede debilitar.
“Ven, ven, madre está sufriendo”.
Pobre madre, pobre padre, pobre hija.
Es un buen momento para fundirse en la oscuridad.
En una aflicción de terciopelo y llanto.
“Ven, ven”
Estoy abandonado a mí mismo.
Misericordia.
Video con audio en español:
Video de la versión francesa:

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Cuando vi algunas cosas que volvieron a hacer muchos especímenes de la subespecie humana española, sentí deseos de inyectarme algún veneno en la sangre que evitara que un día pudiera hacer lo que tantos hicieron durante la epidemia/timo del coronavirus o el COVID 19. O como hoy 28/05/2025 con el corte de energía eléctrica en toda España.
Cosas como aplaudir o bailar estando encerrados en un tren o abandonados, como basura que son para el estado, en las vías.
Quisiera no ser español, limpiar mi ADN con algún veneno para eliminar la posibilidad de desarrollar el mismo servilismo, cobardía, deterioro mental y la fe en los subnormales y ladrones que nos gobiernan y verlos como la “tita” o el “tito” que nos regalan con su llegada a casa, sus excrementos envueltos en cajitas de regalo.
Quisiera erradicar de mi sangre todo vestigio de la mísera mezquindad, infantilismo y abulia de la sub-raza humana española tan adaptada a todo fascismo y su dictadura que acepta de buen talante, con gran civismo y festejo.
No hay remedio ni esperanza. Cada nueva generación es, con diferencia, más subnormal que la anterior.
Tengo pesadillas en las que algún gen de la subnormalidad española se activa y me lleva a actuar como los insectos y rumiantes humanos que aplaudieron a Franco, Sánchez, la sodomía del coronavirus o COVID 19, la agenda maricona 2030 de la represión, timo y esclavitud o la alegría tan publicitada por el nazismo español del apagón eléctrico de hoy.
No quiero un día obedecer, aplaudir, bailar, reír o llorar emocionado ante el espécimen español fascista del gobierno que me quiere meter la polla o el coño en la boca.
Querido puto diario de mierda, no quiero llevar en el morro el doble bozal nazi de la humillación y el silencio ¡en exteriores! (mascarillas lo llamaban), ni vacunarme con lo que no vacuna, ni aplaudir a los hijos de puta del gobierno y sus sicarios armados de pistolas y jeringuillas que no vacunan; pero envenenan y fijan la ignorancia, cobardía, servilismo y retraso mental como virtudes en los genes de la sub-raza española.
Así que, de alguna forma, querido puto diario de mierda, haz lo que sea para que alguien me descerraje un tiro en la cabeza cuando la degradación genética española me transforme en un animal español que no sabría qué hacer con el conocimiento o la libertad; si tuviera algún día semejantes cosas en España…
Vuélame (o busca quien lo haga) la tapa de mis putos sesos el día que aplauda a los puercos, que cante el “resistiré” o el “yo me quedo en casa”, que me deje chutar una vacuna fascista, cuando separe las pilas usadas de la basura, que diga “todas y todos” o que baile o aplauda como un simio mentalmente podrido cuando me roban la libertad de ir adonde debo desconectando la corriente eléctrica, a pesar del dinero que me roba la mafia del estado español cada puto mes.
Y si te queda tiempo, querido puto diario de mierda, mátalos a todos también acto seguido.
Mata a toda esta caterva española de indigentes mentales.

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“¡Esto no es real!” algunos exclaman airados.
Y es una lástima que no lo sea y seguir bregando cada día con esta mediocre y mezquina realidad. Sin esperanza para la fantasía de amarte con mis dedos hundidos en tu coño y ser amado con mi rabo en tu mano.
Aunque la fantasía trajera el horror.
Tu mente la tengo, me llena los días; pero la viscosidad que hace brillantes como el esmalte tus muslos, sigue siendo como la máquina del tiempo, mentira.
Te evoco y en lugar de exclamar, gimo en un rincón en penumbra que guarda mi frustración de la vergüenza ante el universo: “¿Es que jamás será real?”.
Mi hermosa Jade Negro…
–Ico, como tú dices: “Estamos abandonados”. Esta lobita un día te comerá para llevarte siempre dentro. No me niegues, hay una estela de muertes tras de mí.
–Jade… ¿Crees que lo irreal soy yo?
–¡Ay qué joda, Ico! Con lo cachonda que estoy siempre y tú tan metafísico.
– ¡Cabrona!

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Al final del otoño los ciempiés desaparecen de los caminos, hoy han vuelto a aparecer.
Los días son notablemente más largos, la tierra acapara más calor y los seres vivos lo sienten.
Es el primer aviso de que la primavera está cerca.
Me parece mágico y hermoso que el planeta gire y cambie los paisajes y las vidas mientras la humanidad permanece inmóvil en la estación de la imbecilidad y mezquindad, haga frío o calor. La humanidad es ajena al planeta, un accidente, una anomalía; tal vez un parásito llegado del espacio en una piedra.
Admiro a estos gusanos negros que hacen lo que su naturaleza dicta y no lo que ordena un dictador ladrón y maricón.
Tiene más carisma cualquier gusano que cualquier humano salvo dos o tres excepciones que amo y admiro.
Yo también, a través de la suela del zapato, puedo sentir la calidez que radia la tierra templada por más tiempo de luz. Llevo tiempo deambulando por ella.
Demasiado.
Me es imposible ya medir o controlar el paso de las estaciones mediante los datos astronómicos o el calendario de fiestas religiosas y oficiales del estado/dios.
Hace tanto tiempo que las olvidé….
Estoy alejado de celebraciones, ya soy ajeno a ellas. Sólo me atengo a la naturaleza de la tierra, me sincronizo con los gusanos, lagartijas, salamandras, comadrejas, zorros, mirlos…
No existen vacaciones de verano, de semana santa o celebraciones legales del estado/dios. Sólo veo la tierra girar, calentarse y enfriarse. Y es un espectáculo apoteósico.
Y desde mi lejanía escucho a la humanidad lloriquear y reír estúpidamente, balanceándose eternamente en la inmóvil estación de la imbecilidad y obediencia pacata y mezquina del ciudadano integrado, degradado física y psicológicamente.
Ciego a los movimientos planetarios y a los gusanos que hacen lo que deben porque tienen inteligencia para ser ellos.

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Escribía con la cálida luz de un claro del bosque, en una zona de descanso a unos pocos metros de la orilla del río y presentí a las almas, que sin ser necesario, ocupaban silenciosas e invisibles los bancos para admirar la luz y sus sombras.
Ocurre cuando no hay estruendo de voces humanas y pisadas, cuando los mirlos saltan por el suelo piando graciosamente y un cuerpo sentado en otro banco, frente a una mesa de cemento, rasguea con su pluma en el papel aparentemente ajeno a ellas.
Tal vez yo también sea una de ellas.
No sé…
Anhelan la luz, les hace recordar que un día habitaron la carne.
Echan en falta las cosas táctiles y visibles.
¿Y si las pobres sienten pena de que nadie sepa de su existencia?
Silentes miran al centro del claro, a la luz que hace visible lo tangible y evocan lo que un día fueron.
Pobres almas tristes…
Puede que sean novatas. ¿Y si hace poco que sus carnes murieron y aún no saben qué hacer?
Un pensamiento que no era mío entró en mi cerebro desde los bancos donde las almas admiran la luz tristemente.
– ¿Si vives por qué estás aquí ahora, más solo que nosotras?
–Porque debo presentir que pronto estaré aquí como vosotras, un gas transparente y mudo.
–Nosotras no lo hicimos nunca. Incluso como almas y sin vernos las unas a las otras, nos reunimos aquí cuando los rayos de sol alargan las sombras. Tú no eres de aquí aún; pero no pasa nada. Si te pesara la soledad no estarías, es tu voluntad. Es bueno.
Te gustará morir, es una paz instantánea. No necesitarás ver y tocar para vivir, para sentir. Saber que ya nada malo puede pasar… Y reconocer que estás serena y deliciosamente solo.
–Como ahora con vosotras.
–Adulador.
El alma ríe y sus compañeras, pareciera que agitan la fronda creando un murmullo de brisa que me lleva a entornar los ojos gozando de una inusitada armonía.
Sin embargo, no puedo dejar de percibir cierta tristeza en ellas.
Y piedad.
Esa necesidad de luz… Cómo si algo fallara en ese mundo invisible.
– ¿Estás bien?
–No lo sé, no lo sabemos. No hay cielo ni infierno. Es una apabullante libertad, como ocurre en la infancia cuando madre y padre no están cerca mirándote. Cuando te haces vapor añoras ciertas sensaciones. Somos un grupo de almas jóvenes, las veteranas no vienen aquí ni a sitios donde una vez vivieron. Se han adaptado a prescindir de todo lo orgánico que conocieron y viajan por el universo acumulando conocimientos. Hablando con seres más lejanos en el pasado y futuro, como yo hablo contigo. A nosotras nos da miedo esa inmensidad, hace tan sólo unas luces que tuvimos que dejar el cuerpo que ya no se movía. Creemos que estamos pasando por una infancia y adolescencia espirituales hasta adquirir la plena conciencia de nuestro ser.
– ¿Olvidaréis que un día vivisteis lo tangible?
–No. Cuando nos atrevamos a sentir el universo conoceremos tantas vidas, cosas y seres que nuestra vida orgánica quedará sepultada como un recuerdo lejano, una experiencia útil. ¿Sabes que las almas veteranas son felices y se ríen amablemente de nuestro temor?
–Son buena gente. Y a vosotras ya no os preocupa el tiempo y podéis hacer lo que queráis. Me gusta sentiros aquí, me da paz.
–Te voy a decir un secreto: ¿Sabías que no existe dios?
–Sí.
– ¡Qué chasco! No has muerto y ya eres un alma veterana.
Y la fronda del bosque se volvió a agitar por otra brisa invisible formando una sonrisa coral. Dejé de escribir mirando con ternura e ilusión los bancos de las silentes y transparentes almas novatas.
No les dije que ellas tampoco existen, que son producto de mi locura. Odio la crueldad innecesaria que nace del afán de demostrar ser poseedor de la verdad. Las mentiras siempre son más hermosas y necesarias que las verdades que destruyen la imaginación y sus almas. No hay necesidad de destruir las bellas cosas que imaginamos. Son cuadros de una galería que no pueden hacer daño a nadie, y cuando dejas de mirarlos vuelves a la dimensión triste y gris para hacer lo que puedes, mientras llega el momento de surcar el universo como una frecuencia invisible viajando a la velocidad de la desintegración.
Yo quiero volver mañana a mi soledad y que estén allí, haciendo susurrar la fronda del bosque con una hermosa inocencia y unas sonrisas sinceras en mi pensamiento.
Soy una de ellas, lo sé. Y no tardaré en viajar lejos hasta hacer de mis palabras un difuso recuerdo entre los fuegos incineradores de un sol.
Debo conseguir unas inmateriales gafas de protección pronto.
Mis amigas, mis bellas e ingenuas almas, serenas, sin prisas, cordiales. Que hablan en susurros dentro de mi cabeza, cuidadosamente…
Hasta mañana.

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